Article publicat a Labor Notes
L'article parla per al públic nord-americà però es pot aplicar igualment als països del sud d'Europa. L'autor defensa que la modernització del discurs sindical passa per posar al centre de les seves reivindicacions el tema de l'equilibri entre vida laboral i les qüestions de gènere i cura i que la reducció de jornada laboral és un tema clau per fer front als problemes de sostenibilitat ambiental.
L'article parla per al públic nord-americà però es pot aplicar igualment als països del sud d'Europa. L'autor defensa que la modernització del discurs sindical passa per posar al centre de les seves reivindicacions el tema de l'equilibri entre vida laboral i les qüestions de gènere i cura i que la reducció de jornada laboral és un tema clau per fer front als problemes de sostenibilitat ambiental.
POR DANIEL ALDANA COHEN*
Los problemas sobre el equilibrio entre vida
laboral y género deben ser preocupaciones centrales de los movimientos
sindicales." (Michael Herve / Flickr)
Ante la catástrofe ecológica que se avecina, ¿pueden los
sindicatos ayudar a reestructurar el trabajo en sí ? ¿y qué tiene que
ver la desigualdad de género con todo
eso? Planteamos estas cuestiones a Tom Malleson, profesor ayudante de Estudios
de Justicia Social y Paz en el King’s University College de Western University
en Londres, Ontario, y autor de After Occupy: Economic Democracy in the 21st
Century (Después de la ocupación: democracia económica en el siglo 21).
Labor Notes: La agenda climática en la esfera del Trabajo ha
sido principalmente la de conseguir más empleos verdes. En su investigación,
usted está más interesado en un enfoque diferente, más amplio que el trabajo, centrado en la
sostenibilidad, en la carga injusta de trabajo para la mujer y en lograr para
todos los trabajadores un convenio mucho
mejor. Empecemos por la dimensión ecológica.
Tom Malleson: Nuestra
economía y el medio ambiente están en vías de colisión. En este momento, la
única forma en que nuestra economía es capaz de ofrecer empleos decentes es a
través de un crecimiento constante y perpetuo. Así que el reto fundamental es
pensar cómo podemos reorganizar la economía para garantizar tanto la seguridad
económica como la sostenibilidad ecológica.
Un factor es el cambio de los
trabajos sucios por los empleos verdes. Y eso ya está ocurriendo. Pero creo
que una transformación hacia los empleos
verdes por si sola no será suficiente para evitar un cambio climático
catastrófico.
El problema fundamental es simplemente que estamos produciendo y
consumiendo mucho más de lo que el medio
ambiente puede soportar. Por poner un ejemplo, desde 1990, el estadounidense
medio ha pasado en términos reales a gastar un 20% más en coches, un 80% más en
ropa y un 300% más en muebles y en artículos del hogar.
Cada día las empresas extraen de la
tierra el equivalente en peso de 112 edificios como el Empire State, y la cifra
va creciendo cada año. Eso significa un
50% más de lo que se extraía hace sólo
30 años. Así que la conclusión es que tenemos que empezar a producir y consumir
menos.
Esto sería lo justo , pero,
¿dónde nos deja eso en términos de puestos de trabajo?
La idea clave es el trabajo compartido. En lugar de contratar a un solo trabajador durante 40 o 50 horas semanales , se deberían contratar más trabajadores por
menos horas. Deberíamos aspirar a jornadas de 35 o incluso a 30 horas semanales.
Esto significaría un poco menos de dinero y un menor consumo. Pero así como
el trabajo nos ofrece seguridad, salud y prestaciones de
jubilación, la evidencia nos muestra que una vez que la gente se acostumbra a
trabajar menos horas, les gusta la experiencia y ya no quieren retroceder a
jornadas mas largas.
La reducción del tiempo de trabajo no ha sido tan predominante en Norte
América, pero en Europa.se ha perseguido con éxito Los sindicatos franceses lucharon con éxito
por ello y ganaron una semana laboral de
35 horas. Los sindicatos de los Países Bajos han estado a la vanguardia de la
creación de muchos puestos de trabajo a tiempo parcial.
Y a diferencia de aquí, estos
trabajos a tiempo parcial son realmente buenos empleos. Tienen más o
menos el mismo salario por hora que los trabajos a jornada completa y beneficios y seguridad
similares. Esta es una gran diferencia.
El estadounidense medio trabaja cerca de 1.900 horas al año, mientras que
el promedio de la población holandesa trabaja cerca de 1.350 horas al
año, alrededor de un 30 por ciento menos. Mi investigación actual estudia esas
mejores prácticas en Europa que podrían servir como modelo para América del
Norte.
¿Puede decirnos algo más
sobre el ejemplo holandés, y de cómo los trabajadores pueden optar por horarios
mas reducidos?
Los Países Bajos sufrieron una gran
recesión en la década de 1980 y una de las principales respuestas fue la de
luchar por el trabajo a tiempo parcial con el fin de fomentar el reparto del
trabajo y reducir el desempleo. Los sindicatos fueron muy listos y
triunfaron al asegurarse que los
empleos a tiempo parcial fueran buenos empleos.
La Ley sobre la regulación de la jornada laboral fue promulgada en la
década de 2000. Esta ley permite que los trabajadores de empresas con más de 10
empleados en cualquier momento puedan solicitar un cambio en su jornada laboral
con el pago prorrateado y el acceso a las prestaciones. Las empresas no se pueden
negar, a menos que puedan demostrar que existen razones de peso para no
aceptarlo.
¿Qué consecuencias para las
mujeres tiene este tipo de acuerdo?
Realmente, hay dos razones fundamentales por las que la reducción del
tiempo de trabajo es tan importante. Una
es el medio ambiente. La segunda es el género. Las mujeres hacen una
cantidad enormemente desproporcionada de trabajos de cuidado y
domésticos.
Las mujeres están empezando a trabajar fuera de casa casi tanto como los
hombres. Pero los hombres no han actuado de
forma recíproca a la hora de compartir el trabajo de cuidados.
Obviamente, esto genera todo tipo de consecuencias negativas.
Y ya, en general, la gente se siente "con falta de tiempo." Hay una enorme
cantidad de falta de tiempo en nuestra sociedad. Llevamos vidas apresuradas,
acosadas. Por lo tanto, lo que necesitamos para hacer frente a este
desequilibrio de género es hacer que el compartir las tareas domésticas y las responsabilidades
de cuidado sea más fácil para
hombres y mujeres
El libro en el que Jennifer Nedelsky de la Universidad de Toronto, y yo
hemos estado trabajando se llama Trabajo
a tiempo parcial para todos. La idea es que nunca vamos a conseguir la
igualdad de género hasta que tengamos una sociedad de cuidados universales, una
sociedad donde todos los adultos compartan las responsabilidades del cuidado de
una manera justa y equitativa.
¿Cómo podemos lograr esto? Es evidente que tienen que haber cambios
culturales sobre lo que se percibe como rol de los hombres y de las mujeres.
Pero en términos de puestos de trabajo, que es mi enfoque,
fundamentalmente lo que necesitamos es,
en primer lugar, la reducción de horas para que los hombres pueden trabajar
menos y cuidar más; y en segundo lugar, el aumento de la flexibilidad
laboral, a lo que nos gusta llamarlo
"soberanía del tiempo." Cosas como la flexibilidad en los horarios o
la flexibilidad en el lugar de trabajo son las que van a permitir que el empleo no continúe siendo un
impedimento para los trabajos de cuidado.
Una vez más, estas políticas están más avanzadas en Europa. En los EE.UU.
sólo el 27% de las empresas ofrecen a la mayoría de sus empleados horarios
flexibles. En Suecia, el 68% de los puestos de trabajo ofrecen horarios
flexibles al 80% de sus empleados.
Supongo que para que esto
funcione, se necesita que el estado
garantice una red de seguridad social
más fuerte ¿Pueden las empresas permitirse el lujo de ofrecer a los
trabajadores a tiempo parcial el tipo de cosas que ofrecen a los trabajadores a
tiempo completo en los EE.UU.?
Cierto. La transición a un trabajo a
tiempo parcial requiere, como usted dice, una expansión de la oferta pública de los servicios básicos. Esto permitiría
a las personas reducir su jornada de trabajo sin sacrificar su seguridad
económica ni su sustento básico.
Tenemos que empezar a desvincular nuestros derechos a nuestras prestaciones
básicas, como las pensiones y la atención de la salud, al empleo.
La gente puede decir que el
contexto es demasiado diferente. Es tan difícil imaginar que los acuerdos
laborales europeos puedan trasladarse a EEUU. ¿Cuáles son algunas de las
lecciones políticas que podemos aprender?
Es cierto que la realidad política de EE.UU. es diferente que la de Europa y, en particular, de los países
nórdicos. Pero las fuerzas subyacentes son las mismas. La diferencia está en
que los sindicatos son mucho más fuertes en Europa. En mi opinión esto implica
que las enseñanzas que recibimos de Europa son importantes para nosotros; sólo
necesitamos movilizaciones mas fuertes
para lograr victorias similares.
En términos de estrategias de
organización específicas , creo que la lección principal es que el equilibrio
entre vida laboral y las cuestiones de género deben ser las preocupaciones
centrales de los movimientos sindicales. Reducción del tiempo de trabajo,
buenos puestos de trabajo a tiempo parcial, puestos de trabajo flexibles, esos
son los componentes fundamentales para una estrategia sindical del siglo 21 que
es, a la vez, feminista y ambientalmente
sostenible.
¿Sabe cuando tuvo lugar en
Europa occidental o los países nórdicos el abandono de la agenda sobre puestos de trabajo directos hacia
esta agenda más amplia, más holística?
Este cambio en realidad tuvo lugar en la década de 1980, liderado principalmente
por Dinamarca, los Países Bajos, Suecia, Noruega y Francia, hasta cierto punto debido a que esos
lugares tienen particularmente movimientos feministas fuertes y contingentes
feministas dentro de los grandes sindicatos.
Estos movimientos lograron rearticular lo que los sindicatos contemporáneos
deberían ser y pusieron de relieve
algunas de los motivaciones originales del movimiento sindical, así como las
cuestiones sociales mas generales acerca de la importancia de la libertad a partir
del trabajo.
Así que parte del mensaje no
es sólo que los sindicatos pueden actuar de diferente manera, sino que la
organización feminista realmente puede dar dividendos si se une al movimiento
sindical con éxito.
Exactamente.
* Daniel Aldana Cohen es doctorando en sociología en la Universidad de Nueva
York y autor de un ensayo reciente en Jacobin sobre los vínculos
entre las ciudades, los movimientos laborales y el ocio bajo en carbono.
Traducció N.C.
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