El 'mago' de Oberlin
Obras son amores, y David Orr lleva media vida consagrado no sólo a hablar sobre los grandes retos ambientales, sino a buscar las soluciones... "Lo que necesitamos esencialmente es gente de haga cosas, y que empiece a cambiar su entorno, empezando por su pueblo y por su barrio, y replicar si es posible ese modelo a una escala cada vez mayor: así se empieza a cambiar el mundo".
Predicando con el ejemplo, sin armar demasiado ruido, el profesor de Estudios Ambientales de la Universidad de Oberlin ha conseguido transformar radicalmente todo un pueblo de 10.000 almas en la región de los Grandes Lagos, embarcado en la misión de reducir al mínimo sus emisiones y convertirse en un modelo replicable de "clima positivo".
La callada revolución de Oberlin arrancó en el año 2000 con la apertura del Centro de Estudios Ambientales Adam Joseph Lewis, diseñado por William McDonough con los principios del "cradle to cradle". Considerado en su día como el edificio "verde" por excelencia en Estados Unidos, el centro fue más allá de sus paredes acristaladas y salió al encuentro del pueblo que más rápidamente se ha transformado en el Midwest, en el radio de acción de Cleveland y de la decrépita Detroit.
El "Proyecto Oberlin" nació oficialmente en el 2009 y se está concretando con la creación de un cinturón verde de granjas que proveerán hasta el 70% del consumo local de alimentos, con la instalación de placas solares capaces de generar tres megavatios (suficiente para abastecer a la mitad de la población) o con la construcción de un centro de 25 millones de euros que se convertirá pronto en el corazón social y cultural de la ciudad, ocupando el espacio de un ruinoso solar.
"La esperanza es un imperativo" da título al último libro de David Orr, que por cierto ha asesorado en la elaboración del Presidential Climate Action Plan de Obama. Le preguntamos si no es obvio que el mundo ha perdido totalmente la "esperanza" en Obama, y admite que su postura ante la guerra, su complacencia con Wall Street y su actitud durante el vertido de BP en el Golfo de México le distancian del presidente.
"Pero en el tema del cambio climático está haciendo prácticamente todo lo que se puede hacer con órdenes ejecutivas, teniendo en cuenta el torpedeo sistemático al que le someten los republicanos en el Congreso", advierte Orr. "Hay también muchas otras cosas que son menos visibles y que están fuera del radar, y que sin embargo están sirviendo para transformar las ciudades norteamericanas desde dentro".
"Los humanos somos seres muy visuales y necesitamos ver para creer", sostiene David Orr. "De ahí la necesidad de construir entornos como Oberlin que nos sirvan como referencia, para hacer la sostenibilidad visible y creíble. Tenemos que embarcarnos en un cambio profundo y radical de nuestras ciudades: la mayoría de los problemas ecológicos son esencialmente problemas de diseño".
"¿Queremos seguir quemando petróleo hasta causar la total desestabilización del planeta o estamos dispuestos a dar el volantazo antes de llegar al límite de seguridad?", se pregunta Orr. "La respuesta pasa en cualquier caso por un profundo cambio del sistema. El capitalismo, tal y como lo conocemos hoy, se ha convertido en la versión económica del Titanic. Estamos avanzando hacia el iceberg y no queremos darnos cuenta".
El otro cambio, el que debería producirse al nivel de la conciencia, es todavía más arduo si cabe... "Es necesario hacer cuanto antes la gran conexión, entre otras cosas porque el planeta está en grave peligro y no nos queda mucho tiempo", advierte Orr, invitado de honor al encuentro Educar para la Vida que se celebró recientemente en Mallorca.
"Pero en las escuelas y en las universidades se sigue enseñando el mundo de un modo fragmentado", concluye el profesor de Oberlin, ilustre miembro de la tribu de los Bioneers, que este fin de semana celebra su 25 aniversario. "Tenemos que actuar como un sistema a todos los niveles, empezando por el de la educación. Necesitamos esencialmente estudiantes que sepan hacer cosas, capaces de encontrar soluciones.. Y hace falta también el tercer factor, no sólo las manos y la cabeza, también corazón. Al mundo le hace falta mucho amor en acción".
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