Entrevista con Manuel Garí: “El sistema energético español es
irracional, consumimos más energía por unidad de PIB que la mayoría de
países occidentales.”
Manuel Garí es
economista y activista social, director de la Cátedra Trabajo, Ambiente y
Salud de la Universidad Politécnica de Madrid. Ha defendido durante
muchos años los derechos de la clase trabajadora desde el sindicalismo,
sin perder nunca de vista la defensa medioambiental. Acaba de publicar el libroQué hacemos por otra cultura energética,
escrito junto a Javier García Breva, Begoña María-Tomé Gil y Jorge
Morales de Labra. Una propuesta por otro modelo productivo a partir de
una nueva cultura energética, basada en las renovables y en la
democratización de los recursos.
Ofrecemos la primera
parte de una extensa conversación, que continuaremos en los próximos
días. En esta primera entrega hablamos con Garí de la crisis energética,
su relación con la crisis económica, las amenazas en el horizonte, las
nucleares, el fracking, así como del sistema energético español y la
última reforma.
-La crisis energética que se anuncia a medio plazo, ¿cómo afectaría a España?
Energéticamente el Estado español es sumamente dependiente del exterior
ya que el 80% de los recursos energéticos consumidos se importan. El
carbón se trae de Ucrania, Rusia, Sudáfrica y China. En 2011 el 99,8%
del gas y petróleo consumidos como energía primaria fue importado, lo
que significó una cifra equivalente al 4,7% del PIB. Más del 55% del
crudo se compró a los países de la OPEP, particularmente a Arabia Saudí,
Irán y Nigeria, más del 15% a Rusia y en torno al 12% a México; la
factura del petróleo ese año supuso el 85,6% del total del déficit
comercial español. En el caso del gas nuestros principales proveedores
fueron Argelia -38%-, Nigeria -18,6%- Catar -13,4%- Noruega -8,4%- y
Egipto -6,5%-.
La primera conclusión de esta aburrida
catarata de cifras y porcentajes es que cualquier alza de los precios
de los combustibles fósiles contribuirá negativamente al desequilibrio
estructural comercial. La segunda es que cualquier tensión política y/o
bélica en las regiones productoras de las que importamos aumenta la
vulnerabilidad de nuestro sistema energético y… económico. Vamos a ver
que pasa a corto plazo con la situación en Siria.
-La actual crisis económica global, ¿en qué medida tiene también un componente energético en su origen?
En el verano de 2004 se hizo patente una de las consecuencias de la
guerra de Irak: el barril de crudo pasó de 20 dólares a 40, en 2007 se
atravesó la barrera simbólica de los 100 dólares y siguió subiendo hasta
alcanzar los 147 dólares en la primavera de 2008, lo que provocó un
movimiento inflacionista en la economía de los países occidentales y un
alza de los precios de los alimentos con consecuencias dramáticas para
los países empobrecidos. Se intentó detener la temida inflación mediante
un alza de los tipos de interés. Este movimiento junto con el resto de
elementos irracionales que configuran la financiarización de la economía
mundial resultó explosivo. El resto es una historia conocida: tras el
boom del dinero barato crisis de las hipotecas basura, crisis financiera
internacional, crisis de las deudas europeas, etc.
Pero no es la primera vez que una grave crisis económica y financiera
fue precedida por un alza de los precios del crudo, recordemos que el
fin del keynesianismo y la instauración del neoliberalismo llegaron tras
la guerra árabe-israelí de 1973 en la que los precios del petróleo se
cuadriplicaron y tras la revolución iraní que comportó que se doblaran
nuevamente entre 1978 y 1981. El experto venezolano en economía de la
energía, López Arismendi, afirma en su libro El fin de la era petrolera
que las manifestaciones más evidentes de la crisis estructural que
sufre la sociedad mundial son económicas pero que el origen de las
mismas es energético. No le falta razón.
"La necesidad de crecer sin parar es un imperativo de la ganancia capitalista, no del bienestar de la sociedad"
-¿Cómo resolvemos el habitual dilema entre sostenibilidad ecológica y crecimiento económico/creación de empleo?
Empecemos por desmontar el mito del crecimiento económico. La necesidad
de crecer sin parar es un imperativo de la realización de la ganancia
capitalista, no del bienestar de la sociedad. Ese crecimiento no
comporta automáticamente un reparto justo de bienes y servicios en la
sociedad. Depende en qué sectores se crezca y en cuales se decrezca el
resultado será más o menos favorable a los intereses de la mayoría
social. El capitalismo industrial multiplicó la capacidad de acumulación
monetaria y de crecimiento anual medido en términos monetarios mediante
el Producto Interior Bruto, el tan llevado y traído señor PIB. La
financiarización de la economía ha inducido hasta la metástasis esa
acumulación de capital ficticio y ha desorbitado el culto al PIB.
Lástima, porque el PIB es un indicador económico incompleto e
imperfecto. No se le puede tomar como la verdad revelada. No es capaz de
informarnos sobre las condiciones sociales y ecológicas de producción.
Tampoco sobre los valores de uso producidos ni sobre su distribución. Y,
particularmente, hay que disociar la idea de crecimiento de la de
creación de empleo. Hemos podido constatar en diversos momentos, como
afirma Catherine Samary en el artículo aparecido en Viento Sur
“De los desastres del “productivismo” a la planificación ecosocialista
autogestionaria”, que puede haber crecimiento con enormes cifras de
desempleo, incremento de las desigualdades y destrucción ambiental. Esta
crítica al PIB se extiende entre los economistas más sensibles
incluidos algunos de los defensores del sistema económico vigente, a la
vez que comienzan a formularse propuestas de nuevos indicadores como el
PIB verde.
Hoy el dilema no es crecimiento y empleo
versus naturaleza sino crecimiento capitalista versus naturaleza y
empleo. La gran crisis económica que viene, como afirma el propio George
Soros, es la que puede derivarse de la catástrofe climática inducida
por la forma de producir y movernos. Esa destruiría fuentes de riqueza y
empleo en dimensiones dantescas. No es solo un debate económico, es un
debate civilizatorio.
Más en concreto ¿es posible compatibilizar la sostenibilidad ambiental y la creación de empleo?
Está abriéndose paso de manera firme en el mundo sindical y en el de
los expertos en economía ajenos al neoliberalismo una nueva hipótesis:
el proceso de reconversión del aparato productivo en términos
ecológicos, comenzando por el modelo energético, es intensivo en trabajo
humano por un lado y, por otro, implica una importante movilización de
recursos e inversiones que posibilitan medidas anticíclicas generadoras
de riqueza que a la vez son sostenibles desde un punto de vista
ambiental. Baste un botón de muestra, las energías renovables generan
2,7 veces más empleo por unidad de PIB que la media del sector
energético.
Diversos informes de la OIT corroboran el
enorme potencial de creación de empleo que contienen las fuentes
renovables de energía y la introducción de criterios de eficiencia
energética en la producción y los servicios. Igualmente queda demostrado
en los estudios sobre el caso español en los que hemos participado
entre otros Begoña María-Tomé y yo mismo.
Si a ese
cambio de paradigma productivo le sumásemos una profunda
reestructuración de la organización del tiempo humano con una drástica
reducción de la jornada laboral, se produciría el doble movimiento de
creación y reparto del bien “puesto de trabajo”.
-La energía nuclear como alternativa a la fósil, ¿está descartada tras Fukushima, o el lobby nuclear se mantiene fuerte?
Cada día que pasa hay nuevos argumentos para dejar la energía nuclear.
Las fugas radiactivas al mar en Japón ocupan las noticias, entre otras
cosas, porque puede haber consecuencias transoceánicas en el Pacífico
norteamericano. La conservadora canciller alemana Angela Merkel
desdiciéndose de su programa electoral ha iniciado la desnuclearización
en su país. El lobby nuclear guarda silencio sobre Fukushima y en el
caso español acaba de reconocer que la mayoría de los españoles rechaza
la energía nuclear.
Su silencio no es equivalente a
su desaparición. Existen fuertes intereses económicos de las grandes
compañías energéticas propietarias de centrales atómicas –en España y en
el resto de países- y de fabricantes de reactores y constructores de
plantas –como es el caso de Areva en Francia- y además hay una ideología
pronuclear –y claro está, también petrolera- que asocia progreso con
centrales atómicas –y humos de combustión-, ningunea los riesgos y
desprecia a las renovables. En nuestro país hay insignes representantes
de ese pensamiento reaccionario y desinformado tanto en el mundo
sindical como en algunos partidos socialdemócratas, pero la palma se la
llevan los neocon que en España están muy bien representados por el PP, particularmente por Rajoy y Soria.
Los pronucleares defienden su opción mediante cinco mentiras: que la
energía nuclear es imprescindible como energía base de respaldo, que es
más barata, que es limpia, que es segura y que hay reservas ilimitadas
de combustible. La realidad ha desmontado una por una esas interesadas e
ignorantes afirmaciones: poderosas economías no tienen centrales
nucleares y su sistema energético funciona, el kW nuclear resulta más
caro dados los altos costes iniciales, los residuos radioactivos no
pueden esconderse bajo la alfombra, los incidentes devienen en
accidentes y estos en desastres y tragedias, el uranio existente en el
planeta es finito y no puede alimentar las actuales centrales más allá
de 50 años, mucho menos tiempo si se siguen construyendo.
¿Por qué no se construyen todas las centrales que se anuncian?
Porque las inversiones iniciales son muy cuantiosas y el retorno se
dilata en el tiempo. Por ello el capital privado no quiere arriesgarse
sin el aval y la financiación estatales. Así de liberales y arriesgados
se muestran estos fundamentalistas del mercado y enemigos de lo público a
la hora de pedir la intervención estatal para atreverse a invertir un
euro en las nucleares. Además la cuenta de explotación de la generación
eléctrica desdice el mito de los bajos costes. El Informe Lazard de 2008
basado en los datos de la Comisión Europea y tomando como criterio el
de coste/beneficio, sitúo los costes de producción por kilovatio hora
(kWh) de la nuclear entre 10 y 12 céntimos de euro frente al coste de la
eólica y la biomasa situado en el entorno de 5 a 9. En conclusión la
nuclear no puede sustituir a la fósil, vayamos pensando en una energía
más asequible y segura, la que viene del sol.
"En España los mayores defensores del fracking son grandes compañías constructoras en búsqueda de negocio"
-¿Y el fracking? ¿Por qué hay administraciones que parecen dispuestas a autorizarlo pese al rechazo y las dudas que despierta?
En el caso español los mayores defensores del fracking son grandes
compañías constructoras en búsqueda de negocio promovido por
administraciones que han descubierto en el gas pizarra la panacea a los
diversos males patrios, ya que afirman que el uso energético del gas
pizarra es la panacea de sustitución ante el peak oil y el peak gas
porque las reservas sin explotar son cuantiosísimas, es más limpio que
el carbón al que expulsará del mercado, reduce la emisión de CO2y
ayuda a combatir el cambio climático, por lo que se convierte en un
combustible de transición a nivel mundial hacia una energía
descarbonizada. En el caso español, además, permitirá la independencia
energética, será una fuente de riqueza local y comarcal, y generará
empleo. ¡Bienvenido mister Marshall! Y, además su extracción y
uso son limpios, no comportan efectos ambientales negativos ni riesgos
para las personas por lo que, algunos de los que desde la administración
deberían velar por el cumplimiento estricto de la norma afirman que no
es necesario hacer estudios de impacto ambiental. En definitiva estamos
ante un conjunto de creencias ancladas en una idea de progreso vinculada
al pelotazo extractivista. La realidad es muy otra.
El gas pizarra que se obtiene mediante la fractura hidráulica tiene una
tasa de retorno energético (TRE), el indicador que establece el cociente
entre la energía empleada en su obtención y la energía obtenida,
sumamente bajo: entre el 2 y el 5. El fracking pues resulta un
procedimiento sumamente ineficiente en términos energéticos y por tanto
de costes, cosa que silencian sus defensores, si lo comparamos con las
tasas de la fotovoltaica, situada en el 7 –lo que lleva a sus
detractores a decir que es una cifra baja- o del gas o petróleo
convencional que supone el 15 o la eólica que alcanza el 17. El gas
pizarra no es la alternativa al petróleo convencional ni en términos
energéticos ni crematísticos. El fracking supone una técnica sumamente
agresiva por el empleo de cientos de sustancias químicas nocivas de
forma masiva que se depositan incontroladamente en acuíferos, subsuelo,
suelo y cauces, sumamente despilfarradora de agua y sumamente peligrosa
porque puede inducir movimientos sísmicos.
Un
reciente informe del Parlamento europeo afirma que los recursos de gas
convencional en Europa son demasiado pequeños para tener una influencia
energética sustancial y que la tendencia más previsible tras un primer
boom será al declive de la producción y uso gas de esquisto. En el caso
español las cifras de existencias conocidas son muy reducidas: 250.000
millones de barriles. La Agencia Internacional de la Energía (AIE)
afirma que la producción de gas incluyendo convencional y pizarra
disminuirá en Europa a ritmo 1,4% anual. Son datos y opiniones
demoledoras. ¿Se tendrán en cuenta? En el caso del ministro Soria parece
que no. Quizás ni las conozca.
El sistema español
-¿Por qué consideran “irracional” el actual modelo energético español?
El uso que hacemos de la energía que no tenemos y debemos comprar fuera
a precio de oro es muy ineficiente ya que la intensidad energética de
nuestra economía sigue siendo muy alta y no la hemos bajado
significativamente desde la crisis energética de los años setenta. Dicho
de otra forma consumimos más energía por unidad de PIB que la mayor
parte de los países occidentales. Los impactos ambientales y sobre la
salud de la contaminación son muy importantes y, puestos a hablar de
dinero, no los pagan quienes los producen sino nuestras vidas y la
hacienda pública, nuestros impuestos. Impuestos que por cierto vienen
subvencionando a las grandes compañías que configuran el oligopolio
energético español y a los que a su vez pagamos la electricidad a
precios cada vez más elevados. A ello hay que sumar un modelo de
transporte basado en los combustibles fósiles y un alto grado de
ineficiencia energética del parque inmobiliario residencial, terciario,
industrial y turístico. Visto lo visto ¿es exagerado hablar de
irracionalidad sistémica?
-¿Qué efectos ha tenido la liberalización del mercado eléctrico?
En 1997 el gobierno de Aznar anunció que se iniciaba la transición a un
sistema de libre mercado eléctrico. Las eléctricas consiguieron de
inmediato que se les garantizara la recuperación de las inversiones que
hasta el momento habían realizado mediante el reconocimiento de los
Costes de Transición a la Competencia (CTC) cuya cuantía inicial se
estableció en 12.000 millones de euros. Además se diseñó un absurdo
mercado cerrado para y controlado por las grandes compañías en el que el
gobierno popular aceptó aberraciones como la del reconocimiento del
déficit tarifario que aún hoy colea. Finalmente, el sistema de fijación
de precios del que conviene que hablemos no es precisamente un modelo de
juego real oferta / demanda. Difícilmente puede hablarse de un mercado
eléctrico liberalizado.
"La fijación de precios favorece a los grandes consumidores industriales, y su peso gravita sobre pequeñas empresas y consumidores particulares"
-¿Por qué es tan compleja y falta de transparencia la fijac ió n de precios en España, un “arcano indescifrable que a tantos oculta sus secretos”? ¿Cree que han sido capaces de hacerlo inteligible en su libro?
La metafórica referencia de Jorge Morales al oscurantismo del sistema
de fijación de precios de la electricidad no es baladí. La Ley básica de
la electricidad (ley 54/97) estableció un mercado mayorista
pretendidamente marginalista que funciona muy defectuosamente. El precio
de la electricidad se forma por adición de tres sumandos. El primero
compuesto por el precio más caro de entre los oferentes que hayan sido
invitados a participar por ser los más baratos en ese momento para
atender la demanda. El segundo sumando, los costes de acceso que
contemplan diversos elementos como los costes de transporte y
distribución, las primas del régimen especial, la deuda tarifaria, los
costes extrapeninsulares y los cotes de funcionamiento de la Comisión
Nacional de la Energía
(hoy integrada en la Comisión Nacional de Mercados y de la Competencia)y del Operador del Mercado Eléctrico. Y un tercer sumando, los Costes de Capacidad que se pagan por estar disponibles al carbón y al gas.
(hoy integrada en la Comisión Nacional de Mercados y de la Competencia)y del Operador del Mercado Eléctrico. Y un tercer sumando, los Costes de Capacidad que se pagan por estar disponibles al carbón y al gas.
Poco que ver con un mercado abierto al que puedan los consumidores, los
grandes ausentes, o transparente y sencillo para los mortales pues gran
parte del galimatías que sucintamente expliqué es un constructo
político ajeno a las reglas que se supone tiene un mercado capitalista.
No todos tienen el mismo grado de información ni la misma capacidad de
influir en la fijación del precio. Y mucho menos con un mercado que
abarate el precio para la mayoría de la población. Todo este entramado
favorece a los grandes consumidores industriales y su peso gravita sobre
las pequeñas empresas y los consumidores particulares.
¿Hemos sido capaces de hacer inteligible este galimatías en el libro?
Eso deben responderlo las personas que lo lean. Nuestra intención fue
que lo fuera.
¿ La reciente reforma del sector eléctrico ha resuelto la cuestión del déficit tarifario? ¿Cómo quedan las renovables? ¿Qué evoluc ión tendrán los precios para el consumidor tras la reforma?
El decreto-ley (9/2013) ha iniciado el trámite parlamentario de una
nueva ley del sector y se están conociendo diversos reales decretos y
órdenes ministeriales que completan el despliegue. A la pregunta que
haces la respuesta es no. No se ha resuelto el problema del déficit
tarifario que ha sido el motivo aducido por Soria para iniciar los
cambios sobre el papel. Se justificaba la reforma por la existencia de
un déficit
estructural que puede estimarse ende4.500 millones de euros
para este año que vendría a sumarse ingente déficit reconocidoa mes de mayode 26.062 millones de eurosy la ya pagada 11.823 millones desde 2006 a partir de la deuda generada desde 2002, y cuando se mira lo que puede lograr este RDL 9/2013 se concluye que aún en el caso en que se cumpliera lo previsto por el decreto, esto no sería suficiente para eliminar el definitivamente el dichoso déficit como no lo hizo la Ley de medidas fiscales (15/2012) que también anunció a bombo y platillo que erradicaría el problema.
Dependerá de la evolución de los precios y la demanda que la cifra final del déficit anual sea mayor o menor de la estimada.
estructural que puede estimarse en
para este año que vendría a sumarse ingente déficit reconocidoa mes de mayode 26.062 millones de eurosy la ya pagada 11.823 millones desde 2006 a partir de la deuda generada desde 2002, y cuando se mira lo que puede lograr este RDL 9/2013 se concluye que aún en el caso en que se cumpliera lo previsto por el decreto, esto no sería suficiente para eliminar el definitivamente el dichoso déficit como no lo hizo la Ley de medidas fiscales (15/2012) que también anunció a bombo y platillo que erradicaría el problema.
Dependerá de la evolución de los precios y la demanda que la cifra final del déficit anual sea mayor o menor de la estimada.
Lo que sí es seguro que el decreto va a cercenar de forma contundente
la viabilidad de las renovables. Basta mirar la memoria económica del
mismo. Basta hacer un análisis del discurso del párrafo siguiente para
concluir hasta que punto cuando van bien las cosas para las renovables y
los precios finales, desde el gobierno se retuerce el argumento en la
exposición de motivos del RDL 7/2013: “Estas desviaciones vienen
motivadas por el hecho de que en los primeros meses del año 2013 han
acontecido unas condiciones meteorológicas atípicas, y el nivel de
pluviometría y las condiciones de viento han sido muy superiores a
las medias históricas. Estas condiciones han provocado un doble efecto.
Por un lado, han ocasionado el hundimiento del precio del mercado
diario hasta un nivel mínimo de 18,17 €/MWh de media en el mes de abril,
dando como resultado un precio medio en los seis primeros meses
de 2013 que no alcanza los 37 €/MWh, muy inferior a los 51,19 €/MWh
previstos para el conjunto del año. Por otro lado, se ha producido un
incremento de las horas de funcionamiento de determinadas tecnologías, y
en particular de la eólica con derecho a régimen primado”.
Los usuarios de la Tarifa de Último Recurso (TUR), cuya denominación va
a cambiar, verán incrementada su factura con dos subidas durante 2013.
La primera será del orden del 3,2%, la segunda tendrá lugar en el último
trimestre pues se modificará el precio correspondiente a la llamada
“parte de mercado” como resultado de la subasta CESUR.
A todo ello hay que añadir que la Orden IET/1491/2013 del 3 de agosto
pasado en la que se revisan los peajes de acceso de energía eléctrica en
la que se aumenta el término de potencia y se reduce la parte regulada
del de energía, o sea sube el peaje fijo, el que se tiene por estar
conectado y baja el que depende del consumo, penaliza a quienes ahorran y
subvenciona a quienes despilfarran o son grandes consumidores.
Finalmente el decreto regulador del autoconsumo del 18 de julio en el
que se establecen los denominados “peajes de respaldo” supone un duro
golpe a la generalización y consolidación de la generación distribuida
de la energía, amén de equipararla desde el punto de vista fiscal a la
electricidad producida por las compañías con ánimo de lucro. El mundo al
revés. Pero tiene su lógica, la muy perversa lógica de los poderosos en
cualquier expresión de la lucha de clases.
¿Puedes valorar qué resultado tendrá la reforma?
Pierden sobre todo los productores de energías renovables, que ven caer
drásticamente sus previsión de ingresos; los usuarios eléctricos, que
padecerán a nuevas subidas de precios; y en menor medida el sector
productor de régimen ordinario, para los que la bajada en garantía de
potencia, transporte y distribución es mucho menor (en términos
porcentuales) que para las renovales. Los ganadores son los mismos de
siempre. Se mantienen inalteradas las ayudas de estado al sector
industrial gran consumidor que sigue recibiendo 732 millones de euros en
concepto de un servicio de interrumpibilidad que no se presta. También
mantienen intactos sus privilegios los tenedores de una deuda que con
los nuevos déficit reconocidos superará los 30.000 millones de euros y a
la que podría aplicarse alguna quita o reducción del precio a pagar
establecido.
Para más información y para conocer las propuestas en materia energética, el libro Qué hacemos por otra cultura energética. Más información en www.quehacemos.org
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