Neal Gorenflo, creador del fenómeno, aboga por un modelo distinto
Confianza, base del nuevo capitalismo
Rosa Jiménez Cano
San Francisco
9 OCT 2015 - 00:21 CEST
Neal Gorenflo (Maine, 1963) nunca imaginó que su idea se convirtiese en la base de negocios como Airbnb o Uber, las grandes startups
del momento. Él pensaba más en comunidades que comparten recursos de
forma ordenada para mejorar el servicio y limitar el impacto en el medio
ambiente. A Gorenflo se le considera el padre de la ‘sharing economy’,
(la economía compartida) el fenómeno que ha revolucionado la industria
hotelera y del taxi en los último cinco años. Airbnb tiene una
valoración superior a la cadena de hoteles Marriott, pero no posee una
sola habitación de hotel. Uber, el servicio de transporte entre particulares, vale ya más de 45.000 millones de dólares según la última ronda de financiación.
Gorenflo apunta al cambio climático y al reparto de la
riqueza como los dos grandes problemas que la economía compartida puede
paliar. “Compartir coche tiene un gran impacto ecológico. Por cada coche
compartido se reducen un 30% la cantidad de vehículos que hay
circulando en las carreteras”, apunta. Uno de los ejemplos que cita es
la creación de un sistema municipal en San Francisco para optimizar el
uso de los automóviles particulares, City Car Share.
Aunque es consciente de que no es posible extenderlo a todas las
ciudades: “Las urbes que se crearon en los 50 y 60, como Houston o Los
Ángeles, lo tienen mucho más difícil. El lobby del motor estuvo muy
metido, pero a través de aplicaciones se puede mejorar la salud de las
ciudades y que sean menos dependientes del coche”.
Otro ejemplo interesante que cita, también de San Francisco, es Scoot. Una startup
que ofrece motocicletas eléctricas para moverse por la ciudad. Cuesta 2
dólares por media hora, 25 céntimos menos que un trayecto en bus, y
cuenta con abundantes puntos para dejar las scooters una vez que se llega al destino.
Gorenflo cree que el reciente escándalo de Volkswagen
dará un gran impulso a sistemas alternativos y al coche eléctrico: “El
coche era parte del sueño americano, de la liberación. Hoy el móvil ha
ocupado ese lugar. Las grandes marcas no lo quieren ver, pero son tan
poco fiables como los grandes bancos”. Uber, el emblema de la economía
compartida, también tiene sus puntos débiles. Gorenflo, que es editor de
la publicación digital Shareable,
pone como ejemplo a la ciudad de Denver, donde tras prohibir Uber,
sacaron al mercado nuevas licencias de taxi. “Los nuevos compradores se
unieron, crearon una cooperativa y ahora es una de las ciudades con
mejor servicio y precio más bajo. Usan una aplicación también, por
supuesto”, subraya.
Este verano, la dramática experiencia de un cliente, intento de violación incluido, con Airbnb fue portada en el diario The New York Times.
En India son varias las denuncias por acoso o intento de rapto usando
Uber. La seguridad se presenta como uno de los puntos negros de este
sistema. Gorenflo va más allá: “Son cuatro los riesgos: El tecnológico,
la ejecución de la idea, la regulación y el mercado al que se enfrentan.
Ahora mismo están centrados en cambiar la regulación pero los demás los
tienen aparcados. La tecnología es barata, la ejecución sigue unos
patrones y en el mercado se ha llegado un punto en que solo se quiere
conseguir dinero, tanto como se pueda, para romper las reglas”. Su
denuncia va más allá: “Incluso cuando hay protestas contra ellos, Uber y
Airbnb salen beneficiados. Cuanto más salen en las noticias, más
usuarios consiguen. Y, en consecuencia, más inversión”.
En el mundo que proyecta, el dinero tendrá cada vez un
papel menor: “Será una compra-venta de servicios, pero no vas a
necesitar efectivo, sino algo que aportar. Si se genera la confianza
necesaria, será más seguro. Ahora solo estamos dando los primeros
pasos”. Su modelo apuesta por prescindir de los inversores de capital
riesgo. En su lugar, pide que se creen plataformas de financiación
colectiva. “Lo ideal sería que fuésemos capaces de consensuar
prioridades. Pienso en un FairBnb, con menos dinero para los
intermediarios y más beneficios y garantías para el que presta y el que
recibe”, zanja con un juego de palabras para referirse a una versión
justa de la startup que permite realquilar habitaciones en la vivienda
habitual.
Gorenflo, que está en Gijón como invitado especial de Somero 2015, cree que en Europa hay muchas posibilidades para que su modelo prospere. Participará hasta este domingo en el Shareable Lab.
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