La automatización de algunas ocupaciones puede resultar devastadora
en Europa, y en particular en España, según un nuevo estudio. Hay que
hacerle frente con cambios profundos en la educación
Parece como si en España no preocupara la cuestión
de cómo afecta a los empleos la automatización o computerización (aunque
no sea lo mismo) de lo que hasta ahora eran ocupaciones desempeñadas
por seres humanos. Ya hablé en otra ocasión del impacto en el tejido social y en la desigualdad de este fenómeno que incluye también la robotización. Un estudio de 2013
que se ha hecho famoso al respecto. Karl Frey y Michael Osborne
preveían que en unos años Estados Unidos podía perder hasta un 47% de su
empleo por esta causa. Es verdad que EE UU está ahora creando mucho
empleo, pero en nuevas ocupaciones, mientras otras desaparecen.
Jeremy Bowles, del think tank
Bruegel, uno de los de referencia en la Europa, ha realizado una
adaptación a la UE del estudio de Frey y Osborne bajo el título de La computerización de los empleos europeos.
Con unas conclusiones aún más pesimistas: en una o dos décadas se
podría ver afectada entre un 45% y un 60% de la fuerza laboral europea.
Los países nórdicos estarían en la parte baja de esta horquilla,
mientras los periféricos, dado su menor nivel de tecnologización,
entrarían en la parte alta,. En concreto España estaría en un 55,32% de
riesgo de pérdidas de empleo por la computerización. Los países de la UE
que salen peor parados son Rumanía, con un 61,93%, y Portugal, con un
58,94%. Dado su retraso tecnológico, en los países de la periferia el
impacto podría ser más lento, aunque a la larga más profundo, sobre todo
porque la automatización afectará primordialmente a los empleos que
requieren menos formación y están peor pagados (salvo quizás en la
hostelería). Pero también afectaría a muchos puestos de trabajo de
clases medias. Naturalmente, hay muchas variaciones entre ocupaciones:
un 99% de riesgo de desaparecer para los televendedores, y un 0,28% para
los terapeutas recreativos.
La automatización amenaza ya no sólo a las tareas
rutinarias con actividades que siguen reglas, sino también ahora a
ocupaciones basadas en reconocimiento de pautas y tareas cognitivas no
rutinarias. De hecho, hay ejemplos ya de redacción de noticias (por
ejemplo sobre los datos de una empresa) por ordenadores, sin
intervención de periodistas, u otros en muchos oficios. En estas
categorías entran los pasantes que se dedican a buscar casos
antecedentes en los despachos de abogados, los documentalistas y muchos
otros. Y ahora muchos ciudadanos se sacan sus propios billetes de tren o
avión, algo a lo que empujan las propias compañías. La automatización
afectará menos a las ocupaciones que implican altos niveles de
inteligencia creativa, social o emocional.
Un nuevo estudio sobre EE UU por 24/7 Wall St.,
basado en los datos de la Oficina de Estadísticas Laborales, repasa las
diez categorías de empleos de clase media que tienen más posibilidades
de contraerse en la década entre 2012 y 2022, y que pueden interesarnos
pues no estamos tan lejos de ello. Los primeros son los empleados de los
servicios postales (-31,8% de reducción), seguidos de los mecanógrafos y
procesadores de textos (-25,1%), los que se dedican a introducir datos
(-24,6%), los operadores de ordenadores (-17,0%, ante la ubicuidad de
los PCs), secretarios de información y records (-16,7%), operadores de
máquinas que cortan metal o plástico (-15,9%), agentes de reservas y
viajes (-14,0%), operadores de centralitas y servicios de contestador
(-13,2%) y mensajeros (-11,1%, pues todo no se puede enviar por e-mail,
por ejemplo, la comida).
Hay autores, como Robert
Gordon, que no son tan pesimistas, pues creen que se crearán nuevas
ocupaciones frente a las viejas. Algo que puede estar ya pasando en
Estados Unidos, aunque allí hay mucha gente que con la crisis se ha
quedado al margen del mercado de trabajo. El problema inmediato es la
transición, y el más profundo, el cambio de modelo y de estructura
económica y social.
En todo caso, como se indica
desde Bruegel y desde otros estudios, estas perspectivas, especialmente
en el Sur de Europa, obligan a adaptar rápida y profundamente el sistema
educativo a las nuevas circunstancias, no sólo recuperando en este
terreno los recortes que se han hecho durante la crisis, sino
reformándolo en profundidad, como ya han empezado a hacer los países del
Norte.
Hannah Arendt, en La condición humana,
describió a nuestra sociedad como una de trabajadores en la que se
trabaja para ganar dinero y luego se gasta ese dinero. Concluía ya en
1958 que la automatización puede llevar "a una sociedad de trabajadores
sin trabajo", es decir, según ella, "a lo peor". Pero, mientras nos
metemos en una dinámica que no dominamos, aquí se habla poco de todo
esto. Y puede estar llegando.
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