dimarts, 1 d’agost del 2017

“El colapso de la especie humana ya ha empezado”

Article publicat a La Vanguardia




  • El arqueólogo argumentó en los 90 que la tecnología definía a la humanidad aunque  esta aún   no había aprendido a convivir con ella



El arqueólogo Eudald Carbonell argumentó en los años 90 que la tecnología es lo que define a la humanidad, pero que la humanidad aún no ha aprendido a convivir con la tecnología. Lo hizo en los libros Planeta humà y Encara no som humans, coescritos con el también arqueólogo Robert Sala, donde advirtió que la humanidad se encaminaba hacia una era de destrucción y que resurgiría tras aprender de sus errores.

Eran tiempos de esperanza y prosperidad en gran parte del mundo, y muchos –entre ellos, este cronista– le tomaron por agorero. Pero después llegó el 11-S, donde la tecnología de los aviones se utilizó con fines destructivos. Llegó la amenaza del ántrax. La guerra sin fin de Oriente Medio. La Gran Recesión. Las desigualdades crecientes favorecidas por el uso dominante de la tecnología. El control orwelliano de los ciudadanos en la era del big data. El fenómeno Trump...

¿Cree que se está cumpliendo lo que predijo?

Mire a su alrededor. No hay más que ver lo que está ocurriendo. El colapso de la especie humana ya ha empezado. Es algo que todo el mundo puede ver.

¿Tiene la impresión de que todo el mundo lo ve?

Quiero decir que cualquiera puede darse cuenta si se detiene a analizarlo. El problema es que mucha gente no se da cuenta de lo que está ocurriendo.

¿Qué es lo que está ocurriendo, en su opinión?

¿Por qué cree que ganó Trump? ¿Por qué cree que ganó el Brexit? Son respuestas locales a un malestar que es global. Son síntomas de la desestructuración de la especie.


¿Desestructuración? No me negará que suena un poco fuerte.

Es que es muy fuerte lo que estamos viviendo. Cambio climático, extinciones masivas, desigualdad creciente... Más desigualdad conduce a más conflicto. Y más conflicto junto a más tecnología conduce a más capacidad de destrucción. Este es el camino que hemos emprendido como especie. ¿Recuerda la sociedad del bienestar, que debía durar para siempre?

Claro que la recuerdo, no hace tanto.

Ahora ya nadie habla de ella. ¿Y cuánto duró? Apenas medio siglo, que no es nada en la historia de la humanidad.

¿Nos falta mucho para tocar fondo?

En años no le sabría decir, porque el sistema se está acelerando. Pero vamos hacia un mundo que será muy distinto del que conocemos actualmente.

¿Cree que quedarán muertos en el camino?

Muchas, me temo. Si en las grandes crisis del pasado ha muerto entre el 10% y el 20% de la población, en esta tal vez puede morir entre el 20% y el 30%. Entre 2.000 y 3.000 millones de personas.

¿No cree que exagera?

Son estimaciones con un gran margen de error, por supuesto. Pero hay gente que dice que será aún peor. Como Stephen Hawking, que dice que nos tenemos que marchar de la Tierra. En cualquier caso, la dirección en la que vamos está clara.

¿Estamos a tiempo de evitarlo?

No veo cómo. Somos como una multitud que corre hacia un precipicio, y aunque algunos se dan cuenta de que se despeñarán y se desgañitan gritando “¡cuidado, deteneos!”, la multitud sigue corriendo y les empuja. Necesitamos caernos para volvernos a levantar.

¿Qué le hace pensar que nos podremos volver a levantar?


Somos una especie con capacidad de reflexión. Por eso saldremos adelante. El problema es que en el momento actual nos sobran datos y nos falta reflexión. Tenemos muchos datos, cada vez más, pero nos falta darnos cuenta de la situación en la que estamos y de lo que estamos haciendo.

¿Cómo cree que nos juzgarán las generaciones del futuro?

Nos juzgarán por las consecuencias de nuestros actos. Sin misericordia. Lo mismo que nos preguntábamos nosotros sobre los nazis se lo preguntarán ellos sobre nosotros. ¿Cómo es posible que hicieran algo tan horrible? ¿Cómo es posible que, teniendo toda la información que tenían, sabiendo la destrucción que estaban causando, no se detuvieran? Y entonces dirán: ¿pero cómo pudieron ser tan inconscientes, tan irresponsables y tan estúpidos? Esto es lo que pensarán de nosotros.

dissabte, 24 de juny del 2017

La cuna de la civilización está a punto de convertirse en un verdadero infierno

Article publicat a La Vanguardia

Cambio Climático 
  • Oriente Medio y el norte de África, camino de convertirse en un lugar desértico por culpa de la escasez de agua dulce y el incremento de temperaturas


La cuna de la civilización está a punto de convertirse en un verdadero infierno
Si en todo el mundo el cambio climático llevaría a un aumento de dos grados, en el norte de África y Oriente Medio el ascenso sería del doble (franckreporter / Getty Images)

Según la FAO (Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura) los niveles de agua dulce han descendido en dos tercios en las últimas cuatro décadas, y actualmente los 500 millones de habitantes de la región tienen 10 veces menos disponibilidad del vital líquido que los residentes de otras zonas del planeta. Y el futuro puede ser peor: se espera que los recursos hídricos disminuyan un 50% en los próximos 30 años.
Situación dramática
Los niveles de agua dulce han descendido en dos tercios en las últimas cuatro décadas, y actualmente los 500 millones de habitantes de la región tienen 10 veces menos disponibilidad del vital líquido que los residentes de otras zonas del planeta
Habrá menos agua, pero además las temperaturas subirán. Un estudio del Instituto Max Planck de Química de Mainz (Alemania) y el Instituto Chipre de Nicosia reveló en mayo de 2016 que la región será inhabitable por el calor, que si actualmente es duro de sobrellevar, en el futuro será insoportable. En los próximos 80 años, entre junio y septiembre las temperaturas diurnas rondarán los 46 grados, y de noche no bajarán de 30 grados. Si en todo el mundo el cambio climático llevaría a un aumento de dos grados, en el norte de África y Oriente Medio el ascenso sería del doble.
Para el fin de siglo, afirma el equipo liderado por Johannes Lelieveld, los días de calor extremo se multiplicarán por cinco y las olas de calor serán diez veces más frecuentes. “Si entre 1986 y 2005 los picos de calor se producían en un período de 16 días, para el 2050 llegará a 80 días al año. Aunque las emisiones de gases contaminantes se redujeran para el 2040, se contabilizarán 118 días de calor extremo al año”, dice Lelieveld. O sea, uno de cada tres días al año será insoportable para la vida cotidiana.
Crece la desertificación
La desertización es “un proceso de degradación del suelo fértil en zonas áridas, semiáridas y subhúmedas secas a causa de diversos factores, tales como las variaciones climáticas y las actividades humanas”
El aumento de temperaturas, la escasez de agua y una mala gestión de los recursos naturales incrementa la desertificación. Conviene diferenciar este término de la desertización. Esta última se refiere a la creación natural de los desiertos, como ha sucedido en el Sahara (alguna vez un fértil bosque) y Gobi. La desertización es “un proceso de degradación del suelo fértil en zonas áridas, semiáridas y subhúmedas secas a causa de diversos factores, tales como las variaciones climáticas y las actividades humanas”, definió la Conferencia de las Naciones Unidas sobre Desertificación en 1977.
O sea: la mano del hombre convierte zonas fértiles y productivas en páramos inhabitables.
La región cuenta con tres grandes ríos que han visto crecer a las primeras civilizaciones: Egipto y su largo Nilo y el Tigris y Éufrates en la antigua Mesopotamia. El uso intensivo por medio de canalizaciones y represas, así como la extracción sin pausa de los acuíferos amenaza con agotar los recursos hídricos. Según la FAO, en Oriente Medio y el Magreb la agricultura absorbe el 85% del agua dulce disponible, y más del 60% de ella proviene de zonas fuera de las fronteras nacionales.
La guerra del agua
El gobierno de Turquía considera que tiene la soberanía absoluta en los 526 kilómetros iniciales del río Éufrates y los 523 del Tigris que corren por su territorio, y ha sembrado de represas ambos cursos para disponer de energía eléctrica y canalizar las aguas para los regadíos
La conclusión es obvia: conflictos políticos. Por ejemplo, el gobierno de Turquía considera que tiene la soberanía absoluta en los 526 kilómetros iniciales del río Éufrates y los 523 del Tigris que corren por su territorio, y ha sembrado de represas ambos cursos para disponer de energía eléctrica y canalizar las aguas para los regadíos. “Ni Siria ni Irak pueden reclamar los ríos de Turquía más de lo que Ankara pudiera reclamar su petróleo. Tenemos derecho a hacer lo que nos plazca”, dijo el expresidente turco Suleyman Demirel.
Irak acusa a Turquía, y a la caótica Siria, de perjudicar sus cultivos y poblaciones con las limitaciones al caudal del Éufrates, zonas que ya habían sufrido abandonos por la guerra de diez años contra Irán. Según la Asociación Europea del Agua, Irak ha visto que la proporción de agua de los dos ríos se ha reducido un tercio en los últimos 25 años, y podría quedar seco en el 2040. A este ritmo, el país sería un reflejo de la arenosa Península Arábiga, dice R. Barducci, del Instituto de Investigación de Medios de Información en Medio Oriente (MEMRI).
Más contaminación y menos bosques
En una región donde el petróleo es abundante y barato, es imposible emprender campañas para cambiar de combustible y apostar por las energías renovables
La contaminación también perjudica la habitabilidad de las ciudades, que como El Cairo –con 9,5 millones de habitantes- no cesan de crecer. En una región donde el petróleo es abundante y barato, es imposible emprender campañas para cambiar de combustible y apostar por las energías renovables.
La deforestación y las altas temperaturas también amenaza a las áreas boscosas de la región, como el Líbano, donde el 39% de su superficie está poblada del cedro que porta su bandera. La reducción de su superficie para promover la agricultura, los incendios forestales (naturales algunos, provocados otros) y los conflictos políticos perjudican al ecosistema y aceleran el proceso de desertificación.
Las grandes extensiones de palmerales que tenía Irak, como en la gobernación de Basora, han quedado devastadas por la guerra con Irán, al punto que científicos de la segunda ciudad de este país han visitado la Estación Phoenix de Elche para recibir asesoramiento sobre repoblamiento de esta especie, que actúa como una barrera natural contra el avance del desierto.
Éxodo climático
“La región de Oriente Medio, ya es una de las regiones más peligrosas del mundo y podría llegar a ser aún más volátil si millones de personas no pueden encontrar agua para beber, mucho menos cultivar alimentos”
Las temperaturas extremas, la falta de agua, la desertificación y pérdida de agricultura lleva a consecuencias política graves: cuadros de desnutrición (según la FAO, 30 millones de adultos en la región no pueden comer lo suficiente), tensiones políticas entre los gobiernos por el control de los recursos naturales, y en paralelo, un auge de los extremismos.
“La región de Oriente Medio, ya es una de las regiones más peligrosas del mundo y podría llegar a ser aún más volátil si millones de personas no pueden encontrar agua para beber, mucho menos cultivar alimentos” dice el doctor Nimrod Raphaeli, analista senior del MEMRI.
El polvorín en que se puede convertir la región derivará en un éxodo climático, millones de personas que abandonarán sus aldeas y las ciudades en búsqueda no sólo de mejores oportunidades de trabajo o paz, sino de lugares donde se pueda vivir y respirar con normalidad.

dimarts, 13 de juny del 2017

“En Holanda os llaman vagos y se quedan vuestros impuestos”

Article publicat a El País
Rutger Bregman, filósofo, autor de "Utopía para realistas"
Voy a cumplir 30: me siento europeo de una UE mejorable. Soy holandés: lamento que denigremos a los españoles tras aprovecharnos fiscalmente de ellos. Mis ideas interesan más que mi vida. El sistema proporcional electoral holandés obliga a los partidos a pactar, les quita poder y dificulta la corrupción

LV | Foto: Kim Manresa
Algunos critican –otros alaban– estos días a Amancio Ortega, creador de Inditex y uno de los hombres más ricos del mundo, por donar 320 millones de euros contra el cáncer a nuestra sanidad pública mientras su empresa recurre a maniobras elusivas para pagar lo mínimo a la Hacienda española. Convengo con Bregman en que don Amancio, empresario admirable, tiene la obligación ética de pagar al fisco hispano por todos los beneficios que aquí se generan y –sólo después– todo el derecho a hacer las donaciones que quiera con todo mi agradecimiento y asumo que con el de todos. Lo mejor de esta polémica es que demuestra que los europeos ya no nos conformamos con lo que es legal: exigimos que, además, sea lo justo.
¿Por qué su ministro de Economía Dijsselbloem nos llama vagos tan a menudo?
Porque sabe que la mayoría de los holandeses piensa que los españoles, los italianos y los griegos se aprovechan de ellos para llevar una buena vida de fiesta y siesta al sol.
Pues me alegro de que no le haya ido bien en las elecciones: su partido se ha hundido.
Pero él aún es el político más popular de Holanda gracias a ese tipo de declaraciones que halagan los más bajos instintos supremacistas y tribales de mis conciudadanos.
De esos hay en todas partes.
Pero lo que no cuenta Dijsselbloem es que, en realidad, Holanda es un paraíso fiscal que ha servido a las multinacionales españolas para eludir el pago de sus impuestos en España con esquemas que acaban llevándose el dinero que debería financiar la sanidad y la educación ­españolas a paraísos fiscales.
Y de paso financian la sanidad y la educación de holandeses que nos llaman vagos.
Las multinacionales obtienen beneficios en España y en otros países de la UE, pero pagan sus impuestos en Holanda –con un tipo mucho más bajo– y, desde allí, los reenviamos a las Antillas Holandesas y otros paraísos fiscales donde ya no tributan nada.
A esa triangulación la llaman el sandwich holandés y hace años que se practica.
Maniobras parecidas diseñó en su día el presidente de la Comisión Europea, Juncker, cuando trabajaba en su país, Luxemburgo.
Debería haber dimitido ya sólo por eso.
Lo curioso es que esos mismos que, cuando proponemos avances sociales, nos acusan de utópicos son los que luego fomentan la elusión fiscal. Y esa sí que la consideran realista.
Lo bueno es que, legal o no, la mayoría de los europeos ya no la toleramos.
Es que no podremos financiar más pensiones ni mejores servicios para todos si ellos se llevan el dinero de los beneficios, tras pagar sueldos menguantes, a paraísos fiscales.
¿Qué propone usted para aumentar nuestro bienestar?
¿Sabe por qué la socialdemocracia europea está en crisis?
Podríamos discutirlo durante horas...
Pues porque ha tenido éxito. Ha logrado que nadie discuta las pensiones, antaño sólo de izquierdas, ni la sanidad gratuita y universal ni el derecho a la educación. Su programa ha triunfado tanto que ya nadie lo cuestiona.
En cambio, los partidos socialdemócratas son hoy muy realistas.
Hoy todas esas etiquetas están obsoletas. Por eso necesitamos otra gran meta social europea, y la que propongo ahora es la renta básica universal. Que se dé dinero a la gente, a todos, un mínimo para garantizar que nadie sea pobre.
¿Dinero así sin más? ¿Sin trabajar? ¿Sin demostrar que no puedes ganar un sueldo?
Eso no quiere decir que no hagas nada con tiempo. Lo emplearías en tareas más agradables y creativas y enriquecedoras para todos.
...O no.
¡Qué poco confía usted en las personas! La mayoría crearía más valor para la sociedad con su tiempo en vez de perderlo en trabajos absurdos que pronto serán robotizados.
¿Quién los haría si no los hacen ellos?
Quien sea, pero mejor pagado. La renta básica empujaría los salarios hacia arriba, que buena falta hace, porque daría a los peor pagados más poder de negociación.
Me temo que nuestra recaudación fiscal no da para tanta renta universal.
¡Pues claro que sí que da si evitamos la elusión y la evasión fiscal! Y habría menos gente en cárceles, asilos y orfanatos. Sería un ahorro.
Fomentaría la inflación.
Sólo si pagas ese salario imprimiendo dinero, pero se puede pagar con impuestos. Y sólo adelanto el futuro, porque, además, la robotización lo hará inevitable.
¿Son compatibles todas las pensiones de hoy con su sistema? ¿Las sustituiría?
Sería mucho mejor que las pensiones contra la pobreza o la enfermedad de hoy porque no tendríamos que gastar millones en humillantes controles para saber si eres pobre o enfermo. Hoy las pensiones contra la indigencia fomentan precisamente que no salgas de ella.
La fundación BBVA concluyó hace poco que nuestro PIB no da para renta universal.
Vale, pero ya lo están discutiendo. También la OCDE emite informes al respecto. Hace una década era tachada de locura y ahora está en todos los seminarios de prospectiva.
¿Cuánto costaría el salario para todos?
En EE.UU. sólo supondría el 1% del PIB. Es mucho menos de lo que está gastando en Defensa. De verdad que el coste es hoy muy asumible.
A mí me gusta mi trabajo: ¿por qué voy a querer cobrar sin dar golpe?
No dejará usted de trabajar: simplemente, cobrará la renta además de su sueldo. Lo único que sucederá es que quienes trabajan en tonterías porque temen no poder pagar el alquiler podrán dedicarse a algo que valga la pena.
En Suiza, que sí que puede pagarla, votaron si dar esa renta a todos y dijeron que no.
También los suizos votaron sobre el voto de las mujeres en los 50 y dijeron que no, pero lo aprobaron 20 años después. Ya le he dicho que cuando las utopías se realizan, todos las ven normales enseguida y se extrañan de que no fueran realidad mucho antes.

dissabte, 3 de juny del 2017

La majoria de ciutats espanyoles de més de 100.000 habitants estan poc connectades amb l’entorn natural




 UNIVERSITAT AUTÒNOMA DE BARCELONA
Bellaterra, Cerdanyola del Vallès, 31 de maig de 2017
 
- Investigadors del grup de recerca INTERFASE del Departament de Geografia de la UAB han desenvolupat la metodologia que ha permès construir el mapa interactiu d’infraestructura verda urbana i periurbana d’Europa de l’Agència Europea del Medi Ambient, una nova eina per avaluar la connectivitat de les grans ciutats amb l’entorn natural i l’accessibilitat de la població a les àrees verdes.

- Entre les 37 ciutats espanyoles que inclou el mapa, quinze estan considerades ciutats verdes però amb les àrees naturals poc distribuïdes, seguides en número per les categories de ciutats fragmentades (Madrid), ciutats de rodalies verdes (Sabadell), ciutats verdes impermeables (Barcelona) i ciutats forestals (Vitoria-Gasteiz), segons els criteris de l’AEMA.


La nova web d’infraestructura verda urbana de l’AEMA (Agència Europea de Medi Ambient) és una eina interactiva que inclou dades online sobre l’estat dels elements naturals de les àrees urbanes i periurbanes de les principals ciutats europees -més de 100.000 habitants-, per avaluar la seva connectivitat amb l’entorn natural i l’accessibilitat de la població a les àrees verdes. Desenvolupat recentment per investigadors del grup INTERFASE del Departament de Geografia de la UAB i per l’empresa Space4Environment (Luxemburg), suposa un pas més cap a la fita de la política europea en matèria de conservació de la biodiversitat d’establir una infraestructura verda i restaurar almenys el 15% dels ecosistemes degradats per a l’any 2020.
A més de ser una eina d’autoavaluació per a les ciutats, els diferents indicadors poden ajudar a establir objectius de sostenibilitat urbana. D’altra banda, el conjunt d’indicadors d’infraestructura verda ha servit per agrupar les ciutats en diferents tipologies amb l’objecte de promoure sinèrgies i intercanvi d’experiències entre entitats que comparteixen característiques similars.
“A Espanya, el mapa mostra un total de 37 ciutats, de les quals quinze* són considerades ciutats verdes –que també són les majoritàries en el context europeu- en relació amb la superfície i distribució dels seus elements naturals i semi-naturals, segons els criteris de l’AEMA. Tanmateix, tot i ser verdes en termes de superfície ocupada, no ho són tant en connectivitat, distribució o accessibilitat de les seves infraestructures verdes, per tant, no constitueixen necessàriament el model urbà ideal per promoure la conservació dels ecosistemes i la salut de la població”, explica Jaume Fons, investigador de la UAB I coordinador del projecte.
Un altre model és el que segueixen sis ciutats de la franja nord (Bilbao, Pamplona, Gijón i Santander) i nord-oriental (Sabadell i Mataró) que estan catalogades com a ciutats de rodalies verdes, més afins a poblacions de Bèlgica i Països Baixos. El punt fort d’aquest tipus de ciutat és que les àrees verdes de la perifèria són importants connectors entre el centre urbà i els ecosistemes naturals més propers, a més d’un punt clau en les mesures d’ordenació del territori.
A continuació, les ciutats de Palma de Mallorca, Terrassa, Vitòria-Gasteiz i Santiago de Compostela són ciutats forestals, amb una infraestructura verda que recorda la de la majoria de ciutats escandinaves. La presència d’espais naturals dins de part del municipi sovint influencia aquestes ciutats, com és el cas del Parc Natural del Sant Llorenç de Munt i Serra de l’Obac a Terrassa o de l’Anella Verda de Vitòria-Gasteiz. L’equivalent marítim d’aquesta situació seria València (ciutat blava) amb un 20% de superfície aquàtica i d’àrees humides incloent-hi el Parc Natural de l’Albufera.
Per últim, en l’altre extrem estan les grans àrees metropolitanes de Madrid i Barcelona, amb importants diferències entre elles. La primera és una ciutat fragmentada, on la presència de zones residencials de baixa densitat i una distribució de les àrees verdes relativament homogènia recorden al model londinenc. En canvi, Barcelona i els principals municipis de l’Àrea Metropolitana són ciutats verdes impermeables, més acords amb la tipologia alemanya o polonesa, i desentonen amb la majoria de ciutats del sud d’Europa. Tot i tenir densitats de població més elevades que a les altres comarques, tenen menor proporció d’elements naturals, especialment L’Hospitalet de Llobregat, amb només un 10% d’àrea verda.
Les dades originals del nou mapa interactiu d’infraestructures verdes urbanes utilitzen com a base l'urban atlas referent a l'any 2006, un mapa de cobertes i d'usos del sol d'alta resolució per les zones urbanes europees de més de 100.000 habitants, que permet comparar entre les diferents zones de tot el territori europeu. Ara ja està disponible una nova sèrie de dades de l'urban atlas en base a l'any 2012, en què s'han incorporat noves ciutats -aquelles amb més de 50.000 habitants-, sumant un total de 695 ciutats. “Analitzar les dades entre els dos períodes en el futur ens permetrà avaluar els canvis que s’han produït en les ciutats europees en el marc de l’Estratègia d’Infraestructura Verda, envers la conservació de la biodiversitat i dels altres beneficis ecològics, econòmics i socials que ens proporcionen els ecosistemes”, indica Jaume Fons.
Mesurant el grau de “verdor” d’una ciutat
La metodologia que identifica les infraestructures verdes urbanes i periurbanes del mapa de l’AEMA té en compte diversos indicadors.
En primer lloc, la proporció d’àrees verdes, des de parcs i jardins a línies d’arbres dels carrers, que proporciona una idea de la capacitat d’una ciutat per millorar la salut de les persones, afavorir la biodiversitat i mitigar els efectes del canvi climàtic. A continuació, la distribució de les àrees verdes dins dels municipis, que reflecteixen al grau de connexió a la xarxa ecològica, així com l’accessibilitat de les persones al benestar que proporcionen.
Finalment, la zona periurbana, que també influeix en l’estatus ecològic de la ciutat i indica quina probabilitat tenim de trobar-nos una àrea verda en sortir de la ciutat. El límit entre el món urbà i el món rural és borrós, dinàmic i en competició constant, i aquest indicador localitza els principals punts de conflicte on les mesures d’ordenació territorial poden tenir més repercussió.
Una xarxa verda per protegir els ecosistemes
Actualment s’inverteix en la construcció d’infraestructures en general i a nivell global més que en tota la història de la humanitat, la qual cosa està repercutint en la ordenació del territori i en els fluxes de persones i recursos. Les ciutats i llurs rodalies juguen un paper crucial en aquest increment de la connectivitat de les persones, però aquest sol anar acompanyat d’una fragmentació del territori i el consegüent aïllament dels ecosistemes naturals que posa en risc la supervivència de certes espècies.
En aquest sentit, la infraestructura verda és una xarxa d’àrees naturals o semi-naturals estratègicament dissenyada en el territori urbà o rural per promoure la protecció dels ecosistemes. Des de parets i teulades verdes a vegetació marginal de les carreteres, o passos elevats a les vies de comunicació que augmenten la connectivitat entre zones verdes i permeten el pas de la fauna. També s’hi inclouen els parcs rics en biodiversitat i les granges multifuncionals, com són les entitats d’agricultura social.
A diferència de la infraestructura “grisa” o construïda per l’ésser humà, la infraestructura verda promou la multifuncionalitat del territori i proporciona en una mateixa porció de sòl una varietat de serveis econòmics, socials i ecològics. Està dissenyada per “mantenir i millorar el suministre de beneficis per a la societat humana”, com són l’aliment, aire i aigua nets, la regulació del clima, la pol·linització, etc., i segons la Comissió Europea, “és la nostra assegurança de vida”. L’accessibilitat a aquests serveis ecosistèmics és particularment important a les àrees urbanes i llur perifèria, on viu la major part de la població.
(*) Logroño, Oviedo, Valladolid, Saragossa, Alacant, Múrcia, Palma de Mallorca, Alcalà d’Henares, Getafe, Móstoles, Toledo, Badajoz, Còrdova, Màlaga i Dos Hermanas

Mapa interactiu:
http://www.eea.europa.eu/themes/sustainability-transitions/urban-environment/urban-green-infrastructure/urban-green-infrastructure-1
Mapa de distribució de les ciutats europees segons la tipologia de la seva infraestructura verda --> “5 Green Infrastructure Tipology of Cities”
Investigador de contacte:
Jaume Fons
Departament de Geografia UAB
European Topic Centre on Urban, Land and Soil Systems (ETC ULS)
European Environment Agency (EEA)
Tel. 93 581 35 20
A/e: Jaume.Fons@uab.cat
--
Laia Núñez Casillas
Comunicació Espai Geo
T. 649 323 935
@EspaiGeo
--

María Jesús Delgado
Tècnica de Comunicació

Unitat de Comunicació
Àrea de Comunicació i de Promoció
Campus de la UAB • 08193 Bellaterra

dimecres, 31 de maig del 2017

Mercados agroecológicos, Pacto de Milán y nuevos comunes



Article publicata a El Diario.es

Pacto de política alimentaria urbana de Milán

 30 May 2017 

Octubre nos aguarda en Valencia con una nueva cita del Pacto de Política Alimentaria Urbana de Milán, el llamado Pacto de Milán. De Banjul (Gambia) a Belo Horizonte (Brasil), más de un centenar de ciudades han declarado su compromiso con sistemas agroalimentarios sostenibles e inclusivos. Las ciudades son un voraz depredador de recursos alimentarios y energéticos. ¿Cabría pensar que en ellas podemos encontrar las soluciones para reconstruir sistemas agroalimentarios localizados? Ciertamente no, el mantenimiento de la biodiversidad, la reducción de la huella ecológica o las políticas frente al avance del cambio climático nos obligan a tener planteamientos territoriales más amplios, más complejos, más extensos.
Sin embargo, el Pacto de Milán puede ayudar y mucho a reclamar un derecho a la alimentación y a revitalizar una producción más acorde con las potencialidades de un territorio (recursos disponibles, comercialización directa, variedades y productos de temporada, mundo rural vivo) en el afán de crear cuencas alimentarias “resilientes”, como señala el propio Pacto. Puede ser un aldabonazo que contribuya a expandir dinámicas más descentralizadas y que dote de más autonomía a los habitantes de un territorio para construir sus mercados, sus sistemas económicos, sus formas de cuidar la vida.
Por ejemplo, puede ayudar a desarrollar redes de producción y consumo basadas en el Derecho a la Alimentación y no en la capacidad de los mercados globalizados para apropiarse de las cadenas alimentarias. Pero ese poder, para ser un poder real y sostenido en el tiempo, ha de descansar en el empuje social que ya viene ofreciendo alternativas a los mercados convencionales. Sólo así se ganará en autonomía territorial real que pueda animar la construcción de economías inclusivas, pegadas al territorio.
¿Dónde encontrar ese empuje social? ¿Qué otros mercados agroalimentarios están siendo construidos? Los mercados agroecológicos, bajo diferentes tipologías y operando a distintas escalas, son una realidad en el presente. Son “economías vivas” renovadoras y a la vez fuertemente conectadas a manejos históricos, a costumbres de cuidar la tierra a la vez que cuidamos de nuestro alimento y de nuestros lazos sociales.
Así, por poner un ejemplo, en los países centrales los rescoldos de la crítica a una modernidad devoradora se refugiaron en manejos campesinos, presentes en valles y serranías alejadas de las grandes urbes; en la voluntad cooperativa de las economías de cuidados (aupadas sobre hombros de mujeres, pero también en dinámicas locales de apoyo mutuo); o en proyectos sociales y políticos que animaban la (auto)gestión local, en clave de autonomía comunitaria o de mimbres libertarias.
En otras latitudes, la existencia de una tradición de mingas (minkas), ejidos o comunidades indígenas da pie de forma ancestral a la pervivencia (actualizada en algunos casos) de los mercados de proximidad que cumplen una función de cohesionar sociedades, equilibrar dietas o garantizar unos mínimos alimentarios. Son la red de Tianguis en México, los mercados campesinos en Colombia o en África Subsahariana. Y a pesar de que las grandes distribuidoras y acaparadoras de tierra luchan contra la reproducción de estos (nuevos) comunes, estas pequeñas-grandes iniciativas son las que nos alimentan el mundo. Representan la tradición universal de las economías de alta sociabilidad, no necesariamente circunscritas a lo local pero sí aupadas desde ahí, de las que daba cuenta la exploración de mercados que elaborara Karl Polanyi, las economías vivas a las que se refiere Vandana Shiva, el gobierno de los comunes para beneficio de las comunidades afectadas que sistematizara Elionor Ostrom.
El siglo XXI bien podrá traernos, aparte de una extrema derecha que apele al retorno del padre que nos guíe y nos controle, la aparición de prácticas que caminen hacia nuevos comunes: economías cooperativistas con acento en la autogestión y en la cogestión para construir nuevos mercados. Nuevos comunes que rechazan el ilusionismo horizontal que se vende bajo el desarrollo de nuevas plataformas comunicativas en internet. Nuevos lazos sociales que trascienden el “sálvese quien pueda” que aparece implícito en conceptos como “nichos de mercado”. Tecnologías con sentido común y territorial por encima de las apelaciones de las élites a embarcarse en una “agricultura inteligente” que favorezca aún más el mercado alimentario que controlan las grandes corporaciones. A la exploración de dichas prácticas le hemos dado el título de Rebeldías en común (Libros en Acción, 2017).
Así, a partir de apuestas municipalistas como el Pacto de Milán toman estabilidad prácticas que venían ya experimentándose, como los Ecomercados que aterrizan semanal o mensualmente en calles de grandes ciudades. Desde finales de los 90 somos testigos del boom de mercados sociales y grupos de consumo que reúnen a consumidoras y consumidores ávidos de recuperar una noción que supedite la idea de mercado al bien social. Agricultura soportada o apoyada por la comunidad, pero al mismo tiempo, posibilidad de lazos sociales que se recuperan, en medio del naufragio de las sociedades líquidas, a través de un mayor protagonismo colectivo sobre cómo nos alimentamos. Mercados sociales que coexisten con la satisfacción de otras necesidades (servicios, contactos, cultura) como nos ilustra La Tejedora en Córdoba. Comunidades que se (re)construyen y pasan a concretar acciones de gran escala desde premisas que potencian los llamados circuitos cortos: próximos en kilómetros, escasos en intermediarios, largos en poder cooperativo. La cooperativa BioAlai en Vitoria o Landare en Pamplona son buenos y actuales ejemplos.
Ante un sindicalismo agrario que se especializa en cogestionar la catástrofe y el suicidio colectivo que suponen los mercados globalizados y las “ayudas” de la Unión Europea, aparecen también iniciativas de grupos sindicales o de organizaciones más innovadoras dirigidas a enlazarse al territorio. Pienso en los mercados que auspicia COAG en algunas localidades de Andalucía; en la iniciativa Nekasarea de EHNE-Bizkaia que une baserritarras y ciudadanía; en proyectos de productoras que incorporan a consumidoras como es el caso de Subbética Ecológica; o en la propuesta de Punt de Sabor que viene fortaleciendo en Valencia la Unió de Llauradors i Ramaders a través de servicio directo y ecológico a supermercados y comedores junto con puntos de distribución local.
Esta coordinación territorial entre personas productoras tiene sus antecedentes en el cooperativismo agrario no vinculado a la integración vertical, aquel cooperativismo con prácticas cooperativas en su base y que evita convertirse en apéndice subordinado de Mercadona o de Eroski. Ejemplos de ello son iniciativas como la Xarxeta en Catalunya (Xarxa de Pagesos Agroecològics), la FACPE en Andalucía (Federación Andaluza de Consumidores y Productores Ecológicos). Desde ahí surgen las propuestas para construir sellos de calidad y lazos de confianza que sirvan para cuidar territorios y evitar los sellos “ecológicos” que parecen destinados a satisfacer a la exportación o mercados centrales de grandes empresas que concentran la tierra.
Territorio y mercado: dos lugares que habían sido obligados a divorciarse como idea y como espacios entrelazados, particularmente en las partes del mundo más próximas a las entrañas del monstruo capitalista. Mercado y creación de lazos para cuidar(nos): dos acciones que buscan desafiar la mercantilización propuesta por las grandes superficies y los grandes fondos de inversión que hacen cotizar parte de nuestra alimentación en las bolsas internacionales. Territorio-mercado-cuidados como exponente de una Agroecología en 3C: circuitos cortos, cooperativismo, cuidados de territorios y personas.
Pero soy, que dijera el poeta, un optimista informado. Y les informo también que los mercados agroecológicos están en disputa: como lugar, como acción social y como concepto mismo. Como lugar porque se vende humo relocalizado que enmascara mercados para una riqueza global y nuevamente abstracta. Las líneas de supermercados en ecológico apoyan (parcialmente) la producción eco y local, pero también nos meten en el embudo distribuidor y eso significa dependencia y control sobre las espaldas de las productoras. Las llamadas economías colaborativas ofrecen el espejismo de “comunicación directa” por internet, cuando en muchos casos es comercio que no propicia encuentros cooperativos, territorializados capaces de empoderar a pequeños productores. Ése es el defecto de proyectos como La Colmena que dice sí.
La propia Unión Europea intenta colocar sus mercados en el centro de un hacer que se vende como “más sostenible”. A escala continental potenciando la llamada “economía circular”: mismos mercados pero ampliando al tema de reciclaje. Y aupando las soluciones locales de mercado que plantea, de manera intencionadamente confusa, la llamada “economía del bien común” de Christian Felber: responsabilidad social corporativa para empresas bajo una “libertad condicional” del mercado y los precios.
Todo ello crea nichos de mercado, pero no desbarata las estrategias monopolísticas de la gran distribución, el control de los mercados de abastos por una oligarquía mundial ( el hub alimentario de MercaBarna) o más local (mercados de abastos en manos de familias “autóctonas” y sin atención al derecho ciudadano a la alimentación y la producción periurbana). Tampoco apunta a promover una dieta adaptada al territorio cercano, con menos presencia de carnes, pesticidas, grasas saturadas y emisiones de CO2.
En lo conceptual, la palabra agroecología aparece crecientemente reducida a una condición técnico-capitalista, como sinónimo de sustitución de insumos, mercados “verdes”, certificación que no se basa en la reducción de huella ecológica y en la defensa de la biodiversidad, o contemplada como un proceso de ingeniería científica de reducción de impactos o de producción de modelos de metabolismo generales donde la gente y la pequeña producción no aparecen por ningún lado a la hora de construir diagnósticos y alternativas.
Por su parte, las personas productoras no siempre son dueñas de su acción. La presión sobre la obtención de renta a corto plazo, el acceso a insumos “baratos” y la necesidad de colocar producto los sitúa más en la innovación urgente que en la transición hacia otras gramáticas económicas, permeadas por esos lazos que van construyendo una Agroecología en 3C. Si tuviera que enumerar 5 principios para tener un primer análisis de qué es un mercado agroecológico diría que plantea: economías viables para la gente que produce y desde economías donde el petróleo será una reliquia; territorios habitables que se viven a través de cuidados de bienes comunes y tecnologías de vida larga, adaptadas y fácilmente reparables; mercados que evolucionan como lazos sociales que reproducen bienes cooperativos en la producción, la distribución y con las personas consumidoras; sistemas agroalimentarios localizados que democratizan saberes, logísticas y accesos alimentarios sin desigualdades de clase socioeconómica o de género; y, por supuesto, mercados que contribuyen a una diversidad de sabores, paisajes y formas saludables de avanzar en una soberanía alimentaria.

dilluns, 29 de maig del 2017

El rentable juego de las participaciones cruzadas

Article publicat a El País

Muchos competidores naturales tienen los mismos accionistas mayoritarios, lo que puede afectar a como éstos interactúan

El rentable juego de las participaciones cruzadas
El pasado 10 de abril el mundo se conmovió con la difusión de un vídeo en el que un pasajero de United Airlines era arrastrado a la fuerza de su asiento, por el que había pagado. La compañía aérea necesitaba varios asientos para su tripulación, pero había vendido más billetes que asientos existentes y la compensación en efectivo no había animado a suficientes voluntarios. El vídeo, que se hizo viral, desató olas de críticas en las redes sociales, lo que, unido a un desafortunado comunicado de prensa del consejero delegado de United ofreciendo una disculpa a medias, provocó que la acción cayera en Bolsa un 4,4%, perdiendo cerca de 1.000 millones de dólares.
Para Berkshire Hathaway, sociedad dirigida por Warren Buffett y principal accionista de United, este descenso representó una pérdida de 91 millones de dólares. Para el grupo Vanguard, segundo accionista, con un 6,82% de las acciones, la pérdida estimada fue de 68 millones de dólares. Si bien el precio de la acción finalmente rebotó y la baja al cierre fue apenas superior al 1%, sería lógico pensar que los accionistas de la compañía, con sus carteras considerablemente golpeadas por el escándalo, exigieran respuestas a los mandos ejecutivos. Sin embargo, por lo que sabemos, no lo hicieron. Incluso declinaron hablar con la prensa. ¿Por qué? Porque en realidad salieron ganando con este disgusto.
Con 28 millones de acciones en United, Berkshire Hathaway perdió 24 millones de dólares. Sin embargo, Warren Buffet es también uno de los grandes dueños de los competidores de United —es accionista mayoritario de Delta Airlines, tiene un 8,8% en American Airlines y un 7% en Southwest Airlines—. El escándalo de United generó una caída del 1,1% en el precio de su acción, pero ocasionó una subida en las aerolíneas competidoras, más que compensando la pérdida original. En total, Berkshire Hathaway ganó ese día en Bolsa 105 millones en sus acciones en aerolíneas. En el caso de Vanguard, que también tiene participaciones en estas aerolíneas, el resultado neto fue una ganancia de 78 millones de dólares.
Este fenómeno de “propiedad cruzada” o de “accionistas comunes” es frecuente y afecta a la manera en que las empresas se comportan. Estos accionistas poseen un gran poder sobre las compañías, y su grado de diversificación hace que sus intereses no estén alineados a los de éstas. Pero aún podemos ir más allá. En un estudio que realizamos junto a Florian Ederer y Martin Schmalz, analizamos cómo los paquetes salariales de los consejeros delegados están menos vinculados al desempeño de las empresas cuando en la industria hay presencia de accionistas comunes. Si desligamos el salario de los ejecutivos del desempeño de la empresa, desincentivamos la competencia, y una menor competencia parece redundar en mayores ganancias en el ámbito industrial, abultando las carteras de sus principales accionistas.
United Airlines sabe exactamente quiénes son sus accionistas, y conoce cómo están invertidas sus carteras. Si, como dice la teoría económica, lo que importa es incrementar la riqueza de sus accionistas, esto fue exactamente lo que sucedió. Desde esta óptica se entiende una actitud de United relativamente pasiva frente al escándalo. Ahora bien, si las repercusiones de este evento desencadenaran un cambio regulatorio que afectase a todas las aerolíneas, la historia sería otra. Pero mientras no sea así, ¿por qué debería la compañía invertir esfuerzos en mejorar su reputación si a sus accionistas mayoritarios no les interesa su desem­peño particular, sino el de la industria aérea en su conjunto?
La presencia de accionistas comunes continúa creciendo. Cinco fondos en Estados Unidos poseen más del 50% de todas las acciones cotizadas. El hecho de que competidores naturales en ciertas industrias, como en el caso de las aerolíneas, tengan los mismos accionistas mayoritarios puede afectar a la manera en que éstas interactúan. Y, como hemos visto, esto puede tener un impacto negativo sobre los consumidores: en precio y en servicio. ¿Estará la economía mundial derivando lentamente hacia un gran monopolio?
Miguel Antón, José Azar y Mireia Giné son profesores del IESE.