Jueves, 27 de octubre del 2016
El debate sobre el tráfico rodado
Pau Noy Serrano
Ingeniero industrial.
Barcelona tiene posibilidades de doblar el número de personas que viajan en transporte público
ALBERT BERTRAN
Tráfico intenso en un acceso de la Ronda de Dalt de Barcelona.
El RACC calcula que los automovilistas pierden 52.000 horas diarias en los accesos a Barcelona. Cada día entran 400.000 vehículos que en algún momento del día vuelven a salir, 800.000 en total. Si suponemos razonablemente que la mitad de ellos sufren congestión, cada automovilista pierde cada día cuatro minutos, a veces ocho si sucede en los dos sentidos.
¿Pierden realmente los conductores en congestión cuatro minutos cada día? Ya dijo Einstein que el tiempo era una magnitud relativa. Soy de los que opinan que la mayor parte de personas que se desplazan en automóvil pierden, no solo esos cuatro minutos, sino todo el tiempo de su viaje porque no pueden hacer nada aparte de conducir. No pueden leer, ni hablar, ni relajarse o despistarse, ni nada de lo que podemos hacer los que vamos en transporte público.
Es preciso un plan para reducir a la mitad
la circulación y conseguir que apenas contamine
El transporte público de Barcelona es uno de los mejores de Europa, lo dicen los estudios comparativos que organismos independientes realizan con periodicidad, lo dicen los turistas que nos visitan y lo decimos los que nos dedicamos a estas cosas cuando visitamos otros países. Es cierto que cuanto más se aleja uno de la ciudad, peor es la calidad del transporte público, pero esto se debe a la histórica y equivocada decisión de invertir exclusivamente en el metro de Barcelona. Por eso hoy, la capital catalana, es la ciudad con la más alta densidad de metro de Europa.
REDUCIR EL TRÁFICO A LA MITAD
A pesar que la movilidad barcelonesa es inmovilista -todo un oxímoron-, Barcelona deber reducir el tráfico a la mitad si quiere que sus ciudadanos dejen de morir por enfermedades respiratorias. La movilidad automovilística mata a 3.500 personas cada año, consume una enorme cantidad de energía, llena la ciudad de un ruido ensordecedor y tiene una inaceptable accidentalidad. Declaraciones de Ada Colau, diciendo que el coche es como el tabaco en espacios cerrados y que tenemos que ir dejando el hábito de coger el auto, van en la buena dirección, pero hay que llevarlas a la práctica. Por tanto, lo primero que tiene que hacer la ciudad es dotarse de una hoja de ruta para reducir el tráfico a la mitad en 2025, y para ello es necesario que cada año reducirlo en un 3%. En el 2015 aumentó un 1%. No vamos bien. Hay que dar alternativas aumentando la capacidad del transporte público.Barcelona puede doblar el número de personas que viajan en transporte público. TMB ha de recibir el encargo de redactar el plan correspondiente, coordinando a Renfe, FGC, el tranvía y los autobuses urbanos y suburbanos. ¿Es difícil? Sí. ¿Es imposible? No. FGC está al límite pero Renfe, Metro y autobuses aún tienen mucho recorrido. En Metro la automatización de líneas permitiría doblar la oferta. En cuanto a los buses, tienen una de las más bajas velocidades de Europa, exactamente de 11,8 km/h, y eso hace que sean caros de explotar y poco atractivos. Habría que encargar a TMB un plan para que los autobuses aumenten su velocidad a 15 km/h y luego poner la gestión de la ciudad al servicio de este objetivo. En el 2025 toda la flota deberá será de emisiones cero y muy probablemente de conducción autónoma. París es el ejemplo. Por su parte, Renfe tiene una enorme capacidad de crecer en cuanto copie las políticas de regulación -lo que significa capacidad- de FGC.
Ya tenemos arreglado el transporte público, con emisiones cero, y dispuesto a doblar el número de pasajes con una tarifa basada en los abonos, como en toda Europa. La T-10 debe ir directa a la basura.
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