Publicado: 21 abril, 2015 |
Tiemblen, si quieren, las clases gobernantes, ante la
perspectiva de una revolución comunista. Los proletarios, con ella, no
tienen nada que perder, como no sea sus cadenas. Tienen, en cambio, un
mundo entero que ganar.
¡Proletarios de todos los países, uníos! .”
Karl Marx. El Manifiesto comunista
Lejanos ya aquellos días del internacionalismo proletario, denostado
hasta la saciedad (en el opulento Occidente, que también aumenta sus
desigualdades internas), el intento marxista de unir a los proletarios
en condiciones de vida dignas y asomados hoy a la realidad espantosa de
unas desigualdades crecientes, vemos una brecha cada vez más insalvable.
El intento utópico marxista de principios del siglo XX no cuajó
finalmente, aunque su primer golpe (parto doloroso, sin duda) fundió en
una igualdad considerable distintas repúblicas al hacerse soviéticas. No
trata este artículo de volver a hurgar en las causas o incluso logros
de aquel fallido intento, ni tampoco aceptaría que nadie denostase y
tachase de imposible la visión de un mundo más igualitario y justo que
originalmente se proponía.
De otra forma, no tendrían sentido, salvo el de un cinismo galopante,
las voces que hoy gritan escandalizadas por los miles de ahogamientos
en el Mediterráneo y los portavoces que se rasgan las vestiduras y
claman que hay que hacer algo por estos desheredados, los nuevos
proletarios que surgen como zombis de la nada, cuando occidente ya creía
superado el propio concepto de proletariado.
Aquí no me rasgaré las vestiduras por estas enormes desgracias
humanas, sino que trataré de ofrecer una visión más “marxista”, en el
sentido de “materialismo histórico”, que trataba de analizar el mundo
con un método científico. Van pues, los datos para ayudar a conocer
nuestra triste realidad.
Si observamos el Producto Interior Bruto por persona en el mundo,
vemos unas brutales desigualdades entre países, especialmente entre los
de origen de los viajes desesperados en patera o en trenes de la muerte o
con coyotes y los países de destino con los que estos desesperados
sueñan.
Aunque ciertamente la economía no explica todo en este mundo, existe
una muy fuerte y estrecha vinculación entre el nivel económico de una
población y uno de los valores más queridos por el occidente
desarrollado: la esperanza de vida.
Si observamos el gráfico de la figura 2, vemos que la esperanza de
vida a la que puede aspirar una comunidad o un pueblo, tiene una
relación muy directa con un cierto nivel de PIB
Lo importante de este gráfico es mostrar que la esperanza de vida
sube muy directamente como la espuma cuando los niveles de PIB son
ínfimos, con cada poquito de subida del PIB por persona. Y también
muestra, que a partir de un cierto momento (en torno a los 10.000
dólares de PIB por persona y año, grandes aumentos de los ingresos no
conducen a vivir mucho más.
Otra forma de verlo es con el indicador llamado índice de Desarrollo Humano (IDH)
Este índice, adoptado por Naciones Unidas mide más el bienestar
humano que la riqueza material o la simple duración estadística de la
vida humana promediada. La curva tiene también una relación muy estrecha
con el PIB por persona. Y también muestra que incrementos pequeños de
riqueza para los más desheredados pueden producir mucho bienestar y
alcanzar ciertos niveles de dignidad humana (hacia el 0,7 ya se estaría
en ellos), mientras que con incrementos importantes del PIB per capita
no se mejora sustancialmente en mucho más desarrollo Humano.
Pero sigamos analizando. El consumo de energía primaria en el mundo
(que integra consumos particulares de cada tipo de energía, hasta la que
se consume de forma eléctrica, que es de más calidad y exige más
desarrollo), tiene también otra mirada similar, como ya he mostrado en
otras ocasiones.
También aquí la curva de los países muestra que con muy poco aumento
de consumo de energía por persona, se pueden alcanzar cotas de
desarrollo humano (bienestar humano) considerables. E igualmente, que a
partir de un cierto nivel de consumo, situado en unos 2.000 kilos de
petróleo equivalente por persona y año, el bienestar no aumenta de forma
relevante, aunque el consumo de energía por persona se multiplique
cinco o seis veces. Otra reveladora identidad de nuestra realidad
mundial.
El gráfico tiene dos variantes que siguen mostrando esta identidad de
relaciones y sacando a la luz el drama de los desequilibrios enormes
entre los distintos países del mundo. Una de ellas es la representación,
con una curva igualmente de relación muy directa con las anteriores y
que vincula a su vez el nivel de desarrollo humano (bienestar) y las
emisiones de CO2 por persona y país. De nuevo se muestra que se puede
emitir poco y mantener un nivel de desarrollo humano digno y que
aumentar las emisiones de forma desaforada no condice necesariamente a
un mucho mejor nivel de bienestar humano
Figura 5. Emisiones de CO2 por persona y año frente al nivel de desarrollo humano por países. Fuente http://www.thewatt.com/node/170 con datos de United Nations Development Program
Figura 6. http://en.wikipedia.org/wiki/Sustainability
La otra variante es la de la figura 6, que muestra la relación existente
entre el desarrollo humano (bienestar human)o que tienen o disfrutan
los ciudadanos de algunos países y la huella ecológica que generan estos
mismos países. De nuevo, se observa que para vivir bien o con un mínimo
de dignidad o bienestar humano, no es necesario consumir
desaforadamente.
Pero si volvemos a la relación entre consumo de energía y nivel de
PIB por persona en todos los países y grandes regiones del mundo, la
figura 7 es bastante incontestable:
Figura 7. Consumo de energía y PIB per capita por países y regiones. Datos BP Statistical Review 2011 y elaboración propia
En la figura se representa el consumo por persona en cada país o gran
región, en vatios de potencia equivalente (en negro), y el PIB también
per capita de cada país o región, representado por una estrella roja. En
el eje de abcisas se representa la población humana. Este gráfico
analizado de forma combinada con los anteriores gritan varias
evidencias:
1. La relación entre disponibilidad energética y uso de la energía
está muy directamente vinculada al PIB de los países y regiones del
mundo (ver los niveles de consumo de energía primaria, que son el
sumatorio de los distintos tipos de energía y el nivel de PIB
representado por la estrella roja de cada país o región.
2. Aproximadamente el 70% de la población humana, que llamaremos de
países empobrecidos, vive con el 30% de los recursos energéticos (y por
los gráficos anteriores vemos que una proporción similar de los
recursos naturales y bienes y servicios), mientras el 30% de la
población de los países enriquecidos dispone del 70% de los recursos
planetarios. Este brutal nivel de desigualdad explica muchas cosas sobre
las tragedias migratorias y las crisis humanitarias. La desigualdad ha
ido creciendo con el tiempo y sólo la limitación de algunos recursos
claves, entre otros el petróleo, ha propiciado que algunos países
empobrecidos, llamados emergentes, con una masa crítica suficientemente
grande, hayan podido reducir ligeramente estas desigualdades con los
países enriquecidos, aunque también, copiando a los países enriquecidos,
a base de detraer en beneficio propio del pastel general o mundial de
recursos del que disponen países empobrecidos y enriquecidos.
3. Si la energía es la capacidad de realizar trabajo y el trabajo es
la esencia de la actividad humana que determina el nivel de actividad
económica, disponer de energía y del control de sus mecanismos de
exploración, extracción, transporte y refino de la misma para su uso,
determina bastante fielmente, a su vez, el nivel de PIB y con éste, el
nivel de esperanza de vida de las poblaciones del mundo y también el
nivel de su bienestar.
4. Al mismo tiempo, el mundo industrial y tecnológico que hemos
construido, nos dice que se han alcanzado estas cuotas no si un precio
enrome, como es que los que más disfrutan sean los que más contaminan
(per capita), aunque sus maquinarias de propaganda nos traten de
convencer de lo contrario presentando datos por países y no por persona y
también y sean los que consumen como si tuviesen entre tres y cinco
planetas como el que tenemos a su disposición. Esto se ve meridianamente
claro en las figuras 5 y 6 más arriba.
5. Con los conocimientos que tenemos en la actualidad, sabemos que
los recursos energéticos fósiles son finitos. Ya estamos en el cenit de
la producción mundial de petróleo y muy pronto en la del cenit del gas y
del carbón, que hoy representan un 80% del consumo energético mundial.
Si a esto se suma la biomasa, de la que por el agotamiento de los
bosques ya no se puede esperar más, tenemos el 90% de nuestra dieta
energética actual. El resto es energía nuclear, también limitada en
reservas de uranio y con su propio cenit a la vista y energía
hidroeléctrica, con la limitación absoluta de uso de embalses en
cuencas. Las modernas renovables, apenas producen electricidad y no
llegan pese a sus enormes despliegues, ya ralentizados en los dos
últimos años ni al 3% del consumo mundial de electricidad, que es el 1%
del consumo de energía primaria.
Por tanto, no podemos esperar que en el futuro, ninguna fuente
milagrosa de nueva energía venga a solucionar las graves diferencias de
uso que hoy existen en el mundo, como se evidencia en la figura 7.
De hecho, incluso aunque surgiese esa milagrosa nueva fuente de
energía, hay que plantearse seriamente si habría que hacer uso de ella y
seguir destrozando más el planeta con la enorme capacidad de
transformación de la naturaleza (no otra cosa es la energía en tanto en
cuanto “capacidad de realizar trabajo”) que ofrecería esa nueva fuente.
De nuevo las matemáticas y la ciencia pueden ayudar a analizar los
posibles escenarios evolutivos de la sociedad mundial, con el gráfico de
la figura 8
En este gráfico se observa que cualquier intento de hacer llegar a
los países empobrecidos del mundo a los niveles de, por ejemplo, la
Unión europea de los 15 conllevarían, matemáticamente hablando a la
necesidad de duplicar el consumo de energía mundial actual que está en
los 13.000 millones de toneladas de petróleo equivalente por año.
Figura 8. Consumo de energía primaria por tipos de energía y países y regiones
Lo que es peor, cualquier intento de los países empobrecidos de
alcanzar el “American Way of Life” o modo de vida americano (ese que el
presidente George W. Bush decía que era “innegociable”), implicaría que
el mundo debería cuadruplicar su consumo de energía y como consecuencia,
también el uso de materias primas y de recursos naturales que conlleva
esa mayor disponibilidad de energía, como hemos visto.
Estas diferencias son tan onerosas y alcanzan tal nivel entre países
empobrecidos y enriquecidos, que los movimientos como el del 0,7% del
PIB, porque el que en Occidente se propone destinar esta cantidad del
PIB de los países enriquecidos a la mejora o desarrollo de los países
empobrecidos, queda en un ridículo espantoso por su absoluta inutilidad.
Supone una nueva y sibilina forma de ofrecer limosna a los empobrecidos
para que los enriquecidos puedan dormir más tranquilos. No, es otra la
vía que hay que tomar. Ni es el 0,7%, ni el 7%. Está más cerca,
matemáticamente hablando del 70% lo que los países enriquecidos deberían
ofrecer o entregar o mejor dicho, dejar de esquilmar a los países
empobrecidos para alcanzar cotas de equidad, justicia social y
equilibrio planetario.
Todavía peor, en la actualidad, de las figuras 6 y 8 se puede desprender
que incluso con el consumo tan desigual e injusto que deja a muchos por
debajo del nivel de la mínima dignidad humana, mientras otros derrochan
como si no hubiese mañana, ya estamos consumiendo como si hubiese un
planeta y medio, donde tenemos solo uno. Hemos ya sobrepasado, según
Naciones Unidas, el umbral de sostenibilidad planetaria con los consumos
actuales y algunos países y regiones enriquecidas, lo han sobrepasado
cuatro o cinco veces. Por tanto, malas noticias para los que piensan en
que se podrá seguir creciendo. La reducción de la desigualdad y una
mejor distribución de la riqueza solo se pueden dar HACIA ABAJO en el
consumo de energía y bienes materiales
El SÍMIL DEL CONDENSADOR EN LAS RELACIONES INTERNACIONALES
En electrónica se estudia el comportamiento de los condensadores. Se
trata de dispositivos electrónicos que constan básicamente de dos placas
conductoras separadas bien por aire, que es un aislante o mal
conductor, a veces separadas por el vacío que es un mejor aislante que
el aire y generalmente por un material aislante llamado dieléctrico.
Figura 9. Esquema de un condensador
Si se aplica una diferencia de potencial a ambas placas, estas se
cargan, una con cargas positivas y otra con cargas negativas de forma
proporcional al voltaje que se aplica. La carga que el condensador es
capaz de acumular como diferencia entre placas determina la capacidad
del condensador. La carga que puede soportar el condensador de
diferencia de potencial entre extremos está también en función de la
superficie y tipo de placas conductoras en ambos lados, de la llamada
permitividad del aislante. Se conoce como rigidez dieléctrica el campo
máximo que puede soportar el dieléctrico o aislante de un condensador
sin romperse o perforarse por el salto de los electrones en busca de
igualar el potencial con las cargas positivas del otro lado. Y se conoce
como factor de pérdida de un dieléctrico o aislante la cantidad de
energía eléctrica que un condensador puede almacenar con esta diferencia
de potencial, debido a las graduales e inevitables fugas de electrones
que suceden a través del mismo con el tiempo que el condensador está
cargado y soportando esta diferencia de potencial.
Conviene en este punto resaltar que por muy bueno que sea el
aislante, hay siempre un nivel de diferencia de potencial
suficientemente grande, con capacidad de romper o perforar el
dieléctrico o aislante y hacer saltar a los electrones hacia las cargas
positivas. El mundo de la electrónica lo que hace es regular de forma
ordenada y en su propio provecho, para realizar funciones útiles, las
cargas y descargas de los condensadores.
Nuestro mundo se está comportando en estos momentos de manera
bastante similar a un gigantesco condensador, pero sobre todo los que
vivimos en países enriquecidos nos resistimos a analizar las causas y
mucho menos a proponer soluciones que pudiesen amortiguar las desgracias
de este mundo. El símil sería algo así:
Las injustas relaciones entre países de los últimos siglos (en
terminología marxista, de intercambio desigual), han ido cargando
gradualmente de tensión, por un lado a la placa de los países
empobrecidos con una carga negativa de electrones. Por el otro, los
países enriquecidos se han ido favoreciendo, en le lado de la placa con
cargas cada vez más positivas.
Figura 10. Símil entre la situación mundial actual y un condensador en carga
Todo especialista en electrónica sabe que si la carga aumenta de
forma imparable y constante, hay que ir aumentando el dieléctrico o
aislante y mejorando sus propiedades. Este símil se ve perfectamente en
muchos lugares, donde los enriquecidos, para proteger sus privilegios,
levantan muros como el muro israelí de la vergüenza para aislar a Gaza y
a los pueblos de Cisjordania. O las vallas de Melilla y Ceuta o los
multimillonarios sistemas de vigilancia costera en el Estrecho de
Gibraltar. O con dispositivos pensados más para evitar que los
“electrones” del sur salten a la placa del norte a disfrutar de las
cargas positivas, como el de la Operación Tritón en Italia, financiada
por la Unión Europea, que realmente para ayudar a los desesperados a no
ahogarse en el intento. O como el vergonzante muro fronterizo de miles
de kilómetros que EE.UU. ha levantado en su frontera con México.
Figura 11. Algunos ejemplos de “dielectricos” o aislantes fronterizos entra países enriquecidos y países empobrecidos.
Pero al igual que con los condensadores, por mucho aislante o
dieléctrico que se coloque, si la diferencia de potencial entre ambos
lados es lo suficientemente grande, seguirán saltando los electrones en
el condensador y los seres humanos entre fronteras de enriquecidos y
empobrecidos. Siempre terminarán los electrones perforando el
dieléctrico o los seres humanos rompiendo vallas y muros y eludiendo a
las patrullas.
CONCLUSIONES
Hablemos claro y dejémonos de cinismos:
La principal causa de la inmigración africana a Europa o latinoamericana a EE.UU.
y similares, es la desesperación de los empobrecidos que no alcanzan un
nivel mínimo de dignidad humana y la perversa y engañosa visión de la
opulencia y el derroche en el otro lado. Es la creciente diferencia de
potencial, el aumento de la tensión y de las desigualdades entre ricos y
pobres. Los proletarios están al otro lado de la valla. También están
en nuestros soportales, durmiendo en cajas de cartón, aunque no los
veamos.
La creciente y vergonzosa diferencia de potencial no se va a poder
resolver con engaños falsos prometiendo a los empobrecidos que si se
liberalizan alcanzarán nuestro nivel de vida. No hay energía, no hay
recursos materiales ni recursos naturales para que todos vivamos como
los norteamericanos; ni siquiera como los europeos. Si los hay para
alcanzar niveles de vida mínimamente dignos. Ver de alcanzar el
cuadrante superior izquierdo de la figura 6 como modelo deseable; un
modelo que alcanza un Índice de Desarrollo Humano suficiente para toda
su población, pero en un nivel de huella ecológica que no destroza el
planeta.
Pero antes de proponer a los empobrecidos (países en el tramo
inferior izquierdo de la figura 6) que aspiren a ese modelo austero y
difícil y no al modelo consumista y depredador de Occidente, es el
opulento Occidente (países en el tramo superior y hacia la derecha de la
figura 6), el que tiene que renunciar a esos niveles indecentes de
consumo insostenible y proponerse un movimiento hacia el cuadrante
superior izquierdo. Esta es la parte más difícil y utópica de la
propuesta, porque se trata de los países beneficiados (a costa de la
sostenibilidad planetaria y del destrozo y contaminación de nuestro
soporte de vida común), se trata de los que poseen la ventaja, el
control del comercio, de las finanzas, los que tienen el poder militar;
los que muy previsiblemente no quieran, ni sus dirigentes políticos, ni
siquiera los más conscientes de sus ciudadanos.
A todos ellos, a todos nosotros, los del lado de la acumulación de
cargas positivas, del llamado Estado del Bienestar (a costa de otros y
del planeta) un par de sugerencias:
1. Por un lado, a mi no me engañáis con las caridades del 0,7% o con
las lágrimas de cocodrilo y los minutos de silencio cada vez que 700
empobrecidos se ahogan o prometiendo presupuestos siempre ridículos para
mantas y para acoger en centros a los electrones y humanos que siguen
saltando a pesar del dieléctrico. No es suficiente y lo sabéis. No
tenéis vergüenza hablando del efecto de llamada, como si los principios
físicos se pudiesen vulnerar o las criminales diferencias sociales que
hemos creado se pudiesen ignorar o tapar con vallas, con muros, con
aviones y barcos, o negociando con gobiernos peleles y crápulas en el
otro lado para que hagan las tareas de policía malo y contengan la marea
humana lejos de nuestra vista en sus propios países a bastonazos y
tiros. Esto solo se arregla rebajando literal y físicamente las
diferencias de tensión entre unos y otros y ya sabéis el camino.
2. Os pongáis como os pongáis, el modelo está agotado. Los
enriquecidos tienen o tenemos también el destino de terminar en la zona
izquierda del cuadro 6, sea por decisión voluntaria o sea por la fuerza
de los hechos, cuando los dieléctricos o aislantes terminen por no
servir de nada y las tensiones se igualen. Que sea en la parte superior
del lado izquierdo, con un nivel aceptable de dignidad humana para todos
o que sea el caos completo para todos y todos terminemos en el lado
inferior izquierdo, sólo depende de si somos capaces de tomar conciencia
de este problema y actuar de forma diferente a una bacteria o a un gen
egoísta, como hemos venido haciendo hasta ahora.
Los intentos tradicionales de los poderosos o enriquecidos de frenar
la marea humana, esos miles de millones de proletarios del mundo que
solo tienen las cadenas por perder y que se empiezan a rebelar serán
imparables, mientras haya diferencias onerosas e insultantes y ellos se
estén muriendo en la miseria.
Los intentos realizados en las dos últimas décadas para intentar
mantener el control de los recursos del planeta, especialmente los
energéticos, mediante el uso de la fuerza militar, han probado no sólo
que no se han conseguido los objetivos de mantener los privilegios y
acallar a los esquilmados, sino que han acelerado el agotamiento del
modelo, del que la crisis sistémica y global que padecemos desde hace ya
más de siete años es el exponente más visible. Los intentos de
controlar el crudo en Oriente Medio han provocado un desastre
humanitario sin precedentes en Irak, Siria. También en el norte de
África en Libia, lo que ha supuesto este aluvión humano de desesperados
lanzados directamente a la edad de piedra desde un nivel de relativo
bienestar que antes tenían. Avalancha humana de la que ahora nos
lamentamos, con cínicos rasgados de vestiduras de los incapaces de
reconocer esta responsabilidad en el desaguisado. Nigeria es otro país
que aporta muchos desesperados, mientras seguimos impertérritos
extrayendo sus recursos de forma salvaje y sin conciencia. Mientras, en
el enriquecido occidente, nos construimos argumentos ridículos que
puedan seguir justificando nuestra intervención en defensa del expolio
tradicional. La geografía del petróleo ya lo he dicho varias veces,
coincide cada vez más sospechosamente con la del terrorismo y
especialmente con la del terrorismo islámico.
Depende de nosotros, si. Sobre todo, de nosotros los occidentales.
Pedro Prieto. Madrid, 21 de abril de 2015