'Postcapitalismo' (Paidós), el libro que acaba de editar en España Paul Mason,
el responsable de economía de Channel 4 News, se ha convertido en el
ensayo de moda en el Reino Unido, hasta el punto que 'The Guardian' ha
llegado a afirmar que Mason es un digno sucesor de Marx. El texto
contiene profundos análisis económicos, pero también una lectura sobre
los tiempos que vienen desde una perspectiva que los activistas de la
nueva izquierda, esa que ha nacido de las casas okupadas, de Toni Negri y del entorno colaborativo, acogen con entusiasmo.
En el texto, Mason recoge ideas de Adam Smith
y de Marx y muestra el mismo entusiasmo que Silicon Valley respecto de
la tecnología, ya que está convencido de que las posibilidades de la
automatización nos llevarán a una sociedad mejor, muy alejada del neoliberalismo
reinante. Insiste además en que el capitalismo colapsará y abrirá las
puertas a un mundo poscapitalista mucho más adecuado a las necesidades
del ser humano actual.
La
recepción de mis ideas ha sido muy entusiasta, pero he de pasarme el
día explicando que esto no es una forma de socialismo bajo el logo de
Twitter
La transición de un modelo a otro tiene nombre, “Proyecto Cero”, y consiste en lograr los siguientes objetivos:
un sistema energético de cero emisiones de carbono, la producción de
máquinas, productos y servicios con costes marginales cero y la
reducción del tiempo de trabajo necesario hasta aproximarlo también a
cero. Y cuenta con una advertencia: ya no que nuestros roles como
consumidores, amantes o comunicadores son tan importantes para nosotros
como el papel que desempeñamos en nuestro trabajo, este proyecto no
puede basarse puramente en la justicia económica y social. El
Confidencial conversó con él en Madrid sobre lo que nos espera.
PREGUNTA.- ¿Cree que el capitalismo va a colapsar, como pensaba el marxismo?
RESPUESTA.-
Sí, pero no de una manera marxista, o al menos no a la manera del Marx
de 'El Capital', sino del de 'Fragments on machines', en el que
describía la emergencia de una inteligencia social, el 'general
intellect'. Cuando Marx llevó a cabo este experimento en su pensamiento,
planteaba un colapso del capitalismo totalmente distinto del señalado en 'El Capital'.
Esa forma de abordar el asunto no fue descubierta por mí, sino por Toni
Negri, él señaló qué aspecto tendría ahora ese 'general intellect' y su
relación con las redes de información.
P.- Los
comunistas del siglo XX veían bien el capitalismo oligopolístico,
porque entendían que les favorecía: pensaban que una vez concentrada la
propiedad en pocas personas, sólo tendrían que hacer que cambiase de
manos para realizar el paso de un sistema a otro. En su caso, también
coincide con la tendencia de tu época, el predominio de la tecnología y
de la automatización, porque piensa que puede ser muy útil para generar
otro sistema político.
R.- Lo que causó el
colapso de la izquierda después del 89 no fue la caída del comunismo
soviético, sino la desaparición de la ruta monopolística en el
capitalismo. Estábamos de pronto en una sociedad altamente
mercantilizada, nos levantábamos todas las mañanas y teníamos que
reinventarnos como empresarios individuales. En ese contexto, la
nacionalización no tiene mucho sentido. ¿Cómo vas a nacionalizar Spotify?
La raíz del cambio tiene que ser hoy tecnológica, granular, que permita
la diversidad a pequeña escala, lo cual significa que la gente
interactuará de una manera altamente compleja.
Si
no tomamos agresivamente el control del mercado laboral, vamos a
empezar a ver una pelea muy fea por el trabajo, también dentro de las
posiciones creativas
Esto no ha sido
entendido del todo: mis ideas se han recibido de una manera muy
entusiasta, pero he de pasarme mucho tiempo explicando que esto no es
una forma de socialismo bajo el logo de Twitter,
sino una manera radicalmente diferente de enfocarlo. Yo quiero que la
sociedad se automatice rápidamente porque el neoliberalismo está creando
miles de trabajos que no necesitamos. Cuando era joven, el lavado de
coches lo realizaba una máquina, y ahora lo hacen cinco inmigrantes con
bayetas. Eso es regresivo. Necesitamos que esos trabajos estén
automatizados, pero esas personas necesitan una forma de ganarse la
vida.
P.- El famoso informe de Oxford que
afirma que desaparecerá el 47% de los empleos en un futuro cercano se
ha hecho muy popular. Usted no lo ve como algo negativo, al contrario
que gran parte de la población.
R.- Desde que estaba escribiendo el libro hasta que fue publicado, en Finlandia han realizado un experimento con la aplicación de la renta básica, también han puesto en marcha un programa similar en Utrecht, en Canadá lo ha planteado Trudeau,
Suecia ha recortado la jornada laboral a seis horas, e incluso hay
voces muy autorizadas en la derecha de Silicon Valley que abogan por
ella. Una renta básica no lo soluciona todo, pero puede ser un
subsidio único para encarar la automatización, para lo que será
necesario recaudar más impuestos. Será el impuesto que pagamos para
permitir que la gente viva. Por supuesto esto no les impedirá trabajar,
sino que provocará que tomen decisiones más inteligentes y más
importantes sobre su empleo.
Hay
superordenadores que pueden realizar previsiones muy ajustadas de lo
que pasaría si implantásemos una renta básica de 7.000 libras al año
Si
no tomamos agresivamente el control del mercado laboral, la mayoría de
la sociedad desarrollada va a empezar a ver una pelea muy fea por el
trabajo, también dentro de las posiciones creativas. De hecho, ya
estamos viviendo estas luchas encarnizadas: en Gran Bretaña, el sector
periodístico ha pasado en una generación de estar ocupado por personas
inteligentes de clase trabajadora a ser copada por los hijos de la
élite.
P.- Su propuesta para la transición de un modelo a otro lleva el nombre de Proyecto Cero.
R.-
Sí, pero más tomarlo al pie de la letra, tiene que entenderse que ha de
ser realizado por la gente. Que haya cero emisiones de carbón, el
mínimo trabajo posible y producir cosas de manera muy barata o incluso
gratuita, es algo muy sencillo de hacer y difícil de conseguir. Tenemos
que empezar con las instituciones y la primera que necesitamos es una
que pueda hacer predicciones de la realidad de manera muy precisa y a la
que podamos hacer preguntas razonables. La NASA tiene modelos muy
detallados de clima, de cada kilómetro de la superficie de la tierra,
pero es un modelo muy de apretar el botón del control. Lo que
necesitamos no es tan complejo como el problema del clima. Hay
superordenadores a los que podríamos pedir previsiones que nos dijeran,
por ejemplo, qué pasaría si implantásemos una renta básica de siete mil
libras al año, o cuestiones similares, lo cual nos permitiría tener
predicciones bastante ajustadas que nos permitirían tomar las mejores
decisiones. Estamos en una era en la que los ordenadores pueden calcular
a tiempo real cosas que en otros tiempos parecerían extraordinarias.
Pero, más allá de las propuestas concretas, estamos hablando de un
proceso en el que las propuestas emergerán de un ejercicio
participativo, democrático y en red.
P.- Atribuye en el nuevo modelo un papel secundario al estado, al contrario que el socialismo.
R.-
Esta transición no puede ser llevada a cabo por el estado, sino que
debe venir de abajo, pero hay ciertas cosas que aún tiene sentido que
éste haga. A mi abuela le dieron una casa gratis, el coste de la energía
era bajo, como el del agua y el del sistema sanitario, pero la comida
era cara, las herramientas eran caras, y los elementos típicos de
consumo, como la televisión, también lo eran. Si el precio de vivir
disminuye porque el estado proporciona vivienda, agua, transporte y
educación casi gratis, el resto de bienes se pueden conseguir muy
baratos a través de los mecanismos colaborativos mucho más que los de
mercado. Así podríamos hacer la transición hacia una economía de estado y
postcapitalismo.
P.- ¿Se puede construir un sistema mixto, todavía capitalista, desvinculado del dinero, como propone?
R.-
El capitalismo puede sobrevivir, pero sólo si sobrevive a Uber, y no se
limita a pasar la aspiradora para recoger los desechos, sino que
utiliza la capacidad y el tiempo de la gente pobre. La única manera en
que se va a poder llevar a cabo la automatización de una forma no
destructiva es desvincular el trabajo de los salarios, y eso significa
renta básica. En este sistema seguiría habiendo dinero, pero funcionaría
de otra manera, de un modo mixto. En las economías del principio de la
era soviética se pasaron mucho tiempo teorizando sobre estos sistemas,
hasta el momento en que se decidió que se podía hacer la transición sin
el mercado, lo cual supuso que muchos fueran eliminados por Stalin.
No
creo que la generación que ahora tiene veinte años merezca tener su
futuro destruido por una ideología arcaica y estúpida. Y no creo que lo
permita
La tecnología hace posible un
socialismo utópico que existe ya a pequeña escala en pequeñas
comunidades. Pero no sólo se queda aquí, mi marco también proporciona
resiliencia a la gente normal. Por ejemplo, el trabajo de Manuel
Castells muestra cómo en Cataluña mucha gente común adoptó durante la
crisis prácticas económicas asociadas al hippismo radical, como los
bancos de tiempo o la okupación, que para el liberalismo son
incidentales pero para mí no. Del mismo modo que en el feudalismo los
bancos eran algo escondido, no oficial, porque no tenían una posición
formal y porque al prestamista se le reprimía, llega un momento que eso
cambia radicalmente. Y ahora estamos atravesando una transformación
similar a la de hace siglos, producto de las cual estas cosas
aparentemente incidentales generarán un sistema nuevo.
P.-
Mientras ese mundo llega, parece que los tiempos no pintan bien. La
Unión Europea tiene un estilo concreto de política económica que no
parece que vaya a cambiar a pesar de que esté dividiendo la sociedad en
dos.
R.- Los tiempos están empeorando. Las
economías principales, para mantener el capitalismo, van a tener que
desglobalizarse, y Europa va a ser el lugar en el que más difícil lo
tengan. Hay un banco central que ha llegado constantemente tarde y que
ha sido ineficaz de una manera continua. Si Europa necesita un estímulo
monetario más agresivo, Alemania lo va a volver a impedir, y el problema
ya no será para Grecia, sino para Italia y España. No creo que la
generación que ahora tiene veinte años merezca tener su futuro destruido
por una ideología arcaica y estúpida, y no creo que lo permita.
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