Barcelona en Comú propone una divisa para fortalecer el comercio local. Su éxito depende del número de empresas que participen
Barcelona en Comú (BEC) propone implantar una moneda local
para la capital catalana y los municipios del área metropolitana. El
objetivo del proyecto es "favorecer el comercio en los barrios", explica
Gerardo Pisarello, segundo de lista de la coalición. Aunque los
expertos consultados para esta información alaban la iniciativa,
advierten que su éxito depende de que haya una masa crítica de empresas y
ciudadanos que la usen. También avisan contra los costes de poner en
marcha la divisa.
El proyecto parte de experiencias como el Bristol Pound, que agrupa "580 negocios" de la ciudad británica o el WIR suizo, "una divisa con la que trabajan 60.000 empresas", explica el segundo de Barcelona en Comú, quien añade que la divisa puede actuar como "un multiplicador de riqueza". ¿Cómo funcionaría? La propuesta de la coalición que lidera Ada Colau, abierta a la negociación de las entidades interesadas, contempla que los barceloneses puedan cambiar euros por unidades de la moneda local, a cambio de una bonificación. Los trabajadores municipales, asimismo, podrán recibir parte de su salario con ella si así lo desean. Con la nueva moneda se podrá comprar en comercios comprometidos con la economía social. Las empresas, a su vez, tendrán la posibilidad de pedir microcréditos en la divisa local al Ayuntamiento y pagar a otras compañías con ella.
Andreu Honzawa, experto de la fundación STRO, dedicada a la promoción de las monedas locales, opina que el proyecto estimula "la demanda interna de la ciudad". "Con ella no es posible comprar en Madrid, así que se genera más consumo [en Barcelona]", explica. Este investigador detalla que toda ganancia que los comercios obtengan en la nueva divisa solo la podrán gastar en los proveedores que la acepten, si no la cambian a euros. Además, los trabajadores que reciban su salario en moneda local ayudarían a ponerla en circulación. Por último, las instituciones que las apoyan suelen "ayudar a las pymes a acceder a microcréditos con intereses menores que la banca". En el caso del proyecto que promueve BEC, Pisarello condiciona la definición de las características de la moneda a la negociación con las asociaciones interesadas en el proyecto.
Para que la divisa local tenga éxito, sin embargo, hay que superar ciertos escollos. "Interesa que haya una masa crítica de comercios importante", advierte Honzawa: "Las empresas tienen que buscar un proveedor local [que use la divisa] en lugar de uno de fuera. Los consumidores también, deben ir a un restaurante que la use". Honzawa matiza, sin embargo, que este defecto no tiene por qué dificultar tanto el uso de la moneda barcelonesa, pues "es posible convertirla en euros". De la misma opinión es Kristoffer Dittmer, investigador en economía ecológica: "Si es demasiado local, no funcionará tan bien".
La población, además, debe acostumbrarse a usarlas. "Los usuarios, y sobre todo los comercios, deberán cambiar sus hábitos de consumo y buscar proveedores que acepten la moneda local. Las empresas deberán incluir la moneda en la contabilidad", avisa el representante de la fundación STRO. Emplear más de una moneda, además, puede complicar la tarea de hacer la compra. "Salvo que hagas una campaña de comunicación muy potente [para explicar cómo se usa la divisa local], los pagos pueden ser incómodos. Hay que pensar si los comercios lo aceptan", añade Alvaro Martín, socio de Afi.
También hay que tener en cuenta el coste de ponerla en marcha. "En el caso del Bristol Pound, una cooperativa de crédito local y un Ayuntamiento lideran el proyecto", pero les cuesta más imprimir dinero que al Banco Central Europea, al hacerlo en pequeñas cantidades, advierte Martín. El experto de Afi aconseja que la moneda sea electrónica para reducir el precio de ponerla en marcha. En el caso de la divisa británica, es posible realizar los pagos con el teléfono móvil. Otro ejemplo es la red RES de Girona, que agrupa a 375 empresas de la provincia. Con ella los pagos se hacen con una tarjeta de crédito. De momento, está por ver si la divisa barcelonesa se podrá pagar en metálico o con teléfono móvil, avisa Pisarello.
El proyecto parte de experiencias como el Bristol Pound, que agrupa "580 negocios" de la ciudad británica o el WIR suizo, "una divisa con la que trabajan 60.000 empresas", explica el segundo de Barcelona en Comú, quien añade que la divisa puede actuar como "un multiplicador de riqueza". ¿Cómo funcionaría? La propuesta de la coalición que lidera Ada Colau, abierta a la negociación de las entidades interesadas, contempla que los barceloneses puedan cambiar euros por unidades de la moneda local, a cambio de una bonificación. Los trabajadores municipales, asimismo, podrán recibir parte de su salario con ella si así lo desean. Con la nueva moneda se podrá comprar en comercios comprometidos con la economía social. Las empresas, a su vez, tendrán la posibilidad de pedir microcréditos en la divisa local al Ayuntamiento y pagar a otras compañías con ella.
Andreu Honzawa, experto de la fundación STRO, dedicada a la promoción de las monedas locales, opina que el proyecto estimula "la demanda interna de la ciudad". "Con ella no es posible comprar en Madrid, así que se genera más consumo [en Barcelona]", explica. Este investigador detalla que toda ganancia que los comercios obtengan en la nueva divisa solo la podrán gastar en los proveedores que la acepten, si no la cambian a euros. Además, los trabajadores que reciban su salario en moneda local ayudarían a ponerla en circulación. Por último, las instituciones que las apoyan suelen "ayudar a las pymes a acceder a microcréditos con intereses menores que la banca". En el caso del proyecto que promueve BEC, Pisarello condiciona la definición de las características de la moneda a la negociación con las asociaciones interesadas en el proyecto.
Para que la divisa local tenga éxito, sin embargo, hay que superar ciertos escollos. "Interesa que haya una masa crítica de comercios importante", advierte Honzawa: "Las empresas tienen que buscar un proveedor local [que use la divisa] en lugar de uno de fuera. Los consumidores también, deben ir a un restaurante que la use". Honzawa matiza, sin embargo, que este defecto no tiene por qué dificultar tanto el uso de la moneda barcelonesa, pues "es posible convertirla en euros". De la misma opinión es Kristoffer Dittmer, investigador en economía ecológica: "Si es demasiado local, no funcionará tan bien".
La población, además, debe acostumbrarse a usarlas. "Los usuarios, y sobre todo los comercios, deberán cambiar sus hábitos de consumo y buscar proveedores que acepten la moneda local. Las empresas deberán incluir la moneda en la contabilidad", avisa el representante de la fundación STRO. Emplear más de una moneda, además, puede complicar la tarea de hacer la compra. "Salvo que hagas una campaña de comunicación muy potente [para explicar cómo se usa la divisa local], los pagos pueden ser incómodos. Hay que pensar si los comercios lo aceptan", añade Alvaro Martín, socio de Afi.
También hay que tener en cuenta el coste de ponerla en marcha. "En el caso del Bristol Pound, una cooperativa de crédito local y un Ayuntamiento lideran el proyecto", pero les cuesta más imprimir dinero que al Banco Central Europea, al hacerlo en pequeñas cantidades, advierte Martín. El experto de Afi aconseja que la moneda sea electrónica para reducir el precio de ponerla en marcha. En el caso de la divisa británica, es posible realizar los pagos con el teléfono móvil. Otro ejemplo es la red RES de Girona, que agrupa a 375 empresas de la provincia. Con ella los pagos se hacen con una tarjeta de crédito. De momento, está por ver si la divisa barcelonesa se podrá pagar en metálico o con teléfono móvil, avisa Pisarello.
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