diumenge, 30 de novembre del 2014

"Hay que deshacerse del PIB"

Article publicat al diari  Público
ENTREVISTA A HERVÉ KEMPF

El periodista francés y autor de varios libros de referencia en el ecologismo habla sobre el fin del capitalismo y la necesidad de plantear alternativas para salir de la "grave situación histórica" en la que vivimos

LUCÍA VILLA Madrid 27/11/2014 17:07 Actualizado: 27/11/2014 23:41
El periodista francés hervé Kempf.

El periodista francés hervé Kempf.- VICENT LUCAS

Cobró relevancia internacional cuando el expresidente venezolano Hugo Chávez recomendó su lectura a los delegados de la Cumbre sobre Cambio Climático de Conpenhague en 2009, pero su obsesión por los efectos de la actividad del hombre sobre el medio ambiente había comenzado bastantes años atrás, impactado por las consecuencias del accidente nuclear de Chernobyl. Desde entonces, este reputado periodista francés del diario Le Monde, que ha trabajado también para Courier International y La Recherche, ha dedicado su obra a denunciar cómo el beneficio de unos pocos tiene consecuencias devastadoras para los recursos que deben sustentarnos a todos. En sus dos ensayos (Cómo los ricos destruyen el planeta, 2007 y Para salvar el planeta salir del capitalismo, 2009), Hervé Kempf plantea la necesidad de abordar la crisis ecológica desde una perspectiva de justicia social porque "sólo reduciendo las desigualdades se podrá salir de ella".
En un encuentro en Madrid con motivo de unas conferencias en La Casa Encencida, el autor charla con Público sobre el estado actual del capitalismo y las revueltas sociales que parecen rechazarlo, así como de las alternativas políticas que se articulan para salir de "la situación histórica grave" en la que vivimos.
Usted afirma que "el capitalismo está por concluir su corta existencia" ¿Hay evidencias de esto hoy por hoy?
Considero que el capitalismo hay que analizarlo como "forma" histórica y no como sistema intelectual. Es una "forma" histórica como lo fue la república romana que se terminó convirtiendo en imperio para deshacerse al cabo de 300 años. Pasó lo mismo con la Edad Media. El capitalismo comenzó un poco antes de la revolución industrial y llegó a su apogeo en los años 90 convirtiéndose en el sistema económico que se aplica en todo el mundo.
"El capitalismo ya no proyecta una imagen de futuro"
Pero ahora ha entrado en una fase de debilitamiento profundo, de disolución progresiva, porque la ideología y la filosofía capitalista han dejado de proponer horizontes.  Por ejemplo, en los años de la Guerra Fría, estaba claro que había una dinámica del concepto capitalista asociada al concepto de democracia que era una verdadera batalla ideológica para combatir el comunismo en las regiones soviéticas. En los años 90 había igualmente una dinámica extremadamente fuerte del pensamiento capitalista, que enarbolaba el individualismo, la innovación y también una idea de la prosperidad para todos. No ya para los países que estaban acostumbrados a un cierto bienestar y para las sociedades de consumo, sino para todos los países del mundo, Rusia, China, etc. Ahora está claro que ya no estamos en esa situación. El capitalismo ya no proyecta una imagen de futuro.
Y por otro lado, es evidente que no puede hacer frente a la cuestión ecológica, lo que quiere decir que la lógica del mercado no ha podido resolver ese problema. Por el contrario, la situación actual del capitalismo es la de un estado donde hay una enorme desigualdad. Hemos llegado a unos niveles de desigualdad extremadamente grandes y que crean unas situaciones de tensión social extremadamente fuertes. Y el capitalismo no acierta a salir de esa situación, está estancado. No puede salir sin destruir el medio ambiente.
Además, hay una situación que corresponde a lo que yo llamo la oligarquía, una pequeña minoría de gente que quiere mantenerse y que no acepta una repartición social más justa.
En los últimos años hemos visto importantes movimientos de protestas en Suramérica, en España, en Grecia, en Portugal y en otros muchos países contra este sistema establecido. ¿La sociedad está tomando conciencia?
"La oligarquía mantiene el control mediático, que es el que influye en la opinión pública"
 Es difícil de decir. Diría que depende de cada país. Lo que es seguro es que hay un malestar extremadamente grande. La multiplicación de la rebelión que pasa de un país a otro es también muy impresionante. Desde 2010 y 2011 hemos pasado a una situación de tensión permanente, como cuando el fuego se extiende de un lugar a otro. En comparación, los 90 y los años 2000 han sido bastante tranquilos. Las revueltas en los países árabes, las revueltas en Chile en 2011 que fueron muy importantes, el movimiento social en Quebec, Brasil el año pasado, Turquía... movimientos que agitan profundamente a la sociedad china, que agitan también a la sociedad india, el movimiento de los indignados que comenzó en España y que ha pasado un poco a Francia pero más a EEUU, los acontecimientos violentos que se produjeron en Grecia contra las políticas de austeridad, las revueltas bastante frecuentes que se producen en Francia por cuestiones ecológicas... todo eso muestra que hay un malestar muy grande, lo que quiere decir que hay una amplia capa social de diferentes países que ya no acepta el sistema, que consideran que el sistema dominante no responde ya a sus aspiraciones.
Pero que eso se traduzca en una conciencia social, que era tu pregunta, yo no lo creo. Porque el sistema de la oligarquía mantiene el control mediático, que es el que actualmente tiene la capacidad de influir en la opinión pública. Controlan la tele, la radio... y por lo tanto forman la opinión. Controlan también la publicidad, con un baño constante que es parte también de la cultura común y que irriga poderosas imágenes que nos hacen entrar en el juego de una serie de aspiraciones populares.
Mi percepción es que todavía no existe una alternativa lo suficientemente fuerte para transformar esta rebelión y rechazo del sistema en un enfoque positivo, en una visión política lo suficientemente fuerte y convincente.
¿Tampoco en España? No sé si está al tanto del panorama político aquí...
No me atrevo a hablar mucho del caso de España porque lo conozco poco. Estoy atento a ver qué pasa con Podemos, pero prefiero ser prudente.
"La izquierda en Francia sigue con atención la evolución de Podemos" 
España es un país muy interesante porque entre 1990 y 2000 se vivió un entusiasmo por el capitalismo que la sociedad asoció a la salida del franquismo por un lado y al descubrimiento de la libertad, de la economía y de la prosperidad, por otro. Pero también fue una época en la que hubo una especulación financiera enorme, unos niveles de endeudamiento gigantes, unos daños ecológicos muy importantes por el crecimiento inmobiliario delirante, ese aeropuerto construido para nada... en fin, especulación pura. Además se produjo ese desvió del partido socialista que, como todo partido socialdemócrata europeo o americano, se ha convertido en un sucedáneo de la corriente neoliberal.
Y bueno, ahora estamos en plena resaca de la crisis de 2008 que se traduce por algo nuevo que es Podemos. Pero no puedo decir nada porque la lectura política no está muy clara todavía, tengo que estudiarlos. ¿Son un poco como Beppe Grillo en Italia? ¿Hay realmente una visión política clara?
Hay un sentimiento general de malestar, de desigualdad, de que las élites ya no defienden el interés general sino los intereses de una casta. Pero si ese malestar no se traduce en un discurso político fuerte que defienda la ecología y justicia social, se corre el riesgo de derivar esa necesidad hacia corrientes que podemos calificar de extrema derecha, es decir, identitarias, nacionalistas. Y es una situación delicada.
Pero no conozco lo suficiente a Podemos como para hablar de ello. Solo puedo decir que su nacimiento es una gran noticia y que interesa mucho en Francia, sobre todo a todos aquellos que somos de izquierdas, seguimos con atención la evolución de Podemos.  
En cualquier caso, los datos siguen mostrando que los ricos son cada vez más ricos y los pobres cada vez más pobres, incluso después de la crisis económica global. La desigualdad no ha hecho otra cosa que crecer. ¿Hay razones para el optimismo?
No sé si hay razones para el optimismo o no. Estamos ante una situación histórica muy grave. Es importante decir que detrás de la cuestión ecológica se plantea la cuestión de la justicia social a nivel global.
Pienso que hay dos escenarios posibles. Está el escenario de la oligarquía autoritaria donde ante las tensiones sociales y ecológicas, las clases dirigentes se crispan cada vez más evolucionando hacia un autoritarismo más grande, un control de los medios más fuerte, una reducción de las libertades públicas, la criminalización de los movimientos sociales y ecologistas y que además trata de desviar la tensión social hacia chivos expiatorios como los inmigrantes, los extranjeros, etc. Y este escenario no es una posibilidad, sino que es un escenario que está comenzando a producirse, con tensiones cada vez más fuertes que se manifiestan también en el plano internacional. Si permanecemos en un sistema donde es necesario el crecimiento a toda costa, donde el ecosistema se mantiene a costa de un fuerte consumo material, la tensión y la competición por los recursos serán cada vez más fuertes.
"¿Podremos salir de esta adaptación histórica necesaria sin mucho sufrimiento ni violencia?"
Y por otro lado hay un segundo escenario posible y que, a mi entender, es el de la igualdad de oportunidades, que es el escenario optimista. Es aquel de la ecología justa con una sociedad fuertemente transformada que diga "podemos hacerlo de otra manera". Pero para que esa transformación sea posible hace falta adaptarla al conjunto de la cultura, no sólo a la sociedad y a la economía, sino a la cultura misma de la vida cotidiana que se transforma para aceptar esta nueva idea de la igualdad global.Esto quiere decir que yo, como español o francés, no tengo derecho a tener más que un africano o que un boliviano.
Ahora estamos volviendo a tiempos de conflicto. Pero el hecho de que haya conflictos no significa necesariamente que sean violentos. Pero para responder a tu pregunta sobre si debo ser optimista o no... bueno, en cualquier caso, la sociedad humana durará... pero, ¿Podremos salir de esta adaptación histórica necesaria sin mucho sufrimiento ni violencia?.
Creo que hay algo muy importante también y es que estamos cambiando de época y el conjunto de las sociedades humanas está empezando a darse cuenta de que son una misma sociedad. Ahora sabemos que a consecuencia de la globalización pertenecemos a la misma sociedad, tenemos una enorme cantidad de rasgos culturales en común, cada vez más... y si hay algo que une profundamente a la sociedad humana es la cuestión ecológica, porque la única manera de resolver el cambio climático es todos juntos. Ese aspecto unificador me hace pensar que hay razones para el optimismo y que la gravedad de la situación en la que estamos nos puede conducir a articular lógicas de solidaridad y de cooperación y en consecuencia de transformación en las relaciones sociales.      
China y EEUU acaban de firmar un histórico acuerdo para reducir sus emisiones contaminantes en el futuro. ¿Qué opina de esto?
El análisis que yo hago es que lo más importante no es tanto el acuerdo firmado entre China y EEUU, sino que por primera vez China, al más alto nivel, ha dicho: "reduciremos las emisiones". Y eso, desde que comenzaron las negociaciones climáticas en el 92, no había sucedido. El discurso de China era: "vosotros lo ricos sois los responsables del cambio climático y nosotros necesitamos crecer, así que solucionad el problema". Por eso lo que se ha conseguido es muy importante. Podemos criticar que hablen de 2030 porque 2030 queda lejos, pero acordaron limitar las emisiones y eso es importante. Es importante el compromiso de China y para mi es un punto de inflexión con respecto a todas las negociaciones climáticas anteriores.
"Obama hace lo que puede, pero es la representación del país más oligárquico que existe"
Luego el acuerdo puede resultar insatisfactorio, pero sin duda es el comienzo de que las lógicas de cooperación se están estableciendo. Y precisamente son lógicas de cooperación entre dos países que años antes hubieran dicho "¡Nosotros somos rivales!". No significa que ahora todo esté arreglado, pero estamos ante una lógica de cooperación.
A la vez, no deja de ser un acuerdo decepcionante porque es un acuerdo entre dos oligarquías: Obama hace lo que puede, pero es la representación del país más oligárquico que existe. Yo acostumbro a decir que EEUU ya no es una democracia, sino una oligarquía en el buen sentido del término. Y también podemos apreciar una visión oligárquica de China, los especialistas emplean el término oligarquía o incluso el de plutocracia.
En cualquier caso, quiero resaltar que las dos mayores potencias del mundo han acordado que la cuestión climática es lo suficientemente importante como para empezar a hacer algo al respecto.
¿Está la sociedad condenada a decrecer?
"Hay que deshacerse del PIB porque no tiene en cuenta la cuestión ecológica"
Yo no empleo el término decrecimiento. ¿Por qué? Primero porque eso produce miedo en la gente. Y segundo porque el crecimiento se refiere al PIB y el PIB mide la actividad humana, pero no el impacto que esa actividad humana tiene sobre la naturaleza, el impacto ecológico. Por tanto, hay que deshacerse del PIB porque no tiene en cuenta el aspecto que se ha vuelto más importante, es decir, la cuestión ecológica. Así que no hablo de crecimiento o de decrecimiento, lo que hace falta es cambiar el indicador que nos permite medir aquellos aspectos que conforman la buena salud de una sociedad. Uno no tiene que preguntarse si cree o no cree en el decrecimiento, sino qué es lo que asegura el bienestar de una sociedad y si ese indicador está en armonía con la naturaleza y el medio ambiente. Eso es lo esencial. Y me refiero a los países ricos, no a los pobres. Pero eso será imposible si no conseguimos reducir antes las desigualdades en el seno mismo de la sociedad.

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divendres, 28 de novembre del 2014

La obligación de competir por el capital

Publicat al web   Soberania Financiera


La defunción de Emilio Botín el mes pasado causó toda una serie de reacciones de todo signo. Junto con las serviles alabanzas de gran parte de instituciones públicas y grandes medios de comunicación, también se emitieron programas mucho más analíticos e interesantes. En concreto, me refiero a esta entrega del programa Fort Apache, en el que se habló de la banca y qué hacer con ella.
 

En primer lugar, hay que dar la bienvenida a este tipo de debates, tan escasos como necesarios. En este programa, incluso se mencionó el papel de los bancos como verdaderos creadores de dinero, algo que raramente se toca. Este debate público es paso obligado para que el debate político tenga lugar. Un ejemplo de ello es el Reino Unido, donde se acaba de anunciar la discusión en el parlamento sobre el proceso de creación monetaria, en este debate está previsto revisar la ley que prohibía crear dinero a los bancos (la ley de 1840 prohíbe a los bancos la creación de billetes) y discutir si no sería oportuno prohibirles crear dinero digital, que es lo que hacen en la actualidad. El debate, previsto para el próximo día 20 de noviembre promete ser interesante.
Y es que el modelo monetario y financiero es claramente un asunto político.

Soluciones a la banca de hoy
En el debate televisivo que he mencionado se hizo bien en señalar que la banca tiene apoyos públicos sin los cuales estaría quebrada de forma fulminante.  Mucha razón tiene Carlos Sánchez Mato al proclamar que se retiren los apoyos públicos a la banca en manos privadas.
La otra opción sería nacionalizar la banca, poniendo en valor esos apoyos públicos otorgados, sin los cuales no podría sobrevivir, para procurar un mayor control político del crédito y de la gestión de las entidades rescatadas. Ni que decir tiene que cualquier empresa privada que hubiera inyectado tal cantidad de recursos en un sector, sería dueña y señora de ese sector. Por una dejación de funciones en la representación del bien común, nuestros representantes políticos no han ejercido esa baza de poder tras usar el dinero de los ciudadanos para salvar el sector financiero.
En la cuestión de qué hacer con la banca que tenemos hoy, estas dos posibilidades son las que están encima de la mesa: retirar el apoyo público al sector financiero o nacionalizar la banca, o alguna de sus variantes intermedias, pues el apoyo público a la banca también puede traducirse en una determinada condicionalidad: limitar sueldos de los consejeros, imponer cuotas de crédito para distintas sectores productivos, etc. Es curioso que la Troika imponga al gobierno condicionalidad para darle rescates y sin embargo el gobierno no traslade esa condicionalidad a los bancos, en quienes ha enterrado ese rescate y las sustanciosas ayudas y avales adicionales que disfruta.
Pero también es importante señalar que no solo debe preocuparnos la banca que tenemos hoy, sino la que podemos y debemos tener en un futuro. Y este aspecto estuvo fuera del debate mencionado, aunque fue vagamente enunciado con una intervención que quedó sin respuesta. El Sr. Altozano, que en el debate hacía el papel de defensor del sistema financiero actual, aún exhibiendo un profundo desconocimiento de los mecanismos de creación monetaria, planteó algo que es muy real: la exigencia de que los países compitan por el capital; y preguntó como lo harían los demás ponentes, si estuvieran en una posición de gobierno (minuto 41).
Las dos opciones políticas de corto plazo para la banca que acabamos de mencionar no rozan ni de lejos esta cuestión, ni afrontan los problemas estructurales del sistema monetario y financiero actual.

El sistema financiero del futuro
Respecto a la posible solución de nacionalizar la banca, es importante señalar que el sector financiero actual tiene características que lo hacen sistémicamente insostenible: La tendencia a la concentración, la propensión a las crisis financieras recurrentes con una celeridad cada vez mayor, o la incapacidad de los bancos centrales para estimularlo de forma efectiva, ya sea por la vía de la política monetaria ordinaria o la flexibilización cuantitativa son algunas características que no parece que vayan a ser diferentes por el mero hecho de que la banca sea de titularidad pública. Si sigue habiendo entidades demasiado grandes para caer ¿cómo hacer que la impunidad de los banqueros no se convierta en la impunidad de los políticos al frente de su gestión? El ejemplo de lo ocurrido con los políticos en los consejos de las cajas de ahorro no es un precedente muy halagüeño al respecto.  Posiblemente la nacionalización, o ejercer una condicionalidad dura con el sector financiero, sean medidas necesarias en el corto plazo, pero la posibilidad de que esto suponga una solución a largo plazo es mínima. No hay ninguna medida regulatoria que nos vaya a sacar de un modelo monetario y financiero excesivamente concentrado y propenso a las crisis, puesto que el modelo, de por sí, tiende a la concentración bancaria y a las crisis recurrentes.
En segundo lugar, la opción de retirar los apoyos públicos a la banca es atractiva pero imposible: habría que estar preparado para dejar caer la banca y no lo estamos; entre otras cosas, porque no tenemos ninguna solución diferente al modelo financiero actual: el modelo basado en la creación de dinero por parte del sistema bancario mediante el mecanismo de reserva fraccionaria. ¿Cómo afrontar un pánico bancario con un sector donde casi el 60% de los activos están colocados en 5 entidades? Sin un modelo diferente de banca ya funcionando, parece difícil. Primero hay que dejar crecer un modelo financiero diferente y entonces la sociedad no necesitará rescatar ni subvencionar al que tenemos en la actualidad, pues no dependeremos de él.
Estos graves problemas estructurales exigen solución, pero además tenemos esta otra cuestión: Cómo competir por el capital, que es justo la clave del problema.
Efectivamente, el actual marco institucional (en el que el sistema monetario y financiero es una pieza esencial) nos impone la competencia por el capital. Los países se ven así obligados a competir con otros países para atraer actividad económica, y en esa competencia se utiliza el dumping fiscal, o sea, cobrar menos impuestos a las empresas por establecerse en tu territorio que la hacienda pública del país de al lado. Esto dificulta la subida de los impuestos a las rentas altas, lo cual deja a los gobiernos sin recursos.

Mejor no cometer los errores típicos
La obligación de competir por el capital es una realidad innegable dentro del marco institucional actual. La postura clásica de la izquierda ante ella ha sido 1: típicamente actúan como si la obligación de competir por el capital no existiera y 2: no hacen nada para liberarse de ella. Esta combinación es una receta para el fracaso y da como resultado la izquierda testimonial y fracasada a la que, en cuanto sube al poder, le empiezan a subir las cifras de paro, la inflación y el déficit público. Amparados en el consuelo de que Marx no lo concibió, siguen sin tomar en serio la profunda naturaleza disruptiva del dinero fiat no referenciado y combinado con un recurso masivo al dinero-crédito, del que se nutre principalmente nuestro sistema monetario y financiero hoy día: un dinero digital, que habita en los balances de los bancos y surge, principal, pero no únicamente, al otorgar crédito. Un sistema monetario basado únicamente en este tipo de dinero fue inconcebible no solo para Marx, sino también para su principal seguidor en lo que al estudio del capital financiero se refiere: R. Hilferding, cuyos importantes aciertos predictivos en su obra magna “El Capital Financiero” hubieran sido mucho mayores si no hubiese descartado por imposible el tipo de sistema monetario y financiero que tenemos hoy.
Frente a esta postura de la izquierda clásica, está la de una izquierda pujante que sí está funcionando: por ejemplo, la del gobierno de Uruguay, que sigue dos estrategias complementarias : por un lado, aceptar el reto de competir por el capital, que a corto plazo es ineludible. Uruguay se ha esforzado en incentivar la inversión extranjera para poder recaudar impuestos y después llevar a cabo una redistribución de la renta. Por otro lado, está tomando medidas para liberarse del marco institucional que le obliga a competir por el capital, en concreto, poniendo en marcha una moneda social (el gobierno de Uruguay lleva 3 años trabajando en este proyecto que todavía no ha visto la luz).
Esta obligación de competir por el capital es la traducción inevitable de la sumisión política de los gobiernos ante el capital financiero. Una obligación derivada de aceptar, de forma implícita, un modelo monetario y financiero en el que siempre hay más deuda que dinero para pagarla, porque precisamente son los bancos quienes crean el dinero como contrapartida de un reconocimiento de deuda con interés. Desde un punto de vista democrático, esta sumisión no se sostiene. Solo se sostiene porque se considera ineludible, como si fuera la fuerza de la gravedad o algo parecido, mientras que la realidad es que procede del diseño del sistema monetario: lo menos democrático que existe en nuestro marco institucional, algo que jamás ha sido sometido a votación popular ni a cuestionamiento alguno. Mientras no se tomen medidas para el cambio institucional necesario que permita liberarse de esa obligación de competir por el capital, esa situación de sometimiento al capital financiero no cesará y los países, así como las empresas, y todos los seres humanos en general, seguiremos viéndonos obligados a competir por el capital para que nos salgan las cuentas.

dijous, 27 de novembre del 2014

Kois: CONAMA, la Economía Solidaria y los habitantes de Lilliput



Post de la web  “Última Llamada”   que parla de dos congressos que s’acaben de realitzar: CONAMA i el I congrés internacional d’Economia Solidaria. Exposa força be el que està passant amb les polítiques mediambientals quan s’enfoquen en la resolució  problemes sectorials, oblidant la causa primera de tots ells,  que és el model econòmic.  El post acaba amb paraules de Manfred Max Neef:  l’economia solidaria per ella sola no és suficient per realitzar la transició econòmica , encara que és una bona palanca per activar els canvis estructurals que necessitem.

(Hoy reproducimos un artículo de KoisJosé Luis Fernández Casadevante— aparecido esta semana en el blog Última Llamada de ElDiario.es.)
Jose Luis Fernandez CasadevanteLa casualidad ha unido de forma simbólica en la misma semana el XII Congreso Nacional del Medio Ambiente CONAMA y el I Congreso Internacional de la Economía Solidaria. Dos eventos radicalmente distintos por su vocación, magnitud, forma de organización y financiación, o por las repercusiones mediáticas y los ecos que provocan en la esfera pública. Una coincidencia que nos sirve como excusa para trazar los contornos de distintas formas de aproximarse a la relación entre economía y crisis ecológica, así como los imaginarios alternativos que se apuesta por movilizar para enfrentarla.

CONAMA es el principal foro de nuestra geografía donde convergen todos los enfoques y problemáticas relacionadas con el medio ambiente (energía, cambio climático, agua, biodiversidad, economía, regeneración urbana, desarrollo rural, residuos…). Un macroevento organizado desde 1992 por una Fundación dependiente del Colegio de Físicos, en el que se dan cita todas las sensibilidades ecologistas. Nacido con un perfil académico y pensado originalmente para el encuentro del personal técnico y político de las distintas administraciones públicas implicadas en el sector, con el paso del tiempo el congreso ha ido ganando presencia tanto de empresas como de organizaciones sociales (consumidores, ecologistas, vecinales, etc.).
La organización de CONAMA suele afirmar que son muchos congresos en uno, y esto es cierto por el frenético volumen de actividad, pero también porque los planteamientos de quienes acuden se mueven en planos diferentes de la realidad. En sus salas y pasillos se entrecruzan, muchas veces sin encontrarse, contradictorias visiones sobre la crisis ecológica: la del responsable político que cotidianamente gobierna subordinando la cuestión ambiental, la del técnico municipal que anda batallando para impulsar un plan de movilidad sostenible coherente, la del encargado de responsabilidad social corporativa de las empresas más depredadoras, o la de quien trata de paralizar sus desmanes en las calles o en los juzgados.
Uno de los aspectos más saludable de este tipo de foros es que obligan al ecologismo social a salir de los espacios donde se siente cómodo, para interactuar con desconocidos, debatir con ajenos y confrontar con los contrarios. CONAMA es una suerte de termómetro social en el que ir viendo el grado de compromiso político que se tiene, dónde se sitúan las apuestas por el cambio y cuál es la hegemonía simbólica respecto a la urgencia y gravedad de la crisis ecológica (límites biofísicos en el acceso a recursos y energía, alteraciones en los servicios de los ecosistemas o el cambio climático, por ejemplo). Y lo cierto es que los resultados no son muy esperanzadores porque, entre otras cosas, como decía aquel proverbio árabe, resulta difícil despertar a quien se hace el dormido.
Los motivos éticos, sociales y ambientales para reformular nuestro sistema socioeconómico sobran desde hace décadas, pero no han resultado ser muy convincentes. Así que hemos terminado asumiendo que no estamos ante un problema de falta de información, sino de falta de voluntad por asumir las consecuencias derivadas de los diagnósticos.
En eventos tan amplios y heterogéneos como CONAMA, se habla tanto de los problemas del medio ambiente, que se deja de hablar de sus raíces económicas, difuminando la idea fuerza de la inviabilidad, en términos biofísicos, del actual modelo. Y sin embargo, en congresos como el de Economía Solidaria casi sin hablar de medio ambiente, se esboza más nítidamente la relación entre democratización de la economía y transición hacia sociedades más inclusivas, equitativas, y que puedan ser sustentables ambientalmente.
Este modesto congreso es impulsado por una constelación de entidades, principalmente redes de economía alternativa y empresas del cooperativismo social, que creen que hacen falta menos declaraciones de intenciones y más buenos ejemplos. Un foro donde, entre otras cosas, se abordan los vínculos de la economía solidaria con el feminismo y la ecología, con el consumo, el mundo rural o las administraciones públicas. Un encuentro donde intercambiar conocimientos y tejer complicidades, profundizar alianzas y consensuar estrategias. De modo que el valor de lo hablado no será tanto el de las palabras, sino el de lo que tales palabras hacen, las realidades socioeconómicas que sustentan y que se proyectan en el futuro inmediato.
Estas entidades y empresas funcionan dentro de la economía convencional, pero desconectadas de sus lógicas, valores y prácticas. Viables empresarialmente invierten, sin embargo, conscientemente, las prioridades de la economía convencional: satisfacción de necesidades frente a rendimientos financieros, fuerte territorialización y vinculación con el entorno frente a la amenaza de deslocalización, promoción de procesos de cooperación frente a competencia, priorización de la rentabilidad social frente a la unidimensional tasa de ganancia, apuesta por el empleo y por los grupos sociales más vulnerables frente a aquellas intensivas únicamente en capital.
El movimiento de la economía solidaria no ha parado de crecer lentamente durante los últimos años, especialmente tras la eclosión del 15M, y ha logrado introducirse en sectores estratégicos como el del acceso cooperativo a la banca, los servicios financieros, el de la producción y comercialización de energías renovables, y el de los seguros, alimentación, y vivienda. Su fórmula más acabada es la de los mercados sociales donde, de forma territorial, estas entidades se apoyan mutuamente, así como en consumidores individuales y colectivos, comprometiéndose a invertir, producir y consumir preferencialmente dentro de este circuito comercial alternativo; un circuito que según se expande va siendo capaz de satisfacer de forma creciente el conjunto de nuestras necesidades.
La salida de la crisis ecológica necesita de la articulación de un movimiento social que intervenga directamente en el plano de la economía, y cuyo protagonismo vaya más allá de ofrecer sesudos marcos teóricos para impulsar iniciativas que resulten inspiradoras, nos ilusionen y nos devuelvan la confianza en el cambio. En suma, para demostrar la viabilidad práctica de otras formas de producir y consumir, incorporando criterios sociales y ecológicos como reguladores de la actividad económica.
El movimiento de la economía solidaria debe ser capaz de acumular fuerza y legitimidad suficiente como para reorientar las políticas públicas hacia un verdadero cambio de modelo productivo, que vaya más allá de sustituir la fabricación de ladrillos por ordenadores, para plantearse que la forma en que satisfacemos nuestras necesidades debe ser compatible con nuestro trocito de biosfera (so pena de robar recursos en algún otro lugar del planeta) y con la equidad social (so pena de perpetuar el privilegio de unos grupos sociales sobre otros).
El economista Manfred Max Neef suele afirmar que ante grandes males, son necesarias muchas soluciones pequeñas, coordinadas y coherentes. Siguiendo estas premisas, la existencia de estas prácticas económicas alternativas, por parciales, fragmentarias o inacabadas que puedan resultar, deviene imprescindible en periodos de crisis, pues ponen a disposición de la sociedad nuevas estructuras y patrones de comportamiento (estilos de vida, valores, creencias, deseos o normas sociales). No son autosuficientes para realizar una transición socioeconómica, pero son una palanca desde la que activar los cambios estructurales que necesitamos. Igual que los pequeños habitantes del Lilliput en Los Viajes de Gulliver, con ingenio e ingenuidad, se afanan en contener al gigante para anticipar así los esbozos de una sociedad postcapitalista.

 

 




dimarts, 25 de novembre del 2014

La Renta Básica: un intento de aportar racionalidad

Article publicat al diari Público

*Jordi Arcarons, Daniel Raventós y Lluís Torrens
“Cada nueva idea pasa por tres fases.
Primera: Es una locura, no me haga perder el tiempo.
Segunda: Es posible, pero no vale la pena.
Tercera: ¡Ya dije desde el principio que era una buena idea!”.
(Arthur C. Clarke)
No hubiéramos pensado que haríamos un recorrido tan largo y persistente cuando en el año 2001 un puñado de personas fundamos la Red Renta Básica. El 29 de noviembre celebraremos en la localidad madrileña de Fuenlabrada el XIV Simposio de la Renta Básica. Con la renta básica (RB), un ingreso monetario incondicional a toda la población, parece, según una primera mirada superficial, que pasa como con las modas y con los vientos: van y vienen. Ahora estamos en momentos en donde con toda seguridad la RB ocupa un espacio en el debate público de una intensidad hasta ahora desconocida. Poca duda puede haber que esta organización política llamada Podemos ha contribuido indiscutiblemente a ello al incorporar la propuesta de la RB en su programa político de las últimas y recientes elecciones al parlamento europeo. Antes habían contribuido organizaciones como Bildu y Anova en Euskadi y en Galicia, respectivamente. Y lo siguen haciendo. Periodistas, tertulianos, economistas, sindicalistas, parlamentarios… hablan a favor o en contra de la RB de una forma constante. Buenas noticias para la difusión y conocimiento de esta propuesta. Pero las malas noticias (¡detrás de la cruz está el diablo! que escribía Cervantes) para un debate racional y ponderado: demasiadas precipitaciones, animadversiones, pasiones (algunas no muy altas), simplificaciones… Pero nada sería más torpe que quejarse de las circunstancias: son las que son y con ellas hay que bregar.
Sin tener la menor pretensión de hacer repaso de todas y cada una de las muchas objeciones que se pueden leer en la prensa escrita o escuchar en radio y televisión y en distintas conferencias o debates públicos, sí creemos necesario dejar apuntadas las más frecuentes objeciones a la RB. Pensando en los contrarios y en los partidarios de la propuesta. Nunca será suficientemente repetida esta gran verdad: es bueno ponerse a reflexionar sobre las propias convicciones porque sabemos que el “sesgo de la confirmación” no es buen consejero. Este sesgo nos inclina a procesar mucho más favorablemente la información acorde con las propias convicciones que la información que es contraria a las mismas.
La RB ha sido objeto de críticas de características muy distintas. Críticas algunas que, como queda dicho, provienen de autores o autoras que pueden ser situados políticamente en las izquierdas, y otras que son dirigidas por autores de derechas. Y algunas críticas son comunes a autores de distinto pensamiento político. No pretendemos en un artículo breve como éste salir al paso de todas esas críticas, pero sí puede ser útil recordarlas en una lista:
1) ¿Los ricos también deben recibirla? Y, con un corolario más o menos inmediato según los casos: no se puede financiar.
2) Sería un pretexto para desmantelar el Estado del bienestar.
3) Mantendría a vagos.
4) Son preferibles los subsidios destinados a los pobres.
5) Relegaría a las mujeres al interior del hogar.
6) Provocaría un inmenso efecto llamada de la inmigración.
7) Es preferible el pleno empleo.
8) Muchas personas preferirían vivir sin trabajar (asalariadamente).
9)  Es una propuesta que está bien, pero es utópica y no se ha aplicado nunca.[1]
10) No acaba con todas las injusticias del capitalismo.[2]
11) Y, para terminar en algún sitio, es preferible el llamado “trabajo garantizado”.[3]
Todas estas críticas, y algunas más, han sido debatidas a lo largo de al menos 30 años, pero a veces se reiteran independientemente de la historia del debate. Y ahora, con el incremento del debate público sobre la propuesta, irrumpen una vez más sin tener en absoluto presente lo que se lleva acumulado en el debate previo. Son costes que deben asumirse y además no es algo exclusivo de la RB: ¡cuántas materias no se discuten actualmente sin tener en cuenta el conocimiento precedente!
Nos detendremos solamente en la primera crítica.
Hay quien confunde la RB con lo siguiente: es una cantidad que recibe la población independientemente de lo que las personas ya puedan tener antes de la implantación de la RB. Lo que recuerda el chiste de aquel terrateniente andaluz que durante la Segunda República mientras se debatía la reforma agraria él decía que estaba de acuerdo porque “entre lo que tenía y lo que le iban a dar…” Se comprende que, así entendida la “RB” (la ponemos entre comillas), muchas personas se horroricen de que los ricos “también reciban una RB”. No sabemos cómo expresarlo más nítidamente: la “RB” (nuevamente en comillas) así entendida es una barbaridad desde muchos puntos de vista. Un ejemplo de esta catastrófica confusión sobre la RB lo debemos a V.
Navarro en uno de sus varios artículos contrarios a la propuesta. Afirma: “Una versión de la RB es que todo ciudadano, como derecho universal, es decir, derecho de ciudadanía o residencia, reciba un cheque público que sea de una determinada cantidad que garantice una vida digna. “En primer lugar, no se trata de un cheque para toda la población, completamente al margen del sistema fiscal y de la política económica, como parece que dan a entender las palabras citadas. Por supuesto que no se trata de la simplona fórmula “tanta población x cantidad de la RB = tantos miles de millones de euros o tanto porcentaje del PIB”. En el artículo mencionado se afirma: “(…) multiplicando el número de ciudadanos y residentes por el cheque de renta mínima básica 8.551 euros al año (60% de la renta media del país) se obtiene una cifra alrededor del 37% del PIB. ” Pero esa forma de calcular solamente tiene en cuenta una parte de la propuesta, no contempla los ahorros debidos tanto a la reforma fiscal como a las partidas de subsidios monetarios que serían redundantes con una RB. Lo dicho, un enorme error, exactamente igual que el del terrateniente andaluz. Y menos aún se trata, como se sigue afirmando en el mencionado artículo de V. Navarro:  “(…) nadie que se considere progresista cree que la manera de solucionar este enorme déficit social sea dando un cheque social a cada ciudadano y residente para que se espabile por su cuenta y pague con este dinero unos servicios privados que sustituyan a los públicos, a los cuales el cheque público sustituiría.”
Efectivamente, pero tal alternativa solamente está en la cabeza del autor citado y quizás de algún defensor muy estrambótico de la propuesta, no en la de los partidarios de la RB que en el Reino de España la venimos defendido en distintos foros públicos desde hace más de 20 años. Y, por supuesto, no es el caso de la asociación Red Renta Básica ya que, dentro de las muy distintas maneras de defender la propuesta, nadie ha escrito ni dicho nada parecido al “cheque substitutivo de los servicios públicos”.
¿Se puede financiar la RB? Sí, por supuesto. Ya tuvimos la ocasión de realizar un estudio para financiar la RB en Cataluña y en Guipúzcoa. En el primer caso se trataba de una muestra de 250.000 declaraciones de IRPF de Cataluña. En el caso guipuzcoano no se trataba de una muestra sino de todas las declaraciones de aquella provincia vasca: casi 650.000. Pero ahora disponemos de una muestra de casi dos millones de IRPFs del conjunto del Reino de España. Estamos a punto de poder mostrar cómo se puede financiar una RB para el conjunto del Estado. Creemos que puede centrar el debate racionalmente. Supondrá, si lo conseguimos, responder seriamente a “argumentos”, digámoslo así, del tipo “una renta básica de tanto multiplicada por 47 millones de habitantes da como resultado tantos miles de millones que a su vez representa un tanto por ciento del PIB… con lo que es imposible de financiar”. No hay duda que puede despertar emociones un argumento así, pero quien lo lanza, volvamos a repetirlo a ver si conseguimos que se retenga, tiene en la cabeza únicamente los costes de la RB, sin reforma fiscal, sin ahorros por asignaciones monetarias públicas que resultarían redundantes con una RB… vaya como si Patricia Botín dijera “estoy de acuerdo con la RB porque entre lo que tengo y lo que me van a dar”.
En el mundo en el que vivimos, debatir en serio quizás sea pretender algo muy raro, pero lo intentaremos. Este proyecto de financiación de una RB puede ser el medio. Y, claro está, estaremos ávidos de saber dónde hemos cometido errores, cómo se puede perfeccionar… En el XIV simposio de la RB que se celebrará en Fuenlabrada el próximo 29 de noviembre, en donde habrá académicos y economistas de IU-ICV, PSOE, Podemos… quizás sea posible ofrecer algún avance de este estudio.
Para acabar. Lo hemos dicho más de una y de dos veces: los obstáculos fundamentales a la RB son políticos, como políticos fueron (o son, dependiendo del lugar) las resistencias al sufragio universal, las vacaciones pagadas, el derecho de huelga, el aborto libre o el matrimonio del mismo sexo.
Pero constatar que no hay una imposibilidad lógica o empírica a la RB, no equivale a afirmar que puede despertar simpatías unánimes. En política, hay que elegir. En política económica también. La RB, como también hemos escrito varas veces, es la propuesta mejor para garantizar la existencia material de toda la población. La RB no será nunca bien vista por aquellos que se benefician de que esa existencia no la tenga toda la ciudadanía. Constatarlo es apuntar más razonablemente a las tareas que hagan posible la conquista de la RB. La RB no solamente es deseable, también es factible. Con la RB hay que ser cauto, perseverante y, sobre todo, racional. Escribía hace poco una gran historiadora de la economía: “nadar contracorriente requiere determinación, un serio compromiso con la verdad y evidencias irrefutables”. Sería difícil ser más precisos sobre lo que queremos decir.
Notas:
[1] No se ha aplicado nunca tal como nosotros la proponemos aunque hay precedentes con resultados más que buenos. También es cierto que en el Reino de España, con uno de los salarios mínimos más bajos entre los países de su área económica que disponen de él, tiene el dudoso honor de haber tenido una tasa de paro superior al 15% en 23 de los 36 años desde el fin de la dictadura. Una cifra sin parangón con profundas repercusiones en la pobreza y su transmisión intergeneracional, y que parece que a nadie de los detractores de la RB le hace reflexionar si ante males excepcionalmente recurrentes no hace falta avanzar de una vez por todas en soluciones innovadoras que apuestan por garantizar la existencia material a toda la población sin esperar a medios o largos plazos.


años entre 1978 y 2013 en que la  tasa de paro es mayor del 15 % % sobre años con datos
Reino de España 23 63,9%
Irlanda 8 22,9%
Eslovaquia 7 35,0%
Polonia 6 26,1%
Finlandia 3 8,6%
Grecia 2 5,7%
Portugal 2 5,6%
Estonia 1 4,2%
Colombia 1 8,3%
Resto países OCDE 0 0,0%

[2] Dejamos al margen comentarios más cercanos a la patochada que a una crítica seria: “los partidarios de la RB son como una religión”. Dos breves apuntes a semejante majadería. 1) Cualquiera puede constatar las muy diferentes formas de defender la RB, 2) Sería el primer caso en la historia de nuestra especie que una religión está dispuesta a rectificar allá donde se demuestre que se equivoca mediante la discusión racional y la contrastación empírica (¡no conocemos una religión así!).
[3] Los defensores de esta ya antigua propuesta que ha sido puesta en práctica por ejemplo en Argentina mediante el programa “jefes y jefas del hogar” con resultados muy criticados –no hay mucha imaginación últimamente entre determinada izquierda- acostumbran a dedicar más tiempo en sus artículos y disertaciones a criticar a la RB que a defender su propuesta. Ellos sabrán por qué, aunque no es difícil intuir una respuesta. Nosotros ya dedicamos un artículo anterior a exponer algunas de nuestra opiniones sobre el “trabajo garantizado”. Seguramente pronto deberemos entrar con menos miramientos y de forma más extensa. Avanzamos algo: las personas dan muestras inacabables de desplegar enormes iniciativas en los trabajos voluntarios (o militantes o de solidaridad…). Y en condiciones de lucha por la supervivencia incluso muy desfavorables. Intentemos otear lo que serían capaces de llevar a cabo si tuvieran la existencia material garantizada, en vez de obsesionarnos por los “que no harían nada”. ¡Qué antropología filosófica más miserable, francamente!
Jordi Arcarons
Catedrático de Economía Aplicada de la Facultad de Economía y Empresa de la Universidad de Barcelona y miembro de la
Red Renta Básica
Daniel Raventós
Profesor de la Facultad de Economía y Empresa de la Universidad de Barcelona, miembro del Comité de Redacción de sinpermiso, presidente de la Red Renta Básica y miembro del comité científico de ATTAC. Su último libro es ¿Qué es la Renta Básica? Preguntas (y respuestas) más frecuentes (El Viejo Topo, 2012)
Lluís Torrens
Economista, profesor asociado de la Escuela Superior de Negocios Internacionales-Universitat Pompeu Fabra, gerente del Public-Private Sector Research Center del IESE. Colabora con
iniciatives pel decreixement que impulsa un nuevo modelo económico sostenible y estacionario

dilluns, 24 de novembre del 2014

Decréixer per sobreviure

Article publicat al diari  El Periódico

NOVES PAUTES DE CONSUM I SOSTENIBILITAT

Investigadors de la UAB publiquen el primer diccionari sobre el corrent ecopolític

«El creixement econòmic no és la panacea que ens fa més feliços», afirmen


ANTONIO MADRIDEJOS / BARCELONA
DILLUNS, 24 DE NOVEMBRE DEL 2014
  • Horts urbans a la masia de Can Masdeu, al vessant barceloní de Collserola, un exemple d'exitós treball comunal.
  • Edició anglesa del llibre.
Les advertències són conegudes des de fa temps, però les societats occidentals les ignoren sistemàticament: la Terra no té suficients recursos per mantenir a llarg termini l'actual consum dels 7.200 milions de terrícoles. I encara podria ser molt pitjor si les pautes dels nord-americans, per citar un exemple extrem, fossin imitades pels habitants de tots els països en desenvolupament. ¿Es pot revertir el sistema i salvar un planeta finit?
Economistes, filòsofs i ecòlegs van posar ja fa tres dècades les bases d'un nou model que discuteix que les dificultats actuals, amb el paradigma de la crisi financera iniciada el 2007, es puguin resoldre creixent -si tots som més rics, milloraran les ajudes socials i els pobres seran menys pobres-. «El creixement econòmic no és una panacea: està perjudicant el planeta, no ajuda a acabar amb la pobresa i no ens fa més feliços», asseguren amb to provocador Giacomo D'Alisa, Federico Demaria i Giorgos Kallis, investigadors de l'Institut de Ciència i Tecnologia Ambientals (ICTA-UAB) que acaben de publicar el primer diccionari sobre decreixement, corrent de pensament ecopolític que tindria com a antípodes el productivisme, el consumisme i el capitalisme extrem.
El llibre, que ha llançat al mercat l'editorial britànica Routledge amb el títol Degrowth: a vocabulary for a new era, es publicarà l'any que ve en espanyol i quatre llengües més. «Pretenem molestar, crear una bomba en la teoria dominant», reconeix Demaria. Un dels termes analitzats és justament «decreixement» (degrowth, en anglès), que no és una paraula perfecta per al que pretén definir, assumeixen els autors, però és possiblement la menys dolenta. Els investigadors de l'ICTA-UAB són els coordinadors, però en la redacció dels diferents termes, 51 en total, des d'Autonomy fins a Ubuntu, hi han participat especialistes internacionals com Juliet Schor, Tim Jackson, Serge Latouche, Susan Paulson, Joan Martínez-Alier, Isabelle Anguelovski i Arturo Escobar, entre altres.

AUSTERITAT 

Demaria explica que un economista de tan reconegut prestigi com Thomas Piketty ha analitzat l'evolució de les desigualtats i del PIB i ha observat que una cosa porta a l'altra: «El creixement no només no arregla el problema, sinó que genera més desigualtat -diu l'investigador de l'ICTA-UAB-, amb l'agreujant que les polítiques d'austeritat per augmentar la productivitat tenen fortíssims impactes sobre les persones».
Els tres autors consideren que hi ha alternatives. «Decreixement no significa recessió. No parlem de ser més pobres, de tornar a les cavernes, sinó de pensar que el benestar no depèn només de la renda», diu Demaria. «Invitem a pensar en un sistema que pugui funcionar de manera diferent, que se centri en altres coses perquè l'economia no és el més important sinó només un mitjà per aconseguir els objectius de benestar». Això, a la llarga, suposa «un canvi en la relació amb la naturalesa», afegeix Demaria.

BARCELONA, AL CAPDAVANT

A l'estela del decreixement se situen pautes de consum com la preferència per productes de proximitat, de cultiu ecològic o d'autoproducció. «Es pot avançar pensant en el temps lliure, en la família, a reduir la jornada laboral, en el millor repartiment de la riquesa, en la conservació del medi ambient...» Curiosament, Barcelona i en general Catalunya s'han convertit en un punt de referència en aquestes iniciatives alternatives, comenta Demaria.
«Malgrat que en una era de crisi el creixement semblaria indispensable, amb aquest llibre demostrem que recessió i decreixement no van junts», diuen els editors. «El decreixement implica noves maneres d'organització per viure pròsperament sense obsessionar-se amb el creixement». Una de les propostes fiscals és disminuir els impostos pel treball i augmentar els del consum de materials i energia, encara que amb unes garanties mínimes per evitar problemes de pobresa energètica
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dimarts, 18 de novembre del 2014

Lo verde echa raíces en la ciudad En España hay 400 huertos comunitarios que ocupan más de 166 hectáreas

Article publicat a  El país


    Plantación de hortalizas en una terraza de Madrid. / Carlos Soler Martinez

    Algo tan simple como un huerto se ha convertido en un movimiento urbano imparable. El Urban Farming ha llegado a las ciudades para quedarse. Los hay en Londres, Nueva York o París. En Copenhague ya son obligatorias las azoteas verdes. La primera fue Toronto, Canadá, donde hay 1,2 millones de metros cuadrados de este color.
    Una pizca de tendencia por lo ecológico, una gota de compromiso ambiental y unos toques de hábitos de consumo más saludables. Son las motivaciones de estas ensaladas urbanas. En España son, al menos, 216 las ciudades que cuentan con huertos urbanos, una cifra que se ha multiplicado por 15 desde 2006. Hay 400 huertos y 15.243 parcelas que ocupan una superficie que supera las 166 hectáreas, contabiliza Gregorio Ballesteros, miembro de Ecologistas en Acción y de la Sociedad Española de Agricultura Ecológica. Se trata de huertos de ocio, familiares o sociales, escolares, para personas jubiladas, comunitarios, etcétera. El 11% del total son privados.
    Alquilar un huerto de 25 metros cuesta 35 euros al mes, incluido el riego
    Crecen en las fachadas y en las cubiertas de los edificios, tanto en hoteles, como en museos y viviendas. Miles de azoteas lucen lechugas, tomates o calabazas. El hotel Wellington (Madrid), ha sido uno de los últimos en sumarse al reto, con un huerto de 300 metros cuadrados a 30 metros de altura.
    También crecen los rincones hortofrutícolas de andar por casa, ya sea en chalés con espacio de sobra o en pisos. La escasez de metros ya no es un problema ni tampoco una excusa. Cada vez son más frecuentes los minhuertos en terrazas y patios, por lo que el mercado se ha apresurado a lanzar una amplia gama de productos, como las mesas de cultivo, que cuestan entre 100 y 275 euros.
    El verde está entrando en las ciudades, tanto desde la iniciativa privada como desde el ámbito municipal. Cada semana un Ayuntamiento ofrece suelo para huertos comunitarios. Uno de los últimos ha sido el de Madrid, que ha sacado a concurso las primeras 15 parcelas que podrán ser transformadas en huertos urbanos ecológicos.
    Los terrenos tienen una superficie media de 1.000 metros cuadrados y se adjudicarán a organizaciones sin ánimo de lucro con el compromiso de no vender los productos cultivados. Las concesionarias tendrán que contribuir de forma altruista a la promoción de los valores medioambientales, educativos y de convivencia vecinal.
    Crece el uso de mesas para mini cultivos en patios y terrazas
    Aunque hay un pero: imputan los costes del agua a las adjudicatarias de las parcelas. “Es dar al traste con una larga y difícil regularización, que por fin iba a sacar de la semi-clandestinidad a estos espacios en Madrid y permitiría que fuese una de las ciudades pioneras en este tipo de regularizaciones”, explica Pablo Llobera, educador medioambiental y portavoz de la Red de Huertos Urbanos Comunitarios de Madrid, para quien cada huerto urbano consolidado es una conquista social.
    Se sumarán a las huertas que funcionan desde hace años, como La Huertita de Tetuán, en el barrio madrileño que lleva el mismo nombre. Solo en la capital hay unas 33 iniciativas comunitarias como esta.
    En Barcelona la tradición de huertos se remonta al año 1986, cuando un grupo de vecinos montan el Hort de l'Avi, al lado del Parc Güell. En la Ciudad Condal superan la veintena.
    Pero no es nada nuevo. “Sus orígenes se remontan a la Segunda Guerra Mundial, aunque el antecedente del fenómeno actual podría encontrarse en la Green Guerrilla de las ciudades norteamericanas, donde vecinos organizados deciden reverdecer solares abandonados para convertirlos en recursos vecinales, ecológicos y educativos. Aquellas oleadas llegaron a Europa y a España, donde la horticultura urbana en realidad nunca llegó a desparecer, aunque sí a marginalizarse”, explica LLobera.
    <CJ4>Sus ideas se centran en desarrollar valores comunitarios: arraigo con el barrio, espacio de encuentro y trabajo intercultural y multigeneracional, educación ambiental, etcétera. El cultivo que se recoge se suele comer en el propio huerto o se reparte entre los asiduos. Cada uno establece los criterios de reparto.
    </CJ>Porque los tomates no saben a tomates. Por eso y por la búsqueda de una alimentación sana, están proliferando otra tipología de huertos: los comerciales. Se trata de alquilar pequeñas parcelas donde cada particular o familia cultiva sus propias verduras y frutas. Al tiempo, los propietarios de esos terrenos que no tenían uso encuentran en ellos una salida profesional.
    Alegría de la Huerta, en San Martín de la Vega (Madrid) es un proyecto formado por tres amigos que proceden del mundo del cine. “El proyecto surge por la crisis y además de la necesidad de montar un negocio diferente, que plantee un tipo de ocio sano, divertido y constructivo, sobre todo si tienes hijos. Nuestros clientes hacen todo el proceso, desde la siembra hasta la recolecta”, dice Olaf Guembe.
    El perfil del hortelano aficionado es muy variado. “Tenemos muchas parejas jóvenes que quieren enseñar a sus hijos cómo es cultivar tus propios productos. También tenemos un alto porcentaje de gente joven que quiere acercarse al cultivo ecológico. Y muchos usuarios que están recién jubilados”.
    En este huerto hay parcelas desde 25 metros cuadrados y se alquilan por 35 euros al mes. El tamaño estándar es de 50 metros, suficiente para una familia de cuatro miembros. En cada terreno hay una toma de agua y el consumo está incluido en la cuota mensual.
    La empresa pone toda la infraestructura (suelo, asesoramiento, riego, material de riego, aperos, plantel, invernadero…) y a partir de ahí, cada particular gestiona su huerto. “La mayoría de usuarios viene una o dos veces por semana y es suficiente para tener el huerto en buen estado, aunque depende de la época del año y de los cultivos”, explica Guembe.
    Te Pongo un Huerto nace hace un año en Córdoba de la mano de Agustín Román. Se trata de un suelo agrícola de una hectárea al que no le estaba dando ningún uso. Las parcelas son de 50 metros cuadrados y el alquiler sale por 35 euros mensuales. Está incluida una boca de agua para riego, la azadilla, un manual formativo, uso de los materiales comunes y acceso a todas las zonas comunes.
    Son solo un par de ejemplos de la enorme lista de huertos comerciales que existen en España.