Article publicat a El Diario
Manuel Garí (2ª parte): “El principal enemigo de las renovables en
España no son las restricciones técnicas o naturales, sino el BOE”
Ofrecemos la segunda parte de la entrevista con el economista y activista social Manuel Garí, coautor del libro Qué hacemos por otra cultura energética.
Sus respuestas se centran ahora en las energías renovables: su
viabilidad, las causas de su freno en España, los intereses económicos,
su relación con el cambio de modelo productivo, y la necesidad de un
proceso de empoderamiento social y democrático de la energía. La primera
parte, ya publicada, pueden leerla aquí.
Las renovables, ¿son una alternativa de presente o de futuro?
Para que haya futuro hay que conjugar las renovables en presente. No es
concebible un modelo energético del año 2050 que no esté basado en las
renovables. Pero para llegar en condiciones aceptables a esa fecha es
preciso implementar masivamente las fuentes limpias. Nuestra sociedad,
nuestra humanidad no tiene un crédito ilimitado de tiempo. Debemos
actuar de inmediato.
Puede sonar a apocalíptico pero
no lo es. Lo dicen las voces ecologistas. Es una opinión que se abre
paso entre los sectores de izquierda. Pero no lo dicen solo ellos. La
voz más autorizada y documentada es la de los científicos del IPCC
mandatados por Naciones Unidas para analizar la situación climática,
quienes han concluido que el problema es grave y se agrava día a día y
que está causado por las emisiones de Gases de Efecto Invernadero (GEI)
de origen antropocéntrico. Para evitar eufemismos, podemos decir que son
emisiones vinculadas al desarrollo del capitalismo industrial. En el
centro de problema está el modelo energético.
Por
ello, podemos concluir que está en las manos humanas poner fin a la
locura. Hay que impulsar la maduración e implementación de las
renovables para lograr el “100% renovables” en las próximas décadas. De
no hacerlo el panorama se ensombrecerá aún más, bien por el clima bien
por el agotamiento de recursos.
¿Son suficientes por sí mismas para la demanda energética de un país como España? ¿Podríamos ser energéticamente independientes solo con renovables?
Son suficientes para atender la demanda eléctrica y pueden llegar a
serlo, si hay modificaciones en otros sectores, para atender el conjunto
de las necesidades energéticas. Por tanto son la clave de la
independencia energética en el caso del Estado español. Pero también a
nivel mundial. Las renovables son las únicas fuentes que pueden atender
las necesidades de los países empobrecidos y hacer llegar la
electricidad a los casi dos mil millones de personas que carecen de la
misma.
Desde el punto de vista de la generación
eléctrica española, las renovables en su conjunto y la eólica en
particular han mostrado ya su capacidad de sustituir a las centrales
convencionales, como nos recuerda y con razón Javier García Breva. Su
curva de aprendizaje les ha permitido ya resultados tan espectaculares
en el caso español como suponer el 1% del PIB en 2010 o llegar a cubrir
durante periodos determinados, y pese a las dificultades de acceso al
sistema que tienen, el 40% de la demanda eléctrica.
Pero el cambio de modelo hacia la sostenibilidad energética en clave
ecológica comporta más requisitos. Tanto en el ámbito español como en el
internacional. No somos una isla. Hay que conseguir mayor eficiencia
energética, lo que significa obtener más con menos. Hay que extender el
acceso a la energía a quienes a nivel mundial no la tienen. Hay que
ahorrar en términos absolutos la energía que usamos. Por tanto el
sistema de ecuaciones del nuevo modelo energético tiene parámetros
tecnológicos, sociales y ambientales, y resolver las incógnitas es tarea
muy compleja.
Pongo sobre la mesa una idea central:
el nuevo modelo no se reduce a cambiar de fuentes; a la par debe
“pacificar” o sea reducir la cantidad de energía requerida en términos
absolutos en el mundo, a la vez que la lleva a donde no hay y la saca de
dónde se despilfarra. Esto va contracorriente del modus vivendi
del egoísmo primermundista. Pero hay más: hay que acabar con el
optimismo tecnológico también en las renovables, estas no pueden crecer
ilimitadamente al servicio de lo que ya es una metáfora del siglo XXI:
el despilfarro de la iluminación nocturna de unas ciudades a las puertas
del abismo de una central que suda muerte.
"Hay que acabar con el optimismo tecnológico también en las renovables, que no pueden crecer ilimitadamente al servicio del despilfarro"
¿Por qué seguimos apostando por energías fósiles conociendo ya las renovables?
La apuesta fósil es injustificable pero explicable. Durante un periodo
de tiempo de bonanza económica parecía que se estaban dando pasos en el
buen sentido, porque todas las fuentes de energía cabían en la cesta ya
que el aumento de la demanda era incontenible, había cierta estabilidad
de los precios de crudo y gas, y las renovables estaban en pañales y no
representaban peligro alguno para los oligarcas de la energía, que
incluso coquetearon invirtiendo en las nuevas energías limpias. Pero la
crisis geopolítica originada por la invasión a Irak y la crisis
financiera que comportó la pérdida en instantes de billones de dólares
en activos ficticios, puso patas arriba los discursos de papel. Los
señores del petróleo exigieron que acabasen las “fantasías” de lo
molinillos de viento porque veían peligrar su cuenta de resultados. Las
grandes compañías energéticas españolas siguieron la misma pauta marcada
por los magnates internacionales.
¿En qué sentido las energías renovables son “transparentes”?
Se puede afirmar que las energías convencionales forman parte de un
sistema energético no transparente, porque están en manos de una
oligarquía mundial sin control democrático, e incluso con prácticas
dictatoriales en muchos países, y capaz de imponer silencios, normas y
barreras a gobernantes y pueblos. Y guerras. Como decía Gandhi, la
primera víctima de la guerra es la verdad. Pero ello va más allá del
conflicto bélico y también forma parte de la guerra comercial entre
capitalistas y de la guerra de clases contra los pueblos. No se pueden
obtener ingentes beneficios con una política de puertas abiertas, de
cristales transparentes y libros contables sin amaños.
La transparencia no radica en la tecnología per se
en abstracto, sino en la relación social que la que se usa y sustenta
en toda la cadena de valor. La transparencia se apoya en la conciencia
social, en la regulación normativa, en la práctica cotidiana del control
democrático y en la identificación con el servicio público de los
administradores. En el caso de las renovables también con la nueva
cultura energética.
Las energías limpias también
pueden estar en manos de herméticos conspiradores. Todo lo que se puede
convertir en mercancía es susceptible de engaño y ocultación. Vivimos
bajo ese signo en el capitalismo. Pero el tipo de tecnología que usan y
el que se alimenten de fuentes naturales inagotables y sin dueño, hace
que materialmente las renovables sean muy aptas para la transparencia.
Sobre todo según se avance en la mejora de componentes y eficiencia. Son
tecnologías que permiten un mayor acercamiento producción/consumo y por
tanto trabajo/ciudadanía que las energías convencionales porque son
autóctonas, requieren menores inversiones iniciales, pueden distribuirse
por el conjunto del territorio, y su misma naturaleza facilita el
control democrático de la población, con activa participación de la
ciudadanía tanto en el proceso de planificación como en el de ejecución,
producción y consumo. Todo ello posibilita la transparencia del un
modelo energético renovable.
¿Qué ha sucedido en España con las renovables? ¿Por qué se ha frenado su desarrollo?
Hubo un movimiento de opinión a favor de las renovables por ser un
recurso autóctono, hubo una regulación estatal y autonómica que
favoreció su implantación, se realizaron inversiones importantes en toda
la cadena de valor de las diversas tecnologías y fuentes. Hubo, es
necesario decirlo, algunas inversiones que tuvieron un carácter
especulativo por parte de capitales ociosos que huían ya de la
construcción. Pero en conjunto parecía que la marcha de las renovables
era imparable. Ello incomodó poderosos intereses. En la última década
España pasó de ser deficitaria en producción eléctrica a disponer de una
capacidad de generación excesiva. El tiempo y la inversión requerida
para construir una central de gas, opción que resultó mayoritaria, son
muy elevados, por lo que los planes oligárquicos se vieron frustrados en
el momento en que se dio un crecimiento continuado y vigoroso de las
renovables, a la par que una cierta contención de la demanda, que desde
luego no evolucionó según las erróneas y optimistas perspectivas
efectuadas por las compañías eléctricas.
La
maquinaria de mentiras sobre las primas y los sobrecostes se puso en
marcha hasta que, producto de las presiones oligárquicas, empezó un
baile de ataques normativos a dicho desarrollo. Los grandes partidos
políticos españoles están transversalizados en la cuestión energética y
encontramos lobistas petroleros, gasísticos o nucleares tanto en el PSOE
como en el PP, más fuertes y abundantes en este, y también en el PNV y
CiU. Pero ambos partidos han consentido y practicado las puertas
giratorias de altos cargos que han deambulado del puesto político al
consejo de administración de entidades financieras y compañías
energéticas, en ambos casos con fuertes intereses en las fuentes
convencionales. Y eso llega hasta los mismos expresidentes del gobierno
central. ¿Hay algo más que explicar?
"Los partidos españoles están transversalizados en la cuestión energética: hay lobistas en PSOE, PP, PNV y CiU"
El sector de renovables habla de inseguridad jurídica por las últimas decisiones.
En el caso español la regresión es patente. Los avances peligran.
Tienen razón los portavoces del sector de las renovables: se ha dado un
caso de inseguridad jurídica porque se han cambiado las reglas de juego a
mitad del partido. El ministro socialista Miguel Sebastián, que ya
había puesto trabas en el camino de las renovables pese al discurso
oficial de Zapatero, en la primera reunión de ministros del ramo de la
UE tras Fukushima, en un prodigio de imaginación, pidió más ayudas para
el carbón autóctono. El actual ministro, el popular José Manuel Soria,
apuesta por favorecer el fracking, realizar nuevas prospecciones
petroleras y apoyar la energía nuclear a la vez que dificulta
absolutamente la extensión de la generación distribuida de las energías
renovables. Soria es objeto de mofa en la prensa internacional por sus
últimas decisiones. Kelly Phillips, en el artículo "Sin idea y
endeudada, España pone sus miras en gravar con impuestos al sol", en la
revista Forbes del 20 de agosto pasado, afirmaba que Soria ha
adoptado medidas energéticas por motivaciones recaudatorias, pues busca
reducir la deuda con impuestos y multas "increíblemente onerosos".
Y lo hace sobre el modelo energético que se impulsó en la última
década, en que España se convirtió en uno de los primeros países del
mundo en capacidad de energía solar fotovoltaica instalada, con
capacidad de cubrir toda la demanda.
El principal
enemigo de las renovables en España no son las restricciones técnicas ni
la falta de condiciones naturales, es el Boletín Oficial del Estado.
¿Por qué tanto desvarío? El cóctel de la sinrazón está compuesto a
partes iguales de voluntad no disimulada de servir a los intereses
oligárquicos, insensibilidad ecológica y social (el “¡qué se jodan!” de
la diputada Fabra) e ignorancia culpable.
¿Estamos en condiciones de apostar por las renovables en un momento de recesión?
Sí estamos en condiciones, y deberíamos hacerlo. Para que las
renovables se desarrollen a ritmo suficiente, en ausencia de un plan
energético democrático de obligado cumplimiento con el concurso de
inversiones masivas a cuenta de los presupuestos generales del Estado,
al menos sería necesario que desde la administración hubiera políticas
de promoción de amplio espectro: proyectos de demostración para darles
visibilidad y sensibilizar a la sociedad, incentivos financieros para la
adquisición de las infraestructuras para la generación renovable,
instauración de tarifas de introducción a la red eléctrica, préstamos a
bajo tipo de interés, subvenciones de capital o apoyo local a la
construcción.
Asimismo una apuesta decidida por la
electrificación del transporte de mercancías y pasajeros, que permitiría
evacuar la producción de las renovables. Abandonar la apuesta del
camión a favor del tren, y del coche privado a favor del vehículo
colectivo, así como dejar de favorecer sistemáticamente a los
fabricantes de coches y comenzar a apoyar un servicio público que
facilite la movilidad sostenible son requisitos para dos objetivos:
acabar con el problema climático y abrir paso a las renovables.
¿Van en esa dirección otros gobiernos en el mundo?
A nivel mundial, muy tímidamente en el caso de las renovables, sobre
todo si se compara con el apoyo a las energías sucias. Myers y Kent
estiman que los subsidios anuales para la energía fósil alcanzan los 119
billones de dólares anuales, para la energía nuclear 12 billones, y
estimaron las “externalidades” en 200 billones que asumió económicamente
la sociedad en su conjunto, además de padecer los efectos negativos.
Desde luego el gobierno español no está a la cabeza de otra política. Y,
sin embargo, en el caso de nuestro país las medidas decididas a favor
de otro modelo energético supondrían una “nueva frontera”, capaz de
sacarnos de la recesión y de un modelo productivo basado en la
construcción y el turismo de sol y playa.
Empoderamiento energético
-¿Hay riesgo de que el mercado de renovables acabe en manos de las
mismas grandes compañías que controlan la energía hoy? ¿Cómo evitarlo?
Sí, el riesgo existe. Hoy el riesgo real es el que señalas, que las
grandes empresas del sector de las convencionales, u otras ad hoc
creadas por el capital financiero, se hagan con el I+D+i de las
renovables y comiencen a explotar este nuevo nicho de negocio. Y también
hay otro riesgo en un futuro hoy inimaginable pero que podemos
describir como: inexistencia de capitales privados pero dominio de un
sector político burocrático de la energía. Debemos erradicar ambos
escenarios. La receta que deberíamos aplicar al capitalismo deberíamos
también mantenerla en una sociedad postcapitalista.
Volviendo al más probable actualmente, el la intromisión de las grandes
multinacionales en el negocio de las renovables, cabe decir que podrá
hacerse realidad si no se produce un proceso de empoderamiento social de
la energía. Se hará realidad si ahora apostamos por grandes campos
solares o eólicos alejados centenares de kilómetros de los centros de
uso.
"La intromisión de las multinacionales en las renovables es posible si no hay un proceso de empoderamiento social de la energía"
-¿Cómo puede democratizarse la energía, lo que llaman "empoderamiento social de la energía"?
Convertir a la sociedad en dueña y señora de la energía exige la máxima
democracia y una nueva hegemonía cultural en el campo de la energía
acorde con criterios ecológicos y sociales. Ello es incompatible con la
posición preponderante del capital privado en la generación de energía.
El empoderamiento social de la energía implica que la sociedad
interviene mediante la inversión pública, la propiedad socializada de
los sectores energéticos estratégicos y el plan democrático elaborado
con la participación popular y de obligado cumplimiento. Pero hay que
dar un paso más, la democracia energética se hará realidad si además
apostamos por la generación distribuida que borra las fronteras entre
productor y usuario. Cuanto más apreciemos el valor de uso frente al
valor de cambio de la energía más se alejará el peligro.
-¿Por qué sostienen que el cambio de modelo energético sería un "vector del cambio de modelo productivo"?
El modelo productivo actual es sumamente depredador de los recursos
naturales finitos, sus procesos son altamente ineficientes en el uso de
las materias y la energía, como arroja el balance de los bienes y
servicios obtenidos y los residuos, emisiones y vertidos generados, que
depositan ingentes cantidades de productos tóxicos y nocivos en un medio
natural con una capacidad de carga limitada. Su reconversión en
términos ecológicos implica asumir como criterio rector de actuación la
biomímesis del aparato productivo, de los medios de transporte, de la
forma de consumir, en definitiva, de la manera de vivir. Implica, pues,
utilizando la expresión de Marx, un nuevo metabolismo entre la sociedad y
la naturaleza que parte de la convicción de que nuestra especie forma
parte y vive de la biosfera.
El problema más
acuciante y urgente es detener el cambio climático. Y si bien los GEI
(gases de efecto invernadero) están imbricados en la inmensa mayoría de
los procesos productivos agrícolas, ganaderos, industriales o de
transporte, quien en términos cuantitativos aporta mayor cantidad de uno
de ellos, el anhídrido carbónico, es el sector de la energía. Sector
clave en toda la cadena de valor de la producción e imprescindible para
el bienestar humano.
La energía es uno de los
vectores básicos en la historia de la evolución humana. También en el
presente. No es posible cambiar el modelo productivo si no empezamos por
la energía, por la forma de controlarla, generarla y usarla. Sin ese
paso es imposible dar los siguientes de forma firme y segura en la senda
de una producción, una economía y una sociedad ambientalmente
sostenibles. Pero, a su vez el cambio de paradigma energético inducirá
profundos cambios en el resto del proceso productivo consuntivo. Vale
la pena intentarlo.
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