Las ciudades tenemos que liderar la transición energética, porque el gobierno no lo hará
Barcelona
La energía se ha convertido en una cuestión compleja que genera más
preguntas que respuestas. Nuestra factura eléctrica además de cara es
incomprensible. Buena parte de las preguntas radican en que cinco
grandes compañías (Iberdrola, Endesa y Gas Natural, HC y E.On) controlan
prácticamente el sector eléctrico. Son el oligopolio eléctrico.
Obtienen grandes beneficios, controlan todas las fases de este mercado:
generación, distribución y consumo, y han dictado en los gobiernos del
Estado, especialmente del PP, toda la legislación al respeto. En
Cataluña, sólo una de ellas, Endesa, controla el 90% del sector
constituyendo un régimen, a la práctica, monopolista.
Tenemos una legislación que apuesta por el uso de los combustibles fósiles, generadores de los gases de efecto invernadero y principales causantes del cambio climático. Una legislación que permite, también, que hoy en el Estado español el oligopolio obtenga el doble de beneficios que sus homólogas en otros países, y que la ciudadanía paguemos la cuarta electricidad más cara de toda Europa, con las consecuencias que esto tiene para las familias con menos recursos. La imposibilidad de calentar o iluminar los hogares se extiende, casi un 10% de la población sufre pobreza energética. Un modelo gestionado por pocas manos que deja millones de hogares a oscuras.
Desde Barcelona hemos iniciado una estrategia de gran alcance para liderar un cambio de modelo energético, que nos permita ganar la soberanía energética y ponerla en manos de la gente. El reto es importante, porque tenemos delante un histórico de muchos años de control y poder concentrado en el sector de la energía, pero hay que abrir camino y convertir el inconformismo en acción de gobierno y en activismo ciudadano.
Se ha acabado el tiempo del miedo, conocemos las limitaciones que como municipio tenemos, pero queremos desafiar el modelo para transformarlo. La transición energética es una obligación y lo tenemos que liderar las ciudades, porque el gobierno estatal no lo hace ni lo hará, y porque tenemos delante un reto global al cual hay que dar una respuesta local: el cambio climático.
¿Y qué es la transición energética? Primero, la generación de energía con fuentes renovables instalando placas fotovoltaicas a las azoteas y al espacio público; articulando fórmulas de organización ciudadana, con cooperativas, con colaboración público-privada, que ofrezcan seguridad en esta apuesta, rehabilitando nuestros edificios, públicos y privados. Generar energías limpias desde la proximidad para dejar de lado un modelo centralizado y basado en los combustibles fósiles y los grandes centros de producción eléctrica. Segundo, desde el protagonismo ciudadano y el sector local, tenemos que aprovechar que, con la aparición de las fuentes renovables, la producción, y por lo tanto el acceso a la energía, es de todas y todos. Hoy en día son muchas las expresiones que construyen y articulan el cambio de modelo energético. Desde la cooperativa de consumo SomEnergia a las denuncias de Pimec por el alto coste de las facturas. Tercero, el derecho a la energía al servicio de la ciudadanía. Recuperemos un servicio público que garantice el derecho de acceso a todo el mundo. Y finalmente, pasar de ser clientes del oligopolio a la contratación de una comercializadora de electricidad verde 100% renovable. En Barcelona nacerá una comercializadora pública para llegar donde otras no lo hacen.
¿Cómo hacerlo? Es imprescindible que pongamos en el centro de la política energética en las personas, y construyamos una política pública pensando en la gente y, sobre todo, contando con la gente. Esta política tiene que pivotar sobre cuatro ejes: el ahorro energético, el desarrollo de las renovables, la eficiencia y la soberanía. El gobierno de la ciudad se ha puesto como hito la reducción de un 10% del consumo energético per cápita, la reducción de un 18% la emisión de gases de efecto invernadero y doblar la capacidad de generación local de energía renovable.
Barcelona quiere liderar la transición energética iniciando un camino que queremos compartir con otros ayuntamientos, de forma que entre todas las ciudades forcemos la caída de la reforma eléctrica del PP, y de una vez por todas nos pongamos al nivel de las ciudades europeas más avanzadas. Esta transición hoy ya no es una opción: es una obligación.
El Ayuntamiento da el paso, mucha gente ya lo ha hecho, ahora hace falta que se extienda, y por eso ponemos los recursos necesarios para hacerlo posible. Ha llegado el momento del cambio, de la soberanía energética, de hacer frente al modelo actual y consolidar alternativas. En Barcelona estamos en el momento de transición hacia la soberanía energética.
Janet Sanz es teniente de alcalde de Ecología, Urbanismo y Movilidad, y Eloi Badia, concejal de Presidencia, Agua y Energía.
Tenemos una legislación que apuesta por el uso de los combustibles fósiles, generadores de los gases de efecto invernadero y principales causantes del cambio climático. Una legislación que permite, también, que hoy en el Estado español el oligopolio obtenga el doble de beneficios que sus homólogas en otros países, y que la ciudadanía paguemos la cuarta electricidad más cara de toda Europa, con las consecuencias que esto tiene para las familias con menos recursos. La imposibilidad de calentar o iluminar los hogares se extiende, casi un 10% de la población sufre pobreza energética. Un modelo gestionado por pocas manos que deja millones de hogares a oscuras.
Desde Barcelona hemos iniciado una estrategia de gran alcance para liderar un cambio de modelo energético, que nos permita ganar la soberanía energética y ponerla en manos de la gente. El reto es importante, porque tenemos delante un histórico de muchos años de control y poder concentrado en el sector de la energía, pero hay que abrir camino y convertir el inconformismo en acción de gobierno y en activismo ciudadano.
Se ha acabado el tiempo del miedo, conocemos las limitaciones que como municipio tenemos, pero queremos desafiar el modelo para transformarlo. La transición energética es una obligación y lo tenemos que liderar las ciudades, porque el gobierno estatal no lo hace ni lo hará, y porque tenemos delante un reto global al cual hay que dar una respuesta local: el cambio climático.
¿Y qué es la transición energética? Primero, la generación de energía con fuentes renovables instalando placas fotovoltaicas a las azoteas y al espacio público; articulando fórmulas de organización ciudadana, con cooperativas, con colaboración público-privada, que ofrezcan seguridad en esta apuesta, rehabilitando nuestros edificios, públicos y privados. Generar energías limpias desde la proximidad para dejar de lado un modelo centralizado y basado en los combustibles fósiles y los grandes centros de producción eléctrica. Segundo, desde el protagonismo ciudadano y el sector local, tenemos que aprovechar que, con la aparición de las fuentes renovables, la producción, y por lo tanto el acceso a la energía, es de todas y todos. Hoy en día son muchas las expresiones que construyen y articulan el cambio de modelo energético. Desde la cooperativa de consumo SomEnergia a las denuncias de Pimec por el alto coste de las facturas. Tercero, el derecho a la energía al servicio de la ciudadanía. Recuperemos un servicio público que garantice el derecho de acceso a todo el mundo. Y finalmente, pasar de ser clientes del oligopolio a la contratación de una comercializadora de electricidad verde 100% renovable. En Barcelona nacerá una comercializadora pública para llegar donde otras no lo hacen.
¿Cómo hacerlo? Es imprescindible que pongamos en el centro de la política energética en las personas, y construyamos una política pública pensando en la gente y, sobre todo, contando con la gente. Esta política tiene que pivotar sobre cuatro ejes: el ahorro energético, el desarrollo de las renovables, la eficiencia y la soberanía. El gobierno de la ciudad se ha puesto como hito la reducción de un 10% del consumo energético per cápita, la reducción de un 18% la emisión de gases de efecto invernadero y doblar la capacidad de generación local de energía renovable.
Barcelona quiere liderar la transición energética iniciando un camino que queremos compartir con otros ayuntamientos, de forma que entre todas las ciudades forcemos la caída de la reforma eléctrica del PP, y de una vez por todas nos pongamos al nivel de las ciudades europeas más avanzadas. Esta transición hoy ya no es una opción: es una obligación.
El Ayuntamiento da el paso, mucha gente ya lo ha hecho, ahora hace falta que se extienda, y por eso ponemos los recursos necesarios para hacerlo posible. Ha llegado el momento del cambio, de la soberanía energética, de hacer frente al modelo actual y consolidar alternativas. En Barcelona estamos en el momento de transición hacia la soberanía energética.
Janet Sanz es teniente de alcalde de Ecología, Urbanismo y Movilidad, y Eloi Badia, concejal de Presidencia, Agua y Energía.
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