dimarts, 12 de maig del 2015

Su recesión no es nuestro decrecimiento

Publicat a   Diagonal Periódico
Alexis J. PassadakisMatthias Schmelzer , Coordinadores ATTAC Alemania; www.postwachstum.net
01/05/15 · 7:40
Angela Merkel y Christine Lagarde fotografiadas para el FMI.

1) Nuestra meta: Los derechos sociales: de forma global y concreta

¿Cuál es nuestro objetivo con la crítica al concepto de crecimiento económico, y por qué creemos que es necesario esbozar unas líneas de vuelo para una economía decrecentista en esta coyuntura? Nuestro objetivo es establecer los derechos sociales a nivel mundial, de manera que una buena vida sea posible para todo el mundo. Nuestra alternativa como economía decrecentista justa no se centra simplemente en la "supervivencia de la humanidad" o en "salvar la naturaleza" de una forma abstracta, como ya hacen otras muchas voces que critican la noción de crecimiento ilimitado. Este tipo de perspectivas corren el peligro de oscurecer los derechos sociales concretos tanto individuales como colectivos. En lugar de ello, nuestro objetivo es satisfacer tanto la demanda de la justicia social y la igualdad en el aquí y ahora, como en el futuro. Al igual que en el pasado, cuando los granjeros ingleses fueron expulsados ​​de los bienes comunes por la aristocracia terrateniente, la cuestión social no se puede considerar como algo separado de los valores ecológicos –a pesar de que se haya hecho con frecuencia en el pasado–. Después de una época en la que las empresas transnacionales se han ido apoderando de cada vez más recursos naturales, y en vista de la creciente biocrisis mundial (como la crisis climática, el pico del petróleo, la pérdida de biodiversidad, la degradación de la tierra, etc.), que amenaza de forma dramática la supervivencia de cientos de millones de personas, la justicia (global) sólo puede significar justicia socioecológica. Y un centro de coordenadas claro que apunta en esa dirección es el simplemente una economía decrecentista.

2) La naturaleza es limitada y resiliencia

El crecimiento ilimitado en un planeta finito es imposible. Los economistas neoclásicos eliminan de nuestro campo de visión la existencia de la naturaleza y su resiliencia. Tanto la materia, el espacio y el tiempo, como las dimensiones de lo que llamamos realidad, desaparecen en sus libros de texto. La naturaleza aparece sólo en la forma de recursos, que cuando escasea puede ser sustituida por el aumento de las inversiones del capital. Hoy en día, tanto la producción y la reproducción que se lleva acabo en nuestra sociedad se basan fundamentalmente en ella: ya que el planeta nos proporciona servicios (aire limpio, campos agrícolas, etc.), y materias primas que se extraen de ella y se transforman. Debido a esto la naturaleza tiene límites, que obviamente no pueden ser compensados por capital. Por supuesto, sería posible calcular los costes asociados al uso de máquinas de polinización artificial para un huerto en California, pero cuando no haya más abejas, realmente estaremos en serios problemas.
En el capitalismo crecimiento-dependiente se cumplen los siguientes pasos: contracción = recesión = crisis social
La bio-crisis global, sobre todo, la crisis climática, y el hecho de que pronto se alcanzará el pico de producción de petróleo (Peak Oil), imponen límites externos sobre el crecimiento económico. La conexión entre la explotación de las fuentes de energía fósil altamente concentradas y el sistema capitalista de crecimiento hace que el pico del petróleo (con pronósticos que van desde 2005 hasta 2020) sea un fenómeno especialmente crítico. La cuestión será simplemente cómo vamos a responder a ello: de una forma caótica y violenta, o con una planificación democrática y cooperativa. Sucesos climáticos mortalmente extremos y guerras por los recursos naturales proyectan grandes sombras futuras. Esto no mejorará las condiciones de las luchas sociales mundiales.

3) Desacoplar la economía no es posible

Los últimos años se ha visto un renacimiento de los conceptos como crecimiento "sostenible" o "verde", el Nuevo Pacto Verde u otras variaciones del capitalismo "verde". Los think tanks desarrollan nuevos conceptos, para que los políticos puedan crear nuevas mayorías. Lo común a todos estos enfoques es la noción de que una completa disociación entre el crecimiento económico del uso de recursos naturales y la destrucción del medio ambiente es posible. La creencia de que las innovaciones tecnológicas, las energías renovables, el aumento en la eficiencia del uso de los recursos y del sector servicios de la sociedad "verde" –objetivos proclamados para desmaterializar el crecimiento– serán capaces de hacer posible que el producto interno bruto siga creciendo, mientras que al mismo tiempo se usen cada vez menos energía fósil u otros recursos limitados. Este desacoplamiento –en la medida absoluta en la que sería necesario– es una completa ilusión. Por lo que la necesidad de reducir las emisiones de CO2 en los países industrializados del hemisferio Norte, manteniendo al mismo tiempo su crecimiento económico, exigiría unos aumentos de eficiencia de los recursos naturales y unos avances tecnológicos que están más allá de lo que es técnica y políticamente posible.Esto es debido también a la forma en que funciona nuestra economía, que nos aporta la evidencia histórica de una tasa decreciente en innovación y el fracaso de las estrategias de desacoplamiento hasta la fecha. Por lo tanto, crecer económicamente fuera de la biocrisis actual no es una opción viable. Por otra parte, la reducción de la economía a un nivel saludable en el Norte es necesario para que las regiones más pobres del sur tengan otro tipo de opciones diferentes para ellas mismas en el futuro a medio plazo (ej. Buen Vivir, Ubuntu,...).

4) "Leur récession n'est pas notre décroissance!"

... Fue un eslogan durante las protestas contra la crisis en el 2009 en Francia ("Su recesión no es nuestro decrecimiento!"). Porque una cosa es cierta: Nuestra idea de una economía decrecentista no es simplemente reducir el tamaño de las economías dentro de las estructuras económicas y sociales existentes y relaciones distributivas –ya que esto llevaría a recortes sociales masivos, pobreza y otros síntomas de la crisis capitalista, como los que estamos actualmente experimentando. Dentro de las estructuras crecimiento-dependientes que existen en la actualidad, una economía estanca o en recesión implica que los aumentos en la productividad no pueden ser compensados por el crecimiento económico, por lo tanto el desempleo aumenta rápidamente. La demanda inevitablemente disminuye, la crisis se intensifica, y la recesión viene acompañada de deflación. Al mismo tiempo, los ingresos fiscales administrados disminuyen, los sistemas de seguridad social comienzan a estar bajo presión, y la deuda se incrementa a pasos agigantados. Todo ello conduce a una peligrosa espiral de recesión y empobrecimiento. En el capitalismo crecimiento-dependiente se cumplen los siguientes pasos: contracción = recesión = crisis social.
Trabajo infantil en China. Drew Bates

5) ... y su austeridad no es nuestro decrecimiento!

La transformación hacia una economía decrecentista exige luchar por una nueva gramática económica, una que abogue por una justicia social y una buena vida para la gente de todo el mundo. Esto implicaría, como consecuencia, una reducción del PIB. Sin embargo, centrarse únicamente en el imperativo de reducir la economía puede caer en ser un mensaje reduccionista y peligroso. Esto se hace evidente dentro de las diferentes variedades neoliberales-conservadoras o neo-feudales que son criticas con el crecimiento económico hoy en día, especialmente en la República Federal de Alemania, que con sus argumentos de raíz ecológica se unen al coro reaccionario de: "Hemos vivido por encima de nuestras posibilidades", o "Tenemos que apretarnos el cinturón" y convierten la critica hacia el crecimiento en un argumento de base para justificar la austeridad y los recortes en los servicios sociales.En oposición a esto, el concepto de una economía decrecentista basada en la solidaridad lleva a una reducción negociada de la producción y el consumo de una forma democrática con el fin de permitir que los derechos sociales sean una realidad para todo el mundo, tanto a nivel mundial, ahora como en el futuro.
El crecimiento contribuye directamente a la producción del llamado “subdesarrollo” y al incremento de las desigualdades sociales

6) No hay un buen crecimiento, sólo una buena vida!

El decrecimiento no está dirigido a la especulación abstracta y utópica de una sociedad que emerge después del capitalismo, sino que tiene como objetivo reconocer a menudo dinámicas socio-económicas y ecológicas que no se ven, y la correspondiente reorientación de las estrategias emancipatorias. Los gobiernos y las empresas transnacionales se oponen a esto. Y lo mismo puede decirse de los que agitan contra la crisis actual el lema "No a los recortes, más crecimiento", como los burócratas de la Federación Europea de Sindicatos.A pesar de la necesidad de hacer retroceder los recortes sociales, se cae en la ilusión de que los problemas sociales pueden ser resueltos por un mayor crecimiento. Durante décadas, las tasas de crecimiento de los países industrializados han ido disminuyendo, algo que es debido, no sólo a los límites del crecimiento (como el aumento del costo de los recursos, la destrucción del clima, etc.), sino también a las barreras internas del desarrollo capitalista (como la saturación relativa de la demanda). El crecimiento por sí solo no ha sido suficiente para reducir el desempleo estructural efectivo (debido a la tendencia de crecimiento sin empleo) que existe desde hace tiempo; ni tampoco aumenta el bienestar público; por lo que la marea no levanta todos los barcos. El cénit del petróleo es también un serio desafío a las estrategias pro-crecimiento de la izquierda tradicional. Las guerras libradas para asegurar las materias primas, las catastróficas perforaciones en aguas profundas y los millones de refugiados son una parte integral del modelo de crecimiento basado en los combustibles fósiles. El crecimiento se opone al objetivo de los derechos sociales globales. Porque los valores abstractos de cambio y las oportunidades de acumulación para unos pocos, hacen que una buena vida para todo el mundo sea imposible.

7) Adiós, Keynes - buenos días Keynes y más allá…

La formulación de políticas keynesianas falló en los 70/80, cuando el modelo económico ya no era capaz de satisfacer los mismos ritmos de producción de capital. En pocas palabras: el modelo de crecimiento keynesiano alcanzó su límite. La respuesta fue la contrarrevolución neoliberal, como Milton Friedman, el propio cerebro de la misma, la llamó. Pero igualmente, el modelo de crecimiento neoliberal del capitalismo financiero también está en crisis. A pesar del fracaso del keynesianismo –sobre todo en el contexto global– y de que los límites ecológicos cada vez son más evidentes, todavía hay esperanzas para una nueva fase keynesiana, en forma de un programa de crecimiento ecológico keynesiano que vaya más allá del capitalismo financiero característico del mercado neoliberal, algo que hace perder la perspectiva del problema real. Aunque muchos conceptos analizados por la izquierda emancipadora –incluso la keynesiana– siguen siendo importantes, especialmente los que se enfocan a reducir la injusticia social y la explotación: en forma de una redistribución radical, disminuyendo las horas de trabajo, y potenciar una economía más democrática y un control cada vez mayor de los capitales y la inversión. Es necesario reconceptualizar todos estos conceptos y ligarlos a ideas que van más allá de la perspectiva actual, como la (re)apropiación de los bienes comunes, la desglobalización, la existencia de nuevas formas de trabajo, la soberanía alimentaria y la democracia energética, bajo los principios de una economía que no tiene como ultimo imperativo “el crecer”, sino que tiende hacia la estabilización. Por lo que es necesario descubrir el Keynes oculto, la teoría del Estado estable y preguntarse cómo esbozar una sociedad liberada de la obligación de trabajar y del afán de lucro. Todo esto hace necesario atravesar e ir más allá de Keynes, con el fin de alcanzar un modelo decrecentista justo.

8) Reducir la producción, reducir las horas de trabajo, redistribuir la riqueza, regular la inversión

El decrecimiento implica una ruptura con la lógica superficial y de suma positiva formuladora de políticas de distribución y de la ilusión de una economía basada en la escasez artificial, en la que sólo hay redistribución cuando la economía crece. No sólo se ha demostrado que el "efecto goteo" ha fallado completamente; sino que el crecimiento contribuye directamente a la producción del llamado “subdesarrollo” y al incremento de las desigualdades sociales. A pesar de que hay suficiente para todo el mundo. Por lo tanto la riqueza debe ser distribuida equitativamente, y sin el objetivo de hacerla crecer constantemente. Para que esto sea posible, no sólo necesitamos un ingreso mínimo, sino también un ingreso máximo, como el movimiento decrecentista francés demanda.
El decrecimiento también dice adiós a la ilusión de una sociedad con pleno empleo basado en el crecimiento económico. Debido a que durante mucho tiempo, las tasas reales de crecimiento no han sido suficientes para integrar la fuerza de trabajo, debido a los aumentos en la productividad y a la mercantilización dentro del mercado de trabajo. La alternativa a permitir pasivamente que grandes sectores de la sociedad sean cada vez más pobres y "obsoletos" es la de acortar las horas de trabajo para todo el mundo. Además, de que la reducción del número absoluto de horas laborales asalariadas es realmente necesario para una reducción a largo plazo del PIB. 20 horas son suficientes –para empezar–. Y no lo olvide: hay una vida más allá del trabajo asalariado, que –como enfatizan siempre las economistas feministas– forma gran parte del trabajo necesario para la (re) producción de la sociedad!. El cual ha de ser distribuido entre todo el mundo.
Las nuevas formas de transacción demonetizadas, una simple economía solidaria y el cultivo / manejo de los bienes comunes son elementos cruciales
La reducción de la jornada laboral aunque forme parte de la arena de los engranajes de la economía pro-crecimiento crea una debate necesario y estratégico, pero que por sí solo no es suficiente. Al final, una "racionalización" masiva de esta política por parte de las empresas sería su respuesta, donde el imperativo de obtener beneficios, y de crecer, no serían cuestionados. Las nuevas formas de transacción demonetizadas, una simple economía solidaria y el cultivo / manejo de los bienes comunes son elementos cruciales. Al mismo tiempo, es necesario intervenir de una forma real en el capitalismo financiero existente, para controlar la inversión de una forma democrática y darle la vuelta – alejándola de los sectores basados en los combustibles fósiles y en el crecimiento para orientarla hacia la "economía del cuidado", el valor de uso de servicios organizados entorno a bases sociales y una reorganización socio-ecológica. Y en vez de abogar por el servicio de la deuda (pública), luchamos por la cancelación de la misma. La deuda ha de desaparecer!

9) Más allá del capitalismo

Todos aquellos que intentan seriamente ir más allá de una crítica hacia el crecimiento y luchar por el decrecimiento de la economía han de hacer frente a enormes desafíos, porque es cuestión de una transformación fundamental de la sociedad, que ha de hacerlo desde sus propias raíces. Conceptos tecnocráticos plausibles para una economía decrecentista, como proyectos en forma de islas ejemplares existentes dentro de la economía solidaria son algo esencial, pero no son suficientes si el proceso de acumulación capitalista sigue en marcha. El crecimiento está impulsado por la autorrealización ciega del capital: el dinero se invierte en la producción con el fin de ganar más dinero, lo que implica un aumento en la producción del valor. De este modo,el decrecimiento significa que las oportunidades de auto-valorización del capital han de disminuir y las reivindicaciones ficticias sobre activos, inflados por los mercados financieros, no pueden ser una realidad. Además, con el fin de llegar a una economía justa y ecológica, muchas instalaciones de producción– sobre todo en los sectores asociados al uso de combustibles fósiles –deben cerrarse como base para una transformación hacia una economía decrecentista (desinversora). Ambos significan la destrucción del capital. No hay otro camino alrededor de este núcleo central de la economía política, si queremos que los derechos sociales globales sean una realidad, y por lo tanto no hay forma de ignorar la cuestión del poder. El problema: el proyecto neoliberal de globalización, con su liberalización de mercados (OMC, FMI), su privatización, su desregulación y sus ataques a los agentes sociales colectivos, que han incrementado el poder del capital transnacional activo de una forma exponencial. FAQ: ¿qué constelación de agentes sociales, con que intereses, medios y estrategias tiene la voluntad y la capacidad de establecer una economía decrecentista justa y la necesaria desmercantilización y demonetización de los diferentes sectores de la (re)producción?

10) Buen Vivir más allá de la tradición y la modernidad

La idea del eterno crecimiento, ligada a la idea del homo economicus, es un componente integral del concepto de modernidad. Es hora de abandonar esta idea aquí y ahora. Pero la buena noticia es: "Nunca hemos sido modernos", como Bruno Latour descubrió y Donna Haraway confirmó. Tampoco somos los "dromomaniacs" (fanáticos de la velocidad) que hemos sido llamados por el urbanista francés Paul Virilio. Pero incluso si abandonamos el crecimiento –Adiós, adiós!– seguiremos reclamando conceptos modernos como los derechos humanos y la democracia, que han sido el fruto de largas luchas por la emancipación. El decrecimiento no significa abandonar la idea de la posibilidad de que exista progreso sino de liberarlo de su asociación con la creencia de que implica acumular bienes y crecer económicamente. Por lo tanto, el decrecimiento no significa volver a la tradición, a la edad de piedra, o ceder a un todo vale pos-modernista. El decrecimiento se toma en serio la situación post-colonial y la constelación multipolar causada por el ascenso de los países en vías de industrialización, y por ende, la cuestión de la justicia global y la igualdad. La utopía concreta de la buena vida (buen vivir) en una sociedad igualitaria sin crecimiento constituye un nuevo punto de orientación más allá de la tradición y la modernidad. La idea de una economía decrecentista justa reabre el horizonte de oportunidades que van más allá de la posición dominante de gobernar concepciones económicas e imperativos. Es una cuestión de de-colonización de la imaginación, de la desmitificación de las concepciones fetichizadas tales como crecimiento económico, progreso, trabajo asalariado, eficiencia y PNB. Preguntando caminamos ...

11) Trans-comunalismo en lugar de post-democracia

La democracia ha sufrido duros ataques con las diferentes oleadas neoliberales desde los 70/80. Pero el ultimo asociado a las condiciones de emergencia producidas por la crisis económica mundial y los planes de rescate masivos a los bancos se ha llegado a la post-democracia. Los impactos sociales de la crisis y las consecuencias también sociales de la bio-crisis actual han aumentado considerablemente la presión sobre las estructuras democráticas. Por lo tanto, una economía decrecentista justa requiere de nuevas instituciones democráticas, que signifique la reconstitución de la democracia local y nacional. Una democracia europea y una democracia global todavía son un largo camino por recorrer. Por tanto, la reestructuración de la producción conlleva la desglobalización, por ende una nueva articulación del nivel local con el nacional y a su vez con el mundial sobre la base de nuevos procedimientos democráticos. Entre ellos el control de los mercados financieros, y especialmente de las inversiones. No vamos a caer en la trampa del localismo miope. Tampoco la del chovinismo racista en vista de los flujos migratorios y de las nueve mil millones de personas estimadas que viven en este planeta. Por lo tanto,es necesario inventar estrategias democráticas trans-comunales.

12) El horizonte del decrecimiento

Batallas defensivas contra las políticas de austeridad afectarán a la segunda fase de la crisis, que comenzó en la zona euro. Estas luchas contra los recortes sociales son y seguirán siendo defensivas. Un proyecto en modo ofensivo para llegar más allá (de la fuerza neoliberal financiera de mercados) del capitalismo no es todavía evidente. Pero se necesita un nuevo horizonte con el fin de centrar nuestras energías. Uno de los puntos guía (direcciones) que marca este nuevo horizonte es el de una economía decrecentista (con base solidaria).
El altermundialismo o los movimientos de "justicia global" (que comprenden los sindicatos, grupos políticos, redes y organizaciones) con su posición anti-neoliberal desempeñaron un papel importante en la reconstitución de la cuestión social después de los largos años de neo-liberalismo “pensé unique" de los años 90. Alrededor de 2007/08 –simbolizado por la creación de la Justicia Climática Ahora! en la Cumbre del Clima en Bali, la primera conferencia sobre decrecimiento en París, y sobre todo por los movimientos indígenas en el Foro Social Mundial de Belem, etc.– comenzó la reconstitución del campo de la ecología política crítica, la justicia ambiental y climática.
 
Protesta climática. Christopher Nielsen
Es imprescindible para nosotros que la justicia ecológica se convierte en un componente integral de potencial de segundo ciclo del movimiento de "justicia global". El horizonte por el decrecimiento une las cuestiones sociales y ecológicas (de distribución), conecta micro-prácticas con conceptos macroeconómicos y une de forma trans-comunal lo local con lo nacional y con lo global. El decrecimiento económico es una perspectiva para un movimiento ofensivo que conecta lo viejo con lo nuevo dando lugar a un horizonte que viene para quedarse.

diumenge, 10 de maig del 2015

¿Se imaginan un debate así en el Parlamento? El Gobierno francés deberá presentar cada año un informe sobre el efecto de sus políticas en la desigualdad, salarios y bienestar social

Article publicat a  El País 

El Parlamento francés (Asamblea y Senado) aprobó en abril una ley que obligará al Gobierno de turno a presentar, el primer martes de octubre de cada año, un informe en el que se analicen una serie de indicadores sobre desigualdad, calidad de vida y desarrollo sostenible, y que permita evaluar el impacto de las reformas aprobadas el año anterior, o en curso, en esos tres apartados. La ley, producto de la iniciativa de una diputada verde, Eva Sas, necesitó muchos meses de debate antes de que el Ejecutivo de Manuel Valls, y la oposición, la aceptaran.
Es muy posible que la nueva norma no sea capaz de modificar la realidad francesa, pero, aun así, ayudará a conocerla mucho mejor, con un paso fundamental: obligar al Parlamento a discutir (casi al mismo tiempo que sobre los Presupuestos) sobre una serie de indicadores que reflejen la vida cotidiana de los ciudadanos y no solamente las previsiones de crecimiento del PIB y del empleo. Se diría que el debate sobre la desigualdad empieza a instalarse con fuerza en la política europea.
En España sería insólito que una ley propuesta por un grupo minoritario saliera adelante, sin que el gran partido en el Gobierno la rechazara de plano, por principio. O quizás hubiera sido mucho pedir hasta ahora. Quizás en el próximo Parlamento, con el escenario político más fragmentado, sea posible presenciar algo parecido. Habría que dar la bienvenida a ese cambio con entusiasmo, porque de él depende, en parte, la calidad de la vida parlamentaria.
La idea detrás de la ley de Sas es simple: hasta ahora, los Gobiernos presentan ante el Parlamento una serie de macroindicadores que miden el crecimiento que experimentó, y que va a experimentar, la economía, según sus cálculos. Pero esos indicadores no miden la calidad de ese crecimiento ni si está reflejando las aspiraciones de los ciudadanos. Un ejemplo: desde 2009 el PIB de Estados Unidos creció un 12%, pero los ingresos medios de los ciudadanos bajaron un 3%. Como escribió, con ironía, el economista Eloi Laurent, profesor en Sciences-Po de París y en la Universidad de Stanford, “centrarse en el PIB empieza a ser la mejor manera de perder unas elecciones”.
¿Se imaginan un debate en el Congreso de los Diputados en el que se discuta obligatoriamente sobre los niveles de desigualdad, ingresos reales de los ciudadanos, situación, comparada por comunidades autónomas, de la sanidad y de la educación pública o preservación del medio ambiente, con datos proporcionados por un organismo independiente, aceptado por unos y otros? ¿Se imaginan un debate parlamentario que parta de la evaluación del impacto que ha tenido una ley aprobada en el curso anterior?
Ya se sabe que las leyes se presentan al Parlamento con un estudio de impacto presupuestario y medioambiental elaborado por el ministerio implicado, pero esto es otra cosa. Se trata de analizar y comprender qué efecto ha tenido su aplicación respecto a los objetivos que pretendía y a otros parámetros, relacionados todos ellos con objetivos de igualdad y bienestar. En España supondría casi una revolución porque hasta ahora ha sido absolutamente imposible evaluar el efecto real, detallado y desglosado de las reformas que se han puesto en marcha con motivo de la crisis y que se han llegado a amontonar unas sobre otras (como sucede con las reformas laborales o las del Código Penal) sin que nadie tuviera una idea clara de qué efectos estaba teniendo la norma anterior.
La exitosa propuesta de Eva Sas nace de un movimiento internacional que lleva ya algunos años en marcha y que respaldan importantes economistas de todo el mundo. Leyes parecidas se han aprobado ya en Nueva Zelanda, Australia, Escocia, Bélgica o Alemania. Poco a poco se va instalando la idea de que no es posible medir el éxito de un Gobierno por el crecimiento que haya experimentado el PIB durante su gestión (aunque ese sea un indicador muy necesario), sino por otro tipo de indicadores que reflejen hasta qué punto esa gestión satisface las necesidades de la mayoría de la población.

divendres, 8 de maig del 2015

De como la quiebra de Detroit ha fomentado la máquina política de decrecimiento

Publicat a   Diagonal Periódico
Financiariazación, deuda y crecimiento

La ciudad de Detroit fue una de las principales víctimas de la crisis financiera de 2008, finalmente se declaro en quiebra en julio de 2013. Seth Schindler estudia cómo la bancarrota de la ciudad ha actuado como un catalizador para el cambio. Escribe que Detroit ha pasado de una "política de la máquina de crecimiento" que se caracterizaba por impulsar el crecimiento económico a expensas de los servicios urbanos, a una política de "decrecimiento" que rechaza la austeridad fiscal a favor de la diversificación económica y del uso creativo de la tierra.
Es profesor de Geografia a la Universidad de Sheffield (UK). Traducido por Óscar Prieto García
03/05/15 · 8:00
La ciudad del motor. / Joseph Stevenson
Las prácticas de préstamos especulativos y la titulización de hipotecas de alto riesgo fueron en gran parte la culpa de la crisis financiera de 2008. La crisis fue particularmente grave en las ciudades donde la falta de liquidez en el sistema financiero hizo que fuera difícil para los gobiernos municipales responder a la ola de ejecuciones hipotecarias y a la resultante disminución de los ingresos fiscales. Con lo peor de la crisis aparentemente detrás es el momento de reflexionar sobre el impacto a largo plazo que ha tenido en las ciudades estadounidenses. Tal vez el ejemplo más extremo de una ciudad en crisis es el de la ciudad de Detroit. Las maltrechas finanzas de la ciudad no pudieron competir con la crisis económica mundial y en el 2013 Detroit se declaró en quiebra. Esta parte de la historia es bien conocida, pero se ha prestado mucha menos atención a la planificación del desarrollo futuro de Detroit en torno al cual ha habido un consenso entre las élites locales que se unieron entorno a ello un año y medio año desde que se declaró en bancarrota. Si bien este nuevo plan conserva algunos elementos de los programas de desarrollo urbano, este prescinde de la estrategia basada en el crecimiento constante basado en el rejuvenecimiento del sector manufacturero de la ciudad. En su lugar, se acepta la posibilidad de un mayor declive económico y su objetivo está en mejorar la calidad de vida de los residentes de Detroit, la diversificación económica y la sostenibilidad ambiental.

Al liberar a la ciudad de la carga de su deuda se ha permitido que el futuro de Detroit pueda ser re-imaginado

Para entender la voluntad de los responsables políticos de Detroit a renunciar al sueño de regresar a una época dorada de la fabricación fordista es necesario poner la crisis de 2008 en su contexto. Al igual que muchas ciudades de Estados Unidos, Detroit es una víctima de la prolongada crisis económica, que comenzó en la década de 1970. Con la reubicación por parte de los fabricantes de automóviles de sus instalaciones de producción primero a los estados del sur y luego al extranjero en un intento de evitar costos laborales y contrarrestar una tasa decreciente de ingresos. El colapso del sector industrial del automóvil de Detroit dejó las finanzas de la ciudad en ruinas, y los responsables políticos respondieron adoptando las típicas soluciones orientadas al fortalecimiento del mercado que estaban de moda en la década de 1980. Hubo un gran cambio en los Estados Unidos durante la década de 1980, en el que la función principal del gobierno municipal pasó de gestionar la prestación de servicios del día a día a fomentar mayoritariamente el crecimiento económico. Para ello surgieron "coaliciones para el desarrollo" en muchas ciudades. Estas coaliciones apostaban por las "políticas de la máquina de crecimiento", cuyo objetivo era aumentar el valor del suelo y atraer inversiones extranjeras. Los organismos públicos asumieron riesgos para proyectos de desarrollo urbano a gran escala, mientras que las empresas privadas cosecharon las recompensas financieras. Esto condujo a una percepción entre los inversionistas de que los bonos municipales eran inversiones seguras que ofrecían suculentas ganancias, por lo que cuando el gobierno municipal de Detroit trató de compensar la reducción en sus ingresos fiscales con la emisión de bonos no había escasez de inversores dispuestos a ello. Para el año 2012 el déficit de Detroit se situó en 326.000.000 dólares, mientras que sus ingresos fiscales y la población siguieron disminuyendo.
El marco de acción para responder a la crisis en muchas ciudades ha sido el de intensificar las políticas neoliberales. Así, cuando las coaliciones para el desarrollo no lograron atraer inversiones o aumentar el valor del suelo, la respuesta fue con frecuencia ofrecer condiciones incluso más favorables a los inversionistas mientras se recortaban servicios. Esto ha llevado a muchos académicos y activistas a la desesperación ya que mientras el neoliberalismo es la causa de la crisis actual también perversamente se ha abrazado como la única solución existente. Muchos municipios han impuesto la austeridad fiscal desde el inicio de la crisis financiera como un medio para atraer la inversión. Aunque algunas de estas ciudades tienen sus finanzas con una base solida, los responsables políticos ven la austeridad fiscal como un desvío a corto plazo destinado a calmar a inversionistas asustadizos. De acuerdo con este razonamiento el dolor causado por la austeridad se verá compensado en un futuro próximo una vez que la coalición por el desarrollo sea capaz de reanudar un ciclo de crecimiento. En el caso de Detroit este optimismo habría estado fuera de lugar, porque incluso la versión más agresiva de la austeridad fiscal no habría invertido las décadas de declive que ha sufrido la ciudad. Esto plantea una pregunta obvia: ¿Por qué una ciudad ha de soportar el dolor de la austeridad si un mayor declive es inevitable desde el principio?

El rechazo a la austeridad debe ir acompañada de un conjunto de políticas destinadas a la gestión del declive de una manera que haga que las ciudades sean más habitables

Ante una cuestión como esta, las élites de Detroit decidieron que aunque la austeridad era el mejor interés para los acreedores de fuera de la ciudad, ésta suponía hacer la vida aún más difícil para los residentes, y decidieron repudiar la deuda de la ciudad y dar el paso histórico de declararse en quiebra. Al liberar a la ciudad de la carga de su deuda se ha permitido que el futuro de Detroit pueda ser re-imaginado. Una coalición entre las élites de la ciudad se han unido en torno a esta nueva visión, que se basa en el uso del suelo de una forma creativa, de la sostenibilidad ambiental y de la diversificación económica. Se articula en un documento de 345 páginas titulado Detroit Future City (DFC). Se lee como un plan completo para la ciudad que se centra en cinco "elementos de planificación": crecimiento económico, el uso del suelo, sistemas de servicio de la ciudad, los barrios, y los propiedades municipales en forma de terrenos y construcciones. A diferencia de las políticas urbanas empresariales cuyos horizontes temporales se miden en el corto plazo y los ciclos electorales, el DFC pretende rejuvenecer la economía de Detroit, en el transcurso de las próximas cinco décadas. El primer paso es hacer la ciudad habitable con el fin de detener la ola de emigración, previendo inversiones en los barrios. Se anima también a los residentes en barrios caracterizados por altos niveles de abandono a trasladarse a barrios con alta densidad de población. El esquema de producción fordista es rechazado en favor de la diversidad económica, la típica casa unifamiliar aislada es rechazada en favor de barrios diversos densamente poblados, y el cambio más importante para esta Ciudad del Motor es que el plan prevé una red de transporte público eficiente. Quizás el aspecto más destacable del DFC es "la re-imaginación y la reutilización de terrenos abandonados para usos productivos o, cuando haya un exceso de los mismos, sean retornados a su estado ecológico inicial, sostenible con el medio ambiente." Por lo tanto, el énfasis en el uso sostenible de la tierra es un desviación importante del esquema o maquinaria política de crecimiento económico orientado a aumentar el valor del suelo.
Es demasiado pronto para decidir si la visión articulada en el DFC sera realizable o si será efectivamente capaz de orientar las políticas publicas para los próximos cincuenta años. Sin embargo, es importante señalar que la quiebra de Detroit dio la oportunidad de trazar un nuevo rumbo. Me refiero a esto como la maquinaria política de decrecimiento, ya que acepta la incapacidad de seguir creciendo constantemente y da por hecho la realidad de que una mayor contracción de la economía tradicional de Detroit es inevitable para activar otro tipo de actividades, y en vez de intentar contentar a los acreedores los responsables políticos se centran fundamentalmente en la mejora de la calidad de vida de los residentes de la ciudad. El concepto de "decrecimiento" no es nuevo, pero históricamente ha sido utilizado principalmente por activistas y académicos ya que los políticos no ganan elecciones haciendo campaña sobre como hacer para que la economía deje de crecer. Esto está cambiando desde el inicio de la crisis financiera, ya que hay muchos lugares en los que el crecimiento simplemente no es una opción ni a corto ni a largo plazo, una realidad que no puede ser revertida ni por la austeridad fiscal. Algo que está haciendo que el mensaje del decrecimiento este empezando a entrar en la corriente principal del discurso político en el sur de Europa. Los votantes en Grecia rechazaron recientemente la austeridad fiscal, y aunque esto puede poner en peligro las líneas de crédito de los acreedores obsesionados con las medidas de austeridad con sede mayoritariamente en Bruselas y Berlín faculta a los políticos griegos para centrarse en la calidad de vida de sus ciudadanos. Del mismo modo, muchas ciudades en China están luchando para hacer frente al lento crecimiento económico que Xi Jinping ha llamado la "nueva normalidad". Si los vertiginosos días de crecimiento sostenido del 10% son cosa del pasado los planificadores urbanos no serán capaces de atraer igualmente tanto a inversores extranjeros como préstamos por parte de bancos, por lo que pueden verse obligados a responder solamente a las demandas de mejora de calidad de vida de sus ciudadanos de una forma más creativa.
Debido a todo esto Detroit puede servir de lección para futuras coaliciones de decrecimiento en otros lugares del mundo. Ya que en primer lugar, Detroit demuestra que la intensificación de la austeridad fiscal no es la única respuesta a disposición de los responsables políticos que se enfrentan a una crisis económica. Que, a pesar de la declaración de quiebra de Detroit, no fue castigada por los acreedores. Por el contrario, el repudio de la deuda transformó Detroit en un destino atractivo para los inversores. Por ejemplo, Goldman Sachs lanzó una iniciativa para invertir 20 millones de dólares en las pequeñas empresas de Detroit. En pocas palabras, una institución que se desahoga de su deuda parece una mejor inversión que otra que no puede pagarla sin el apoyo de un garante (en este caso el Estado de Michigan). En segundo lugar, la razón por la que Detroit es capaz de atraer la inversión se debe a su máquina política de decrecimiento ha articulado con claridad un plan innovador para el futuro de la ciudad. El rechazo a la austeridad debe ir acompañada de un conjunto claro de políticas destinadas a la gestión del declive de una manera que haga que las ciudades sean más habitables. Por lo tanto, más que un fin en sí mismo, el repudio de la deuda debe ser visto como un medio para que las ciudades puedan visionar futuros alternativos, sostenibles y equitativos.

dimecres, 6 de maig del 2015

IV ENCUENTRO DE REDES E INICIATIVAS DECRECENTISTAS Y TRANSICIONERAS -GRANADA 1, 2 Y 3 MAYO 2015

Article publicat a   El Mundo

Ideas ante la crisis  

¿Decrecemos?

Marcos Rivero, de la Red de Decrecimiento de Sevilla, mostrando un...
Marcos Rivero, de la Red de Decrecimiento de Sevilla, mostrando un billete del Puma (la moneda social del barrio del Pumarejo). C.F.

Mientras los políticos de todos los signos rinden pleitesía al "crecimiento" de toda la vida, los ciudadanos siguen dándole vueltas a una pregunta incómoda pero inevitable: "¿Decrecemos?"
La vieja idea del de decrecimiento acuñada por el "bioceconomista" Nicholas Georgescu-Roegen, y puesta al día por Serge Latouche durante las "vacas gordas" de los años noventa, ha cobrado una nueva dimensión en el túnel de la crisis. Y España se ha convertido en un terreno más que abonado, con teóricos-prácticos como Carlos Taibo, Florent Marcellesi, Yayo Herrero o Julio García Camarero, por nombrar apenas unos cuantos.
Los "objetores del crecimiento" se han dejado caer este fin de semana en Granada, en el IV Encuentro de Redes e Iniciativas Decrecentistas y Transicioneras , para seguir explorando ese camino de senderos que se bifurcan, a veces incomprendido o insuficientemente explicado.
La gente puede pensar, así a primeras, que "decrecimiento" es realidad lo que hemos tenido estos últimos siete años, con las garras la precariedad extediéndose por toda nuestra geografía. Pero no es eso... Eso ha sido -y sigue siendo- el subproducto de esta economía de crecimiento ilimitado que nos ha incitado a vivir por encima de nuestras posibilidades ¿O tampoco es eso?
"Decrecimiento no es austeridad, ni tampoco recesión", advierte Marcos Rivero, de la Red de Decrecimieto en Sevilla , que vino al encuentro de Granada a participar en un taller para los "no iniciados". "Pero queramos o no, estamos chocando ya con los límites del planeta... La cuestión está en decidir si "decrecemos" de una manera involuntaria y brusca, con ha sucedido estos últimos años. O si lo hacemos de una manera voluntaria y sostenible, sin esperar al último momento".
Marcos nos invita a equiparar el "decrecimiento" con la máxima de "vivir mejor con menos"... "A la gente puede asustarle de entrada el hecho de pensar que, queramos o no, vivimos dentro de unos límites ambientales. Pero en cuanto descubren el lado positivo, cuando ponen en el otro lado de la balanza todo lo que ganamos (tiempo para las relaciones personales, reforzamiento de lazos comunitarios, nuevas maneras de cooperación) son muchos más receptivos al mensaje".
La Red de Decrecimiento de Sevilla, todo hay que decirlo, se encuentra en estos momentos en estado "latente". Pero ahí tenemos la cooperativa integral, la red de productores y consumidores ecológicos, los programas de radio, las incontables charlas y encuentros y sobre todo el famoso Puma (la moneda social del barrio del "Pumarejo"), como muestra del camino avanzado todos estos años.
La encrucijada creada por la crisis y la circunstancias personales han ralentizado la red, pero las semillas están dando sus frutos. Marcos Rivero trabaja ahora para Solidaridad Internacional Andalucía, una Organización No Gubernamental de Desarrollo, intentando poner en acción sus valores con proyectos de desarrollo local y cooperación.
Decrecimienot feliz e infeliz, ¿con cuál nos identificamos?
Su propia experiencia durante estos años intenso de activismo, hasta que se le acabó el colchón económico, le ha servido para replantear la situación como a tantos otros: "Muchos hemos tenido que adaptarnos y buscar alternativas fuera de los cauces convencionales. Y esa búsqueda ha sido también un camino de empoderamiento y descubrimiento. La situación de exclusión económica en la que vive mucha gente ha creado esta necesidad de buscar nuevas fórmulas. El viejo modelo está colapsando".
Por Granada se ha dejado caer también este fin de semana Julio García Camarero, autor del tetralogía que de momento culmina con "El decrecimiento infeliz" . García Camarero indaga en en la contradicción y sostiene que es necesario ponerle adjetivos a "la palabra bomba", para dejar claro lo que es y lo que no es, y evitar el riesgo de "perderse en el ambigüedad".
En "El decrecimiento feliz", su obra anterior, el geógrafo, ingeniero técnico y ecologista defendía la necesidad de un modelo alternativo que procure "la felicidad para todos, el desarrollo humano y el respeto a la Tierra", una senda más o menos paralela a la trazada en la última década por el movimiento de la Decrescita Felice en Italia.
"Pero hay que decir sin miedo que el decrecimiento infeliz existe", recalca Julio García Camarero, que se remite a lo que hemos padecido estos últimos años. "Lamentablemente, esta es la consecuencia del neoliberalismo y de los gobiernos lacayos al sitema, que sólo piensan en una desmesurada acumulación para una oligarquía y provocan al mismo tiempo la precariedad y el decrecimiento infeliz de los recursos del planeta".
El otro tipo de "decrecimiento", el positivo y voluntario, elegido no sólo las personas sino por la sociedad en su conjunto, despunta en su opinión con más fuerza en abierto contraste con todo lo que reprenta su antogonista: "El decrecimiento feliz es al fin y al cabo la redistribución de la riqueza del planeta entre todos".
¿Decrecemos? Seguiremos intentando responder a la fatídica pregunta en las próximas entregas...

Para saber más del decrecimento:

-Serge Latouche. ."La apuesta por el decrecimiento" (Icaria) ."La sociedad de la abundancia frugal" -Carlos Taibo .El decrecimiento explicado con sencillez .Decrecimientos (director de edición) -Decrecimiento, un vocabulario para una nueva era (Varios) -Adiós al crecimiento: Jean Gadrey, Florent Marcellesi y Borja Balagué -"Proyecto Decrecimiento". Vincent Liegey, Stéphane Madelaine, Christophe Ondet, Anne-Isabelle Veillot (prólogo de Yayo Herrero) -Paolo Cacciari: "Decreciemiento o barbarie" -Julio García Camarero "El decrecemiento feliz y el desarrollo humano" "El decrecimiento infeliz". Bibliografía del Decrecimiento Portales de Decrecimiento

dimarts, 5 de maig del 2015

“Las autoridades de la zona euro están provocando una crisis de liquidez en Grecia para forzarla a capitular”

Publicat a  El Diario.es
Philippe Legrain, exasesor de Durao Barroso y profesor de la London School of Economics, advierte que la gran prioridad en la crisis de la UE ha sido salvar a la banca alemana y francesa.
Hernán Garcés y Arthur Vigneron⎮Alternativas económicas – El Diario⎮02/05/2105
Traducido del inglés por Gonzalo Garcés
Philippe Legrain, exasesor de Durao Barroso
Philippe Legrain, exasesor de Durao Barroso
¿A qué fuentes acudirán los historiadores en el futuro para intentar explicar la mayor crisis que ha golpeado a la Unión Europa? Es probable que el influyente economista inglés Philippe Legrain sea una de ellas. Su condición de testigo directo, al haber ejercido como asesor económico independiente del presidente de la Comisión Europea—José Manuel Durão Barroso— y jefe del equipo que le proporcionaba asesoramiento político estratégico, le da una  auctoritas de la que carecen otras fuentes.
En su excelente libro  European Spring: Why Our Economies and Politics are in a Mess – and How to Put Them Right (sorprendentemente todavía no editado en España), Philippe Legrain desgrana la respuesta catastrófica a la crisis por parte de los responsables políticos de la zona euro y deconstruye tópicos a los que nos tienen acostumbrados algunos responsables políticos y medios de comunicación. En la actualidad, es profesor en la prestigiosa London School of Economics y escribe con regularidad en medios como  Foreign Policy Financial Times o  The Guardian.
En una carta al  Financial Times, el vicepresidente del gobierno de Grecia pedía a la Unión Europea una oportunidad para salir de la trampa de Sísifo respecto a la deuda. Al parecer, Berlín, Frankfurt y Bruselas no se la quieren conceder. ¿Por qué?
El nuevo gobierno griego, dirigido por Syriza, es el primero en cuestionar directamente la mala gestión de la crisis por parte de las autoridades de la zona euro, dando esperanza a muchos europeos que están cansados de escuchar que no hay alternativa al fracaso de las políticas que se han aplicado durante los últimos siete años. Así pues, las autoridades de la zona euro están resueltas a impedir su éxito: o Grecia capitula, o se arriesga a ser expulsada (ilegalmente) del euro. Olvídense de la solidaridad o del respeto a la democracia: es un feroz chantaje.
El ministro de finanzas de Grecia, Yanis Varoufakis, está siendo criticado   por numerosos ministros de la zona euro. En su opinión, ¿está gestionando acertadamente la crisis griega?
Los ministros de la zona euro son, en su mayoría, un grupo gris y mediocre, lo que les hace sentir envidia y resentimiento frente a alguien como Yanis Varoufakis, que se muestra seguro de su capacidad intelectual, es elocuente, y además los medios de comunicación y gran parte de la opinión pública le aclaman como a una estrella del rock e incluso como a un  sex symbol. De modo que no deberíamos prestar mucha atención a las críticas personales a Varoufakis. Al mismo tiempo, Varoufakis no se ha hecho ningún favor al aparentar estar más concentrado en los medios de comunicación, ya sea en programas de debate o en la desafortunada sesión de fotos de  Paris Match, que en las negociaciones con el Eurogrupo.
Varoufakis tiene que concentrarse en su objetivo principal —probablemente el alivio de la deuda griega— y desarrollar una estrategia para conseguirlo. Ello exigirá inevitablemente una política de negociación arriesgada, lo cual requiere a su vez un plan B por si las autoridades de la zona euro lo rechazan. El Plan B podría consistir en introducir una divisa paralela, lo que permitiría al gobierno griego amenazar de forma creíble con el impago unilateral de la deuda. El gobierno podría pagar sus cuentas con pagarés negociables cuyo valor se derivaría del hecho de que podrían ser usados para pagar impuestos pasados, presentes y futuros. Aunque pueda parecer una locura, el estado de California hizo eso en 2009 sin abandonar el dólar.
¿Es posible que Grecia tenga que abandonar pronto el euro?
Creo que las posibilidades de que Grecia salga del euro están aumentando. Las autoridades de la zona euro están provocando deliberadamente una crisis de liquidez en Grecia, con el fin de forzarla a capitular. El Banco Central Europeo (BCE) ha cerrado a los bancos griegos el acceso a la liquidez barata e ilimitada de la que disfrutan  otros bancos de la zona euro, y en su lugar les ofrece, con cuenta gotas, liquidez excepcional más cara.
El presidente del Eurogrupo, Jeroen Dijsselbloem, ha sugerido que Grecia podría necesitar imponer controles de capital, alentando el retiro de depósitos de los bancos griegos, y por lo tanto la dependencia de esos bancos del BCE. Frankfurt también ha rechazado permitir a los bancos griegos adquirir más bonos del Tesoro griego, limitando las opciones de financiación del gobierno. Así, las posibilidades de que las autoridades de la zona euro estén imponiendo demasiada presión y de que Grecia se vea expulsada accidentalmente del euro —o de que el gobierno griego llegue a la conclusión de que no tiene otra alternativa que abandonar el euro— están aumentando. Al mismo tiempo, la opinión pública alemana está reclamando, cada vez más, que Grecia salga del euro, y por tanto, la canciller Merkel podría concluir que ella tiene que actuar de acuerdo con esa opinión.
Entonces, ¿cuáles serían las consecuencias para la economía griega de abandonar la zona euro?
Abandonar el euro sería, al principio, muy disruptivo para Grecia, especialmente si ocurriera de manera caótica. Indudablemente, habría un  corralito para evitar la fuga de depósitos, controles de capital, confusión sobre qué contratos se convertirían a la nueva moneda griega, cuándo y cómo, y así sucesivamente.
Una vez fuera del euro, el gobierno griego, sin duda, no se sentiría especialmente obligado a devolver el dinero a los gobiernos de la zona euro y al BCE, responsables de su expulsión; en particular cuando las deudas denominadas en euro aumentasen una vez que la nueva divisa griega se hubiese depreciado frente al euro. Es más difícil prever si Grecia decidiría o no pagar al Fondo Monetario Internacional (FMI) y los bonos en manos de inversores privados.
Sin embargo, libre de deuda, con una divisa mucho más barata y con mucha más libertad política, Grecia recuperaría pronto el crecimiento, sin lugar a dudas. Cuando Argentina abandonó, en 2001, el régimen de convertibilidad con el dólar estadounidense, su recuperación comenzó un año más tarde.
Lo que sucediese después dependería de lo bien que gestionase el gobierno la economía. ¿Lleva a cabo sus planes para acabar con el poder de los oligarcas corruptos que tienen el dominio sobre un mercado “cartelizado”, impulsar la inversión y atraer el  know-how y el capital extranjeros para modernizar la economía? ¿O desperdicia la nueva libertad de acción que ha conseguido?
Numerosas autoridades de la zona euro y el ministro de finanzas alemán, Wolfgang Schäuble, creen que la zona euro sobreviviría al abandono del euro por parte de Grecia. Sin embargo, unos de los historiadores económicos más respetados, Barry Eichengreen , afirma que sería un “Lehman Brothers al cuadrado”. ¿Cuál es su opinión al respecto? 
El impacto inicial sería financiero. Grecia, casi con toda seguridad, suspendería el pago de la totalidad de la deuda contraída con las autoridades de la zona euro, así como el del pasivo de Target 2 del Banco de Grecia. También afectaría a los bancos extranjeros que aún están expuestos a la economía griega. Y también dispararía la especulación sobre cuál sería el siguiente país en abandonar el euro: ¿Portugal? ¿Italia? ¿España? Dicho esto, el BCE podría intervenir para limitar la fuga de depósitos, y ya está comprando una gran cantidad de bonos estatales a través de su programa de expansión cuantitativa. Así que, a corto plazo, creo que el impacto en el resto de la zona euro sería doloroso pero controlable.
De cara al futuro, la confirmación de que los países pueden abandonar el euro generaría más incertidumbre sobre todos los países en dificultades del sur de Europa, incluida España, asfixiando la inversión y convirtiendo la zona euro en algo aún más frágil. En un mundo post  quantitative easing [ndlr: post-expansión cuantitativa], se haría más probable que se tuviese que activar el programa Outright Monetary Transactions [ndlr: programa de compras directas], lo cual revelaría que la afirmación de Mario Draghi de que haría “lo que fuese necesario” para mantener el euro unido no es tan sólida como parece.
Por último, el abandono del euro por parte de Grecia provocaría un contagio político. Si Grecia comenzase pronto a crecer de nuevo fuera del euro —como incluso algunas autoridades de la Comisión Europea sugieren en privado que sucedería—, otros países podrían decidir seguir sus pasos. ¿Podría el euro sobrevivir a la salida de Italia, donde los tres principales partidos de la oposición son antieuro? ¿Y si fuera Francia?
En 2010, España contribuyó al primer rescate de Grecia con una suma de 9800 millones de euros. En su libro  European Spring usted afirma que “el rescate griego fue la segunda etapa del mayor atraco bancario de todos los tiempos”. Un  director del Fondo Monetario Internacional (FMI) y usted indican que el objetivo del rescate no era ayudar a Grecia sino a los bancos alemanes y franceses. ¿Qué ocurrió exactamente? ¿Lo sabía el gobierno español?
Cuando, en 2010, Grecia se vio aislada de los mercados, su deuda, enorme y en rápido aumento, era sin lugar a dudas impagable. Tanto los inversores como los empleados del FMI lo sabían. Por lo tanto, se debería haber aplicado una quita a esa deuda, como el FMI reconoció después públicamente. Sin embargo, para evitar que los bancos alemanes y franceses sufrieran pérdidas, los responsables políticos de la zona euro, y en particular la canciller alemana Angela Merkel junto al trío francés compuesto por el presidente de Francia Nicolas Sarkozy, el presidente del Banco Central Europeo Jean-Claude Trichet y el presidente del FMI Dominique Strauss Kahn, hicieron creer que Grecia solo estaba atravesando problemas de financiación temporales. En violación de los tratados de la UE, cuyas normas impiden los rescates, prestaron dinero de los contribuyentes europeos al insolvente gobierno griego, en apariencia por solidaridad, pero con el objetivo real de rescatar a esos bancos extranjeros. En realidad, este préstamo condenó a los pobres griegos a una “prisión de deuda”. Al poner los intereses de la banca por encima de los de los ciudadanos comunes, los responsables de la zona euro han enfrentado a unos europeos contra otros.
No puedo confirmar lo que el gobierno español sabía o creía en 2010; para ello habría que tener acceso a las actas de las reuniones oficiales.
Según Bloomberg, el ministro de economía español Luis de Guindos (y exdirector de Lehman Brothers España y Portugal) tuvo una posición bastante agresiva contra Grecia durante el acuerdo del Eurogrupo de febrero. Desde un punto de visto económico y político, ¿fue una buena decisión para España?
Luis de Guindos quiere ser el próximo presidente del Eurogrupo, por lo que necesita ser “ más alemán que los alemanes” para ganarse el apoyo de Berlín. Asimismo, el gobierno del PP quiere que el gobierno griego liderado por Syriza fracase, con el fin de disuadir a los españoles de votar a Podemos en las elecciones generales de noviembre. Por último, al haber aceptado la estrategia liderada por Alemania de austeridad y reformas estructurales, el gobierno español tiene un interés directo en la defensa de su postura.
También es verdad que, en términos financieros estrictos, los contribuyentes españoles perderían dinero con la quita de la deuda de Grecia, debido a la decisión catastrófica y corrupta de 2010. Pero, en un sentido estratégico más amplio, los intereses de España en su conjunto —de hecho, todo el mundo en España, menos los bancos y sus acreedores— están alineados con los de Grecia. En ambos casos, los contribuyentes corrientes han sido obligados a pagar los costes totales de una crisis de la que son, a lo sumo, sólo en parte responsables. En particular, en ambos casos se han visto obligados a rescatar a la banca francesa y alemana, cuyas malas prácticas de préstamo alimentaron la burbuja inmobiliaria en España y la burbuja de consumo público en Grecia. Al igual que Grecia, España tiene una deuda externa altísima. En conclusión, los españoles deberían compartir las aspiraciones de los griegos por una zona euro más justa.
¿Cuál es la solución a la elevada deuda pública de numerosos países de la zona euro?
Por ahoraaunque  la deuda pública española sigue creciendo, continúa siendo sostenible, aunque eso podría cambiar si el crecimiento se desacelera, la deflación se profundiza y/o los tipos de interés suben. El principal problema de España es su enorme deuda privada, y en particular las hipotecas ligadas a casas cuyo valor se ha desplomado. Sin embargo, los hipotecados no pueden escapar debido a la injusta ley hipotecaria de España, que favorece a la banca, y a la falta de voluntad política para infligir pérdidas en una banca con conexiones políticas que se sigue beneficiando de un aval implícito de los contribuyentes.
Está claro, no obstante, que el gobierno griego necesita aliviar su deuda, y una buena manera de gestionar este proceso sería celebrar una conferencia sobre la deuda donde acreedores y deudores podrían alcanzar un gran acuerdo. Eso podría incluir una quita de la deuda a cambio de reformas, e idealmente también un plan Marshall (o Merkel) de inversión. Dicha conferencia también podría abordar la deuda bancaria de 64 mil millones de euros impuesta a los contribuyentes irlandeses (14 000 euros por persona) y una quita a los préstamos de la Unión Europea a Portugal.
En una reciente entrevista , Thomas Piketty ha afirmado que “al crear la zona euro hemos creado un monstruo”. ¿Qué opina sobre esta afirmación?
Creo que, mientras que el euro tiene fallos de diseño, la zona euro se ha convertido en una monstruosidad —una prisión de deudores glorificados— debido a los errores catastróficos que se han cometido durante la crisis. Los contribuyentes han tenido que pagar el precio de las malas prácticas de préstamo de la banca. Los países acreedores, en particular Alemania y los Países Bajos, han trasladado los costes totales de la crisis a los países deudores, principalmente a España. Se ha impuesto un sufrimiento innecesario a la gente común, aplicando una austeridad colectiva y unos recortes salariales excesivos y prematuros. Por último, la nueva camisa de fuerza fiscal prohíbe decisiones legítimas y democráticas sobre fiscalidad y gasto. En conclusión, necesitamos con urgencia una zona euro más libre, justa y democrática.
En su libro  European Spring   usted dice que la zona euro va camino de convertirse en una zona euro germánica con un marco tecnocrático. Al mismo tiempo, el ministro alemán de finanzas, Wolfgang Schäuble, asegura que “unas nuevas elecciones no cambian nada”. Ante este panorama, ¿qué puede hacer España?
En primer lugar, España tiene que elegir un nuevo gobierno  [en las elecciones] a finales de año. En mi opinión, la prioridad del nuevo gobierno sería conseguir aliviar la deuda de los prestatarios en dificultades, y en particular los titulares de hipotecas. Si eso implica que los bancos tengan grandes pérdidas, que así sea; sus acreedores tendrán que recapitalizarlos soportando parte de esas pérdidas.
Además, Madrid debe hacer causa común con París y Berlín para pedir políticas y reglas diferentes para la zona euro. Un aumento de la inversión y unas reformas que se centren en la productividad, y no en el recorte de los salarios en una búsqueda mercantilista de la “competitividad”. Reglas fiscales más flexibles que permitan a los gobiernos democráticamente elegidos responder a condiciones económicas y prioridades políticas cambiantes, con un BCE cuyo mandato sería prevenir pánicos, y con la creación de un mecanismo para reestructurar las deudas de gobiernos insolventes.
Finalmente, Alemania también debe desempeñar su papel en el ajuste necesario en la zona euro, relanzando su actividad económica en vez de imponer la deflación a sus vecinos. Su superávit de cuenta corriente, casi el 8 % de su PIB, el mayor del mundo, es el desequilibrio más peligroso y desestabilizador de la zona euro. Se debe presionar a la Comisión Europea para que haga cumplir en Alemania las reglas del Procedimiento de Desequilibrios Macroeconómicos de la zona euro. Que se les demande, si es necesario.
“Los gobiernos podrían haber abordado con decisión los problemas bancarios en Europa mucho antes de ahora sin recurrir al dinero del contribuyente”. Como usted sabe, el contribuyente español pagó 23 465 millones de euros para rescatar a Bankia. ¿Había alguna alternativa?
La solución era simple: copiar y pegar las leyes de resolución bancaria que ya habían sido promulgadas en otras partes, por ejemplo en Gran Bretaña; eliminar a los accionistas de Bankia; y dejar que sus acreedores cargaran con la deuda, convirtiendo sus bonos en acciones. Sin embargo, el gobierno español tomó la decisión política de rescatar a Bankia, que estaba dirigido por el exministro de economía del PP Rodrigo Rato.
El presidente del gobierno español, Mariano Rajoy, dijo hace un año que la crisis había terminado en España. ¿Es verdad?
Por supuesto que no. La economía española sigue siendo un 5,7 % menor que cuando golpeó la crisis hace siete años. El 23,7 % de los españoles está en paro, y muchos más han quedado directamente fuera de la fuerza laboral. La deuda privada sigue siendo enorme, al tiempo que la deuda pública sigue aumentando. De hecho —contrariamente a las afirmaciones del gobierno de que la austeridad ha “funcionado”—, la recuperación ha coincidido con la flexibilización de la austeridad extrema del periodo de 2011 a 2013, mientras que el déficit presupuestario del 5,7 % del PIB del año pasado fue el más elevado, no sólo de toda la zona euro, sino de toda la UE. Mientras tanto, con el estancamiento de los salarios, el aumento del consumo es impulsado por una reducción del ahorro en lugar del aumento de los salarios. Por lo tanto, España no se ha ajustado con éxito, ni su recuperación es sostenible.
Usted explica en su libro la crisis de Europa como “una tragedia con un prólogo y cinco actos”. Al parecer, esta tragedia no va a terminar pronto. ¿Qué opinión tiene de nuestros responsables políticos?
Pienso que algunos responsables políticos realmente creen, erróneamente, que la consolidación fiscal y las reformas estructurales son la solución a una recesión de balance. A otros no les importa y, cínicamente, solo quieren justificar las malas decisiones que han tomado. La crisis ha puesto de manifiesto cómo los políticos delestablishment y los tecnócratas de la Unión Europea son generalmente incompetentes, a veces corruptos, y con frecuencia están peligrosamente desconectados del ciudadano corriente que sufre las consecuencias de sus decisiones. Por eso la tragedia puede prolongarse largamente en el tiempo, hasta que los votantes finalmente digan “basta”.
En su libro, usted propone una serie de reformas para mejorar las instituciones europeas y nuestras economías: “para escapar de este largo y oscuro invierno, necesitamos una primavera europea: una renovación tanto económica como política”. ¿Tenemos que ser optimistas? Soy optimista en el sentido de que el futuro de Europa no tiene por qué ser tan desolador como el presente. Los europeos podemos cambiarlo para mejor. Pero el cambio no ocurrirá de manera automática. Tenemos que luchar por ello. Es la razón por la cual he puesto en marcha un movimiento, en europeanspring.org, por una  Primavera Europea, por una Europa más dinámica, digna y democrática.
Fuente:  http://www.eldiario.es/alternativaseconomicas/autoridades-provocando-liquidez-Grecia-capitular_6_383621649.html

diumenge, 3 de maig del 2015

Els decreixentistes desafien el predomini del creixement econòmic

Traducció de l'article publicat a la revista  Counterpunch

 Conviertiendo un elefante en un caracol

13 de abril 2015 
por  MARK HAND
La adhesión generalizada al crecimiento y al desarrollo económico, incluso entre los activistas del medio ambiente, es la causa principal de la actual crisis socioecológica que afronta el mundo, según un nuevo libro que recoge la filosofía de "decrecimiento" y cuyos autores consideran que  son  necesarias “narrativas contrahegemónicas”  más integrales  para crear nuevas formas de vida que no reconozcan la equivalencia de  crecimiento con progreso.

La filosofía del decrecimiento ha atraído a un número relativamente grande de seguidores en Europa, especialmente en Francia, donde se le conoce como Décroissance. Sus defensores ven el decrecimiento como la posibilidad de que los seres humanos pueden lograr la prosperidad sin crecimiento económico. Esta filosofía ha luchado por ganar una atractivo similar al otro lado del Atlántico, aunque muchos pensadores radicales, entre ellos el fallecido teórico anarquista estadounidense Murray Bookchin, han promovido ideas similares en  los últimos 50 años.

La gran mayoría de personas que se proclaman ambientalistas o activistas del clima creen que la salud ecológica global puede ser resuelta de forma suficiente  sin distanciarse de la ideología del crecimiento económico. Recientemente,  un prominente científico del clima, el profesor de la Universidad Estatal de Pennsylvania Michael Mann, mencionó con optimismo que los datos  mostraban  que la economía de Estados Unidos había crecido en el 2014, mientras que las emisiones de dióxido de carbono se  habían  mantenido estables. Esto "es un signo muy esperanzador de que, efectivamente, podemos hacer crecer la economía y disminuir las emisiones de carbono al mismo tiempo", señaló Mann.

En el libro "Decrecimiento: un vocabulario para una Nueva Era", los autores, Federico Demaria, Giorgos Kallis y Giacomo D'Alisa, tratan de demostrar a Mann y a otros verdaderos creyentes del paradigma del crecimiento económico, que hay alternativas realistas al capitalismo y que el crecimiento económico debería ser abolido como un objetivo social.

"Los ambientalistas deberían ser los primeros en darse cuenta de que el crecimiento económico no es bueno para el medio ambiente", dijo Demaria en una entrevista de la revista
Counter Punch. Numerosas investigaciones han demostrado que el crecimiento económico no es sostenible desde una perspectiva ecológica, subrayó y agregó: "Tenemos que buscar otras formas de satisfacer nuestras necesidades."

Más allá de los debates sobre la lógica de abrazar el crecimiento sin límite en un planeta finito, la crisis económica mundial de los últimos siete años ha demostrado que el  inherente imperativo del crecimiento del capitalismo podría estar entrando en una fase auto-destructiva. Incluso el Fondo Monetario Internacional, cuyo objetivo principal es gestionar el crecimiento económico y el flujo internacional de capitales, concluyó en un nuevo informe que la nueva realidad podría ser un menor crecimiento tanto en las economías desarrolladas como en las emergentes.

Uno de los países más castigados por los siete años de crisis económica, Grecia, se ha convertido en un caldo de cultivo para el pensamiento decrecentista. En febrero,  un foro sobre Decrecimiento que se celebró en Atenas  titulado "Prosperidad sin crecimiento", atrajo a más de 500 personas. "La mayoría de las presentaciones y de las propuestas fueron de muy alta calidad, un hecho que puede elevar el nivel de seriedad e influencia del decrecimiento en la sociedad griega", según un resumen del foro.

Demaria, investigador del Departamento de Ciencia y Tecnología Ambientales de la Universidad Autónoma de Barcelona y miembro de la asociación académica Research & Degrowth, considera que el éxito del foro de Atenas es un indicador de que el movimiento pro decrecimiento está ganando impulso. Otro hecho digno de mención, de acuerdo con Demaria, es que los defensores del  decrecimiento proceden de ideologías diversas y no se limitan únicamente a los partidos más izquierdistas  del espectro político.

Santi Vila, el Conseller de Planificación y Sostenibilidad del Gobierno de Cataluña en España y miembro del partido político centrista Convergencia Democrática de Cataluña, se ha pronunciado a favor del Decrecimiento y dio la bienvenida a las  investigaciones realizadas sobre el tema en la Universidad Autónoma de Barcelona. Vila ha manifestado que las sociedades tienen que revisar el modelo de progreso y reducir el consumo, mientras que, al mismo tiempo, han de hacer frente a la desigualdad.

El Conseller piensa dar apoyo a la traducción de “Degrowth: A Vocabulary for a New Era”
("Decrecimiento: un vocabulario para una Nueva Era") en catalán y presentarlo en un acto público en Barcelona, ​​dijo Demaria. Cabe esperar que los autores del libro sean invitados en Julio para explicar el decrecimiento en la comisión parlamentaria de Cataluña en materia de sostenibilidad.

Mientras que el decrecimiento tiene un promotor en Cataluña, uno de los principales teóricos del movimiento, Federico Demaria, tendrá una plataforma en Bruselas. Demaria nos dijo que recientemente ha aceptado una invitación para trabajar como asesor para la elaboración del programa electoral de European Union Greens, una coalición de partidos verdes de la UE.

En general, sin embargo, el apoyo político al decrecimiento entre la mayoría de los principales partidos políticos sigue siendo débil. Los autores del libro sostienen que en los últimos 70 años, el debate público  ha sido "colonizado" por el lenguaje de la economía relacionada con el crecimiento como la inflación y la flexibilización cuantitativa. Los intelectuales y los políticos prefieren no tener en cuenta ni cómo la gente se  siente realmente  ni las  relaciones del hombre con la naturaleza.

Escapar de la búsqueda del crecimiento económico

En el libro, sus autores destacan que el decrecimiento indica una dirección deseada, aquella en la que las sociedades utilizan menos recursos naturales y organizan y viven de manera diferente a la de hoy en día. El decrecimiento no propugna  hacer menos de lo mismo. Ellos dicen que el objetivo no es hacer al elefante más delgado, sino convertir  al elefante en un caracol.

Colegas de ideas afines a menudo cuestionan la idoneidad de usar una negación, decrecimiento, para un proyecto positivo. En el libro, los autores responden que su objetivo es  precisamente  descolonizar un modo de pensar que está dominado por un futuro que consiste solamente en el crecimiento. Destacando que, en la década de 1970, el límite de los recursos fue el foco de muchos proyectos, mientras que en la década de 2000, con la aparición del actual movimiento por el decrecimiento, el foco se centraba  en la crítica a la idea del desarrollo sostenible, un término que muchos han tildado de oxímoron. Los defensores del decrecimiento utilizan deliberadamente el término como una "palabra obús" para volver a politizar el ecologismo y poner fin al consenso despolitizado del desarrollo sostenible. Los autores dicen que el desarrollo sostenible "aporta tecnicidad a los problemas ambientales,  prometiendo  soluciones win-win, beneficiosas para todos  y el  (imposible) objetivo de perpetuar el desarrollo sin dañar el medio ambiente."

El decrecimiento llama a la politización de la ciencia y la tecnología en contra de la creciente "tecnocratización" de la política. Incluso las llamadas economías socialistas terminaron pareciéndose al capitalismo de Estado, ya que quedaron atrapadas en la búsqueda del crecimiento y el desarrollo.

En el epílogo del libro, los autores se centran en la teoría de la “dépense”  (gasto) o del consumo colectivo del "excedente" en una sociedad. El gasto social puede ser un gasto genuinamente  colectivo,  el gasto en una fiesta colectiva, la decisión de subvencionar  una clase de espiritualidad para hablar de filosofía o dejar un bosque sin explotar. Dépense es un gasto que en un sentido estrictamente económico es improductivo, pero en una sociedad del decrecimiento retorna, de nuevo, a la esfera pública.

Mientras que los autores promueven un gasto “dépense” colectivo, también impulsan  "la sobriedad personal," no según el modelo protestante de entender la austeridad,  sino bajo la premisa de que la búsqueda del sentido de la vida individual es una "ilusión antropológica".

Encontrar el  significado solo a través de la acumulación de las cosas "es una ilusión que conduce a resultados ecológicamente dañinos y socialmente injustos, ya que no se puede mantener para todo el mundo". "Las personas deberían tomarse ellas mismas menos en serio, por así decirlo, y disfrutar de la vida libres del peso insoportable de la elección sin límites."

El lenguaje también es importante para los defensores del decrecimiento. Los autores dicen "Preferimos utilizar las palabras como 'florecimiento' cuando hablamos de la salud o la educación en lugar de 'crecimiento' o 'desarrollo'. El cambio deseado es cualitativo, al igual que en el florecimiento de las artes. No es cuantitativo, como en el crecimiento de la producción industrial. "

Francia lidera el Movimiento del  Decrecimiento

Con el tiempo el movimiento por el decrecimiento francés se ha extendido  a otros países, introduciéndose  en Italia con el nombre de decrescita y España como decrecimiento. En los EE.UU. no existe un movimiento por el decrecimiento en sí pero hay tradiciones similares, como la ecología social de Bookchin y más recientemente el trabajo del Post Carbon Institute.  En sus escritos y análisis sociológicos, Bookchin creía que si los hombres tuviesen poder sobre la tecnología en vez de ser esta la que tuviese poder sobre ellos,  la tecnología y las formas de producción podrían ser utilizadas para conseguir   libertad y abundancia y podrían permitir a la gente tener más tiempo para ser humanitarios  con el prójimo.

Así como los defensores del  decrecimiento defienden más tiempo de ocio para  la sociedad, Bookchin quería encontrar la manera de estructurarlo. Bookchin se apoyaba  en Marx que también especulaba  sobre como sería el día a día  de la gente.

Los autores escriben en el epílogo: "La característica central de la modernidad ha afectado también a muchas corrientes  marxistas que avivaron el sueño de la emancipación colectiva hasta el límite  mediante una vida de abundancia material para todos".

El libro está compuesto por 51 capítulos cortos, escritos, principalmente, por académicos de Europa y América. En el prólogo nos cuentan que la directriz para todos los que contribuyen en el libro fue la de escribir de la  forma más sencilla posible para el público en general, a quien va dirigido el libro. "No son necesarios conocimientos previos sobre los debates  o la terminología. Sin embargo, todas las aportaciones están  enmarcadas y escritas con el rigor y la experiencia que se desea encontrar en los  capítulos de los libros académicos".

En uno de los primeros capítulos, Arturo Escobar, profesor de antropología en la Universidad de Carolina del Norte, explica que el concepto de desarrollo no existía en su connotación actual hasta finales de 1940, cuando el "desarrollo económico" allanó el camino para replicar  las condiciones que caracterizan a las naciones industrializadas en "áreas subdesarrolladas", a saber, la agricultura industrial, la urbanización y la adopción de los valores modernos.

Después de dos décadas de rápido crecimiento, especialmente en el Norte Global, el Club de Roma encargó un estudio que se convirtió en el libro de 1972 "Los límites del crecimiento." Al mismo tiempo, el presidente de la Comisión Europea, Sicco Mansholt, hablaba de decrecimiento, o "de crecimiento negativo". A fines de 1970, sin embargo, la agenda neoliberal había ganado protagonismo, dejando el decrecimiento en la trastienda.

En la década de 2000, el movimiento por el decrecimiento comenzó a recuperar el impulso. Sus defensores expresaban la creencia de que la hospitalidad, el amor, la función pública, la conservación de la naturaleza y la contemplación espiritual tradicionalmente no obedecen a la lógica del beneficio personal. "Por encima de un cierto nivel, el crecimiento no aumenta la felicidad... Ello es debido a que una vez que las necesidades materiales básicas están satisfechas, los ingresos adicionales se dedican cada vez más a los bienes de estatus  (por ejemplo, una casa más grande que el vecino)," nos dicen. "El crecimiento no puede satisfacer la competencia por el estatus; sólo puede empeorar las cosas. El crecimiento nunca producirá "lo suficiente" para todo el mundo".

En el epílogo del libro, también destacan que "los decrecentistas  no tienen miedo a la ociosidad", citando al escritor político francés  Paul Lafargue y su revolucionario ensayo "El Derecho a la Pereza" como una de sus inspiraciones. Lafargue escribió en su ensayo 1880: Una sociedad que ha desarrollado tantos recursos sin duda puede ampliar el derecho al ocio de los nuevos ricos a todos.

Los autores también hacen hincapié en que no tienen miedo al “capital ocioso" y de hecho lo desean. Dicen que "El decrecimiento implica la desaceleración del capital".

"Decrecimiento: un vocabulario para una Nueva Era" es el primer libro en inglés que cubre con amplitud la creciente literatura sobre decrecimiento. El libro del economista francés Serge Latouche  "Farewell to Growth",  fue publicado en Inglés, pero no abordó el tema del decrecimiento tan directamente como en "Decrecimiento: un vocabulario para una Nueva Era".

Las ideas presentadas en el libro también son similares a algunas de las propuestas de Naomi Klein en "Esto lo cambia todo: Capitalismo contra el clima", publicado en  otoño de 2014. "Las propuestas políticas son parecidas. La única diferencia es el lema que utilizamos. Klein no está tan convencida sobre el lema  decrecimiento  "dijo Demaria. "Pero lo que ella quiere decir con  “esto lo cambia todo" es que cambia todo en los sistemas sociales y económicos.  Eso es exactamente lo que nosotros queremos decir".

Klein y los autores también coinciden en la definición de decrecimiento ", en el sentido de que lo que necesitamos no es simplemente un poco menos - un menor uso de energía, menor uso de materiales y así sucesivamente – sino que necesitamos  un uso diferente de energía y materiales" dijo Demaria.

¿Es el crecimiento económico  una panacea para la pobreza?

La mayoría de expertos  hoy en día están utilizando la difícil situación de los países en desarrollo como un arma contra quien pide una mayor conciencia ecológica. Acusan a los ambientalistas y activistas en favor del clima, de presionar con políticas  que van a privar a las personas afectadas por la pobreza en todo el mundo, del acceso a la electricidad y a otras comodidades modernas que la gente en el mundo desarrollado dan por sentado.

Los autores reconocen que una crítica frecuente de las propuestas del decrecimiento es que sólo es aplicable a las economías "superdesarrolladas" del Norte Global. "Los países más pobres del Sur Global aún necesitan crecer para satisfacer las necesidades básicas", escriben en la introducción. "El decrecimiento en el Norte reducirá la demanda y los precios de los recursos naturales y los bienes industriales, haciéndolos más accesibles para el Sur en desarrollo."

Pero en el Sur, no necesitan seguir la misma trayectoria de crecimiento  del Norte para  vivir vidas más fáciles. Hay muchas visiones alternativas tales como el  Buen Vivir en América Latina, Ubuntu en Sudáfrica y la economía gandhiana de la permanencia en la India. "Estas visiones expresan alternativas al desarrollo, trayectorias alternativas del sistema socio-económico", dicen.

Las naciones y las sociedades deberían aplicar políticas que aborden problemas específicos en lugar de adoptar una política de crecimiento económico general, según Demaria. China es un claro ejemplo de los peligros del crecimiento económico. "La razón por la que se enfrentan al problema de la contaminación del aire es precisamente el crecimiento económico. Por lo cual  es problemático decir que necesitan más crecimiento económico para solucionar  la contaminación atmosférica ", dijo.

En su nuevo libro "Fusión Economía: Cómo el pragmatismo está cambiando el mundo", Laurence Brahm señaló que China se enfrenta a una "crisis catastrófica", ya que  el 60% de toda el agua superficial es tan tóxica que no es apta para el contacto humano, mientras que el 70% de las aguas subterráneas son ya imposibles de beber.

Una de las causas principales de esta devastación del medio ambiente, de acuerdo con Brahm, era una "fijación ciega" en elevados crecimientos  que se inició en la década de 1990. Los conductores del alto crecimiento centraron  las inversiones en activos e industrias contaminantes que estaban basadas en combustibles fósiles. "El liderazgo de China durante la última década lo ha juzgado todo basándose en el PIB", escribe.

Los defensores del decrecimiento cuestionan los supuestos comunes de que se  necesita crecimiento económico para salir de la pobreza. "Lo que estamos diciendo es que lo que se denomina crecimiento económico y desarrollo no ha resuelto la desigualdad, no ha resuelto la pobreza, no ha resuelto el cambio climático y no ha resuelto los principales problemas que tenemos", dijo Demaria.

Mark Hand, periodista  sobre energía y medio ambiente. markhand13 @ gmail, Twitter MarkFHand.

Traducció N.C.

divendres, 1 de maig del 2015

¿Más crecimiento? Una solución inviable para superar la crisis energética y climática

Publicat al web    Grupo de Energía, Economía y Dinámica de Sistemas de Universidad de Valladolid

Hace unos días se publicó nuestro último artículo en la revista Sustainability Science, que es de hecho una continuación del trabajo publicado en diciembre en el que se presentaba el modelo WoLiM y su aplicación al set de escenarios habituales en la proyección de escenarios futuros. En este trabajo y según las hipótesis consideradas, todos los escenarios explorados resultaban ser, a la postre, no factibles:
Los resultados muestran que una transición energética dirigida por la demanda y el mercado, como las realizadas en el pasado, no parece posible: si las tendencias de demanda continúan se prevé una fuerte escasez antes de 2020, especialmente para el sector del transporte, mientras que la generación de electricidad es incapaz de cubrir la demanda a partir de 2025-2050. Para poder encontrar escenarios que sean compatibles con las restricciones derivadas de los picos de los combustibles fósiles es preciso aplicar hipótesis que raramente son contempladas por las instituciones internacionales o los estudios de GEA como crecimientos económicos cero o negativos.
Por lo tanto, si estos escenarios eran no factibles, era obligado investigar qué escenarios podrían ser entonces factibles, y cuáles serían sus características principales. Así, hemos encontrado que existen elementos para esbozar 3 situaciones alternativas:
  • Escenario B: Un escenario en el que, frente a los declives del petróleo y gas, se estimula intensamente la extracción de carbón como sustituto principal. Los diferentes bloques económicos tienden a reducir sus intercambios comerciales con una competencia directa (que podría ser también violenta) por el acceso a los recursos en el resto del mundo. En términos macroeconómicos, el crecimiento a nivel global agregado aún podría aumentar a un ritmo de +1% al año hasta 2050, lo que en términos del actual sistema económico, sería insuficiente para generar altos niveles de bienestar. Así, en términos de democracia, bienestar o equidad, en este escenario saldríamos bastante mal parados, con un contexto idóneo para el surgimiento de dictaduras y tecnocracias. Sin embargo este escenario sería sólo válido a corto y medio plazo puesto que las enormes tasas de emisiones de efecto invernadero nos llevarían a una situación de caos climático.
  • Escenario C: En este escenario la adaptación a los límites energéticos se realiza por la vía “dolorosa”, esto es, no se pone en marcha ningún proceso para el cambio de modelo socioeconómico y entonces se produce una recesión generalizada en un contexto de regionalización. Se podrían en marcha dinámicas similares a las del escenario C pero en un contexto económico aún más degradado.
  • Escenario D: Se trata del contrapunto positivo. Así, asumiéndose que se produce un cambio de modelo planificado y consciente hacia un sistema no dependiente del crecimiento, una rápida y decidida transición hacia sistemas renovables y un reparto del consumo de energía a nivel mundial (o sea produciéndose un decrecimiento en el consumo de los países industrializados para que los países del Sur puedan alcanzar niveles de más altos), se esboza un escenario que permite entrever que un futuro más amable es posible con voluntad política y social.
  • (Existen otros 2 escenarios, BAU y A que resultan ser totalmente inviables)

Figura 1: Resultados para el escenario D en términos de consumo de energía primaria (izda) y eléctrica (dcha) por fuentes.
El artículo discute en detalle las implicaciones de la convergencia en consumo energético del escenario D en orden de magnitud: así, aquellas personas que vivimos en países industrializados deberíamos reducir nuestro consumo energético a un ritmo del 3% anual (-70% entre el año 2010 y 2050). Esto permitiría a aquellas personas que viven en el Sur (es decir el 70-75% de la población global), incrementar su consumo per cápita en +30% desde los niveles actuales. El nivel de convergencia (50-60 GJ per capita) se encuentra por debajo del umbral para alcanzar un alto nivel de desarrollo en el actual paradigm socioeconómico (Arto y otros 2015), pero se encuentra por encima del umbral para cubrir las necesidades básicas para una vida digna.
¿Cómo repercutirían en el GDP de los diferentes países estas sendas de consumo energético? Encontramos que, aproximadamente, el nivel de convergencia global se encontraría entorno a 12.000 US$, es decir en un nivel ligeramente superior a la media mundial actual. Algunos países que se encuentran actualmente en estos valores son Brasil, Costa Rica, Montenegro o Tailandia. Esto se traduciría en que los habitantes de los países industrializados deberíamos reducir nuestra renta entorno a 4 veces hasta 2050, lo que permitiría a los habitantes del Sur aumentar la suya unas 3 veces en ese mismo tiempo. Aquí es importante resaltar que existe una abundancia de datos abrumadora que indica que, a partir de un determinado umbral de GDP, los incrementos de éste no se traducen en mejoras de bienestar.
De hecho, si buscamos algunos de estos países que cumplen el doble objetivo de situarse en los niveles de convergencia encontrados de consumo de energía y renta, encontramos países con altos niveles de Índice de Desarrollo Humano (IDH) como Montenegro (IDH=0.791), Uruguay (0.789) o Costa Rica (0.77).

Figura 2: Consumo total de energía primaria (izqda) y PIB per capita (dcha) del mundo dividido en 2 grandes bloques (industrializados, azul y Sur, rojo). Hasta 2010 datos históricos, a partir de ese año y hasta 2050 se proyectan los escenarios de convergencia.
Por supuesto, hay muchos matices que no pueden ser resumidos en esta breve entrada, por ello, aquellos interesados tenéis disponible una copia del texto aquí (de momento en inglés).
 
Figura 3: Emisiones de CO2 por escenario. En esta figura se puede apreciar cómo aquellos escenarios dónde se limita el crecimiento presentan un gran potencial de reducción de emisiones de efecto invernadero, estrategia que ya ha sido propuesta por algunos climatólogos eminentes como Kevin Anderson o Alice Bows-Larkin.