per
La noción de
"externalidades" se ha vuelto familiar en los círculos ambientales.
Se refiere a los costos impuestos por las empresas y que no son asumidos por ellas. Por ejemplo, los procesos
industriales pueden polucionar el aire con contaminantes lo cual
aumenta los costos en salud
pública, pero será la sociedad y no las
empresas contaminantes, quien pagará la cuenta.
De esta manera, las empresas privatizan los beneficios y socializan los costos.
Si bien la idea es increíblemente útil, especialmente en el enfoque económico de los problemas ecológicos, siempre he tenido mis reservas al respecto. Actualmente, a los ecologistas les encanta hablar con el lenguaje económico, que suena serio, pero me preocupa que el hecho de envolver este concepto en un término técnico, sin alma, tiende a tener un efecto narcotizante. Nos lleva al incrementalismo: crea unos impuestos aquí, endurece una regulación allí y el monstruo industrial podrá mantenerse en forma resoplando. Sin embargo, si tomamos en serio la idea, no sólo como un fenómeno de contabilidad, sino como una profunda descripción de las prácticas humanas corrientes, sus implicaciones son positivamente revolucionarias.
Para ver lo que quiero decir,
echar un vistazo a un informe reciente realizado por la consultora ambiental TruCost en nombre de la Economía
de los ecosistemas y la biodiversidad (TEEB), programa patrocinado por el Programa Ambiental de las
Naciones Unidas. TEEB encargó a TruCost hacer un recuento total del
"capital natural sin precio" consumido por los principales sectores
industriales del mundo. (El
"capital natural" se refiere a los materiales y servicios ecológicos
tales como el agua limpia o una atmósfera estable; "sin precio"
significa que las empresas no pagan por consumirlos.)
Ha sido una tarea enorme; obviamente, calcularlo ha requerido una metodología específica elaborada bajo una serie de supuestos. (Todos los detalles en el informe.) Pero sirve como una importante señal que apunta el camino hacia la verdad de las externalidades.
He aquí cómo se desglosan esos costes:
La mayoría de los costes de capital natural sin precio se derivan de las emisiones de gases de efecto invernadero (38%), seguidos por el uso del agua (25%), el uso de la tierra (24%), la contaminación del aire (7%), la contaminación del agua y del suelo (5%), y los residuos (1%).
Así que ¿cual es el coste? Los resultados según los titulares de TruCost son bastante impresionantes.
En primer lugar, el “capital natural sin precio” total consumido por los más de 1.000 “sectores- región”* de producción primaria global y de procesamiento primario" asciende a 7,3 billones de dólares al año: el 13% del PIB mundial de 2009.
* (Un "sector - región" es una industria en particular en una región determinada. Por ejemplo, el cultivo de trigo en Asia oriental)
En segundo lugar y sin sorprender a nadie, el carbón es el enemigo de la raza humana. TruCost ha compilado por orden, tanto los principales impactos ambientales como los principales culpables industriales.
¿Cual de ellos es el que tiene
una mayor responsabilidad en el coste ambiental? Los gases de efecto invernadero
procedentes de la quema de carbón en China. Y en el quinto lugar? Los gases de efecto invernadero
procedentes de la quema de carbón en América del Norte. (Esto también muestra
lo que significa la infame pesadilla de la deforestación en Sudamérica)
Aquí están los cinco principales sectores industriales clasificados por los daños ecológicos totales que imponen:
Es de nuevo el carbón. Esta vez el carbón de América del Norte está
en tercer lugar.
El tercer gran hallazgo de TruCost es el que da el golpe de gracia: De los 20 principales sectores-región clasificados según su impacto ambiental, ninguno sería rentable si los costos ambientales estuviesen totalmente integrados. Reflexionemos por un momento: Ninguno de los principales sectores industriales del mundo sería rentable si estuviesen pagando su carga por entero. El resultado sería cero.
Eso equivale a un sistema industrial global construido sobre un juego de manos. Como a Paul Hawken le gusta decir, estamos robando el futuro, vendiéndolo en el presente y a eso lo llamamos PIB.
Esto nos lleva de nuevo a lo que me refería al comienzo La noción de "externalidad" que es tan técnica como un término económico, consiguió algunos efectos secundarios desafortunados, como mover algunos números de la Columna A a la Columna B. ¿Cierto?
Pero el informe del PNUMA deja claro que lo que está pasando actualmente es algo más que algunos descuidos contables aquí y allá. La distancia entre los sistemas industriales de hoy en día y los sistemas industriales verdaderamente sostenibles - sistemas que no consumen el capital natural almacenado sino que quedan integrados en el flujo corriente de materiales y energía - no es una diferencia cuantitativa sino cualitativa. Lo que se necesita no es sólo una mejor contabilidad, sino un nuevo sistema industrial global, una nueva forma de proveer bienestar humano y rápida. Eso significa una revolución.
Traducció de N.C.
Cap comentari:
Publica un comentari a l'entrada