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diumenge, 29 de gener del 2017

La economía colaborativa choca contra el muro de la Administración

Article publicat a Bolsamania

Este nuevo sector ha logrado una importante expansión en los últimos años

  • La crisis económica ha sido el principal factor para la aceptación de los consumidores

  • Blablacar, Airbnb, Homeaway o Uber se han encontrado con dificultades administrativas para la expansión de su negocio en España

Bolsamania | 10 dic, 2016
economia colaborativa
La tecnología corre, la economía anda y la legislación está sentada. Una fórmula compleja para el sector del consumo colaborativo, que ha generado en los últimos tiempos un elevado número de sanciones por parte de la administración hacia este tipo de empresas.
No obstante, el éxito de esta tendencia entre los consumidores es evidente. Las compañías encargadas que operan en este sector han vivido un crecimiento exponencial, con un modelo de negocio sencillo, poner a disposición del usuario la compra o alquiler de algún producto de segunda mano, financiar proyectos, alojamiento en casas de particulares o, incluso, compartir trayectos en coche. Un listado de posibilidades que tiene dos objetivos: el ahorro, en el caso del demandante, y la rentabilidad de un bien o servicio, por parte del usuario oferente.
Plataformas como Blablacar, Uber, Airbnb o Homeaway unen a ambas partes y generan un escenario de confianza y seguridad para que se produzca esta transacción. Miguel Ferrer, experto en economía colaborativa y director de asuntos públicos de Kreab, define este concepto como “una tendencia económica que se caracteriza por una forma de consumo de bienes y servicios que, a través de plataformas digitales, redes de usuarios interaccionan entre ellos ofreciéndose bienes y servicios de una forma eficiente”.

UNA EXPANSIÓN GRACIAS A LA CRISIS ECONÓMICA Y LA FACILIDAD DE INTERNET

La dependencia de internet en nuestra vida y la crisis económica han ayudado a potenciar la economía colaborativa. La crisis ha llevado a plantear nuevas maneras de consumir por parte de la población. Es decir, nuevos hábitos de consumo.
Los datos que ofrece la Comisión Nacional de los Mercados y la Competencia (CNMC) apuntan que este fenómeno ha experimentado un crecimiento exponencial durante los últimos años y que desde 2000 a 2015 presenta, además, un "enorme potencial futuro". Su informe de marzo de 2016 apunta que las iniciativas relacionadas con la economía colaborativa acumularon una inversión de 25.972 millones de dólares a escala mundial.

La crisis económica ha llevado a plantear nuevas maneras de consumir por parte de la población

La evolución ha sido especialmente rápida en la última época, donde se ha pasado de los 1.820 millones de dólares de 2013 a 8.489 millones en 2014 y 12.890 millones entre enero y septiembre de 2015.
En esta misma línea, el Foro Europeo de Economía Colaborativa (Eucolab), celebrado en septiembre de 2016 en Bruselas, señaló que las plataformas del sector obtuvieron 28.000 millones de euros en ingresos brutos en 2015. Los expertos europeos indican que la economía colaborativa aumentará, en el próximo año, un tercio en el continente y serán más de 150 millones de europeos los que participarán de este modelo económico.
Un fenómeno que ha llegado para quedarse. El 5% de la población europea ya participa en la economía colaborativa y, como destaca Eucolab, los españoles se encuentran a la cabeza de este listado con un 6% de sus ciudadanos que hace uso de esta mutua cooperación.
Miguel Ferrer analiza este escenario apuntando que “la sociedad española cada vez tiene más asumida que dentro de las posibilidades de consumir bienes y servicios, existe la posibilidad de acceder a una oferta realizada por personas que puede ser más rápida y económica”, indica.

MÁS CRECES, MÁS TE VIGILAN

La fricción entre el nuevo modelo y los competidores tradicionales no ha tardado en producirse. Empresas y trabajadores anteriores a la economía colaborativa muestran su descontento al legislador, por los obstáculos burocráticos y obligaciones que las plataformas digitales poseen de una manera diferente o no existen directamente.
La administración española ha tenido que tomar cartas en el asunto porque, sobre todo, se han visto afectado dos sectores muy influentes en el país: el transporte y el hotelero. “En ambos casos se han producido medidas sancionadoras y normas que además de injustificadas resultan poco pragmáticas para el futuro”, apunta el experto en economía colaborativa. Casos recientes como lo ocurrido en Madrid y Barcelona lo demuestran.
COMUNIDAD DE MADRID VS BLABLACAR
Una de las claves para que la economía colaborativa no entre en conflicto directo con los modelos tradicionales es que no exista ánimo del lucro por parte del oferente. Una circunstancia que es vigilada con lupa por parte de la administración.
El caso de la Comunidad de Madrid y Blablacar ejemplifica este hecho. La compañía de coches compartidos y dos de sus usuarios fueron sancionados por la administración madrileña tras considerar que ambos conductores estaban generando un beneficio con esta actividad.

Para realizar una actividad de coche compartido no puede existir ánimo de lucro y debe realizarse de manera ocasional, apunta la Comunidad de Madrid

La sanción para la compañía asciende a 8.000 euros, mientras que la dirigida a sus conductores es de 4.000 euros, respectivamente. Una multa que para Jaime Rodríguez, country manager de BlaBlaCar en España, “sorprende en sí mismo, va en contra de la legislación europea y, por supuesto, está recurrida en España y ante la Comisión Europea”, porque apunta que “la Comunidad de Madrid entiende que nuestros usuarios están realizando un trabajo de transporte profesional, y en este aspecto se equivoca”.
Paralelamente, la Confederación de Transporte en Autobús (Confebus) demanda a Blablacar y reclama el cese de su actividad por competencia desleal. Ambos asuntos ponen en manos de la justicia la actividad de la plataforma digital. “Nosotros tenemos un equipo de más de 100 personas revisando comportamientos anómalos de nuestros usuarios”, asegura el country manager de BlaBlaCar en España. “El objetivo nuestra actividad es clara: compartir los gastos del viaje sin que exista beneficio”, recuerda Jaime Rodríguez.
Pero la Comunidad de Madrid difiere de estos argumentos. Como señala Pablo Rodríguez Sardinero, director general de Transportes de la Comunidad de Madrid, “tras analizar un muestreo de varios usuarios de la compañía, donde existió obstrucción a la inspección, se observaron dos casos donde se consideró que se estaba realizando un servicio de transporte público, porque existía lucro y se realizaba de manera habitual”, y por lo tanto, al no tener licencia para ello se considera vulneración los artículos 140.2 y 141.7 de la Ley de ordenación de los transportes de 1987.
Desde Blablacar apuntan que en ambos casos “no se superaban los 14 céntimos de euro por kilómetro. Lejos, por ejemplo, de los 28,02 céntimos que establece el Observatorio del Transporte y la Logística en España”, señala Jaime Rodríguez. La Comunidad de Madrid discrepa de esta cifra y apunta que los conductores cobraban un precio por encima de los 19 céntimos por kilómetro, el baremo establecido por Fomento, “además de realizar un trayecto más que sospechoso”, apunta Pablo Rodríguez Sardinero.
Un conflicto que, según reconocen ambas partes a Bolsamanía, tienen intención de solventar. “La Comunidad de Madrid no está en contra del transporte colaborativo y estamos preparando una normativa que se adapte a esta nueva tendencia”, señala el director general de Transportes haciendo referencia asimismo a 'la eterna batalla' entre Uber y el sector del taxi. Por su parte, el country manager de BlaBlaCar asegura que “trabajaremos junto a ellos para lograr que nuestra actividad se regularice”.

AYUNTAMIENTO DE BARCELONA VS HOMEAWAY/AIRBNB

Un aspecto que demuestra el problema con el que se encuentra el sector en España es la diferencia legislativa por comunidades. Y uno de los ejemplos más claros es la normativa existente sobre el alquiler de viviendas para uso turístico por parte de particulares. Desde la propia CNMC consideran que este escenario “limita la presión competitiva en el mercado y genera una pérdida de bienestar para la sociedad”.
Un contexto que ha generado sanciones. El Ayuntamiento de Barcelona anunció una multa el pasado 24 de noviembre a las plataformas Airbnb y Homeaway con 600.000 euros a cada una por seguir anunciando pisos turísticos sin licencia registrada en el Registro de Turismo de Cataluña (RTC).
Desde el consistorio explican a Bolsamanía a través de un comunicado que “ambas empresas ignoraron el primer requerimiento por incumplir la normativa y se les impuso una sanción de 30.000 euros a cada una. Atendida la reincidencia, la tipificación de la infracción pasa de ser de grave a muy grave, por lo tanto, son sancionados con el máximo previsto por la Ley de Turismo, teniendo en cuenta el número de anuncios publicados, 3.812 Airbnb y 1.744 Homeaway, además del beneficio económico que obtienen”.
Desde el Ayuntamiento de Barcelona destacan que se ha rastreado a ambos portales con un sistema conocido como 'araña-web para detectar la oferta de pisos turísticos ilegales
Desde Homeaway han mostrado su disconformidad con esta posición. Un portavoz de la compañía asegura a este medio que “esta ciudad ha sido la única que ha sancionado nuestras prácticas. La obligación legal como plataforma viene recogida en la directiva europea sobre el comercio electrónico y su transposición nacional”.
Desde la compañía de alquiler vacacional colaborativo se apunta que en esa normativa se establece que “somos un canal de comunicación entre demanda y oferta y nuestra labor no es de verificación previa de si los pisos que se anuncian cuentan con el número de RTC". "Por lo tanto, la multa del Ayuntamiento de Barcelona a Homeaway es injusta porque no tiene competencia sobre internet”, indica el representante de la compañía.
Además, desde la plataforma digital se reclama “una mayor implicación por parte del Gobierno central en esta temática, ya que existe un caos entre la diferencia de normativas autonómicas y que, asimismo, incentiva la continua campaña de desprestigio del lobby hotelero hacia nuestra actividad”, apunta el portavoz de Homeaway.
Un desencuentro que promete extenderse. “La primera multa de 30.000 euros fue recurrida y pagada. En esta ocasión, recurriremos al Contencioso-Administrativo”, apunta desde Homeaway. Añaden, eso sí, su “predisposición a sentarse en una mesa para solucionar este hecho”. Por su parte, desde el Ayuntamiento que dirige Ada Colau señalan que “este tipo de infracciones se detectaron con la herramienta informática araña-web para detectar la oferta de pisos turísticos ilegales y continuará operativo”.

¿REGULARIZACIÓN?

Ambos ejemplos muestran la necesidad de una revisión del sector. La creciente demanda por parte de los usuarios exige al Gobierno central y a los autonómicos a consensuar un escenario que sea capaz de satisfacer a las plataformas digitales y a los actores de los negocios tradicionales.
El futuro es la convivencia de ambos sistemas. Para ello, el proceso de regularización e igualdad de competencia se convierte en necesario, para que la batalla legal de paso a una batalla por el mercado que terminará por beneficiar a los consumidores.

dijous, 6 d’octubre del 2016

J. Rifkin: “Google será un servicio público y Uber no tiene ningún futuro”

Article publicat a La Vanguardia
 



Los cambios de paradigma no ocurren a menudo y ahora vivimos uno. Son cadenas de transformaciones en el sistema productivo y la sociedad a partir de la renovación del modelo energético y el de la comunicación.
Como las revoluciones industriales.
Y esta es la tercera. En la primera, el carbón sustituyó a la tracción animal, al tiempo que se imponía la comunicación masiva impresa y el tren; la segunda fue la del petróleo, la comunicación masiva ya analógica –radio, televisión, teléfono– y el coche privado.
Y ahora estamos en la digital.
Aún a medias, porque, aunque la comunicación ya es digital, el establishment intenta resistirse a la sustitución del petróleo por las energías renovables de generación descentralizada.
Cada vez son más baratas y populares.
Pero países como Alemania siguen conectados a grandes centrales en vez de a las nuevas redes descentralizadas de productores y consumidores de energía –asociaciones de vecinos, cooperativas–, y por eso Occidente no aumenta como podría su productividad ni su crecimiento.
¿No se puede crecer de otro modo?
Alemania y EE.UU. hace 20 años que llegaron a su tope de productividad en el viejo paradigma de la segunda revolución industrial. Y se lo dije a la canciller Merkel y al presidente de China: “No progresarán ustedes más mientras su economía dependa de las centrales nucleares, las hidroeléctricas o las grandes petroleras”.
¿Y si progresan hacia dónde será?
Veamos: todo el planeta estará interconectado: lo estarán todos los humanos que ingresen más de dos dólares al día, y todos sus aparatos.
Eso ya pasa, en cierto modo.
El 80% de los vehículos desaparecerán, porque el resto serán de uso compartido y fabricados de forma descentralizada con impresoras 3D. Todo será compartido en red con la internet de las cosas: fabricación, uso y gestión, igual que hoy hacemos ya con toda la información.
¿Entonces quién pagará los sueldos? ¿Y los impuestos? Apple ya no los paga.
Lo que sucede es que el capitalismo lleva en sus genes la semilla de su propia transformación...
Marx profetizó que el capitalismo acabaría en monopolios y desaparecería... Y ya ve.
...La empresa capitalista nació para obtener beneficios gracias al coste marginal decreciente, es decir, que cada unidad nueva costara menos de producir. Para eso se idearon las fábricas.
Eso no parece haber cambiado tanto.
Está acabado. La digitalización ya permite llegar al coste marginal cero: usted ya puede multiplicar al infinito, por ejemplo, contenidos en internet como música o libros o los planos de una casa que se construirá por 3D en Singapur. Cada nueva unidad ya casi no aumenta el coste de la producción, así que es a coste cero o casi. Y puede distribuirla gratis... O casi.
Ni coste ni beneficios ni impuestos también significa ni sueldos ni subsidios.
¡Esa es la cuestión! Esa nueva dinámica digital lleva a la desaparición de las grandes empresas capitalistas y al auge de nuevas formas de producción y consumo cooperativo: el prosumo.
Por ahora sólo veo clase media empobrecida aquí y más billonarios en California.
Es una fase. Los negocios analógicos se van extinguiendo a medida que los digitales logran producir sus bienes sin coste marginal. Antes, una enciclopedia era una empresa que ganaba más cuantos más ejemplares vendía; hoy Wikipedia es una cooperativa que genera contenidos a coste marginal cero. ¡Es útil y gratis!
¿Pasará igual con la energía y las fábricas?
Los grandes patronos europeos de la energía ya se han reunido conmigo para que les aconseje. Tienen un billón de dólares para invertir en renovables, pero esa inversión ya no sirve, porque cada uno de nosotros generará su energía .
¿No habrá un mix con las centrales?
Eso creen las multinacionales, pero les he dicho que su único modo de sobrevivir es actuar como intermediarios y asesores para los miles de pequeños productores energéticos en red.
No veo a las eléctricas por esa labor.
No me hacen caso, pero lo harán cuando vean que se van quedando sin cuota de mercado.
¿La energía tenderá al coste marginal cero?
Y las barreras de acceso también. Hoy cualquiera ya puede ser una eléctrica e instalarse generadores en el tejado y vender y comprar luz. Porque, una vez pagas el coste inicial y el mantenimiento, el sol y el viento son gratis.
Entonces ya no es tan gratis como dice.
Mire, ya no hablo de energía alternativa; digo que no hay alternativa a esa energía y que con ella el capitalismo va a cambia r para siempre.
Por ahora hay billonarios digitales de Google, Amazone, Apple... ¡Sin impuestos!
Google acabará siendo un servicio público. Es ingenuo esperar que la UE y el resto de los estados no hagan nada para regularlo. Sé de lo que hablo: me lo ha contado el vicepresidente de la CE Andrus Ansip. Les meterán mano. No van a seguir monopolizando un servicio público.
Que Google monopolice búsquedas es como si Edison monopolizara las bombillas.
Los monopolios digitales, y sus multimillonarios, son sólo parte de la fase inicial. Y acabará.
¿Y Uber o Airbnb?
Los conductores locales ya se han dado cuenta de que lo que hace Uber lo pueden hacer ellos solos y están montando cooperativas locales. ¿Para qué pagar a Uber? Ese negocio está acabado porque no tiene barreras de entrada. Y lo mismo le pasará a Airbnb.























dimarts, 12 de juliol del 2016

Ideas contra la extinción. Taxistas, operadores y medios de pago contra Uber

Post del bloc de   Marc Vidal
Si eres un conductor de taxi, o si es propietario de una flota de taxis, posiblemente tu negocio va camino de la extinción. En ciudades de todo el mundo, los taxis están siendo suplantados por Uber, Lyft, y otros servicios para compartir trayecto. Dónde aun no sucede es básicamente por que la Ley hace de dique a lo inevitable. En la ciudad de Nueva York, el coste de una licencia de taxi se ha hundido de 1 millón de dólares a menos de 500.000 en dos años y muchos operadores de flotas y propietarios de taxis individuales ahora deben más de lo que nunca volverá a vale su negocio. Pueden culpar Uber o Lyft de esta catástrofe, pero sería como culpar a Skype por la caída de ingresos de algunas empresas telefónicas o a Gmail de Google de ser responsable de la destrucción del sistema postal. Las primeras han modificado su modelo de negocio y los segundos se han adaptado a ofrecer otros servicios o los han reducido.
No es el asunto del intercambio de servicios entre personas y estas plataformas las que han sentenciado a muerte al taxi. En realidad fue Internet, la telefonía móvil, las redes sociales y la automatización de procesos. De hecho, lo de montar una plataforma como Uber u otras, es lo menos significativo del asunto. Uber es innovación en algún sentido y lo es porque el mercado la ha aceptado. No hay más. Guste o no, tarde o temprano se regularán correctamente y fin del asunto. ¿Por qué no competir con ellos en lugar de exigir su prohibición? Recomiendo que el sector del taxi modifique su plan. Ese no le va a salir bien. En otros lugares, en lugar de enfrentarse con Uber por la vía de la prohibición o la de reivindicar unos derechos adquiridos cuando el mundo era de otro modo, han decidido competir con la plataforma directamente. Utilizando dos cosas claves: conocimiento del sector y un ejército de conductores ya disponibles.
En 10 ciudades del África subsahariana se han unido la mayor red de telefonía móvil del África Oriental, y creador de la plataforma de dinero móvil mas usado en el mundo, SafariCom, junto a redes menores de taxistas en Kenya, Uganda y Ghana. Su intención es crecer rápido para ocupar la cuota de mercado que Uber desea. adquirir. Técnicamente este será uno de sus rivales serios si pretende conquistar el continente africano. La diferencia con Lyft, Cabify u otros es que en este caso el rival sabe del tema, como sería el caso de los taxistas de cualquier ciudad europea. Se va a llamar Little Cab y será más barato, igual de seguro y completamente tecnológico. La red SafariCom es la mas utilizada en Kenya y su plataforma de pago M-Pesa es la de mayor importancia también ahí. Más de 20 millones de usuarios le otorgan a esta alianza un potencial futuro en el enfrentamiento con Uber.
Y en esto de la re-campaña andábamos que Podemos lanza una propuesta que pretende ser el salvavidas de taxistas y transportistas ante los nuevos tiempos que parece van a soplar en términos de economía colaborativa. Justo cuando Bruselas anunciaba que consideraba Uber, Airbnb, Cabify, BlablaCar u otros, modelos empresariales aceptables y animaba a gobiernos y jueces a desencallar su expansión y desarrollo en los países de la Unión, Podemos se posicionaba al lado del taxista y anunciaba que si llega al gobierno prohibirá estas plataformas, personalizando en Uber y Cabify. Cuando se trata de rascar votos no hay diferencia entre vieja y 'nueva' política.
Es curioso que sea Podemos y no otro quien quiera proteger un modelo que se ve desbordado por los tiempos a base de prohibiciones. Un modelo que debe reinventarse como están haciendo muchos otros. Nadie puede tener el monopolio de nada en base a una hipotética protección laboral que depende en exclusiva de que se aplique la ley correctamente. Es decir, no parece lógico que prohibamos los restaurantes de comida rápida porque uno de ellos no cumple con la normativa. De hecho no podemos acusar que el ejercicio de lo que hace ese restaurante sea ilegal, en todo caso estará cometiendo una ilegalidad. Es lo que pasa con Uber que debe adaptarse a la ley y proceder a regular a todos sus conductores. Es sencillo.
Sin embargo el asunto, que ya no lo va a detener nadie, se trata de cómo el sector del taxi, el transporte e incluso hotelero se enfrentan a su ‘reconversión’. Lo hicieron otros sectores y a unos les ha ido mejor y a otros peor. Imaginemos que por ley se hubiera prohibido Twitter, los blogs, los medios digitales que iban naciendo porque sus redacciones no cumplían con la normativa legal vigente en el periodismo. O imaginemos que se hubiera prohibido Spotify, iTunes u otros porque ponía en juego el modelo de distribución musical de las tiendas físicas. A unos, cómo decía, les fue mejor que a otros. La prensa sigue en su metamorfosis, buscando el camino, la música, las agencias de viajes y otros luchando por agarrarse a cualquier clavo que arda.
Ahora le toca al taxi, a los transportistas y derivados. Y lamento informar que la guerra que se anuncia contra Uber y compañía va a ser puro fogueo, una batallita sin repercusión futura. Gane quien gane, ya ha ganado Uber. Básicamente porque su proyecto gira en otro escenario, el de la autoconducción. Estoy seguro que las manifestaciones de la próxima década serán de taxistas y chóferes de Uber contra coches sin conductor. La diferencia es que cómo estos coches inteligentes estarán conectados a un cerebro central que organizará trayectos, se saltarán adecuadamente cualquier barricada.
Propongo dejar de pensar en prohibir y pasar a pensar en competir. De hecho les guste o no a todos, esto de la economía no es más que eso, una competición que si se rige por las mismas reglas suele entregar al consumidor el mejor producto con la mismas reglas. En eso deberían de pensar lo antes posible quienes esperan preservar su modelo en base a la exigencia legal de que la competencia no pueda existir. Al final, como pasará con los vehículos autoconducidos, la eficiencia, la calidad y los costes, se impondrán. Mejor póngase a pensar como competir ante la que se les viene encima y no hagan caso de aquellos que dicen que si llegan al poder van a prohibir. Está clarísimo que prohibiendo sólo se retrasa el progreso y el desenlace pudiendo ser dramáticos por cierto.

dijous, 12 de maig del 2016

Ni Uber-airbnb ni «Platform Cooperativism»: el futuro es una Sharing Economy libre, gratuita y distribuida

Article publicat a  El Correo de las Indias
El futuro de la Sharing Economy está fuera de las plataformas privativas, pero también del «platform cooperativism», será distribuido, libre, gratuito e independiente de multinacionales, startups y burocracias centralizadoras.
Las Indias en Comunes Buenos AiresLa semana pasada en Buenos Aires tuvimos el placer de participar en la cuarta edición de la fiesta de la Economía Colaborativa. Una oportunidad además para encontrarnos con Neal Gorenflo y ponernos al día de cara a la organización de Somero 2016. La programación de la Semana de la Economía Colaborativa fue tremenda, pensada desde la economía de la abundancia se proponía profundizar en los diferentes modelos en que se han desarrollado bajo el paraguas de lo colaborativo. Las Indias estuvo presente en «El Futuro de la Colaboración». Nuestro aporte pretendía hacer un recorrido desde los orígenes y primeras manifestaciones de la sharing economy para ir avanzando hacia lo que está hoy casi al alcance de nuestras manos.

El estado de la Sharing Economy

  1. La Sharing Economy que nos llegó del mundo anglosajón:
    • llega como tendencia a través de plataformas centralizadoras y privativas que sesgan el discurso
    • se presenta como p2p pero siempre hay un intermediario más o menos visible: el dueño de la plataforma
    • al intermediar pone en cuestión la soberanía tanto de las personas como de las ciudades
  2. ¿Cuáles son las propuestas alternativas?
    • hay quien propone el software libre. Sin embargo, debemos tener en cuenta, que el software libre no soluciona per se la centralización. Podría haber un Uber o un Airbnb en cada ciudad pero no podrían conectar entre si.
    • hay quien propone que la propiedad de las plataformas sea de una cooperativa formada por sus usuarios en vez de serlo de una empresa. Es el famoso «Platform Cooperativism». Pero la propiedad cooperativa solo tiene sentido si hay que mantener a un equipo técnico que sostenga a todos. Es decir, solo tiene sentido en una estructura centralizada o en una red descentralizada con un gran nodo en algún lado controlando nodos regionales.

¿Cómo solucionarlo?

Comunes Buenos AiresRed distribuida quiere decir que ningún nodo, ningún servidor o instalación depende de otro pero todos conectan con todos.
Cuando hace dos años nos pusimos a buscar encontramos que había un maravilloso proyecto de la Free Software Foundation dedicado a investigar la comunicación distribuida, se llamaba GNU social. Lo desarrollaba un grupo de desarrolladores en Suecia y tenía un sitio de prueba con 200 usuarios. Empezamos a trabajar con ellos y este pasado octubre, en Somero, pedimos a la gente de Shareable que organizara un seminario internacional con nosotros para diseñar las funcionalidades de una sharing economy distribuida
Al mismo tiempo, con la Free Software Foundation, reunimos a todos los desarrolladores del proyecto, y comenzamos a trabajar con ellos la creación de un plugin: Sharings
Nuestro objetivo es convertir cada instalación Gnu social en un gran espacio del compartir. No necesita mantenimiento profesional, es bonito y fácil de usar. No depende de un servidor o una empresa en una comunidad distinta de la tuya.
Después de un periodo de pruebas, a día de hoy es Sharings sobre GNU social es plenamente funcional. Mientras, el esfuerzo de aquellos desarrolladores suecos empieza a generar masas críticas: Gnu social es usado ya por miles de personas, de las cuales casi una tercera parte habla español.
¿Cuál es el futuro del compartir? Es imposible decirlo con seguridad, pero sabemos que nuestro presente y vía de trabajo a medio plazo es GNU social: distribuido, libre, gratuito e independiente de multinacionales, startups y burocracias centralizadoras.
Muchas gracias a Marcela Basch y el fabuloso equipo de El Plan C, ha sido un placer estar con vosotros.

dissabte, 12 de març del 2016

Enquesta y recomanacions de la Comisión Nacional de los Mercados y la Competencia sobre l'economia col·laborativa

Article publicat a El País

Enllaç a l'enquesta de la CNMC:
RESPUESTA ADIGITAL A LA CONSULTA DE LA CNMC SOBRE ECONOMÍA COLABORATIVA

Competencia propone que la vivienda habitual se pueda alquilar a turistas

La Comisión publica los resultados de una encuesta sobre economía colaborativa




Oferta de un apartamento turístico de Airbnb en Barcelona.


La Comisión Nacional de los Mercados y la Competencia (CNMC) continúa en su lucha para impulsar la economía colaborativa. Así lo confirman los resultados de la encuesta pública que lanzó a finales de 2014 entre ciudadanos y agentes económicos, y que se ha publicado este viernes. El documento, que se centra en los sectores del alojamiento y del transporte —al ser las dos áreas que más inversión recibieron a nivel mundial—, ofrece una serie de recomendaciones para llevar a cabo una liberalización que elimine las “restricciones innecesarias de acceso al mercado”. Ofrecer la posibilidad de alquilar la residencia permanente para uso turístico, eliminar las tarifas fijas del taxi o el número cerrado de licencias son algunas de las propuestas que pone encima de la mesa.
Para recabar toda la información posible y garantizar la máxima participación de la ciudadanía y de los actores económicos involucrados, el regulador ha lanzado este mismo viernes otra ronda de preguntas, que se quedará abierta hasta el 17 de abril. El organismo informa que ya ha recibido más de 100 respuestas en este primer día de consulta. Finalizado el plazo, se elaborará toda la información obtenida y se emitirá un informe.
La CNMC ya lleva tiempo pronunciándose a favor de una modernización de la normativa que favorezca nuevos modelos de negocio. Consciente de que el fenómeno de la economía colaborativa “es imparable”, y que su crecimiento ha sido en origen impulsado por las mismas “ineficiencias” en la regulación, insiste en que las leyes existentes se han vuelto “obsoletas” frente a este nuevo escenario, que no solo conlleva retos sino brinda grandes oportunidades.

La economía colaborativa movió 12.890 millones de dólares en el mundo en los primeros nueve meses de 2015
El potencial de la sharing economy, subraya el regulador, es enorme: este sector movió, solo en los primeros nueve meses de 2015, 12.890 millones de dólares a nivel mundial. Pero las ventajas no se acaban aquí: la CNMC reconoce que el auge de este fenómeno brinda “una oportunidad, difícilmente repetible”, para replantearse y revisar las normas de “regulación económica eficiente y de fomento de la competencia”.
Esta revisión normativa, sin embargo, no se debe reducir a una mera liberalización de determinados sectores económicos —factor que suscita la polémica de diferentes gremios, en particular de taxistas y hoteleros—, sino debe ir acompañada por una adecuación en los impuestos y en las cotizaciones para favorecer el cumplimiento fiscal y evitar fomentar la economía sumergida. Las ventajas, concluye la CNMC, son muchas: gracias a la economía colaborativa, “el sector público, a todos los niveles, tiene la oportunidad de rediseñar [...] su obtención de rentas fiscales y laborales, aprovechando la capacidad de generar actividad económica de las plataformas y de sus usuarios”.

Sí a la posibilidad de alquilar la residencia permanente 

La normativa de las viviendas de uso turístico, según la CNMC, contiene numerosas restricciones a la entrada de nuevos actores, sobre todo desde que la competencia en la materia ha sido transferida a las comunidades autónomas. Pese a ello, recuerda que las estadísticas del sector subrayan que una parte importante de los turistas extranjeros que llegaron en 2014 (el 19,3%), afirmaron haberse alojado en viviendas propias, de familiares o de amigos, y 7,4 millones en viviendas alquiladas. Para que se recojan los logros de la economía colaborativa, sugiere que la oficina estadística añada una nueva categoría a las actualmente existentes (hotel, camping, apartamento turístico y alojamiento rural).
Por otro lado, para garantizar una “regulación económica eficiente”, el regulador recomienda eliminar cualquier tipo de moratoria en la autorización de nuevas viviendas turísticas, y propone subsanar eventuales externalidades a través de otros mecanismos, como tasas o impuestos. Además, sugiere eliminar la obligatoriedad de inscribir las viviendas turísticas en un registro, así como suprimir los requisitos de estancia mínima o máxima y las limitaciones al tipo de vivienda que puede ser alquilada con fines turísticos. Con el mismo objetivo, propone que ya sea posible alquilar la residencia permanente así como una vivienda por estancias.

Liberalización del sector del taxi 

En cuanto al transporte, la CNMC insiste en que la existencia de un sistema de licencias y de tarifas reguladas ha llevado el sector a cerrarse a la competencia, “con la consiguiente pérdida de bienestar para los usuarios”. Por ello, recomienda eliminar la limitación existente al número de licencias y suprimir las tarifas reguladas, para que los precios se fijen libremente y se ajusten a las “circunstancias del mercado”.
También recomienda suprimir los horarios obligatorios y los regímenes de descanso, así como permitir que los vehículos con conductor (VTC) puedan circular por las vías públicas y recoger clientes aunque no se hubiese solicitado el servicio con antelación. En cuanto al transporte interurbano en autobús, también sugiere flexibilizar el sector para favorecer la entrada de nuevos actores.


diumenge, 11 d’octubre del 2015

El ‘padre’ de la economía compartida reniega de Uber y Airbnb

Article publicat a El País 

Neal Gorenflo, creador del fenómeno, aboga por un modelo distinto

Confianza, base del nuevo capitalismo


Neal Gorenflo (Maine, 1963) nunca imaginó que su idea se convirtiese en la base de negocios como Airbnb o Uber, las grandes startups del momento. Él pensaba más en comunidades que comparten recursos de forma ordenada para mejorar el servicio y limitar el impacto en el medio ambiente. A Gorenflo se le considera el padre de la ‘sharing economy’, (la economía compartida) el fenómeno que ha revolucionado la industria hotelera y del taxi en los último cinco años. Airbnb tiene una valoración superior a la cadena de hoteles Marriott, pero no posee una sola habitación de hotel. Uber, el servicio de transporte entre particulares, vale ya más de 45.000 millones de dólares según la última ronda de financiación.
Gorenflo apunta al cambio climático y al reparto de la riqueza como los dos grandes problemas que la economía compartida puede paliar. “Compartir coche tiene un gran impacto ecológico. Por cada coche compartido se reducen un 30% la cantidad de vehículos que hay circulando en las carreteras”, apunta. Uno de los ejemplos que cita es la creación de un sistema municipal en San Francisco para optimizar el uso de los automóviles particulares, City Car Share. Aunque es consciente de que no es posible extenderlo a todas las ciudades: “Las urbes que se crearon en los 50 y 60, como Houston o Los Ángeles, lo tienen mucho más difícil. El lobby del motor estuvo muy metido, pero a través de aplicaciones se puede mejorar la salud de las ciudades y que sean menos dependientes del coche”.
Otro ejemplo interesante que cita, también de San Francisco, es Scoot. Una startup que ofrece motocicletas eléctricas para moverse por la ciudad. Cuesta 2 dólares por media hora, 25 céntimos menos que un trayecto en bus, y cuenta con abundantes puntos para dejar las scooters una vez que se llega al destino.
Gorenflo cree que el reciente escándalo de Volkswagen dará un gran impulso a sistemas alternativos y al coche eléctrico: “El coche era parte del sueño americano, de la liberación. Hoy el móvil ha ocupado ese lugar. Las grandes marcas no lo quieren ver, pero son tan poco fiables como los grandes bancos”. Uber, el emblema de la economía compartida, también tiene sus puntos débiles. Gorenflo, que es editor de la publicación digital Shareable, pone como ejemplo a la ciudad de Denver, donde tras prohibir Uber, sacaron al mercado nuevas licencias de taxi. “Los nuevos compradores se unieron, crearon una cooperativa y ahora es una de las ciudades con mejor servicio y precio más bajo. Usan una aplicación también, por supuesto”, subraya.
Este verano, la dramática experiencia de un cliente, intento de violación incluido, con Airbnb fue portada en el diario The New York Times. En India son varias las denuncias por acoso o intento de rapto usando Uber. La seguridad se presenta como uno de los puntos negros de este sistema. Gorenflo va más allá: “Son cuatro los riesgos: El tecnológico, la ejecución de la idea, la regulación y el mercado al que se enfrentan. Ahora mismo están centrados en cambiar la regulación pero los demás los tienen aparcados. La tecnología es barata, la ejecución sigue unos patrones y en el mercado se ha llegado un punto en que solo se quiere conseguir dinero, tanto como se pueda, para romper las reglas”. Su denuncia va más allá: “Incluso cuando hay protestas contra ellos, Uber y Airbnb salen beneficiados. Cuanto más salen en las noticias, más usuarios consiguen. Y, en consecuencia, más inversión”.
En el mundo que proyecta, el dinero tendrá cada vez un papel menor: “Será una compra-venta de servicios, pero no vas a necesitar efectivo, sino algo que aportar. Si se genera la confianza necesaria, será más seguro. Ahora solo estamos dando los primeros pasos”. Su modelo apuesta por prescindir de los inversores de capital riesgo. En su lugar, pide que se creen plataformas de financiación colectiva. “Lo ideal sería que fuésemos capaces de consensuar prioridades. Pienso en un FairBnb, con menos dinero para los intermediarios y más beneficios y garantías para el que presta y el que recibe”, zanja con un juego de palabras para referirse a una versión justa de la startup que permite realquilar habitaciones en la vivienda habitual.
Gorenflo, que está en Gijón como invitado especial de Somero 2015, cree que en Europa hay muchas posibilidades para que su modelo prospere. Participará hasta este domingo en el Shareable Lab.

dimecres, 10 de desembre del 2014

La economía colaborativa se afianza

Article publicat a El País

Tras expandirse gracias a Internet, el comercio alternativo busca una regulación adecuada



Las aplicaciones para compartir viaje se han popularizado. / A. A.
El trueque de bienes y el intercambio de servicios entre particulares no constituyen de por sí nada nuevo. Su difusión a niveles desconocidos hasta la fecha a través de Internet es, por el contrario, una característica de estos últimos años. La red les ha transformado en un fenómeno de masas y los ha elevado al rango de alternativa al sistema económico tradicional. Y ahora, aún en fase de crecimiento pero mucho más cerca de su madurez, la que hoy en día se conoce como economía colaborativa necesita unas reglas que pongan orden en su ecosistema sin cortar las alas a sus posibilidades de desarrollo.
El negocio de compartir ya no es poca cosa. Ya en 2011, Jaime Contreras, del Instituto de Tecnología de Massachusetts (MIT, en sus siglas en inglés) estimaba que la economía colaborativa —o consumo colaborativo— es un mercado global valorado en 90.000 millones de euros; Rachel Botsman, experta de fama internacional en la materia y autora del volumen Lo que es mío es tuyo, valora el negocio del mercado mundial del alquiler entre particulares en 21.000 millones de euros.

El sector financiero se está adaptando a las necesidades de estas empresas
En España la evolución de esta realidad se sigue muy de cerca. “Hemos lanzado una consulta pública, se está produciendo un debate sobre la oportunidad de llevar a cabo una regulación sobre estas actividades. Hasta ahora solo se han adoptado restricciones o sanciones, algo negativo para la competencia” explicó el pasado miércoles María Sobrino, Subdirectora de la Comisión Nacional de los Mercados y La Competencia (CNMC), durante un debate que EL PAÍS organizó con el patrocinio del Banco Sabadell para analizar este fenómeno. “Los beneficios de la economía compartida son indudables: permite asignar de maneras más eficiente los recursos infrautilizados, favorece la competencia, reduce la asimetría informativa [el desquilibrio de información entre dos partes de una compraventa]. Hay que revisar el marco regulatorio, no establecer una aplicación automática de la regulación vigente, porque puede haberse quedado obsoleta”.

¿Qué normas deberían aplicarse?

La exigencia de crear un marco normativo que se ajuste a la economía colaborativa se ha convertido en una prioridad para la Comisión Nacional de los Mercados y La Competencia (CNMC). El organismo lanzó el pasado 6 de noviembre una consulta pública para, como se lee en la página web del organismo, “alcanzar conclusiones y recomendaciones que faciliten un desarrollo de la regulación eficiente de estos nuevos modelos económicos”.
El regulador ha decidido centrar esta iniciativa en turismo y transporte, “los sectores que más están notando su impacto”. Se trata de dos ámbitos en los que la necesitad de soluciones alternativas, que ayudan a gastar dinero de manera eficiente, se manifiesta con más fuerza: según la última Encuesta de Condiciones de Vida del Instituto Nacional de Estadística (INE), en 2013 el 45,3% de los hogares españoles no podía permitirse ir de vacaciones fuera de casa al menos una semana al año, 5,5 puntos porcentuales más que en 2009.
La consulta de la CNMC se desarrolla en tres fases. La primera, que se concluyó el pasado 27 de noviembre, cualquiera puede —a través una página web específica— plantear dudas y subrayar las necesidades de la normativa vigente. En la segunda y tercera fase se analizan dos aspectos: “Los efectos sobre el mercado de los nuevos modelos de prestación de servicios” y “la necesidad y proporcionalidad de la regulación conforme a las nuevas circunstancias del mercado”.
Cuando se concluyan las tres fases, la CNMC publicará una serie de recomendaciones para la aplicación de una “regulación eficiente a la economía colaborativa”.
La responsable de organismo regulador subraya que el comercio colaborativo conlleva “la oportunidad de disponer de más información sobre los productos, contar con menores costes de transacción y efectos medioambientales”, al promover “una economía basada más en el uso que en la propiedad”. Valores que según Luis Tamayo, Sociólogo y experto en economía y cultura colaborativa, han permitido “un increíble crecimiento, que se refleja en el impacto, la escala y la velocidad de este fenómeno. Esto tipo de servicios tienen mucho que ver con la tecnología, pero no solo. Se basan también en la mentalidad de las personas, que son capaces de consumir de otra manera”.
Además de profesor en varios centros académicos, Tamayo es conector en Madrid con OuiShare, una organización internacional que apoya a firmas y particulares que quieran asentarse en el ámbito colaborativo. Tras cuatro años “acompañando a estos emprendedores”, está convencido de que “la economía colaborativa es eficiente, y por eso a menudo funciona mucho mejor que la tradicional. Es un modelo práctico. Hay empresas que brindan servicios que las firmas tradicionales no ofrecen”, matiza.
Si por un lado el mundo de la economía colaborativa atrae cada vez más operadores, por otro el interés en sus potencialidades aumenta también entre los usuarios. Amaya Apesteguía, responsable del área de consumo colaborativo de la asociación de consumidores OCU, lo certifica: “Llevamos más de un año inmersos en el comercio colaborativo, y ya se puede decir que ha explotado. Esta manera responsable de actuar en el mercado puede empoderar a los usuarios, ya que se basa en cadenas más cortas y fomenta las relaciones entre personas, entre pares”.

Los consumidores destacan el empoderamiento de los usuarios
Esta expansión, sin embargo, implica también la necesitad de tener cuidado a la hora de clasificar los distintos negocios: “Hay que distinguir entre modelos positivos para los consumidores y otros que lo son para el conjunto de la sociedad, un banco de tiempo no es lo mismo que Uber [la plataforma que permite ofrecer un coche particular como medio de transporte alternativo al taxi tradicional]. Hay modelos de comercio compartido que simplemente son más eficientes, pero hay otros que pueden ser transformadores y beneficiar a toda la sociedad”, subraya Apesteguía.
El rompedor crecimiento del comercio colaborativo ha inducido también a la banca a secundar las necesidades de estas nuevas empresas. "El sector financiero se está adaptando a la nueva realidad que viene impulsada por el desarrollo de las nuevas tecnologías y el cambio de perfil de los usuarios de banca. Es fundamental ir modificando las prácticas habituales para adaptarlas a las nuevas necesidades y a los nuevos flujos económicos”, sentencia Julián Jiménez, Director Comercial de la Regional de Madrid de Banco Sabadell. Las claves de esta transformación pasan por “establecer canales de comunicación y apoyo con los jóvenes emprendedores, que están haciendo un gran trabajo en el desarrollo de nuevas funcionalidades. Casi todos llevan a cabo transacciones online, y por ello hemos actualizado nuestras plataformas informáticas y nuestros métodos de pago”, añade.

El novedoso sector representa un mercado global de 90.000 millones
La entidad ha decidido apostar por el desarrollo de las startup, empresas de nueva creación casi siempre vinculadas a las nuevas tecnologías y a menudo involucradas en la economía colaborativa. El banco ha creado la unidad BStartup, que cuenta con 70 oficinas en todo el territorio español y que ofrece un trato diferenciado para este tipo de proyectos. En lo que va de año ha otorgado financiación bancaria por valor de 28,4 millones de euros a más de 460 startups. Además tiene un programa de inversión y aceleración de startups que ya ha invertido un millón en 10 startups, incluida alguna de consumo colaborativo como WeSmartPark, dirigida a rentabilizar el uso de plazas de parking infrautilizadas.
La iniciativa del Sabadell evidencia un aspecto que, junto con las trabas burocráticas, es el obstáculo de mayor envergadura a la hora de montar una empresa en España. Y cuando el negocio que está naciendo se enmarca en un contexto alegal, como a menudo es el caso en el entorno colaborativo, la desconfianza puede amplificar los problemas: “Fundé mi empresa hace dos años. Al principio no fue fácil: no encontré ni un fiscalista, ni un abogado, nadie que me haya ayudado, asesorado o dicho que mi proyecto era viable”, relata Gloria Molins, fundadora de Trip4real, una empresa que permite a los viajeros contar con autóctonos como guías amateur particulares durante sus viajes.
Su empresa tiene 13 trabajadores y ofrece más de 2.500 actividades en España. Arrancó gracias a la inversión de todos sus ahorros, pero más tarde logró un millón de euros de financiación gracias al esfuerzo conjunto de un fondo de capital riesgo madrileño y de La Caixa. Hoy cuenta con el chef Ferran Adrià como socio y se prepara a dar el salto a Europa. Y ha conseguido encontrar su sitio en el mercado: “Al principio era un problema para los guías turísticos oficiales, pero ahora son ellos los primeros que usan nuestra plataforma”, asegura Molins.

Uno de los retos de estas compañías es encajar en el sistema tradicional
El encaje de las nuevas realidades colaborativas en el sistema tradicional es uno de los retos más grandes que estas empresas tendrán que afrontar. Aunque subraye las “ventajas inherentes de la economía colaborativa, sobre todo por lo que tiene que ver con la transparencia del mercado”, Álvaro Martín, socio y director del departamento Internacional de Analistas Financieros Internacionales (AFI), destaca las incógnitas todavía por solventar. En el sector del transporte, por ejemplo, “las licencias de los taxis y de las líneas de transporte públicas tienen un coste para los operadores del que las plataformas colaborativas no se hacen cargo, amén de una fuente de recaudación de impuestos que el auge de estos sistemas alternativos podría hacer peligrar”. Gloria Molins, de Trip4real, remacha sin embargo que “una regulación de las actividades colaborativas podría suponer unas abundantes entradas fiscales”.
Otro de los aspectos positivos de la economía colaborativa, insiste Amaya Apesteguía, de la OCU, “es que el usuario se transforma en un prosumidor, que consume y produce a la vez, y que puede contar con unas ganancias que van más allá del sueldo”. Pero “habría que preguntarse si es lícito que quien cobra dinero público por no tener trabajo gane ese dinero”, se pregunta Martín, y señala que la crisis económica ha hecho que este fenómeno se dispare.
“Pero la economía colaborativa no depende solo de la crisis. Conlleva un cambio de mentalidad. Bloquearla significa bloquear la innovación”, zanja el sociologo Luis Tamayo.