Nuevo artículo sobre las necesidades energéticas de los países industriales avanzados
A lo largo de la historia se ha prestado
una atención especial a la relación entre el uso de la energía y el
nivel de desarrollo de una comunidad o país: desde la antropología (e.g.
Ley de White)
a trabajos basados en la comparación de estadísticas de distintos
países. El interés de esta relación es incuestionable; no obstante, los
indicadores usados habitualmente no capturan el hecho de que, en el
contexto actual de la globalización, la energía usada por un país (i.e.
la energía consumida dentro de sus fronteras) no se corresponde
ya con la energía necesaria para sostener su nivel de desarrollo. Así,
se hace necesario calcular la energía consumida en todo el mundo para
producir los bienes y servicios demandados por cada país, es decir, su
huella energética. Se trata de un concepto similar a la huella de carbono pero aplicado a la energía.
En este estudio hemos comparado el Índice de Desarrollo humano
(IDH) de 40 países con ambos indicadores de consumo de energía para el
periodo comprendido entre los años 1995-2008. Los resultados muestran
que una parte significativa (y creciente) de la energía usada por los
países del Sur está siendo empleada para sostener el bienestar de los
países industriales avanzados (HDI > 0.8) a través del comercio
internacional. Así, la huella energética de éstos últimos (UE,
Norteamérica, Australia, Japón, Korea) es de media un +13% respecto de
su uso de energía a nivel territorial, y lo contrario ocurre en
economías emergentes como los BRIIC (Brasil, Rusia, India, Indonesia y
China), dónde su huella energética es de media un 16% menor que el
consumo de energía en cada país. Además, también se encuentra que, de
los países analizados, la mínima huella energética (primaria) per cápita
para alcanzar un HDI > 0.8 es un 33% mayor que el uso de energía
primaria per capita.
La siguiente figura (Fig. 2 del artículo)
muestra la relación entre la huella energética (eje x, GJ/año per
capita) y el HDI (eje y, variable adimensional de 0 a 1 siendo 1 el
máximo nivel de desarrollo) para los 40 países en el periodo 1995-2008
(un punto por año y país).
Se observa la relación creciente entre
energía y HDI para bajos niveles de energía, seguido de una saturación a
partir de un cierto nivel: más allá de entorno a 100 GJ/año per capita,
incrementos en el consumo de energía no se traducen en incrementos
significativos del HDI. Además, el coeficiente de determinación (R2) de esta relación es de 0.89, mejor que para la curva considerando uso de energía a nivel territorial (ver Fig. 1 del artículo).
Es interesante explorar la trayectoria de algunos países por separado (aquí se puede descargar la comparación para los 40 países por separado).
Por ejemplo, para España se puede
observar que la huella energética ha ido incrementándose a lo largo del
periodo estudiado, alcanzo un valor +34% mayor que la demanda energética
en 2008. También se puede observar el efecto de la crisis, que se
trasladó en una reducción de la huella energética en el año 2008, la
única en el periodo estudiado:
Dinamarca, paradigma de la
sostenibilidad y la eficiencia, es un otro caso muy interesante,
alcanzando una espectacular diferencia de casi el 70% en el año 2008. En
este caso, se aprecia además que el indicador uso de energía del país
(curva roja) ha ido decreciendo a lo largo del periodo, mientras que en
términos de huella energética ésta ha aumentado. Así, el análisis
habitual, considerando sólo la curva roja, identifica esta evolución
como una prueba de la desmaterialización absoluta
de la economía (reducción del uso de recursos en relación al PIB), lo
que es desmentido por estos resultados (conclusiones similares se
obtienen para otros países como Alemania o Reino Unido):
Éste desfase entre consumo del país y
huella energética es compensado en otros lugares del planeta por países
como China, en los que la situación es la inversa (huella energética es
un 20% menor que el consumo de energía). Se aprecia una menor separación
entre las curvas: debido a la gran población del país asiático, una
menor diferencia per cápita se traslada en enormes cantidades de energía
totales:
Estos resultados tienen diversas
implicaciones. En primer lugar, a pesar de que hay numerosos estudios
que relacionan desarrollo y emisiones de efecto invernadero, la variable
crítica es la energía, especialmente en escenarios de transición hacia
fuentes limpias de carbono. El análisis mediante huella energética
revela que los requerimientos de energía de los países del Sur para
alcanzar el nivel de desarrollo de sus países modelo (nosotros), es
sustancialmente mayor que lo indicado por la variable habitual de
consumo de energía. A la vista de estos resultados, en un contexto de
probable futuro agotamiento de recursos fósiles, políticas activas de
cambio climático y con un potencial renovable no tan abundante como se suele asumir,
el bienestar para toda la población del mundo parece dificilmente
alcanzable en el actual paradigma socioeconómico. Por último, y
relacionado con lo anterior, la relación PIB-energía es aún más fuerte
en términos de huella energética:
Para aquellos interesados en la metodología y más detalles, el artículo original en inglés está disponible en acceso abierto aquí.
Iñigo Capellán Pérez
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