El climatólogo indio y profesor de Ciencias Climáticas y Atmosféricas de la Scripps Institution of Oceanography de la Universidad de California Veerabhadran Ramanathan charla con ABC horas antes de recoger el Premio BBVA Fronteras del Conocimiento en Cambio Climático
El premio se le otorga por descubrir que hay otros gases y contaminantes, además del CO2, afectados por la actividad humana con un enorme poder para alterar el clima de la Tierra, y sobre los que se puede actuar ya para ayudar a combatir el calentamiento global.
¿Cuáles son esos otros gases y partículas y qué resultados tendría actuar sobre ellos?
Si vemos cómo los contaminantes están contribuyendo al calentamiento, el 50% proviene del CO2 y el resto, de otros contaminantes, los gases «traza», que proceden de la quema de combustibles fósiles y otros procesos industriales. Cuando en 1975 publiqué el efecto de estos otros contaminantes, provocó una gran sorpresa, porque demostré que una tonelada de clorofluorocarbonos (CFCs) era equivalente a 10.000 toneladas de CO2. Esa es la mala noticia, pero la buena es que sabemos cómo recortar estos otros contaminantes. Y además estos contaminantes son de corta vida, están en el aire entre una semana, en el caso del hollín, y 10-15 años en el de los gases traza. Si el mundo entero dejara de emitir hollín o carbón negro, resultante de la combustión del diésel, dentro de una semana el planeta empezaría a enfriarse
¿Y qué supondría eso en el calentamiento global del planeta?
Reduciendo las emisiones de metano en un 50%, de hollín en un 90% y dejando de usar del todo los HFCs, en 2030 habremos reducido a la mitad el calentamiento previsto para los próximos 35 años. Reducir las emisiones de estos contaminantes de vida corta tendrá un impacto inmediato y puede ralentizar enormemente el calentamiento global de aquí a unas décadas. Esto nos daría un tiempo que necesitamos desesperadamente para cambiar radicalmente nuestra dieta energética.
Entonces, ¿actuar contra estos gases nos daría una ventana de oportunidad para actuar contra el CO2?
Sí, y si no lo hacemos en 30 años el calentamiento será enorme, de 2ºC sobre el nivel preindustrial, tendremos grandes sequías, inundaciones, destrucción de los humedales a lo largo de la costa... Puedo ver cien millones de refugiados, y tenemos en las noticias lo que está pasando en Europa con solo un millón de ellos. Necesitamos ralentizar el calentamiento inmediatamente, y esto es lo que puede lograrse si actuamos sobre esos contaminantes de corta vida. Digamos que tenemos dos palancas: una es la de los contaminantes de corta vida y la otra es la del CO2. Además, reduciendo los contaminantes de corta vida estamos reduciendo también la contaminación del aire. Mire Madrid, que tiene problemas con la contaminación por el diésel. Y es que una tonelada de diésel es igual a 2.000 toneladas de CO2, y tenemos la tecnología para hacerlo. El ejemplo está en California, que ha reducido su contaminación de hollín en un 90%.
¿Y cómo lo ha hecho?
Con dos cosas muy sencillas. La primera es un filtro electrónico que ya tienen incorporado la mayoría de los coches nuevos que se fabrican en Alemania y California. Y la segunda es que tenemos que eliminar el azufre del diésel. Y en el caso de los HFCs, que se utilizan para la refrigeración y que son 4.000 veces más potentes que el CO2, ya tenemos refrigeradores sin esos gases. La gran tragedia del cambio climático y de la contaminación del aire es que existen las soluciones para poner fin a ello, pero hay un mito creado por la industria de que esto es algo muy caro; nos dicen que la gente va a perder los puestos de trabajo, que la economía va a caer... La realidad es que por cada dólar que California ha dedicado a la limpieza del aire se han obtenido beneficios de 30 dólares. Es un problema que podemos resolver y, en vez de hacerlo, estamos arriesgando la vida de nuestros hijos.
Usted ha asesorado al papa Francisco. ¿Lo hace porque es creyente o porque cree que los líderes religiosos pueden hacer llegar de forma masiva y creíble el mensaje del cambio climático?
Personalmente no puedo decir que estoy cercano al Papa, sí soy miembro de la Academia Pontificia de las Ciencias y él recibe nuestros informes. Dos veces al año tenemos reuniones científicas e informamos de ellas al Papa. Pero sí puedo decirle, que hace diez años, cumplidos los 60, veía que nos estábamos acercando al abismo y que no se estaba haciendo nada, pensé que mi vida había sido en balde, una pérdida de tiempo... Fue entonces cuando Juan Pablo II me invitó a formar parte de la Academia Pontificia de las Ciencias, y ahí es donde me dí cuenta del poder de la religión para luchar contra el cambio climático. El cambio climático es una cuestión moral, ética, porque afecta de lleno a los más pobres y porque afecta a las generaciones que aún no han nacido. En la encíclica «Laudato si» hay una frase que lo explica muy bien, es algo así como que «el llanto de la Tierra debe vincularse al grito de los pobres».
¿Qué le dijo al papa Francisco y cuál fue su reacción?
Yo organicé una reunión en 2014 en el Vaticano con los científicos más importantes del mundo, y me pidieron que informara al Papa sobre el asunto que íbamos a tratar. Yo le dije cómo el cambio climático iba a impactar en los pobres. Y él me preguntó, en español: ¿Qué podría hacer yo? Y le dije que debería hablar sobre el cambio climático y de que la gente cuidara de la Creación en sus diferentes discursos. Si hablamos de proteger la Creación en cada iglesia, cada mezquita, cada templo, entonces estaremos actuando contra el cambio climático. Con el Acuerdo de París tenemos la firma de todos los líderes políticos, pero ahora todos nosotros tenemos que actuar.
¿Pero hay tiempo? Los científicos dicen estar abrumados con lo que está pasando con el clima, este año especialmente.
Bueno, sí, es una locura. La tremenda ola de calor de la India, el año pasado España la sufrió también; California en llamas... En diez o quince años los cambios serán tan grandes, tan extremos, que sé que todo el mundo va a querer resolver el problema. Pero igual es demasiado tarde, tenemos que empezar ya. Soy consciente de que estamos luchando contra la industria del petróleo y por eso creo que necesitamos un apoyo masivo, y ahí es donde las religiones pueden echar una mano.
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