Article publicat a Público.es
2/10/14
Jordi Arcarons, Daniel Raventós y Lluís Torrens
La renta básica (RB) ha recibido muchas críticas desde que es
conocida ya hace al menos tres décadas. La de que no es una buena medida
para las mujeres (crítica que tiene algunas variantes) empezó con
cierta fuerza y se ha ido apagando con el tiempo porque muchas
feministas han defendido el papel que la RB podría jugar en su larga
lucha por la igualdad. Por ejemplo, para poner solamente una cita, la de
la veterana feminista Carole Pateman, que ya dijo hace una década: “Una
Renta Básica es importante para el feminismo y la democratización
precisamente porque está pagada no a los hogares sino a los individuos como ciudadanos” (el énfasis es de la autora). Pero la crítica resurge de vez en cuando.
Empecemos por algunas aclaraciones que, afortunadamente, no serán
necesarias para más de algún lector o lectora, pero que debemos
recordar. Existen tres tipos de trabajo: 1) el trabajo con remuneración
en el mercado; 2) el trabajo doméstico (aunque recibe otros nombres como
“trabajo de cuidados de los otros”, pero nos gusta más la denominación
elegida); y 3) el trabajo voluntario. El trabajo doméstico, aún hoy
desempeñado mayoritariamente por mujeres, queda fuera de las partidas de
la contabilidad nacional. Sin embargo, expresado en términos económicos
es de una magnitud extraordinaria, cercano al 50% del PIB según
diversas estimaciones. No realizar un trabajo remunerado no equivale
necesariamente a no desempeñar ningún tipo de trabajo: puede ser que se
esté llevando a cabo trabajo doméstico o trabajo voluntario.
¿Cómo podría afectar al trabajo doméstico la implantación de la RB?
Antes de pasar a contestar esta pregunta lo más concretamente posible,
merece la pena hacer una pequeña reflexión: la RB, por sí sola, no dará
solución a todos los problemas sociales relacionados con la división
sexual del trabajo. Este inciso tiene sentido habida cuenta de la
frecuencia con que se pueden leer o escuchar (y percatarse de su clara
inconsistencia) críticas a la RB que alegan el hecho de que esta
propuesta no solucionaría determinados problemas sociales que
simplemente no pretende solucionar. Y es una verdad trivial. Se trata de
algo así como la crítica del subsidio de paro porque no soluciona el
problema de la vivienda, o del sistema de sanidad pública porque no
soluciona el paro juvenil. No parecen ser unos ejercicios muy útiles y,
mucho menos, inteligentes. Pues bien, a la RB algo parecido le ha venido
a suceder [1]. Las desigualdades de sexo y la división sexual del
trabajo son dos realidades sociales, la solución de las cuales
(suponiendo que tengamos claramente identificada “la” solución) vendrá
dada por un paquete de medidas más amplio que el que pueda representar
la RB.
Queremos analizar tres problemas relacionados con un grupo de críticas que a veces se han formulado a la RB.
En primer lugar, ¿serán más libres las mujeres, trabajadoras
remuneradas o no, si cuentan con una RB que en la actual situación?
Evidentemente, tenemos que exponer lo que entendemos por “libertad”, en
caso contrario, puede ser un auténtico galimatías saber qué se quiere
defender. En breve, estamos convencidos que igualdad y libertad no son
dos variables a elegir: si más de una, menos de otra —y viceversa—. Las
grandes desigualdades sociales son las causas de la falta de libertad.
Lo hemos escrito varias veces con anterioridad, la pobreza no solamente
es un problema de carencia de recursos, es un problema de libertad. Por
esta razón, defendemos que deben promoverse mecanismos institucionales
para que la ciudadanía tenga la existencia material, fundamento de la
libertad, plenamente garantizada. En un mundo como el de principios del
siglo XXI, donde la acumulación privada de grandes fortunas convive con
la más absoluta de las miserias y, por tanto, la libertad para
centenares de millones de personas está seriamente amenazada, cuando no
ya completamente suprimida, la RB aparece como un mecanismo
institucional que, dadas las condiciones socioeconómicas del nuevo
siglo, sería capaz de garantizar al conjunto de la ciudadanía (y a los
residentes acreditados) la existencia material.
Sigamos con la pregunta que hemos formulado antes de exponer nuestra
concepción de la libertad: ¿Serán más libres las mujeres, trabajadoras
remuneradas o no, si cuentan con una RB que en la actual situación?
Analicemos para hacer visible el contraste, la alternativa de la renta
garantizada de ciudadanía (RGC). Si una mujer que convive con un hijo o
hija menor la está percibiendo y quiere ponerse a trabajar
remuneradamente, deberá renunciar a la RGC, correr con los gastos para
ir a trabajar remuneradamente (transporte, comer fuera con mucha
probabilidad) y según la edad del menor incurrir en gastos de guardería,
canguros, etc. El resultado puede ser que la mujer ingrese menos dinero
trabajando que en el paro y por lo tanto rechace trabajos temporales, a
tiempo parcial o de baja retribución, algo bastante probable en la
actualidad. Es lo que se llama la trampa de la pobreza. Y la trampa de
la pobreza desaparece con la RB: el ingreso adicional que obtiene la
madre trabajando se añade (descontados los impuestos) a la RB y con ello
buena parte de los desincentivos a trabajar.
En segundo lugar, atacar a la RB porque en uno de sus múltiples
sistemas de cálculo resulta que una pareja de adultos tiene derecho a
más renta que una madre que vive sola (soltera o separada) con dos hijos
simplemente es un error. En nuestros estudios [2] usamos un sistema de
cálculo de la RB para poder cuantificar su coste basado en una renta que
ganan igual todos los adultos mayores de edad, con independencia de la
edad, y un porcentaje de la misma (20%) los menores (todos igual, de 0 a
18 años). Pero se podrían pensar otras posibilidades, por ejemplo
diversas rentas por diferentes tramos de edad. En particular, en nuestro
artículo ya mencionamos la posibilidad de calcular la RB en base al
umbral de la pobreza por unidad familiar (un criterio usado por la OCDE)
en la que el primer adulto de la familia computa al 100% de la RB, el
resto de adultos un 50% y los menores un 30%. Y el umbral de pobreza no
deja de ser una convención (el 60% de la renta mediana de los habitantes
de una zona geográfica), más relacionada con la desigualdad que con un
indicador objetivo de pobreza o necesidad material. Si por ejemplo
usáramos este criterio de la OCDE (que equivale a pensar que un hogar
tiene un coste fijo por hogar y unos variables según el tamaño del
mismo) una madre soltera con dos menores ingresaría más RB que dos
adultos. Es una posibilidad. Si nos inclinamos por la RB individual y no
familiar, no es por una cuestión técnica, sino porque consideramos,
como hace Carole Pateman en la cita apuntada, que está asignada a todas las personas, no a las familias.
¿Por qué la RB para los menores se estima en un 20% o un 30% de la de
un adulto? Este intervalo es precisamente lo que calcula la encuesta de
presupuestos familiares del Instituto Nacional de Estadística: que se
incrementa el gasto de una familia media con 1 ó 2 menores respecto a
una que tenía 0 ó 1, respectivamente. Evidentemente, puede discutirse si
este u otro porcentaje es más o menos adecuado [3] pero no es una cifra
arbitraria, sino que responde a ciertos criterios estadísticos. Otra
cosa es que las situaciones específicas de cada familia puedan suponer
otras cantidades.
Según la encuesta de presupuestos familiares del año 2013, una
persona sola menor de 65 años tiene de gasto medio por hogar 17.925,4
euros, una pareja sin hijos, 27.318,3, una pareja con un hijo 30.634,5 y
una con dos hijos, 35.546,1. Lo que representa una proporción de 100,
152,4, 170,9 y 198,3.
En la misma línea plantear que la RB, en el supuesto individual y no
familiar, perjudica a la mujeres separadas que mantienen los hijos
menores porque el cálculo de la RB de esta unidad familiar sale menor
que la de una pareja, es matar al mensajero. La RB mejorará
absolutamente la situación de la madre separada con bajos ingresos o
nulos respecto a la situación actual, y eso sin tener en cuenta las
pensiones compensatorias de su expareja a que tenga derecho. Incluso en
el caso de ser una madre soltera sin derecho a pensión, su situación
será mucho mejor. ¿Será el paraíso? No, pero ya no será el infierno.
En tercer lugar, la RB, nuestra propuesta no supone ningún deterioro
ni detracción de fondos del Estado de Bienestar “para financiar” la RB.
Ni un céntimo de educación, ni un céntimo de sanidad… En otras palabras,
la RB que proponemos no substituye lo que pueda haber de bueno en el
más o menos famélico Estado de Bienestar actual. Cualquiera que entienda
la propuesta podrá observar que si el 70% de la población con menos
recursos (o dicho de otra forma, las 7 primeras decilas empezando por la
más pobre) sale ganando respecto a la situación actual y solamente el
15% más rico sale perdiendo… difícilmente puede pensarse que es una
propuesta que perjudica a la población no estrictamente rica.
Con todo esto venimos a decir que la concreción final de qué importe
ha de tener la RB, de cómo se calculará en función de la edad u otros
elementos, respetando la incondicionalidad y universalidad, y cómo se
financiará y aplicará es una decisión política que debe ser tomada por
quien corresponda. A nosotros nos toca solo mostrar que es factible,
viable, racional y sobre todo justa, también para las mujeres, si
excluimos a las más ricas. Pero que no se pretenda que la RB sea la
panacea a todas las injusticias y desigualdades sociales, sean de género
u otras. Lo que estamos seguros es que ayudará a solucionarlas.
Notas:
[1] Como alguno de nosotros ya ha venido insistiendo desde hace un tiempo respetable. Por ejemplo en Daniel Raventós: Las condiciones materiales de la libertad, El Viejo Topo, 2007.
[2] Por ejemplo, Jordi Arcarons, Daniel Raventós y Lluís Torrens: “Un
modelo de financiación de la Renta Básica técnicamente factible y
políticamente no inerte”, www.sinpermiso.info 2013, accesible en http://www.sinpermiso.info/articulos/ficheros/RBnoinerte.pdf
[3] Por ejemplo este cálculo simple diferencial muestra que el gasto
de tener un segundo hijo es superior al de tener el primero, lo que
indica no que el gasto por hijo sea proporcionalmente creciente a más
hijos, sino que la renta de las familias que tienen un segundo hijo es
superior a la demás que tienen uno solo.
Jordi Arcarons
Catedrático de Economía Aplicada de la Facultad de Economía y Empresa de la Universidad de Barcelona y miembro de la Red Renta Básica
Daniel Raventós
Profesor de la Facultad de Economía y Empresa de la Universidad de Barcelona, miembro del Comité de Redacción de sinpermiso, presidente de la Red Renta Básica y miembro del comité científico de ATTAC. Su último libro es ¿Qué es la Renta Básica? Preguntas (y respuestas) más frecuentes (El Viejo Topo, 2012)
Lluís Torrens
Economista, profesor asociado de la Escuela Superior de Negocios
Internacionales-Universitat Pompeu Fabra, gerente del Public-Private
Sector Research Center del IESE. Colabora con iniciatives per al decreixement que impulsa un nuevo modelo económico sostenible y estacionario
El model de creixement insostenible i il·limitat que ens ha abocat a la crisi econòmica mundial és també la causa de la crisi ambiental en la que estem immersos. Aquest és un model antieconòmic perquè ha deixat ja de ser positiu per a nosaltres. Els beneficis que d’ell n’obtenim no superen el perjudicis que ens comporta en forma de pèrdua irreversible d’espècies i de recursos naturals, de contaminació i degradació ecològica, de costos personals i de injustícia social.
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