La naturaleza festiva de las imágenes es testigo del mundo de ficción en el que estas personas viven. Están rodeadas de
objetivos, principios, compromisos, instrumentos y protocolos, que crean el espíritu
tranquilizador de progreso mientras la nave en la que viajan se hunde lentamente.
Hojeando estas fotos, imagino que casi puedo oír lo que los delegados están
diciendo a través de su cara ortodoncia. "Querido has reorganizado las tumbonas maravillosamente. Es un gran
avance! Vamos a tener que inventar un mecanismo para mantenerlas en su lugar ya que la cubierta se está inclinando un poco, pero eso lo hablaremos en la próxima conferencia".
Este proceso es inútil, ya
que han abordado el problema sólo desde
un extremo y justamente es el
extremo equivocado. Han tratado de evitar el cambio climático
limitando la cantidad de gases de efecto invernadero que se liberan; en
otras palabras, restringiendo el consumo
de combustibles fósiles. Pero, a lo largo de los 23 años desde que los
gobiernos del mundo decidieron comenzar este proceso, los delegados no han
pronunciado ni una sola palabra coherente acerca de limitar la producción.
Compárenlo con cualquier otro
proceso de redacción de tratados. Imaginemos, por ejemplo, que la Convención
sobre armas biológicas no hiciese ningún
intento de frenar la producción o posesión de la viruela y el ántrax como armas sino que sólo
prohibiese su uso. ¿Qué efectividad
creen que tendría? (No hace falta adivinarlo: miren las leyes de armas de Estados Unidos, que prohíben el uso letal de armas de fuego,
pero no su venta ni transporte. Pueden ver los resultados en las noticias cada
semana) Imaginen que tratan de proteger a los elefantes y rinocerontes sólo
mediante la prohibición de la compra de sus colmillos y cuernos, sin limitar la
matanza, la exportación o la venta. Imagínense tratando determinar con la esclavitud
sin detener el comercio transatlántico, sino sólo disuadiendo
a la gente de la compra esclavos una vez
que hayan llegado a América. Si quieren
evitar un comercio perjudicial, deben
abordarlo desde ambos extremos: la producción y el consumo. De los dos,
la producción es el más importante.
La extracción de combustibles
fósiles es una dura realidad. Las normas desarrolladas por los gobiernos para
prevenir su uso son débiles, inconsistentes y negociables. En otras palabras,
todo el carbón, petróleo y gas se produce, se va a utilizar. La producción
continua aplastará cualquier intento de
restringir el consumo. Incluso si los esfuerzos para restringir el consumo tienen
un éxito temporal, es probable que sea
contraproducente. Una reducción de la demanda, cuando la oferta no se restringe, reduce el
precio, lo que favorece la industria intensiva en carbono.
Pueden buscar en la página web de la ONU para corroborar esta cuestión, pero perderán el tiempo. En su profuso catálogo de autobombo, en Kyoto, Doha, Bali,
Copenhague, Cancún, Durban, Lima y todas las paradas del trayecto, la frase
"combustible fósil" no sale ni una vez. Tampoco las palabras carbón o petróleo. Pero la palabra gas, sí, se menciona un montón de veces la palabra gas. No gas natural, por supuesto, sino gases de efecto invernadero, el único tema de
interés oficial.
Lo más cerca que se ha
llegado en las 20 conferencias
internacionales convocadas hasta ahora,
ha sido reconocer el
problema en la resolución aprobada en
Lima en diciembre del año pasado. Se llegó al compromiso de "cooperar" en "la reducción
gradual de las inversiones en combustibles con alto contenido en carbono y subsidios
a los combustibles fósiles", pero no se propuso ningún presupuesto, calendario o
cualquier instrumento o mecanismo necesarios para su implementación. Supongo
que eso se puede considerar algún
progreso y , después de tan sólo 23
años, quizás deberíamos estar agradecidos.
No hay nada dejado al azar en
el patrón de silencio que rodea nuestras vidas.
Los silencios ocurren donde los intereses
poderosos están en riesgo de exposición. Se protegen estos intereses del control democrático. No estoy sugiriendo que
los negociadores decidieran no hablar de los combustibles fósiles, o que firmaran
un acuerdo común de desperdiciar sus
vidas. Lejos de ello, se han hecho grandes esfuerzos para investir sus esfuerzos con una apariencia
de significado y propósito. La creación de un silencio sólo requiere instinto
para evitar el conflicto. Se trata de un reflejo condicionado e inconsciente;
es parte del conjunto de habilidades
sociales que aseguran nuestra
supervivencia. No nombres al diablo por temor a que aparezca.
Romper esos silencios
requiere un esfuerzo consciente y doloroso. Recuerdo como si fuera ayer cómo me
sentí cuando por primera vez planteé esta cuestión en los medios de comunicación.
Había estado trabajando con un grupo de jóvenes activistas en Gales, haciendo
campaña en contra de las minas de carbón a cielo abierto. Hablar del tema con ellos, parecía tan obvio, tan convincente,
que no podía entender por qué no estaba en boca de todos. Antes de escribir
sobre ello, le dí vueltas el tema como
un perro que investiga un cadáver sospechoso. ¿Por qué, me preguntaba, nadie
toca el problema? ¿Es tóxico?
Nadie puede resolver un problema sin nombrarlo. La
ausencia de reconocimiento oficial del papel que tiene la producción de combustibles fósiles en el
cambio climático, tan absurdamente obvio como es, permite a los gobiernos aplicar
políticas directamente contradictorias. Mientras casi todos los gobiernos dicen
apoyar el objetivo de prevenir el calentamiento global por encima de 2 grados C,
también tratan de "maximizar la
recuperación económica" de sus
reservas de combustibles fósiles. (Luego cruzan los dedos, caminan de un lado al otro de la oficina y rezan para que nadie se queme.) Sin embargo, pocos
gobiernos han ido tan lejos como el Reino Unido.
En la Ley de Infraestructuras
que fue aprobada el mes pasado, se ha convertido en una obligación legal la maximización de la recuperación económica de petróleo de la
plataforma continental del Reino Unido. Los futuros gobiernos están legalmente
obligados a exprimir hasta la última gota del subsuelo.
La idea surgió a partir de
una revisión gubernamental dirigida por Sir Ian Wood, el multimillonario dueño
de una empresa heredada - Wood Group -
que presta servicios a la industria del petróleo y el gas. Sir Ian dice que sus recomendaciones
"recibieron un apoyo abrumador de la industria", sin embargo, su equipo no entrevistó a nadie ajeno, ya
fuese del negocio del petróleo o del
gobierno. No he podido encontrar ninguna
señal que indique algún sondeo de opinión
a grupos ecologistas o
científicos.
Su revisión requirió poderes del gobierno para mejorar tanto la exploración de nuevas
reservas como la explotación de las ya
existentes. Insistió en que eso "nos ayudará a acercarnos al premio de
24 mil millones de barriles
potenciales que aún por extraer".
El gobierno se comprometió a poner en práctica sus recomendaciones en su
totalidad y sin demora. De hecho, fue un poco más allá que el gobierno. Está
totalmente preparado para ser despiadadamente intervencionista en la promoción del cambio climático, pero no en su restricción.
Durante las conversaciones sobre el clima que tuvieron lugar en Lima en Diciembre, el Secretario de Energía del Reino Unido Ed Davey hizo algo imprudente y rompió el silencio. Advirtió que si las políticas sobre el cambio climático significaban que las reservas de combustibles fósiles ya no podrían ser explotadas, los fondos de pensiones podrían invertirse en " futuros activos sub-prime". Haciéndose eco del Banco de Inglaterra y de los analistas financieros, como la Carbon Tracker Initiative, Davey sugirió que si los gobiernos fueran serios sobre la prevención de la crisis climática, los combustibles fósiles podrían llegar a ser un activo varado.
Durante las conversaciones sobre el clima que tuvieron lugar en Lima en Diciembre, el Secretario de Energía del Reino Unido Ed Davey hizo algo imprudente y rompió el silencio. Advirtió que si las políticas sobre el cambio climático significaban que las reservas de combustibles fósiles ya no podrían ser explotadas, los fondos de pensiones podrían invertirse en " futuros activos sub-prime". Haciéndose eco del Banco de Inglaterra y de los analistas financieros, como la Carbon Tracker Initiative, Davey sugirió que si los gobiernos fueran serios sobre la prevención de la crisis climática, los combustibles fósiles podrían llegar a ser un activo varado.
Esto provocó una furiosa
respuesta de la industria. El director de Oil and Gas UK Malcolm Web escribió expresando su confusión, señalando que las declaraciones
de Davey llegaban "en el momento en el que su Departamento y el Tesoro
están poniendo un gran esfuerzo en
conseguir que el Mar del Norte del Reino
Unido sea más atractivo para los inversores en petróleo y gas, no menos. Me
cuesta entender cómo estos puntos de vista opuestos pueden reconciliarse."
Y no fue el único. Ed Davey explicó rápidamente que sus comentarios no tenían
que tomarse en serio, ya que "yo no doy ninguna sugerencia sobre lo que los inversores deben hacer."
Barack Obama tiene el mismo
problema. Durante una entrevista en televisión el año pasado, confesó que
"Nosotros no vamos a poder quemarlo
todo." ¿Entonces por qué, se le
preguntó, su gobierno ha estado respaldando una
mayor la exploración y extracción
de combustibles fósiles? Su administración ha abierto la exploración petrolera
marina desde Florida a Delaware - en
aguas que estaban formalmente fuera de los límites, ha aumentado el número de
licencias vendidas para perforar en tierras federales y, todavía
más incongruente, se apresuró en el proceso
que podría, a finales de este mes, permitir a Shell la prospección en las muy vulnerables aguas
árticas del mar de Chukchi.
Contradicciones similares
acosan a la mayoría de los gobiernos con pretensiones ambientales. Noruega,
por ejemplo, tiene la intención de ser "carbono neutral" el año 2030. Tal vez espera exportar toda su
producción de petróleo y gas, mientras que confía en los parques eólicos dentro
del país. El año pasado se sometió al Parlamento de Noruega una moción para detener las nuevas
perforaciones porque eran incompatibles con las políticas del cambio climático de
Noruega pero fue derrotada por 95 votos contra tres.
Obama explicó que "no
siempre puedo priorizar el tema del cambio climático, ya que si, como ahora
mismo, usted estuviese preocupado
por tener un trabajo o por si puede
pagar las facturas, la primera cosa que usted querría oír es cómo resolver el problema mas inmediato
"
El dinero es sin duda un problema, pero no necesariamente por las razones que Obama sugirió. El principal problema son las políticas de financiación llevadas a cabo por las grandes petroleras y las grandes compañías de carbón y el tremendo poder lobista que tienen. Estas empresas han tenido, en su pasado, guerras financieras para proteger su posición; no van a renunciar a la mayor parte de sus reservas sin una lucha monumental. Esta lucha pondría a prueba los límites reales del poder del Estado; Me pregunto si nuestras denominadas democracias sobrevivirían a ella. La compañías de combustibles fósiles se han saciado con silencio: su poder ha crecido como resultado de los innumerables fracasos al desafiarlas y exponerse a ellas. No es de extrañar que los cuidadosos negociadores de las conferencias de la ONU, tan cuidadosos en no romper nunca ni un plato, hayan estado tanto tiempo evitando el tema.
Creo que hay formas de resolver este problema. Formas que podrían aglutinar otros intereses poderosos en contra de estas corporaciones. Por ejemplo, una subasta mundial de los permisos de contaminación significaría que los gobiernos tendrían que regular únicamente algunos miles de empresas: refinerías de petróleo, lavaderos de carbón, gasoductos y fábricas de cemento y fertilizantes, en lugar de las actividades de los siete mil millones de personas. Se crearía un fondo de la venta de permisos que probablemente llegaría a billones de euros: dinero que se podría utilizar para cualquier cosa, desde energías renovables hasta asistencia sanitaria. Al reducir las fluctuaciones en el suministro de energía, se conseguirían unos precios más previsibles, que muchas empresas agradecerían. Lo más importante, a diferencia del actual marco de las negociaciones, es que podría funcionar, dando una posibilidad real de evitar la crisis climática.
El dinero es sin duda un problema, pero no necesariamente por las razones que Obama sugirió. El principal problema son las políticas de financiación llevadas a cabo por las grandes petroleras y las grandes compañías de carbón y el tremendo poder lobista que tienen. Estas empresas han tenido, en su pasado, guerras financieras para proteger su posición; no van a renunciar a la mayor parte de sus reservas sin una lucha monumental. Esta lucha pondría a prueba los límites reales del poder del Estado; Me pregunto si nuestras denominadas democracias sobrevivirían a ella. La compañías de combustibles fósiles se han saciado con silencio: su poder ha crecido como resultado de los innumerables fracasos al desafiarlas y exponerse a ellas. No es de extrañar que los cuidadosos negociadores de las conferencias de la ONU, tan cuidadosos en no romper nunca ni un plato, hayan estado tanto tiempo evitando el tema.
Creo que hay formas de resolver este problema. Formas que podrían aglutinar otros intereses poderosos en contra de estas corporaciones. Por ejemplo, una subasta mundial de los permisos de contaminación significaría que los gobiernos tendrían que regular únicamente algunos miles de empresas: refinerías de petróleo, lavaderos de carbón, gasoductos y fábricas de cemento y fertilizantes, en lugar de las actividades de los siete mil millones de personas. Se crearía un fondo de la venta de permisos que probablemente llegaría a billones de euros: dinero que se podría utilizar para cualquier cosa, desde energías renovables hasta asistencia sanitaria. Al reducir las fluctuaciones en el suministro de energía, se conseguirían unos precios más previsibles, que muchas empresas agradecerían. Lo más importante, a diferencia del actual marco de las negociaciones, es que podría funcionar, dando una posibilidad real de evitar la crisis climática.
Abandonados a sí mismos, los negociadores continuarán evitando este problema hasta que hayan desperdiciado la vida de todos los demás, así como la suya
propia. Ellos continúan diciendo que la conferencia de París en diciembre será el éxito o el fracaso de las reuniones
(presumiblemente tienen la intención de desvelar un nuevo diseño radical de tumbona).
Deberíamos tomarles la palabra, y exigirles
que empiecen a enfrentarse el
problema real.
Con la ayuda de George
Marshall at the Climate Outreach and Information Network, he redactado un
párrafo con los temas que el acuerdo de
París debería contener. Está lejos de ser perfecto y me encantaría que otras personas lo puliesen. Pero espero que esto sea un comienzo:
"Las evaluaciones
científicas sobre el contenido de carbono en las reservas de los combustibles
fósiles existentes sugieren que la plena explotación de estas reservas es
incompatible con el objetivo acordado de no superar los 2C en el calentamiento global. La extracción ilimitada
de estas reservas socava los intentos de limitar las emisiones de gases de
efecto invernadero. Vamos a empezar a negociar un presupuesto global para la
extracción de combustibles fósiles de las reservas existentes, así como la
fecha de una moratoria en la exploración y el desarrollo de nuevas reservas. En
la línea de cuantificar el carbono fósil que se puede extraer sin aumentar el riesgo de superar los 2C del calentamiento global, vamos a
desarrollar un calendario de reducciones anuales de ese presupuesto. Vamos a desarrollar
mecanismos para asignar la producción
dentro de este presupuesto y para su ejecución y monitorización".
Si algún redactado de ese tipo emergiera de la reunión París, no sería una pérdida de
tiempo, y los delegados podrían felicitarse por un logro real en lugar de otra
farsa. Entonces, por primera vez, ellos se merecerían su propio aplauso.
Traducció N.C.
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