- Florent Marcellesi, defensor de la teoría del decrecimiento, considera que "es una utopía pensar que podemos continuar con el ritmo de consumo y producción impuesto por el capitalismo”
- "Los ciudadanos tenemos en nuestras manos mucho más poder del que creemos y debemos ejercerlo. Es posible cambiar el sistema”.
- "Debemos gestionar una democracia de la autolimitación, ser capaces de decidir por qué y para qué queremos trabajar, producir y consumir".
- “Resulta inconcebible que, con las rentas alcanzadas, haya una sola persona que no tenga sus necesidades básicas cubiertas”.
El autor del libro “Adiós al crecimiento. Vivir bien en un mundo
solidario y sostenible”, Florent Marcellesi, considera que el
decrecimiento no es ninguna utopía y sí lo es pensar que se puede
continuar al ritmo de consumo y producción impuesto por el capitalismo.
Este activista e investigador, que fue miembro de la comisión promotora
de Equo, ha presentado en Vitoria, en unas jornadas organizadas por
Equo Araba, su última publicación. En ella sitúa al crecimiento como un
factor de crisis, una amenaza para el planeta y un obstáculo para el
bienestar. Este investigador, desde el rechazo a la austeridad punitiva,
diseña, junto a los coautores de la obra- Jean Gadrey, economista y
miembro del consejo científico de ATTA Francia y Borja Barragué,
investigador de la Universidad autónoma de Madrid- una sociedad de
pleno empleo con un alto nivel de protección social para todas las
personas y dentro de los límites ecológicos del planeta. Asegura que "no
se volverá la senda del crecimiento" y que trasladar ese mensaje a los
ciudadanos "es mentir y generar frustración".
Pregunta.
Usted propone consumir menos para vivir mejor en un momento en que esa
recomendación es difícil de plantear a los ciudadanos que apenas
disponen de recursos para afrontar el día a día. ¿Es consciente de que
el consejo puede incomodar a algunos?
Respuesta.
Sí. Plenamente. Pero por ese motivo justamente lo planteamos, para
acabar con esas injusticias. En el libro fijamos como prioridad para la
gran transición ecológica y social el empleo y la redistribución de la
riqueza y del trabajo. Teniendo en cuenta precisamente que hay mucha
gente que lo pasa muy mal, tenemos que dar salidas desde la ecología
mediante el fomento y la puesta en valor de los empleos verdes. Al mismo
tiempo que tienen capacidad de generar trabajo entre muchísima gente
sirven para reorientar el modelo productivo hacia otro en el que seamos
capaces de generar actividades sostenibles. Con respecto a la
distribución de la riqueza, le aseguro que si siguiéramos las propuestas
que nosotros marcamos mucha gente iba a vivir mejor. Las mejoras iban a
alcanzar a un 90% de la gente. Sólo verían reducidos sus sueldos el 1%
de la población, que son quienes más ganan.
P. Muchos creen que sus postulados son una mera utopía porque no están respaldados por avales científicos. ¿Tienen razón?
R.
No. Se equivocan de lleno. El decrecimiento no es una utopía y sí lo es
pensar que podemos continuar a este ritmo de consumo que impone el
capitalismo. Y volver a la senda del crecimiento que pretenden es pan
para hoy y hambre para mañana, porque el crecimiento nos lleva al
colapso ecológico, a la crisis energética, alimentaria y climática, a
las tres a la vez. Y esto ya lo estamos viviendo. Tenemos que buscar
unas vías de salida que eviten el colapso social y el ecológico y que
permitan una prosperidad sin crecimiento donde la riqueza, el bienestar y
el pleno empleo no dependan del crecimiento. Además es un error
político trasladar a las personas que vamos a volver al crecimiento
porque es imposible. Es mentir a la ciudadanía y generar frustración.
P. ¿Entonces no vamos a superar estas crisis como ha pasado con anteriores?
R.
No. Los niveles registrados en los últimos 50 años muestran una
progresiva decadencia estructural de las tasas de crecimiento. Entre los
años 60 y 80 tenemos tasas de crecimiento del 8% y ahora de menos 0’1.
Estamos saliendo de una corta época de la historia humana, muy corta, de
unos 50 años donde toda la economía se basaba en el crecimiento, en la
explotación brutal de los recursos naturales y la mano de obra. Eso se
ha acabado porque ya hemos terminado con los recursos. No tenemos
energía suficiente para situarnos en valores anteriores a la crisis.
Esos tiempos jamás regresaran. No se puede dar a nivel físico, ni
ecológico ni energético. Es imposible. Se pasará a un estadio diferente.
P.¿Qué riesgos implica continuar con las políticas de recortes marcadas desde Europa?
R.
Las grandes desigualdades continuadas en el tiempo llevan sin remedio a
graves conflictos sociales. Tenemos ejemplos actuales de los que
podemos aprender como los abiertos en Egipto, Tuñez, Siria y Libia. Las
revueltas árabes están provocadas por crisis alimentarias, porque la
gente no tiene acceso a lo mínimo para poder comer. ¿Por qué? Porque hay
una crisis energética y sube el precio del petróleo. Y hay una crisis
alimentaria porque hay malas cosechas. En vez de tierras para alimentar
a las personas explotan tierras para alimentar a los coches. La gente
tampoco tiene acceso a los campos todos orientados al mercado exterior.
Es un polvorín al que estamos contribuyendo.
P. Y para darle la vuelta al capitalismo imperante durante tanto tiempo ¿Por dónde se empieza?
R.
Se empieza por cambiar las prioridades. Hay que empezar por abandonar
el pacto por los recortes y el pacto por el crecimiento para acordar la
transición social ecológica. Se deben trabajar tres vertientes. Primero
apostar por el empleo verde y decente. La OIT, Organización
Internacional del Trabajo nos dice que de cara al 2020, si tenemos una
apuesta real por el empleo verde se pueden crear hasta un millón de
empleos en España y hasta cien mil empleos en Euskadi. En segundo lugar
es imprescindible modificar la distribución de la riqueza y del trabajo.
Con las rentas que hemos alcanzado es inconcebible a nivel moral,
político y económico que haya un sola persona que no tenga sus
necesidades básicas cubiertas. Para acabar con esto tenemos que dotarnos
de una renta mínima de ciudadanía y al mismo tiempo poner límites con
una renta máxima. Si queremos reducir el impacto económico tenemos que
reducir también el impacto que tiene las personas más ricas. Y es
necesario también redistribuir el trabajo porque estas fórmulas permiten
crear empleo sin crecimiento, es decir, producir la misma cantidad de
cosas pero con más personas trabajando durante menos tiempo. A este
beneficio se suma otro añadido: proteger el planeta. Reduciendo la
jornada laboral se otorga tiempo a la ciudadanía para realizar más
actividades sostenibles, cuidar un huerto, salir al campo, cocinar …No
vivir para trabajar y consumir sino trabajar para vivir y tener las
necesidades básicas cubiertas. Y por último, se ha de trabajar el pilar
democrático. Los propios ciudadanos debemos definir cuáles son las
necesidades básicas y cuáles las superfluas. Tenemos que escoger si no
queremos que escoja un poder lejano. Debemos gestionar una democracia de
la autolimitación, ser capaces de decidir por qué y para qué queremos
trabajar, producir y consumir. Y una vez decidido esto plantear qué tipo
de relación social y política vamos a tener.
P.
Esa transformación implica abandonar ciertos sectores productivos en
favor del empleo verde. ¿Las grandes multinacionales lo van a permitir?
R.
Sí, podemos imponernos. Hay que luchar desde abajo. Tenemos mucho más
poder del que pensamos en nuestras manos, debemos ejercerlo. Es posible
cambiar el sistema. Y de hecho el empoderamiento ya se está dando.
Proliferan las cooperativas energéticas, de banca ética, de vivienda, de
producción y consumo… son ejemplos de un poder económico real de
participación que estamos ejerciendo en paralelo a otros imperantes.
Esas iniciativas están empujando y representan otra forma de ver la
economía con valores de igualdad, participación, ecología y autonomía.
Pero eso, por sí sólo, no es suficiente porque esas acciones son islas.
Tenemos que tener la capacidad de ir tejiendo redes entre ellas para que
vayan formando países y continentes. Dar un salto cualitativo. No tener
miedo y plantear un sistema político y social que introduzca el cambio
dentro de las instituciones y modifique al mismo tiempo las
instituciones en sí mismas. El único eslabón que faltas en esa cadena y
es capaz de darle la vuelta completa a todo esto y poner freno a los
mercados, a la especulación financiera y a todos los problemas
ambientales que no tienen fronteras es Europa. Tiene la capacidad de
luchar contra los paraísos fiscales, que son, precisamente, bases para
las multinacionales.
La crisis, a pesar de todo lo malo, es un momento de gran oportunidad para todos. Es una ocasión extraordinaria a nivel de alternativas reales. Debemos aprovechar esto para darle la vuelta al sistema. Hay que jugar esta baza.
P. ¿Y la sociedad está preparada?
R.
Hay cada vez más gente que piensa diferente. Los propios trabajadores
del sector automóvil o del turismo de masas, por ejemplo, ven que no
tienen futuro. Se están poniendo en contacto con nosotros sindicatos
como ELA porque sus trabajadores son conscientes de la nula proyección
de algunas profesiones y piden formación en torno a la ecología de lo
social. Además no son imprescindibles las mayorías. Los cambios también
se pueden dar desde muchas minorías. No hay que creer que la gente que
gobierna son mayorías. No lo son. Estamos gobernados por minorías, el
famoso 1%. Hay muchos más intereses en común entre el 99% restante. Eso
no quiere decir que no tengamos que superar mentalmente muchos
obstáculos que nos hemos puesto nosotros mismos pero estamos en un
momento de oportunidad que no hemos tenido desde hace muchos tiempo. La
crisis, a pesar de todo lo malo, es un momento de gran oportunidad para
todos. Es una ocasión extraordinaria a nivel de alternativas reales.
Debemos aprovechar esto para darle la vuelta. Debemos jugar esta baza.
P. ¿Qué papel juega la educación en este proceso que propone?
R.
Un papel vital. Han de abarcarse tres ámbitos, el de la educación, la
comunicación y sensibilización y por último, la emancipación. El ámbito
educativo debe incidir en dos vertientes. Una hacia los pequeños y otra
hacia los adultos. La labor en formación continua es importantísima. Al
mismo tiempo han de desarrollarse programas de sensibilización, porque
hay una parte importante de la población que no se cree que haya una
crisis ecológica y menos a nivel social. Aquí tenemos un trabajo
pendiente. Y en el terreno de la emancipación debemos asumir que
tenemos poder para actuar sobre el sistema, poder para hacer cosas que
hasta ahora nos venían dadas o impuestas. El mero hecho de cultivar tu
huerto, aprender a tratar los vegetales y obtener alimentos sin pasar
por el supermercado te capacita, te motiva y te convence de que puedes
esquivar al sistema.
P. ¿Disponemos de tiempo para combatir el colapso ecológico?
R.
Sí si somos capaces de dar cambios estructurales y de mentalidad a la
vez en 15 ó 20 años porque la crisis ecológica juega en nuestra contra.
P.¿Es necesario el respaldo de los partidos políticos para acometer estos cambios?
R.
Sí. Tenemos que ir pensando alternativas políticas a este nivel. Ver
con que movimientos podemos contar para ir dando ese salto cualitativo y
buscar acuerdos de máximos entre ellos porque la solución de la crisis
que tenemos vendrá sólo desde la ecología. Un partido político que no
incluya en su adn esa visión del fin de crecimiento no se puede llamar
transformador. Ni el PP ni el PSOE lo tiene integrado ni en su discurso,
ni en su pensamiento ni en sus genes. No podemos esperar nada de ellos.
Cap comentari:
Publica un comentari a l'entrada