Lluís Torrens |
08/09/13 |
La
crisis nos ha convertido en uno de los países europeos con mayor
porcentaje de población en riesgo de pobreza o exclusión social y en el
país más desigual de la Unión Europea según el indicador 80/20 (el
cociente de ingresos del 20% de la población más rica y el del 20% más
pobre). Y eso que la renta per cápita española está en valores cercanos
a la media europea.
Una
de las causas de esta singular situación es la escasez del desarrollo
del estado del bienestar en España. Nuestra presión fiscal de 8 puntos
inferior a la media europea nos condena a ser un país de segunda (o
tercera) en capacidad de realizar un gasto público de acuerdo a nuestra
riqueza y de reducir la pobreza mediante los impuestos. No existe
ningún país de nivel de renta tan alto que gaste tan poco en educación,
salud o servicios sociales. El déficit de gasto social público es aún
más elevado si cabe en Cataluña o Madrid, por sus insuficiencias en el
modelo de financiación autonómico y por algunas veleidades fiscales de
sus gobernantes.
Es
más, sostengo que uno de los orígenes de la crisis diferencial que
sufrimos proviene precisamente de estos ingresos y gasto público
inferiores, que si en España hubiera estado en un nivel más acorde con
el que le correspondería en comparación a su generación de riqueza,
hubiera resultado en una economía más equilibrada y resistente a la
crisis, con un consumo interno más estable y menos afectada por el
hundimiento del sector de la construcción y de las industrias y
servicios complementarios.
Una
economía con niveles de gasto público más elevados dispone también de
unos multiplicadores fiscales más altos: cada euro gastado por el
sector público tiene una recuperación fiscal por la vía de impuestos y
de reducción del gasto en desempleo más elevado que el de una economía
cuyo sector público ingrese y gaste poco. Aun así, en la práctica en
España significa que un euro más gastado por el gobierno en realidad
solo supone un gasto neto de menos de la mitad o incluso de un tercio
de ese euro sobre las cuentas públicas. Desgraciadamente en España
llevamos tres años aplicando la receta en sentido inverso, gastamos
menos pero el ahorro conseguido acaba siendo menos de la mitad de lo
que se pretendía obtener. Y así nos va con el incumplimiento
sistemático de los objetivos de déficit desde que aceptamos obedecer la
lógica de la troica y no ser expulsados del edén de la zona euro.
Y
no digamos si durante todos los años de expansión hubiéramos gastado
en I+D (no solo el sector público sino sobre todo el privado) lo mismo
que Europa. Posiblemente hubiera bastado con la misma cantidad gastada
en las deducciones fiscales para planes de pensiones privados y para
compra de vivienda para transformar nuestro sistema productivo.
Existía
antes de la crisis un déficit de gasto social en especie (en servicios
públicos como la salud o la educación, o incluso la I+D) y en
transferencias monetarias (pensiones, ayudas a las familias, etc.) de 8
puntos de PIB con la UE-15 (ahora se ha reducido a 7 puntos por el
incremento del gasto en paro). Pues bien, incrementar el gasto en estos
7 puntos no debería costar más que 3 o 4 puntos
de mayor presión fiscal, el resto se recuperaría por la mayor
recaudación y el menor gasto público en otras partidas. Si
convergiésemos con Europa en presión fiscal (mediante subidas
selectivas de impuestos como los ambientales, eliminación de la
competencia fiscal entre CCAA, supresión de nichos de ahorro y elusión
fiscal para las rentas y patrimonios elevados y una mayor lucha contra
el fraude y los paraísos fiscales) todavía nos sobraría dinero para
reducir el déficit a los sacrosantos objetivos de estabilidad.
Podemos
poner como ejemplo de éxito la política de pensiones, que ha
conseguido reducir la pobreza entre los mayores incluso ahora en
tiempos de crisis. De hecho la tasa de riesgo de pobreza del 2012 en
España entre los mayores de 64 años fue del 18,7% frente al 28,2% entre
16 y 64 años y del 29,7% para los menores de 16 años. Ya vemos aquí que
el paro seguramente se convierte en el primer problema generador de
pobreza y exclusión, afectando a las personas en edad de trabajar y
también a sus hijos. Y no se dispone de estudios de como la solidaridad
intergeneracional ayuda a que se superen las situaciones más críticas
pero a la vez expande la pobreza también entre los más mayores, que
deben compartir sus pensiones con sus hijos y nietos.
El
gran éxito de la ideología socialdemócrata europea desde la postguerra
fue la instauración de las políticas de pleno empleo y éstas fueron
las causantes de la mejora continua de las condiciones de vida,
conjuntamente con el desarrollo del estado del bienestar que facilitó
una educación para todos y progresiva incorporación de la mujer al
trabajo remunerado. Dar igualdad de oportunidades a la cualificación y
eliminar trabas al acceso al trabajo con independencia del origen
social o de género se convirtió en el punto de apoyo y la realidad del
pleno empleo en la palanca real del progreso.
¿Cuál
es la situación ahora? Algunos, cada vez más, pensamos que estamos
ante una crisis estructural del modelo de crecimiento. Crecimiento
sostenible es un oxímoron causado por una doble tendencia:
-Por
un lado el crecimiento de la productividad, aunque ralentizado en los
últimos años, libera horas de trabajo y fuerza laboral de las tareas
que venía realizando. La economía, y en esto el capitalismo lo ha hecho
bastante bien durante dos siglos, busca nuevas ocupaciones para
emplear la fuerza de trabajo, sea produciendo nuevos bienes sea en los
servicios, cuya productividad crece más despacio. Pero la consecuencia
es que para mantener la maquinaria macroeconómica empleando a todo el
mundo todo el tiempo se necesita seguir creciendo y creciendo aun a
pesar de la reducción secular de la jornada laboral.
Algún
crecimiento es bueno: educación, inversión en energías renovables
sostenibles y eficiencia energética, servicios de proximidad, etc.,
pero mucho otro pasa por potenciar una espiral de más consumo de bienes
y servicios intensivos en recursos materiales y energéticos …en un
planeta finito que ya muestra evidentes signos de agotamiento en la
extracción de nuevos recursos y el tratamiento de los residuos generados
en la producción y consumo.
El
crecimiento de la productividad nos ha de permitir afrontar el
envejecimiento demográfico y el incremento de costes relativos de los
servicios personales, pero como dijo W. Leontieff la
tecnología nos puede dejar muriéndonos de hambre en las puertas del
paraíso por no saber cambiar las normas de reparto de la producción… o nos puede destrozar el paraíso por querer seguir creciendo a toda costa por la misma razón.
-Por
otro lado nos hallamos en medio de un proceso extraordinario de
financiarización de la economía. Muchos recursos tecnológicos y mucho
talento se ha dedicado a casi triplicar desde 1980 el peso de los
activos financieros sobre el PIB mundial, cabalgando sobre la
globalización. La consecuencia es que los activos financieros (con su
contrapartida en pasivos financieros) demandan rentabilidades
crecientes en términos monetarios al mundo real (dividendos e intereses
a las empresas no financieras, e intereses a las familias y a los
gobiernos), o sea al planeta, en una escalada sin fin derivada del
interés compuesto. El capital busca los mayores rendimientos y éstos una
vez devengados y de nuevo ahorrados en parte se reinvierten
solicitando más rendimientos: más producción real de donde extraerlos.
Como decía Serge Latouche citando a Kenneth Boulding: el que crea que un crecimiento exponencial es compatible con un planeta finito es un loco o un economista.
El
resumen es que una estrategia de pleno empleo a tiempo completo para
cubrir las insaciables necesidades de rentabilidad del capital puede
acabar siendo un suicidio planetario: los ideales de la
socialdemocracia con políticas keynesianas anticíclicas y con el
objetivo del pleno empleo en todo el planeta, consumiendo los mismos
recursos per cápita que los países ricos no son posibles.
¿Es
éste un mensaje pesimista? No tiene porqué si lo aceptamos y lo
afrontamos con las ideas y propuestas que ya se están planteando de
manera creciente y esperemos que se conviertan en mayoritarias:
En
primer lugar hay que repartir el trabajo remunerado existente si
admitimos que el trabajo es la más eficaz de las herramientas para la
integración social y todo el mundo tiene derecho a ello, pero no podemos
forzarnos a crear puestos indeseables social o ecológicamente (o de mierda, como decía David Graeber).
¿Cómo
es posible que en España el trabajador medio trabaje un 18% más de
horas al año que un trabajador alemán y a la vez tengamos 20 puntos más
desempleo? o que el trabajo a tiempo parcial en España apenas alcance
al 15% de la población ocupada frente a casi el 50% en Holanda, también
con unos niveles de paro mínimos? ¿Cómo es posible tanta desigualdad
en el acceso al trabajo en España cuando otros países sí han visto que
la incorporación masiva de la mujer al trabajo implicaba un cambio en
el reparto del trabajo porque era imposible crear tantos puestos de
trabajo como se requeriría para dar pleno empleo a toda su población
activa?
Debemos aceptar que es imposible crear en España
5 millones de puestos de trabajo en un tiempo razonable, que no lleve
antes a la desintegración social o a la emigración masiva, si no
afrontamos el reto del reparto del trabajo.
Los
cálculos más optimistas de los nichos de puestos de trabajo
potenciales detectados por los defensores del Green New Deal nos dan
hasta medio millón de nuevos puestos de trabajo en España en 10 años, y
un incremento de 5 o 6 puntos del PIB en gasto social podría acarrear
entre medio millón y un millón más de trabajadores en educación,
sanidad o dependencia. Aun nos faltan 3 o 4 millones de puestos para
suplir el enorme agujero dejado por el estallido de la burbuja
inmobiliaria y la inmigración masiva que tuvimos la década pasada. Y no
creo que estemos dispuestos a iniciar otra burbuja para construir 4 o 5
millones de viviendas nuevas más, cuando seguimos endeudados hasta las
cejas y tenemos más de tres millones de viviendas vacías.
¿Cómo repartimos el trabajo?
¿Podemos
reducir los sueldos un 15% para crear un 15% más de puestos de trabajo
o un 30% de puestos más a tiempo parcial, sin encarecer los costes
laborales? Recordemos que una mayoría de empresas también están
sufriendo en sus cuentas de resultados los efectos de la crisis de
demanda interna y las restricciones financieras: según los últimos datos
de la agencia tributaria solo el 41% de las declaraciones del Impuesto
de Sociedades del 2011 declararon beneficios, 14 puntos menos que en
el 2003. En el 2011 alcanzamos el récord de que la suma de los
beneficios de las empresas con resultado positivo era menor a la de las
pérdidas de las empresas con resultados negativos.
¿Y
podemos repartir el trabajo reduciendo los sueldos cuando el sueldo
más común en España en 2011 fue de 15.500 euros brutos, algo más de lo
que ganaba un mileurista cuando trabajaba? Recordemos que según un
informe de Consejo de Trabajo, Económico y Social de Catalunya un 14%
de los trabajadores eran working poors, su salario no llegaba al umbral de pobreza.
Resumiendo:
-No
vamos a alcanzar el pleno empleo sin una estrategia agresiva de
reparto del empleo actual, aun combinándose con el impulso
público-privado de la creación de empleo en sectores selectivos como
los relacionados con la transición energética o el refuerzo del estado
del bienestar, incluida la I+D.
-El
reparto del trabajo se ha de producir mediante los cambios normativos
oportunos, el incentivo fiscal a la creación de puestos a tiempo
parcial, el desincentivo a las horas extraordinarias, el impulso del
reparto en el sector público mediante políticas de recursos humanos y
de compra pública proactivas y mediante un enfoque de la formación
profesional plenamente dual, que desincentive o incluso prohíba que los
jóvenes trabajen a tiempo completo y favorezca que compaginen
formación y trabajo.
-Pero
no podemos reducir los ingresos más bajos porque ya no permiten
desarrollar un proyecto de vida autónomo digno y a la vez tampoco
podemos encarecer un 15% los costes laborales so pena de profundizar la
crisis empresarial que no podemos negar. Los sueldos han de crecer con
la productividad, con un adecuado reparto de las ganancias entre
empresa y trabajadores, fomentando las formas de economía social y de
cogestión en las empresas... pero debemos preservar a la vez la
sostenibilidad financiera empresarial y atacar las rentas de monopolio
que siguen incrustadas en amplias zonas de nuestro modelo productivo.
-El
nivel tecnológico y social que ha alcanzado la humanidad es capaz de
generar suficiente producción e incentivos adecuados para que se siga
generando riqueza de manera competitiva y sostenible (como lo
demuestran cada día los países nórdicos) sin que nadie tenga que pasar
privaciones materiales ni dejar de tener un acceso equitativo a la
sanidad, la educación, la atención a la dependencia ni a una vivienda
digna y asequible.
La
medida que hace posible que todo encaje es la implantación de un nueva
fiscalidad que financie una Renta Básica universal e incondicional que
permita a la vez desarrollar el estado del bienestar y que aporte a
cualquier persona una renta de subsistencia que le evite tener que
mendigar una ayuda para él o su familia a cambio de tener que estar
dispuesto a aceptar cualquier trabajo so pena de perder el subsidio
público. En este modelo a cualquier trabajador con un sueldo bajo o
medio, o a tiempo parcial, la combinación de sueldo (rebajado en el
global, mantenido por hora para crear ocupación) + RB le aportará más
recursos netos que los que su actual sueldo neto le aporta ahora. Y su
pareja, su hijo o hija o su padre o madre trabajarán si así lo desean.
Sólo
repartiendo lo que ya se produce podemos detener esta espiral
destructiva por la que solo creciendo y endeudándonos podemos mantener
el sistema socialmente estable, como una ciclista que pedalea para no
caerse pero va hacia el abismo.
La
buena noticia es que la RB es factible: por ejemplo, una renta básica
que siguiera los cálculos de la OCDE sobre los actuales umbrales de
pobreza según tamaño familiar en España tendría un coste de unos
230.000 millones de euros anuales, menos del 22% del PIB. Pero es que
debemos tener en cuenta que solo en la liquidación del IRPF del 2011 la
suma de gastos a deducir sobre los rendimientos brutos, de reducciones
de la base liquidable, de mínimos personales y familiares y de
deducciones de la cuota íntegra del impuesto ascendían a casi 300.000
millones de euros. También que el estado se ahorraría de pagar más de
80.000 millones de transferencias monetarias actuales (las que suman
las pensiones, subsidios de paro y otras ayudas por debajo de la RB)
además de los enormes costes de gestión y de control. Los cálculos dan
que la RB en España se podría financiar con un IRPF a tipo único sobre
todos los rendimientos inferior al 50% y, según los supuestos, cercano
al 40%. Y se mantendría intacta la capacidad recaudatoria actual del
impuesto para seguir financiando el gasto público estatal y autonómico.
Para
los trabajadores el sistema de cobro sería similar al actual: los
sueldos bajos tendrían un retención negativa (combinación del impuesto
sobre la renta más la RB) que les incrementaría el sueldo líquido por
encima del bruto, los sueldos medios tendrían una retención similar a la
actual y los salarios más elevados tendrían una retención mayor (pero
inferior a las actuales para los sueldos más altos). Los rentistas
pagarían más y todo el mundo tendría un ingreso.
La
propuesta de RB no solo es absolutamente compatible sino que creo ha
de ser una pieza necesaria para el desarrollo social que defiende la
izquierda para nuestro país. La RB en la versión que defendemos los
miembros de la Red Renta Básica que hemos realizado un estudio
del que en pocas semanas podremos ofrecer detalles, no es un cheque
substitutivo de ningún servicio público, lo que hace es visualizar
claramente que nuestro acervo tecnológico y social colectivo dispone de
más de lo necesario para que nadie nunca más deba pasar por penurias
extremas como está sucediendo hoy en nuestro país ni tener que verse
obligado a aceptar cualquier trabajo mísero, legal o no, para
subsistir.
Incrementar
el gasto y la inversión social en España conjuntamente con una RB que
haga más eficiente la política de transferencias monetarias, que
elimine las situaciones de pobreza por culpa del paro u otras
situaciones de falta de ingresos, que empodere a los jóvenes y a los
otros colectivos con dificultades de empleo a no tener que aceptar
trabajar de cualquier manera y a cualquier precio, que elimine la
trampa de la pobreza asociada a las rentas mínimas (la trampa que hace
que a un parado aceptar un trabajo, frecuentemente mal pagado, le
implique un tipo impositivo efectivo sobre su nuevo sueldo del 100%, al
perder todas las ayudas que percibía), que reconozca el valor del
trabajo no remunerado, que libere a las mujeres dependientes, que
facilite las transiciones formación-trabajo-formación-etc., que
proporcione un ingreso fijo y estable que permita no ser excluido del
acceso al crédito o la vivienda por no disponer de un contrato estable,
que no estigmatice al perceptor de rentas mínimas garantizadas frente a
la administración o a la sociedad, es la combinación ganadora a los
retos actuales, que ya no son los de nuestros padres o abuelos. Y es la
más poderosa de las herramientas de transformación social de la que
nos podemos dotar.
Algunos
críticos de la RB nos ponen en el dilema de que apostar por la RB y el
refuerzo del ahora recortado estado del bienestar son dos esfuerzos
demasiado grandes para ejercerlos de manera simultánea. Y también hay
quien opina legítimamente que repartir el trabajo e implantar la RB
también es demasiado complejo. Mi respuesta es que lo que es complejo y
costoso tanto ahora como por sus efectos a largo plazo es soportar los
niveles de pobreza, desigualdad y descapitalización humana y moral del
país. El refuerzo del estado del bienestar ni garantiza el pleno empleo
a tiempo completo, ni nada que tenga un sentido de sostenibilidad lo
va hacer, ni tampoco eliminar la pobreza, solo la mitiga. Si hubiera
que priorizar empezaría por una RB que devuelva la dignidad a millones
de personas de este país. Afortunadamente nuestros servicios básicos
sanitarios y educativos mantienen, pese a los recortes recibidos,
todavía un encomiable nivel de calidad, gracias al esfuerzo de sus
profesionales. Y el reparto del trabajo activaría a los jóvenes y
devolvería la esperanza a los mayores de que todavía tienen mucho que
aportar a la sociedad, aun reconociendo la necesidad de aceptar que
existen otras formas de aportar al bien colectivo diferentes a la de
desarrollar un trabajo mercantilizado y de que los salarios de mercado
no reflejan su verdadera utilidad o desutilidad social.
La
Renta Básica permite desplegar urgentemente una estrategia no para
salir de una crisis con viejas recetas, sino para cambiar radicalmente
cómo queremos nuestra sociedad y cómo salvamos el planeta salvándonos a
nosotros, a todos, sin dejar nadie a la intemperie y lo antes posible.
Lluís Torrens
es economista, profesor asociado de la Escuela Superior de Negocios
Internacionales-Universitat Pompeu Fabra, gerente del Public-Private
Sector Research Center del IESE. Colabora con iniciatives pel decreixement que impulsa un nuevo modelo económico sostenible y estacionario.
|
El model de creixement insostenible i il·limitat que ens ha abocat a la crisi econòmica mundial és també la causa de la crisi ambiental en la que estem immersos. Aquest és un model antieconòmic perquè ha deixat ja de ser positiu per a nosaltres. Els beneficis que d’ell n’obtenim no superen el perjudicis que ens comporta en forma de pèrdua irreversible d’espècies i de recursos naturals, de contaminació i degradació ecològica, de costos personals i de injustícia social.
Páginas
- Página principal
- Qui som
- Agenda
- Contactar
- Actuació comunitària
- Actuacions autonòmica i estatal
- Un nou ordre internacional
- Experiències
- Treball
- Enllaços d'interès
- Arguments i articles
- Cap a un nou model econòmic social, sostenible i estacionari (MESSE). Documents
- Debats del Forum i Xerrades "Iniciatives per al decreixement"
dimecres, 11 de setembre del 2013
¿Por qué sí a la renta básica universal? Por una salida urgente de la crisis basada en la RB y el reparto del tiempo de trabajo
Article publicat a la revista Sin Permiso
Subscriure's a:
Comentaris del missatge (Atom)
Cap comentari:
Publica un comentari a l'entrada