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diumenge, 29 de gener del 2017

La economía colaborativa choca contra el muro de la Administración

Article publicat a Bolsamania

Este nuevo sector ha logrado una importante expansión en los últimos años

  • La crisis económica ha sido el principal factor para la aceptación de los consumidores

  • Blablacar, Airbnb, Homeaway o Uber se han encontrado con dificultades administrativas para la expansión de su negocio en España

Bolsamania | 10 dic, 2016
economia colaborativa
La tecnología corre, la economía anda y la legislación está sentada. Una fórmula compleja para el sector del consumo colaborativo, que ha generado en los últimos tiempos un elevado número de sanciones por parte de la administración hacia este tipo de empresas.
No obstante, el éxito de esta tendencia entre los consumidores es evidente. Las compañías encargadas que operan en este sector han vivido un crecimiento exponencial, con un modelo de negocio sencillo, poner a disposición del usuario la compra o alquiler de algún producto de segunda mano, financiar proyectos, alojamiento en casas de particulares o, incluso, compartir trayectos en coche. Un listado de posibilidades que tiene dos objetivos: el ahorro, en el caso del demandante, y la rentabilidad de un bien o servicio, por parte del usuario oferente.
Plataformas como Blablacar, Uber, Airbnb o Homeaway unen a ambas partes y generan un escenario de confianza y seguridad para que se produzca esta transacción. Miguel Ferrer, experto en economía colaborativa y director de asuntos públicos de Kreab, define este concepto como “una tendencia económica que se caracteriza por una forma de consumo de bienes y servicios que, a través de plataformas digitales, redes de usuarios interaccionan entre ellos ofreciéndose bienes y servicios de una forma eficiente”.

UNA EXPANSIÓN GRACIAS A LA CRISIS ECONÓMICA Y LA FACILIDAD DE INTERNET

La dependencia de internet en nuestra vida y la crisis económica han ayudado a potenciar la economía colaborativa. La crisis ha llevado a plantear nuevas maneras de consumir por parte de la población. Es decir, nuevos hábitos de consumo.
Los datos que ofrece la Comisión Nacional de los Mercados y la Competencia (CNMC) apuntan que este fenómeno ha experimentado un crecimiento exponencial durante los últimos años y que desde 2000 a 2015 presenta, además, un "enorme potencial futuro". Su informe de marzo de 2016 apunta que las iniciativas relacionadas con la economía colaborativa acumularon una inversión de 25.972 millones de dólares a escala mundial.

La crisis económica ha llevado a plantear nuevas maneras de consumir por parte de la población

La evolución ha sido especialmente rápida en la última época, donde se ha pasado de los 1.820 millones de dólares de 2013 a 8.489 millones en 2014 y 12.890 millones entre enero y septiembre de 2015.
En esta misma línea, el Foro Europeo de Economía Colaborativa (Eucolab), celebrado en septiembre de 2016 en Bruselas, señaló que las plataformas del sector obtuvieron 28.000 millones de euros en ingresos brutos en 2015. Los expertos europeos indican que la economía colaborativa aumentará, en el próximo año, un tercio en el continente y serán más de 150 millones de europeos los que participarán de este modelo económico.
Un fenómeno que ha llegado para quedarse. El 5% de la población europea ya participa en la economía colaborativa y, como destaca Eucolab, los españoles se encuentran a la cabeza de este listado con un 6% de sus ciudadanos que hace uso de esta mutua cooperación.
Miguel Ferrer analiza este escenario apuntando que “la sociedad española cada vez tiene más asumida que dentro de las posibilidades de consumir bienes y servicios, existe la posibilidad de acceder a una oferta realizada por personas que puede ser más rápida y económica”, indica.

MÁS CRECES, MÁS TE VIGILAN

La fricción entre el nuevo modelo y los competidores tradicionales no ha tardado en producirse. Empresas y trabajadores anteriores a la economía colaborativa muestran su descontento al legislador, por los obstáculos burocráticos y obligaciones que las plataformas digitales poseen de una manera diferente o no existen directamente.
La administración española ha tenido que tomar cartas en el asunto porque, sobre todo, se han visto afectado dos sectores muy influentes en el país: el transporte y el hotelero. “En ambos casos se han producido medidas sancionadoras y normas que además de injustificadas resultan poco pragmáticas para el futuro”, apunta el experto en economía colaborativa. Casos recientes como lo ocurrido en Madrid y Barcelona lo demuestran.
COMUNIDAD DE MADRID VS BLABLACAR
Una de las claves para que la economía colaborativa no entre en conflicto directo con los modelos tradicionales es que no exista ánimo del lucro por parte del oferente. Una circunstancia que es vigilada con lupa por parte de la administración.
El caso de la Comunidad de Madrid y Blablacar ejemplifica este hecho. La compañía de coches compartidos y dos de sus usuarios fueron sancionados por la administración madrileña tras considerar que ambos conductores estaban generando un beneficio con esta actividad.

Para realizar una actividad de coche compartido no puede existir ánimo de lucro y debe realizarse de manera ocasional, apunta la Comunidad de Madrid

La sanción para la compañía asciende a 8.000 euros, mientras que la dirigida a sus conductores es de 4.000 euros, respectivamente. Una multa que para Jaime Rodríguez, country manager de BlaBlaCar en España, “sorprende en sí mismo, va en contra de la legislación europea y, por supuesto, está recurrida en España y ante la Comisión Europea”, porque apunta que “la Comunidad de Madrid entiende que nuestros usuarios están realizando un trabajo de transporte profesional, y en este aspecto se equivoca”.
Paralelamente, la Confederación de Transporte en Autobús (Confebus) demanda a Blablacar y reclama el cese de su actividad por competencia desleal. Ambos asuntos ponen en manos de la justicia la actividad de la plataforma digital. “Nosotros tenemos un equipo de más de 100 personas revisando comportamientos anómalos de nuestros usuarios”, asegura el country manager de BlaBlaCar en España. “El objetivo nuestra actividad es clara: compartir los gastos del viaje sin que exista beneficio”, recuerda Jaime Rodríguez.
Pero la Comunidad de Madrid difiere de estos argumentos. Como señala Pablo Rodríguez Sardinero, director general de Transportes de la Comunidad de Madrid, “tras analizar un muestreo de varios usuarios de la compañía, donde existió obstrucción a la inspección, se observaron dos casos donde se consideró que se estaba realizando un servicio de transporte público, porque existía lucro y se realizaba de manera habitual”, y por lo tanto, al no tener licencia para ello se considera vulneración los artículos 140.2 y 141.7 de la Ley de ordenación de los transportes de 1987.
Desde Blablacar apuntan que en ambos casos “no se superaban los 14 céntimos de euro por kilómetro. Lejos, por ejemplo, de los 28,02 céntimos que establece el Observatorio del Transporte y la Logística en España”, señala Jaime Rodríguez. La Comunidad de Madrid discrepa de esta cifra y apunta que los conductores cobraban un precio por encima de los 19 céntimos por kilómetro, el baremo establecido por Fomento, “además de realizar un trayecto más que sospechoso”, apunta Pablo Rodríguez Sardinero.
Un conflicto que, según reconocen ambas partes a Bolsamanía, tienen intención de solventar. “La Comunidad de Madrid no está en contra del transporte colaborativo y estamos preparando una normativa que se adapte a esta nueva tendencia”, señala el director general de Transportes haciendo referencia asimismo a 'la eterna batalla' entre Uber y el sector del taxi. Por su parte, el country manager de BlaBlaCar asegura que “trabajaremos junto a ellos para lograr que nuestra actividad se regularice”.

AYUNTAMIENTO DE BARCELONA VS HOMEAWAY/AIRBNB

Un aspecto que demuestra el problema con el que se encuentra el sector en España es la diferencia legislativa por comunidades. Y uno de los ejemplos más claros es la normativa existente sobre el alquiler de viviendas para uso turístico por parte de particulares. Desde la propia CNMC consideran que este escenario “limita la presión competitiva en el mercado y genera una pérdida de bienestar para la sociedad”.
Un contexto que ha generado sanciones. El Ayuntamiento de Barcelona anunció una multa el pasado 24 de noviembre a las plataformas Airbnb y Homeaway con 600.000 euros a cada una por seguir anunciando pisos turísticos sin licencia registrada en el Registro de Turismo de Cataluña (RTC).
Desde el consistorio explican a Bolsamanía a través de un comunicado que “ambas empresas ignoraron el primer requerimiento por incumplir la normativa y se les impuso una sanción de 30.000 euros a cada una. Atendida la reincidencia, la tipificación de la infracción pasa de ser de grave a muy grave, por lo tanto, son sancionados con el máximo previsto por la Ley de Turismo, teniendo en cuenta el número de anuncios publicados, 3.812 Airbnb y 1.744 Homeaway, además del beneficio económico que obtienen”.
Desde el Ayuntamiento de Barcelona destacan que se ha rastreado a ambos portales con un sistema conocido como 'araña-web para detectar la oferta de pisos turísticos ilegales
Desde Homeaway han mostrado su disconformidad con esta posición. Un portavoz de la compañía asegura a este medio que “esta ciudad ha sido la única que ha sancionado nuestras prácticas. La obligación legal como plataforma viene recogida en la directiva europea sobre el comercio electrónico y su transposición nacional”.
Desde la compañía de alquiler vacacional colaborativo se apunta que en esa normativa se establece que “somos un canal de comunicación entre demanda y oferta y nuestra labor no es de verificación previa de si los pisos que se anuncian cuentan con el número de RTC". "Por lo tanto, la multa del Ayuntamiento de Barcelona a Homeaway es injusta porque no tiene competencia sobre internet”, indica el representante de la compañía.
Además, desde la plataforma digital se reclama “una mayor implicación por parte del Gobierno central en esta temática, ya que existe un caos entre la diferencia de normativas autonómicas y que, asimismo, incentiva la continua campaña de desprestigio del lobby hotelero hacia nuestra actividad”, apunta el portavoz de Homeaway.
Un desencuentro que promete extenderse. “La primera multa de 30.000 euros fue recurrida y pagada. En esta ocasión, recurriremos al Contencioso-Administrativo”, apunta desde Homeaway. Añaden, eso sí, su “predisposición a sentarse en una mesa para solucionar este hecho”. Por su parte, desde el Ayuntamiento que dirige Ada Colau señalan que “este tipo de infracciones se detectaron con la herramienta informática araña-web para detectar la oferta de pisos turísticos ilegales y continuará operativo”.

¿REGULARIZACIÓN?

Ambos ejemplos muestran la necesidad de una revisión del sector. La creciente demanda por parte de los usuarios exige al Gobierno central y a los autonómicos a consensuar un escenario que sea capaz de satisfacer a las plataformas digitales y a los actores de los negocios tradicionales.
El futuro es la convivencia de ambos sistemas. Para ello, el proceso de regularización e igualdad de competencia se convierte en necesario, para que la batalla legal de paso a una batalla por el mercado que terminará por beneficiar a los consumidores.

Francia obliga a hacerse autónomos a los agentes de la economía colaborativa

Article publicat a  Tendencias 21

La mujer adquiere también un creciente protagonismo en este nuevo escenario

Francia obliga a los agentes de la economía colaborativa a cotizar a la seguridad social, según una nueva ley aprobada esta semana en la Asamblea Nacional. Los que ganen más de 23.000 euros por alquilar una vivienda o 7.720 euros por alquilar su coche, tendrán que hacerse autónomos. La mujer adquiere también un creciente protagonismo en ese nuevo escenario.


Francia se ha convertido en uno de los países europeos pioneros en poner un marco legal y fiscal a la economía colaborativa.

Esta semana, la Asamblea Nacional ha aprobado una ley según la cual a partir de un cierto nivel de ingresos obtenidos por el alquiler de una vivienda o de un coche, los particulares deberán darse de alta a la seguridad social y cotizar como cualquier otro trabajador.

La nueva ley constituye un paso más en el proceso francés de regular la economía colaborativa. Otras leyes anteriores regulan las estaciones del año destinadas al hábitat participativo, las obligaciones de informar de actividades relacionadas con las plataformas de internet, y establece el estatuto de los trabajadores colaborativos.

Lo que establece la nueva ley es que cuando una persona obtiene ingresos superiores a los 23.000 euros por el alquiler de un apartamento o vivienda, o más de 7.720 euros al año por alquilar cualquier bien como un coche, esta persona debe afiliarse a la seguridad social y pagar la cotización correspondiente. Las plataformas colaborativas deberán asimismo gravar las estancias.

Pero Francia no sólo grava, también impulsa. El Gobierno lanzará a principios de año un proyecto para seleccionar 30 territorios colaborativos. También suprimió en 2014 el monopolio bancario sobre los préstamos remunerados y un decreto aprobado hace ahora un año autoriza a cualquier colectivo a recurrir a la financiación colectiva para realizar proyectos culturales y educativos.

Al igual que en otros países, las autoridades pretenden controlar un fenómeno que en Francia se manifiesta con fuerza: 9 de cada 10 franceses recurren a la economía colaborativa al menos una vez al año (datos de 2014). El mercado de esta economía se estima actualmente em 3.500 millones de euros y podría triplicarse de aquí a 2018.

Francia alberga además un total de 276 plataformas colaborativas, el 70% de ellas genuinamente francesas. Airbnb supera ya los 10 millones de estancias. Uber tiene 1,5 millones de usuarios en el país. Más de 2,3 millones de franceses han obtenido financiación para sus proyectos mediante sistemas colaborativos.

Como fenómeno social, el auge de la economía colaborativa desempeña un papel importante como impulsor del consumo en un país afectado por la caída del poder adquisitivo. Al mismo tiempo potencia el empleo, aunque sea precario.

Y como señala Les Echos, la economía colaborativa responde a nuevas aspiraciones sociales, ya sean generacionales (difunde una forma de vida emergente), ecológica (racionaliza el consumo), dinamiza las zonas rurales facilitando la movilidad y por último erosiona los monopolios que contienen la innovación.

Más información sobre la comparativa España-Francia en economía colaborativa

El caso de las mujeres

Otro  factor de cambio es la creciente importancia de las mujeres en el marco de la economía colaborativa, según se puso de manifiesto esta semana en el Foro de Mujeres celebrado en Deauville, más conocido como el Davos de las Mujeres.

En este foro se destacó que el  auge de la economía colaborativa favorece la feminización del trabajo. A medida que la economía colaborativa evoluciona hay quienes dicen que las mujeres pueden estar mejor preparadas para los cambios que van a llegar: no sólo están más habituadas a compartir, sino también al empleo precario.

“Tradicionalmente las mujeres eran las únicas con esta clase de empleos que no tienen la misma seguridad, incluso en la empresa tradicional. Ahora, un sector mucho más amplio de la sociedad está en idéntica situación. Podría argumentarse que los hombres se enfrentan ahora a los mismos problemas que las mujeres tienen desde hace tiempo”, explica la profesora de marketing de la Universidad de Londres, Giana Eckhardt, citada por Euronews.

El futuro de la mujer en esta forma de nueva economía está por descubrir, en opinión de la presidenta del Foro de Mujeres para la Economía y la Sociedad, Clara Gaymard, ya que nadie sabe qué va a ocurrir, ni los hombres y ni las mujeres. Pero ambos son actores del proceso porque estamos en un mundo horizontal. “Es menos jerárquico, se pueden romper barreras.

Así que es una herramienta de la que disponen las mujeres para empoderarse, actuar de la manera que quieren y participar activamente en este escenario”, señala.

El resumen de la reflexión del Davos de las Mujeres sobre la economía colaborativa señala que  se abre un nuevo capítulo en el que las mujeres pueden redefinir el mercado laboral y quizás, incluso, ser los actores principales en este nuevo escenario.

divendres, 16 de desembre del 2016

La economía colaborativa choca contra el muro de la Administración

Article publicat a  Bolsamanía

Este nuevo sector ha logrado una importante expansión en los últimos años
  • La crisis económica ha sido el principal factor para la aceptación de los consumidores
  • Blablacar, Airbnb, Homeaway o Uber se han encontrado con dificultades administrativas para la expansión de su negocio en España
Bolsamania | 10 dic, 2016
economia colaborativa

La tecnología corre, la economía anda y la legislación está sentada. Una fórmula compleja para el sector del consumo colaborativo, que ha generado en los últimos tiempos un elevado número de sanciones por parte de la administración hacia este tipo de empresas.
No obstante, el éxito de esta tendencia entre los consumidores es evidente. Las compañías encargadas que operan en este sector han vivido un crecimiento exponencial, con un modelo de negocio sencillo, poner a disposición del usuario la compra o alquiler de algún producto de segunda mano, financiar proyectos, alojamiento en casas de particulares o, incluso, compartir trayectos en coche. Un listado de posibilidades que tiene dos objetivos: el ahorro, en el caso del demandante, y la rentabilidad de un bien o servicio, por parte del usuario oferente.
Plataformas como Blablacar, Uber, Airbnb o Homeaway unen a ambas partes y generan un escenario de confianza y seguridad para que se produzca esta transacción. Miguel Ferrer, experto en economía colaborativa y director de asuntos públicos de Kreab, define este concepto como “una tendencia económica que se caracteriza por una forma de consumo de bienes y servicios que, a través de plataformas digitales, redes de usuarios interaccionan entre ellos ofreciéndose bienes y servicios de una forma eficiente”.
UNA EXPANSIÓN GRACIAS A LA CRISIS ECONÓMICA Y LA FACILIDAD DE INTERNET
La dependencia de internet en nuestra vida y la crisis económica han ayudado a potenciar la economía colaborativa. La crisis ha llevado a plantear nuevas maneras de consumir por parte de la población. Es decir, nuevos hábitos de consumo.
Los datos que ofrece la Comisión Nacional de los Mercados y la Competencia (CNMC) apuntan que este fenómeno ha experimentado un crecimiento exponencial durante los últimos años y que desde 2000 a 2015 presenta, además, un "enorme potencial futuro". Su informe de marzo de 2016apunta que las iniciativas relacionadas con la economía colaborativa acumularon una inversión de 25.972 millones de dólares a escala mundial.
La crisis económica ha llevado a plantear nuevas maneras de consumir por parte de la población
La evolución ha sido especialmente rápida en la última época, donde se ha pasado de los 1.820 millones de dólares de 2013 a 8.489 millones en 2014 y 12.890 millones entre enero y septiembre de 2015.
En esta misma línea, el Foro Europeo de Economía Colaborativa (Eucolab), celebrado en septiembre de 2016 en Bruselas, señaló que las plataformas del sector obtuvieron 28.000 millones de euros en ingresos brutos en 2015. Los expertos europeos indican que la economía colaborativa aumentará, en el próximo año, un tercio en el continente y serán más de 150 millones de europeos los que participarán de este modelo económico.
Un fenómeno que ha llegado para quedarse. El 5% de la población europea ya participa en la economía colaborativa y, como destaca Eucolab, los españoles se encuentran a la cabeza de este listado con un 6% de sus ciudadanos que hace uso de esta mutua cooperación.
Miguel Ferrer analiza este escenario apuntando que “la sociedad española cada vez tiene más asumida que dentro de las posibilidades de consumir bienes y servicios, existe la posibilidad de acceder a una oferta realizada por personas que puede ser más rápida y económica”, indica.
MÁS CRECES, MÁS TE VIGILAN
La fricción entre el nuevo modelo y los competidores tradicionales no ha tardado en producirse. Empresas y trabajadores anteriores a la economía colaborativa muestran su descontento al legislador, por los obstáculos burocráticos y obligaciones que las plataformas digitales poseen de una manera diferente o no existen directamente.
La administración española ha tenido que tomar cartas en el asunto porque, sobre todo, se han visto afectado dos sectores muy influentes en el país: el transporte y el hotelero. “En ambos casos se han producido medidas sancionadoras y normas que además de injustificadas resultan poco pragmáticas para el futuro”, apunta el experto en economía colaborativa. Casos recientes como lo ocurrido en Madrid y Barcelona lo demuestran.
COMUNIDAD DE MADRID VS BLABLACAR
Una de las claves para que la economía colaborativa no entre en conflicto directo con los modelos tradicionales es que no exista ánimo del lucro por parte del oferente. Una circunstancia que es vigilada con lupa por parte de la administración.
El caso de la Comunidad de Madrid y Blablacar ejemplifica este hecho. La compañía de coches compartidos y dos de sus usuarios fueron sancionados por la administración madrileña tras considerar que ambos conductores estaban generando un beneficio con esta actividad.
Para realizar una actividad de coche compartido no puede existir ánimo de lucro y debe realizarse de manera ocasional, apunta la Comunidad de Madrid
La sanción para la compañía asciende a 8.000 euros, mientras que la dirigida a sus conductores es de 4.000 euros, respectivamente. Una multa que para Jaime Rodríguez, country manager de BlaBlaCar en España, “sorprende en sí mismo, va en contra de la legislación europea y, por supuesto, está recurrida en España y ante la Comisión Europea”, porque apunta que “la Comunidad de Madrid entiende que nuestros usuarios están realizando un trabajo de transporte profesional, y en este aspecto se equivoca”.
Paralelamente, la Confederación de Transporte en Autobús (Confebus) demanda a Blablacar y reclama el cese de su actividad por competencia desleal. Ambos asuntos ponen en manos de la justicia la actividad de la plataforma digital. “Nosotros tenemos un equipo de más de 100 personas revisando comportamientos anómalos de nuestros usuarios”, asegura el country manager de BlaBlaCar en España. “El objetivo nuestra actividad es clara: compartir los gastos del viaje sin que exista beneficio”, recuerda Jaime Rodríguez.
Pero la Comunidad de Madrid difiere de estos argumentos. Como señala Pablo Rodríguez Sardinero, director general de Transportes de la Comunidad de Madrid, “tras analizar un muestreo de varios usuarios de la compañía, donde existió obstrucción a la inspección, se observaron dos casos donde se consideró que se estaba realizando un servicio de transporte público, porque existía lucro y se realizaba de manera habitual”, y por lo tanto, al no tener licencia para ello se considera vulneración los artículos 140.2 y 141.7 de la Ley de ordenación de los transportes de 1987.
Desde Blablacar apuntan que en ambos casos “no se superaban los 14 céntimos de euro por kilómetro. Lejos, por ejemplo, de los 28,02 céntimos que establece el Observatorio del Transporte y la Logística en España”, señala Jaime Rodríguez. La Comunidad de Madrid discrepa de esta cifra y apunta que los conductores cobraban un precio por encima de los 19 céntimos por kilómetro, el baremo establecido por Fomento, “además de realizar un trayecto más que sospechoso”, apunta Pablo Rodríguez Sardinero.
Un conflicto que, según reconocen ambas partes a Bolsamanía, tienen intención de solventar. “La Comunidad de Madrid no está en contra del transporte colaborativo y estamos preparando una normativa que se adapte a esta nueva tendencia”, señala el director general de Transportes haciendo referencia asimismo a 'la eterna batalla' entre Uber y el sector del taxi. Por su parte, el country manager de BlaBlaCar asegura que “trabajaremos junto a ellos para lograr que nuestra actividad se regularice”.
AYUNTAMIENTO DE BARCELONA VS HOMEAWAY/AIRBNB
Un aspecto que demuestra el problema con el que se encuentra el sector en España es la diferencia legislativa por comunidades. Y uno de los ejemplos más claros es la normativa existente sobre el alquiler de viviendas para uso turístico por parte de particulares. Desde la propia CNMC consideran que este escenario “limita la presión competitiva en el mercado y genera una pérdida de bienestar para la sociedad”.
Un contexto que ha generado sanciones. El Ayuntamiento de Barcelona anunció una multa el pasado 24 de noviembre a las plataformas Airbnb y Homeaway con 600.000 euros a cada una por seguir anunciando pisos turísticos sin licencia registrada en el Registro de Turismo de Cataluña (RTC).
Desde el consistorio explican a Bolsamanía a través de un comunicado que “ambas empresas ignoraron el primer requerimiento por incumplir la normativa y se les impuso una sanción de 30.000 euros a cada una. Atendida la reincidencia, la tipificación de la infracción pasa de ser de grave a muy grave, por lo tanto, son sancionados con el máximo previsto por la Ley de Turismo, teniendo en cuenta el número de anuncios publicados, 3.812 Airbnb y 1.744 Homeaway, además del beneficio económico que obtienen”.
Desde el Ayuntamiento de Barcelona destacan que se ha rastreado a ambos portales con un sistema conocido como 'araña-web para detectar la oferta de pisos turísticos ilegales
Desde Homeaway han mostrado su disconformidad con esta posición. Un portavoz de la compañía asegura a este medio que “esta ciudad ha sido la única que ha sancionado nuestras prácticas. La obligación legal como plataforma viene recogida en la directiva europea sobre el comercio electrónico y su transposición nacional”.
Desde la compañía de alquiler vacacional colaborativo se apunta que en esa normativa se establece que “somos un canal de comunicación entre demanda y oferta y nuestra labor no es de verificación previa de si los pisos que se anuncian cuentan con el número de RTC". "Por lo tanto, la multa del Ayuntamiento de Barcelona a Homeaway es injusta porque no tiene competencia sobre internet”, indica el representante de la compañía.
Además, desde la plataforma digital se reclama “una mayor implicación por parte del Gobierno central en esta temática, ya que existe un caos entre la diferencia de normativas autonómicas y que, asimismo, incentiva la continua campaña de desprestigio del lobby hotelero hacia nuestra actividad”, apunta el portavoz de Homeaway.
Un desencuentro que promete extenderse. “La primera multa de 30.000 euros fue recurrida y pagada. En esta ocasión, recurriremos al Contencioso-Administrativo”, apunta desde Homeaway. Añaden, eso sí, su “predisposición a sentarse en una mesa para solucionar este hecho”. Por su parte, desde el Ayuntamiento que dirige Ada Colau señalan que “este tipo de infracciones se detectaron con la herramienta informática araña-web para detectar la oferta de pisos turísticos ilegales y continuará operativo”.
¿REGULARIZACIÓN?
Ambos ejemplos muestran la necesidad de una revisión del sector. La creciente demanda por parte de los usuarios exige al Gobierno central y a los autonómicos a consensuar un escenario que sea capaz de satisfacer a las plataformas digitales y a los actores de los negocios tradicionales.
El futuro es la convivencia de ambos sistemas. Para ello, el proceso de regularización e igualdad de competencia se convierte en necesario, para que la batalla legal de paso a una batalla por el mercado que terminará por beneficiar a los consumidores.

dijous, 12 de maig del 2016

Ni Uber-airbnb ni «Platform Cooperativism»: el futuro es una Sharing Economy libre, gratuita y distribuida

Article publicat a  El Correo de las Indias
El futuro de la Sharing Economy está fuera de las plataformas privativas, pero también del «platform cooperativism», será distribuido, libre, gratuito e independiente de multinacionales, startups y burocracias centralizadoras.
Las Indias en Comunes Buenos AiresLa semana pasada en Buenos Aires tuvimos el placer de participar en la cuarta edición de la fiesta de la Economía Colaborativa. Una oportunidad además para encontrarnos con Neal Gorenflo y ponernos al día de cara a la organización de Somero 2016. La programación de la Semana de la Economía Colaborativa fue tremenda, pensada desde la economía de la abundancia se proponía profundizar en los diferentes modelos en que se han desarrollado bajo el paraguas de lo colaborativo. Las Indias estuvo presente en «El Futuro de la Colaboración». Nuestro aporte pretendía hacer un recorrido desde los orígenes y primeras manifestaciones de la sharing economy para ir avanzando hacia lo que está hoy casi al alcance de nuestras manos.

El estado de la Sharing Economy

  1. La Sharing Economy que nos llegó del mundo anglosajón:
    • llega como tendencia a través de plataformas centralizadoras y privativas que sesgan el discurso
    • se presenta como p2p pero siempre hay un intermediario más o menos visible: el dueño de la plataforma
    • al intermediar pone en cuestión la soberanía tanto de las personas como de las ciudades
  2. ¿Cuáles son las propuestas alternativas?
    • hay quien propone el software libre. Sin embargo, debemos tener en cuenta, que el software libre no soluciona per se la centralización. Podría haber un Uber o un Airbnb en cada ciudad pero no podrían conectar entre si.
    • hay quien propone que la propiedad de las plataformas sea de una cooperativa formada por sus usuarios en vez de serlo de una empresa. Es el famoso «Platform Cooperativism». Pero la propiedad cooperativa solo tiene sentido si hay que mantener a un equipo técnico que sostenga a todos. Es decir, solo tiene sentido en una estructura centralizada o en una red descentralizada con un gran nodo en algún lado controlando nodos regionales.

¿Cómo solucionarlo?

Comunes Buenos AiresRed distribuida quiere decir que ningún nodo, ningún servidor o instalación depende de otro pero todos conectan con todos.
Cuando hace dos años nos pusimos a buscar encontramos que había un maravilloso proyecto de la Free Software Foundation dedicado a investigar la comunicación distribuida, se llamaba GNU social. Lo desarrollaba un grupo de desarrolladores en Suecia y tenía un sitio de prueba con 200 usuarios. Empezamos a trabajar con ellos y este pasado octubre, en Somero, pedimos a la gente de Shareable que organizara un seminario internacional con nosotros para diseñar las funcionalidades de una sharing economy distribuida
Al mismo tiempo, con la Free Software Foundation, reunimos a todos los desarrolladores del proyecto, y comenzamos a trabajar con ellos la creación de un plugin: Sharings
Nuestro objetivo es convertir cada instalación Gnu social en un gran espacio del compartir. No necesita mantenimiento profesional, es bonito y fácil de usar. No depende de un servidor o una empresa en una comunidad distinta de la tuya.
Después de un periodo de pruebas, a día de hoy es Sharings sobre GNU social es plenamente funcional. Mientras, el esfuerzo de aquellos desarrolladores suecos empieza a generar masas críticas: Gnu social es usado ya por miles de personas, de las cuales casi una tercera parte habla español.
¿Cuál es el futuro del compartir? Es imposible decirlo con seguridad, pero sabemos que nuestro presente y vía de trabajo a medio plazo es GNU social: distribuido, libre, gratuito e independiente de multinacionales, startups y burocracias centralizadoras.
Muchas gracias a Marcela Basch y el fabuloso equipo de El Plan C, ha sido un placer estar con vosotros.

dissabte, 12 de març del 2016

Enquesta y recomanacions de la Comisión Nacional de los Mercados y la Competencia sobre l'economia col·laborativa

Article publicat a El País

Enllaç a l'enquesta de la CNMC:
RESPUESTA ADIGITAL A LA CONSULTA DE LA CNMC SOBRE ECONOMÍA COLABORATIVA

Competencia propone que la vivienda habitual se pueda alquilar a turistas

La Comisión publica los resultados de una encuesta sobre economía colaborativa




Oferta de un apartamento turístico de Airbnb en Barcelona.


La Comisión Nacional de los Mercados y la Competencia (CNMC) continúa en su lucha para impulsar la economía colaborativa. Así lo confirman los resultados de la encuesta pública que lanzó a finales de 2014 entre ciudadanos y agentes económicos, y que se ha publicado este viernes. El documento, que se centra en los sectores del alojamiento y del transporte —al ser las dos áreas que más inversión recibieron a nivel mundial—, ofrece una serie de recomendaciones para llevar a cabo una liberalización que elimine las “restricciones innecesarias de acceso al mercado”. Ofrecer la posibilidad de alquilar la residencia permanente para uso turístico, eliminar las tarifas fijas del taxi o el número cerrado de licencias son algunas de las propuestas que pone encima de la mesa.
Para recabar toda la información posible y garantizar la máxima participación de la ciudadanía y de los actores económicos involucrados, el regulador ha lanzado este mismo viernes otra ronda de preguntas, que se quedará abierta hasta el 17 de abril. El organismo informa que ya ha recibido más de 100 respuestas en este primer día de consulta. Finalizado el plazo, se elaborará toda la información obtenida y se emitirá un informe.
La CNMC ya lleva tiempo pronunciándose a favor de una modernización de la normativa que favorezca nuevos modelos de negocio. Consciente de que el fenómeno de la economía colaborativa “es imparable”, y que su crecimiento ha sido en origen impulsado por las mismas “ineficiencias” en la regulación, insiste en que las leyes existentes se han vuelto “obsoletas” frente a este nuevo escenario, que no solo conlleva retos sino brinda grandes oportunidades.

La economía colaborativa movió 12.890 millones de dólares en el mundo en los primeros nueve meses de 2015
El potencial de la sharing economy, subraya el regulador, es enorme: este sector movió, solo en los primeros nueve meses de 2015, 12.890 millones de dólares a nivel mundial. Pero las ventajas no se acaban aquí: la CNMC reconoce que el auge de este fenómeno brinda “una oportunidad, difícilmente repetible”, para replantearse y revisar las normas de “regulación económica eficiente y de fomento de la competencia”.
Esta revisión normativa, sin embargo, no se debe reducir a una mera liberalización de determinados sectores económicos —factor que suscita la polémica de diferentes gremios, en particular de taxistas y hoteleros—, sino debe ir acompañada por una adecuación en los impuestos y en las cotizaciones para favorecer el cumplimiento fiscal y evitar fomentar la economía sumergida. Las ventajas, concluye la CNMC, son muchas: gracias a la economía colaborativa, “el sector público, a todos los niveles, tiene la oportunidad de rediseñar [...] su obtención de rentas fiscales y laborales, aprovechando la capacidad de generar actividad económica de las plataformas y de sus usuarios”.

Sí a la posibilidad de alquilar la residencia permanente 

La normativa de las viviendas de uso turístico, según la CNMC, contiene numerosas restricciones a la entrada de nuevos actores, sobre todo desde que la competencia en la materia ha sido transferida a las comunidades autónomas. Pese a ello, recuerda que las estadísticas del sector subrayan que una parte importante de los turistas extranjeros que llegaron en 2014 (el 19,3%), afirmaron haberse alojado en viviendas propias, de familiares o de amigos, y 7,4 millones en viviendas alquiladas. Para que se recojan los logros de la economía colaborativa, sugiere que la oficina estadística añada una nueva categoría a las actualmente existentes (hotel, camping, apartamento turístico y alojamiento rural).
Por otro lado, para garantizar una “regulación económica eficiente”, el regulador recomienda eliminar cualquier tipo de moratoria en la autorización de nuevas viviendas turísticas, y propone subsanar eventuales externalidades a través de otros mecanismos, como tasas o impuestos. Además, sugiere eliminar la obligatoriedad de inscribir las viviendas turísticas en un registro, así como suprimir los requisitos de estancia mínima o máxima y las limitaciones al tipo de vivienda que puede ser alquilada con fines turísticos. Con el mismo objetivo, propone que ya sea posible alquilar la residencia permanente así como una vivienda por estancias.

Liberalización del sector del taxi 

En cuanto al transporte, la CNMC insiste en que la existencia de un sistema de licencias y de tarifas reguladas ha llevado el sector a cerrarse a la competencia, “con la consiguiente pérdida de bienestar para los usuarios”. Por ello, recomienda eliminar la limitación existente al número de licencias y suprimir las tarifas reguladas, para que los precios se fijen libremente y se ajusten a las “circunstancias del mercado”.
También recomienda suprimir los horarios obligatorios y los regímenes de descanso, así como permitir que los vehículos con conductor (VTC) puedan circular por las vías públicas y recoger clientes aunque no se hubiese solicitado el servicio con antelación. En cuanto al transporte interurbano en autobús, también sugiere flexibilizar el sector para favorecer la entrada de nuevos actores.


diumenge, 11 d’octubre del 2015

El ‘padre’ de la economía compartida reniega de Uber y Airbnb

Article publicat a El País 

Neal Gorenflo, creador del fenómeno, aboga por un modelo distinto

Confianza, base del nuevo capitalismo


Neal Gorenflo (Maine, 1963) nunca imaginó que su idea se convirtiese en la base de negocios como Airbnb o Uber, las grandes startups del momento. Él pensaba más en comunidades que comparten recursos de forma ordenada para mejorar el servicio y limitar el impacto en el medio ambiente. A Gorenflo se le considera el padre de la ‘sharing economy’, (la economía compartida) el fenómeno que ha revolucionado la industria hotelera y del taxi en los último cinco años. Airbnb tiene una valoración superior a la cadena de hoteles Marriott, pero no posee una sola habitación de hotel. Uber, el servicio de transporte entre particulares, vale ya más de 45.000 millones de dólares según la última ronda de financiación.
Gorenflo apunta al cambio climático y al reparto de la riqueza como los dos grandes problemas que la economía compartida puede paliar. “Compartir coche tiene un gran impacto ecológico. Por cada coche compartido se reducen un 30% la cantidad de vehículos que hay circulando en las carreteras”, apunta. Uno de los ejemplos que cita es la creación de un sistema municipal en San Francisco para optimizar el uso de los automóviles particulares, City Car Share. Aunque es consciente de que no es posible extenderlo a todas las ciudades: “Las urbes que se crearon en los 50 y 60, como Houston o Los Ángeles, lo tienen mucho más difícil. El lobby del motor estuvo muy metido, pero a través de aplicaciones se puede mejorar la salud de las ciudades y que sean menos dependientes del coche”.
Otro ejemplo interesante que cita, también de San Francisco, es Scoot. Una startup que ofrece motocicletas eléctricas para moverse por la ciudad. Cuesta 2 dólares por media hora, 25 céntimos menos que un trayecto en bus, y cuenta con abundantes puntos para dejar las scooters una vez que se llega al destino.
Gorenflo cree que el reciente escándalo de Volkswagen dará un gran impulso a sistemas alternativos y al coche eléctrico: “El coche era parte del sueño americano, de la liberación. Hoy el móvil ha ocupado ese lugar. Las grandes marcas no lo quieren ver, pero son tan poco fiables como los grandes bancos”. Uber, el emblema de la economía compartida, también tiene sus puntos débiles. Gorenflo, que es editor de la publicación digital Shareable, pone como ejemplo a la ciudad de Denver, donde tras prohibir Uber, sacaron al mercado nuevas licencias de taxi. “Los nuevos compradores se unieron, crearon una cooperativa y ahora es una de las ciudades con mejor servicio y precio más bajo. Usan una aplicación también, por supuesto”, subraya.
Este verano, la dramática experiencia de un cliente, intento de violación incluido, con Airbnb fue portada en el diario The New York Times. En India son varias las denuncias por acoso o intento de rapto usando Uber. La seguridad se presenta como uno de los puntos negros de este sistema. Gorenflo va más allá: “Son cuatro los riesgos: El tecnológico, la ejecución de la idea, la regulación y el mercado al que se enfrentan. Ahora mismo están centrados en cambiar la regulación pero los demás los tienen aparcados. La tecnología es barata, la ejecución sigue unos patrones y en el mercado se ha llegado un punto en que solo se quiere conseguir dinero, tanto como se pueda, para romper las reglas”. Su denuncia va más allá: “Incluso cuando hay protestas contra ellos, Uber y Airbnb salen beneficiados. Cuanto más salen en las noticias, más usuarios consiguen. Y, en consecuencia, más inversión”.
En el mundo que proyecta, el dinero tendrá cada vez un papel menor: “Será una compra-venta de servicios, pero no vas a necesitar efectivo, sino algo que aportar. Si se genera la confianza necesaria, será más seguro. Ahora solo estamos dando los primeros pasos”. Su modelo apuesta por prescindir de los inversores de capital riesgo. En su lugar, pide que se creen plataformas de financiación colectiva. “Lo ideal sería que fuésemos capaces de consensuar prioridades. Pienso en un FairBnb, con menos dinero para los intermediarios y más beneficios y garantías para el que presta y el que recibe”, zanja con un juego de palabras para referirse a una versión justa de la startup que permite realquilar habitaciones en la vivienda habitual.
Gorenflo, que está en Gijón como invitado especial de Somero 2015, cree que en Europa hay muchas posibilidades para que su modelo prospere. Participará hasta este domingo en el Shareable Lab.