La llegada tardía a la eficiencia energética y el éxito inmobiliario contribuyen al despilfarro
Los vecinos del número 15 de la calle de La del manojo de rosas de
Madrid, en el barrio de Ciudad de los Ángeles, llevan años perdiendo
calor por las ventanas. Y por los muros, el tejado, los cimientos. El
edificio, construido en la década de los cincuenta del siglo pasado, “es
como un radiador que emite constantemente energía al exterior. Un
derroche”, asegura el arquitecto José Luis López. Pero tiene remedio.
“Aislamiento de lana vertical de ocho centímetros, reforma de la
cubierta, ventanas y contraventanas más eficientes, renovación de las
instalaciones eléctricas y centralización de calderas. Con estas
reformas vamos a conseguir un ahorro mensual de energía por encima del
50%, y posiblemente los vecinos solo necesitarán poner la calefacción un
par de horas al día para tener su casa caliente”, augura López.
2. Una intervención energética debe incorporar tanto medidas pasivas (aislamiento de muros y cubierta, instalación de elementos de sombreado...) como activas (centralización de calderas y sustitución por otras más eficientes, instalación de energías renovables o renovación de electrodomésticos).
3. Una rehabilitación total puede conseguir un ahorro hasta del 80% en el consumo energético. Se calcula que la inversión puede recuperarse en solo 10 años.
4. La rehabilitación energética no solo ayuda a reducir el consumo, sino también reduce la entrada de ruidos, mejora la calidad del aire interior y contribuye a mejorar la calidad de vida de los habitantes de la vivienda.
Como este edificio, cuya rehabilitación forma parte de un programa
piloto impulsado por la organización conservacionista WWF y la Fundación
Reale en colaboración con el Ayuntamiento de Madrid, el 90% de los 25
millones de viviendas que existen en España suspende en eficiencia
energética. El dato se extrae de un estudio realizado por Certicalia,
una red de más de 2.000 técnicos que realizan certificados energéticos
en toda España, que deben tener obligatoriamente desde junio todas las
casas que salgan a la venta o en alquiler. El informe, basado en una
muestra representativa de 6.000 viviendas, refleja que ninguna alcanza
la calificación A en consumo de energía (la más alta) y solo el 11%
logra una B, C o D, que se consideran aprobados. El resto se queda en
las letras E, F o G, que se consideran no eficientes.
¿Cómo se ha llegado a este grado de ineficiencia? “Primero, porque hasta 1979 no se introdujo la primera ley que incluía unos mínimos requisitos de aislamiento en las construcciones. Y hasta 2006, con la aprobación del Código Técnico de la Edificación (CTE), no se endurecen las exigencias para los edificios de nueva construcción para poder alcanzar al menos una calificación D”, explica Inés García, portavoz de Certicalia. Esto quiere decir que prácticamente todo el parque de viviendas se levantó sin tener en cuenta la eficiencia energética, porque desde 2007 hasta ahora se han edificado poco más de un millón de casas, según el Instituto Nacional de Estadística. “Y si consideráramos las nuevas exigencias para las nuevas construcciones que impone el nuevo CTE, que entra en vigor en marzo, prácticamente todas las casas estarían caducadas energéticamente”, apunta García.
“En España se ha legislado demasiado tarde, y a veces porque nos ha denunciado o multado la Unión Europea. Durante años no se ha pensado en las consecuencias que esto pudiera tener, como la pobreza energética, porque había dinero para pagar los recibos de la luz y el gas y las facturas no eran tan altas”, subraya Adrián Sánchez Molina, presidente de la Asociación Española para la Calidad en la Edificación (Asece). Según el estudio más reciente, realizado por la Asociación de Ciencias Ambientales, en 2010 lo sufría el 10% de la población, un porcentaje que puede haber subido varios puntos desde entonces.
“Ni siquiera ahora, cuando el problema está ya sobre la mesa, el Gobierno apuesta por la eficiencia. Primero, porque introduce trabas a las energías renovables. Y segundo, porque no está dando publicidad suficiente a la certificación energética. La muestra es que de los dos millones de viviendas que se calcula que deben tener el certificado por estar a la venta o en alquiler, solo medio millón lo han registrado”, añade Sánchez Molina.
Hay otros factores, aparte de la normativa tardía, que han contribuido a esta situación. “Con el boom inmobiliario se construyó mucho sin tener en cuenta el factor geográfico, ni la orientación de las fachadas, ni el emplazamiento, y eso tiene como resultado edificios que dependen de los sistemas mecánicos de climatización para calentarse o refrigerarse. En la arquitectura tradicional encontramos ejemplos mucho más eficientes: en el norte de España se construían galerías acristaladas, que captaban el calor del sol a modo de invernadero; en cambio, en el sur son tradicionales los patios sombreados y las ventilaciones cruzadas para refrescar las viviendas”, comenta la portavoz de Certicalia.
La nueva legislación garantiza que los nuevos edificios van a ser más eficientes, pero ¿qué pasa con ese 90% de los que ya construidos que suspende? “La única solución es la rehabilitación energética. Para cumplir con los objetivos energéticos y de emisiones de la UE para 2050, España debe establecer como meta una tasa de reforma de 400.000 viviendas anuales, el 1,5% del parque actual, frente a la tasa actual del 0,3%”, advierte Georgios Tragopoulos, técnico de eficiencia energética de WWF España. “Países como Alemania y Reino Unido ya han desarrollado políticas efectivas para financiar la rehabilitación de construcciones antiguas. España debería tomar nota, porque aquí está casi todo por hacer”, concluye.
Un ahorro seguro
1. El coste medio de una rehabilitación energética es de 14.000 euros por vivienda media (calculada en 81 metros cuadrados), según una guía elaborada por WWF y Fundación Reale.2. Una intervención energética debe incorporar tanto medidas pasivas (aislamiento de muros y cubierta, instalación de elementos de sombreado...) como activas (centralización de calderas y sustitución por otras más eficientes, instalación de energías renovables o renovación de electrodomésticos).
3. Una rehabilitación total puede conseguir un ahorro hasta del 80% en el consumo energético. Se calcula que la inversión puede recuperarse en solo 10 años.
4. La rehabilitación energética no solo ayuda a reducir el consumo, sino también reduce la entrada de ruidos, mejora la calidad del aire interior y contribuye a mejorar la calidad de vida de los habitantes de la vivienda.
¿Cómo se ha llegado a este grado de ineficiencia? “Primero, porque hasta 1979 no se introdujo la primera ley que incluía unos mínimos requisitos de aislamiento en las construcciones. Y hasta 2006, con la aprobación del Código Técnico de la Edificación (CTE), no se endurecen las exigencias para los edificios de nueva construcción para poder alcanzar al menos una calificación D”, explica Inés García, portavoz de Certicalia. Esto quiere decir que prácticamente todo el parque de viviendas se levantó sin tener en cuenta la eficiencia energética, porque desde 2007 hasta ahora se han edificado poco más de un millón de casas, según el Instituto Nacional de Estadística. “Y si consideráramos las nuevas exigencias para las nuevas construcciones que impone el nuevo CTE, que entra en vigor en marzo, prácticamente todas las casas estarían caducadas energéticamente”, apunta García.
“En España se ha legislado demasiado tarde, y a veces porque nos ha denunciado o multado la Unión Europea. Durante años no se ha pensado en las consecuencias que esto pudiera tener, como la pobreza energética, porque había dinero para pagar los recibos de la luz y el gas y las facturas no eran tan altas”, subraya Adrián Sánchez Molina, presidente de la Asociación Española para la Calidad en la Edificación (Asece). Según el estudio más reciente, realizado por la Asociación de Ciencias Ambientales, en 2010 lo sufría el 10% de la población, un porcentaje que puede haber subido varios puntos desde entonces.
“Ni siquiera ahora, cuando el problema está ya sobre la mesa, el Gobierno apuesta por la eficiencia. Primero, porque introduce trabas a las energías renovables. Y segundo, porque no está dando publicidad suficiente a la certificación energética. La muestra es que de los dos millones de viviendas que se calcula que deben tener el certificado por estar a la venta o en alquiler, solo medio millón lo han registrado”, añade Sánchez Molina.
Hay otros factores, aparte de la normativa tardía, que han contribuido a esta situación. “Con el boom inmobiliario se construyó mucho sin tener en cuenta el factor geográfico, ni la orientación de las fachadas, ni el emplazamiento, y eso tiene como resultado edificios que dependen de los sistemas mecánicos de climatización para calentarse o refrigerarse. En la arquitectura tradicional encontramos ejemplos mucho más eficientes: en el norte de España se construían galerías acristaladas, que captaban el calor del sol a modo de invernadero; en cambio, en el sur son tradicionales los patios sombreados y las ventilaciones cruzadas para refrescar las viviendas”, comenta la portavoz de Certicalia.
La nueva legislación garantiza que los nuevos edificios van a ser más eficientes, pero ¿qué pasa con ese 90% de los que ya construidos que suspende? “La única solución es la rehabilitación energética. Para cumplir con los objetivos energéticos y de emisiones de la UE para 2050, España debe establecer como meta una tasa de reforma de 400.000 viviendas anuales, el 1,5% del parque actual, frente a la tasa actual del 0,3%”, advierte Georgios Tragopoulos, técnico de eficiencia energética de WWF España. “Países como Alemania y Reino Unido ya han desarrollado políticas efectivas para financiar la rehabilitación de construcciones antiguas. España debería tomar nota, porque aquí está casi todo por hacer”, concluye.
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