dimarts, 24 de febrer del 2015

"La economía va a funcionar bien, pero a mucha gente le va a ir bastante mal"

Article publicat a  El Confidencial



Fecha20.02.2015 – 05:00 H. 
Sus ensayos sobre la crisis, que conformaron la trilogía del crash, consiguieron decenas de miles de lectores en todo el mundo. Tiene 75.000 seguidores en Twitter, colabora habitualmente en televisión y es una de los economistas más carismáticos. Santiago Niño-Becerra catedrático de la IQS School of Management (Universidad Ramón Llul) regresa a la actualidad editorial, con La economía. Una historia muy personal (Libros del lince) un texto en el que repasa de forma rápida y pedagógica la evolución económica desde la Antigüedad hasta el presente. El Confidencial ha conversado con él, no tanto para analizar el pasado sino para anticipar lo que nos espera.
PREGUNTA. Afirma en el libro que la Historia la han hecho siempre cuatro. ¿Quiénes son los cuatro que la hacen hoy?
R- Son las grandes corporaciones, las grandes instituciones internacionales y por supuesto los financieros. El mejor ejemplo es Grecia. Ha habido elecciones, donde se ha expresado la voluntad popular y… Portugal es otro caso evidente, porque su gobierno no quería el rescate, lo negó tres veces, y fue obligado a aceptarlo. La historia la hacen el Fondo Monetario Internacional, el Banco Central Europeo o el Banco Mundial. Los demás están ahí y ejecutan las directrices buscando el equilibrio.
P. ¿Y los gobiernos nacionales? ¿Cuál es entonces su función?
R. Por más que sean elegidos por voluntad popular, tienen un poder ejecutivo muy limitado. Partiendo de la base de que en la UE las tres cuartas partes de las grandes decisiones son tomadas en Bruselas y en Frankfurt, les queda poco por hacer, y lo que hacen tiene que estar siempre en línea con lo que les mandan. Por ejemplo, la política fiscal está en manos de los gobiernos, pero a ninguno se le ocurriría hacer algo que desequilibrase la situación internacional a la que están sometidos, porque serían castigados.
P. Asegura que la economía es el sustrato principal de la historia de la humanidad. Y a su vez, que la tecnología determina la economía.
R. La tecnología es capital. Es verdad que en unas épocas tiene más importancia que en otras, en la época actual avanza a velocidad de la luz, y ese capital realimenta a otro capital.
Desde los años 80, el PIB va hacia arriba y el número de empleos hacia abajo
P. Pero hoy esa tecnología está pensada sobre todo para hacer los procesos de producción más eficientes, lo cual supone abaratar costes y prescindir de mano de obra.
R. El gran quid de la primera revolución industrial fue que aumentó la productividad y abarató los costes. De hecho, hasta finales de los años 70 del siglo pasado, la tecnología ahorraba el factor trabajo, pero si querías aumentar la producción necesitabas mano de obra. Eso fue así hasta los ochenta, la época del just in time y la robotización. Si comparas la evolución del PIB y la creación de puestos de trabajo, hasta los 70 van paralelas y a partir de los 80 divergen. Hoy hemos llegado a un punto en que se está sustituyendo de forma tremenda el factor trabajo por una tecnología que cada vez es más barata, más fácil de utilizar y más sofisticada. Esto reduce costes, pero también aumenta el paro estructural.
P. Pero si la tecnología hace prescindible el factor trabajo, ¿por qué se deslocaliza, yendo a buscar lugares de producción donde la mano de obra sea muy barata?
R. Esta deslocalización se produjo porque en ese momento el factor trabajo todavía tenía un peso. Pero mira lo que está pasando hoy con el textil. Una de las primeras zonas de EEUU en sufrir las deslocalizaciones fue Carolina del Norte, donde había una producción textil muy importante. Ahora están regresando las fábricas a esa zona, pero con una diferencia: si en los ochenta producir una tonelada requería 1250 trabajadores, hoy precisa sólo de 220. Teniendo en cuenta que los gastos de transporte son menores que si se produce en China, compensa regresar, porque el salario en China es barato (un poco menos) pero ya no es tan decisivo.
Europa se equilibró en el siglo XIX porque emigraron 50 millones de personas. Pero ¿dónde van a emigrar ahora? ¿A Marte?
P. ¿No sobrevaloramos la realidad actual de la tecnología? Nos dicen que están inventando muchas cosas que transformarán todo radicalmente, pero luego su presencia efectiva no deja de ser testimonial. Por ejemplo, quizá las impresoras 3D vayan a cambiarlo todo en el futuro,  pero su presencia actual es escasa.
R. En ciertos aspectos, la impresión en 3D en la manufactura ya está presente. Por ejemplo, se utiliza en algunos casos en la industria del automóvil, donde se han hecho ensayos para imprimir carrocerías, pero aún estamos al inicio del inicio. En Francia, Correos ha establecido espacios en algunas oficinas para instalar impresoras 3D para que la gente pueda recibir información y realizar allí sus impresiones. Falta mucho aún, pero las posibilidades que abre son tremendas.
P. Pues si son tremendas, también lo serán en términos de destrucción de puestos de trabajo. ¿En qué vamos a trabajar en el futuro inmediato? ¿Cómo solventaremos ese problema?
R. Esta situación de excedente de factor trabajo no es nueva. Entre 1850 y 1900 vivimos algo similar, que se solventó mediante la emigración a EEUU. Cincuenta millones de europeos salieron de aquí, llegando el continente a equilibrarse. Pero ahora ¿dónde va a emigrar este excedente? ¿A Marte? Por eso, partiendo de la base de que la evolución tecnológica no se va a detener, pienso que es necesaria una renta básica, una renta mínima, un subsidio, o como lo quieras llamar, que garantice la subsistencia a unas personas que en periodos determinados de su vida no van a ser necesarias para el mercado laboral. Da igual el partido político que hable de esto, pero esa parte de la población que no va a ser laboralmente necesaria en algunos momentos, o quizá nunca, tiene que ser financiada o sostenida para que siga existiendo. Como además la tecnología hará que bajen los precios, podrán vivir con poco dinero. Pero de este tema no se habla, porque parece algo feo.
P. En otras revoluciones industriales, acabaron apareciendo nuevas áreas en las que emplear todo ese caudal humano que la tecnología había expulsado. Pero no parece que ahora vaya a ocurrir lo mismo.
En Pittsburgh, la industria siderúrgica se deslocalizó durante los años ochenta y sin embargo apenas aumentó el paro. La gente emigró o se empleó en el sector servicios, pero con salarios inferiores. Un empleado de McDonalds no percibe lo mismo que quien tenía un empleo en la siderurgia. Aunque a base de minijobs se consiga una renta equivalente a la que se tenía antes, está claro que se produce una degradación del factor trabajo, sustituyendo aquella estructura industrial por otra deslocalizada o ultratecnificada, y de menor calidad. Puede que el paro haya bajado, pero también se está cayendo en horas trabajadas, lo cual quiere decir que se sustituye empleo fijo a tiempo completo por empleos a tiempo parcial y peor remunerados. Esto tiene implicaciones a nivel de renta, de cotizaciones sociales, y de cotizaciones fiscales, máxime cuando nuestra sociedad no está preparada para esto, sino para trabajar de ocho a seis de la tarde.
Tenemos que tomar las medidas oportunas para no caer en una gran crisis social, con todos sus problemas de inseguridad asociados
P. Otros puntales del empleo, como las pymes y los pequeños comercios, tampoco parece que vayan a tener un espacio en ese nuevo mundo.
R. Una gran superficie tiene un poder de negociación monstruoso en el proceso de compra, mientras que la tienda de barrio no tiene ninguno. Probablemente el pequeño comercio que sobreviva es el que se ultraespecialice ofreciendo valor añadido, pero eso da para lo que da, no para que haya una tienda en cada esquina. El pequeño comercio que hemos conocido lo tiene bastante mal.
P. Tal y como lo expone, ¿estamos abocados a una gran crisis social?
R. En Grecia ya está planteada una crisis social, con un tanto por ciento elevado de la población que necesita para vivir la pensión de una abuelo, y eso cuando las pensiones se han reducido a la mitad. El 27% de los españoles están en situación de pobreza. Al margen de que la gente tiene que cambiar de mentalidad, porque no todos podremos tener un Audi, está claro que tenemos que tomar las medidas oportunas para no caer en una gran crisis social, con todos sus problemas de inseguridad asociados. No me extraña que los condominios cerrados vigilados sean la última moda en Argentina.
P. Pero si los cambios en el modelo productivo están siendo tan importantes, ¿por qué el sector donde se ha hecho dinero en los últimos años ha sido el financiero?
R. Piketty ha dado una explicación que comparto en parte, como es que la tasa de crecimiento de rentabilidad del capital es superior a la tasa de crecimiento de la economía real, porque la importancia del capital ha variado, el capital financiero tiene vida propia y ha penetrado en todos los recovecos de la economía. En los 60 o en los 70 lo financiero ayudaba a lo real, mientras que ahora tiene vida propia. Hoy lo financiero es imprescindible, además, porque todo se financia, de modo que entiendo lógico que la concentración de la riqueza tenga lugar en esos ámbitos. Hay cada vez más grandes corporaciones que diversifican y cubren las dos vertientes, la financiera y la real. Siemens, por ejemplo, tiene licencia bancaria en Alemania. Gates decía que en el futuro los servicios financieros seguirán siendo necesarios pero los bancos no. Una gran corporación con excedente de liquidez puede prestar a sus clientes y proveedores de forma corporativa. Puede sustituir a un banco…
P. ¿Vamos a vivir una situación en la que la economía va a ir bien, pero a mucha gente le va a ir mal? ¿Van a ser tiempos buenos en lo económico y malos en lo social?
R. Pues sí. Va a haber estancamientos en rentas personales, pero además veremos cambios a nivel psicológico. Hasta ahora nos han dicho que el que no tenía un Ferrari había fracasado en el vida, y además nos daban los medios, si no para comprar un Ferrari, sí para comprar un Audi. Como ya no es así, y no volverá a serlo, vamos a vivir un choque a nivel mental. Ese cambio de paradigma va a ser muy duro, porque afecta al estándar de vida. Se va más cómodo en Audi a Bilbao que en un autobús, y ahora vamos a tener que ir en autobús. En lo real también habrá cambios en los modelos de protección social, de renta personal y de contratos de trabajo que nos van a llevar a tener una menor disposición de renta y bienes. Esto va a ocurrir para la mayoría de la población, la élite está al margen de estas cosas. El sentimiento de inseguridad será creciente y la mayor parte de la gente va a tener que preocuparse por sí misma y buscarse la vida, y eso es muy complicado. Y esto hasta donde alcanza la vista.






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