dissabte, 14 de febrer del 2015

Alternativas y laberintos según Varoufakis

Article publicat a  El País

El nuevo ministro de Finanzas griego escribió sobre la crisis y comparó el sistema con un insaciable Minotauro

 
Yanis Varoufakis, ministro griego de Economía / Marko Djurica (Reuters)

Los economistas heterodoxos se han puesto de moda. Primero fue Piketty, sobre la desigualdad, y ahora es Varoufakis, con un relato alternativo sobre la crisis económica. Mientras el primero ha prendido con sus posiciones sobre la desigualdad no sólo en Europa sino también en EE UU, el último acaba de ser nombrado ministro de Finanzas y negociador con Bruselas del nuevo Gobierno griego, que ha quebrado el tradicional bipartidismo heleno, liderado por las grandes familias.
El Minotauro es un monstruo con cuerpo de hombre y cabeza de toro, que fue encerrado en la isla de Creta en un laberinto hecho especialmente para retenerlo. Hombres y mujeres eran llevados al laberinto como sacrificio para ser el alimento de la bestia. Yanis Varoufakis, hasta ahora profesor de Economía de las Universidades de Texas y Atenas, utiliza la metáfora del Minotauro global para explicar el origen de la Gran Recesión desde un punto de vista distinto del tradicional. Igual que los atenienses mantenían un flujo constante de tributos a la bestia, así el resto del mundo ha enviado desde la década de los setenta del siglo pasado hasta el año 2008 cantidades increíbles de capital a Estados Unidos y a Wall Street. Este movimiento es el Minotauro global que impulsó durante casi cuatro décadas a la economía global.
El movimiento era el siguiente: más o menos coincidiendo con el Nixon Shock (eliminación del patrón oro y de algunos acuerdos de Bretton Woods), Estados Unidos comenzó a absorber gran parte de los excedentes de los productos industriales del resto del planeta: las importaciones netas de Estados Unidos eran las exportaciones netas de países excedentarios como Alemania, Japón y China. A su vez, los beneficios obtenidos por los empresarios de las naciones excedentarias se devolvían a Wall Street en busca de mayores ganancias. Wall Street utilizaba esa afluencia de capital en ofrecer crédito a los consumidores norteamericanos, como inversión directa en las multinacionales extranjeras, o financiando el déficit de la nación a través de la compra de bonos del Tesoro.
Los economistas heterodoxos se han puesto de moda. Primero fue Piketty, sobre la desigualdad, y ahora es Varoufakis
Este mecanismo de reciclaje de los excedentes globales —que es el Minotauro global, según la metáfora del autor— se vino abajo en 2008 porque Wall Street abusó de su posición central para construir pirámides colosales de dinero privado, gracias a los beneficios que llegaban a Estados Unidos de todas partes. Cuando en el otoño de ese año (quiebra de Lehman Brothers en 2008) las pirámides de dinero privado se autodestruyeron y se convirtieron en cenizas, la capacidad de Wall Street para seguir cerrando el bucle de reciclaje global se desvaneció.
Así pues, ni la financiarización, ni la regulación ineficaz de los bancos, ni la globalización son las causas primeras de la crisis económica, sino más bien síntomas de un malestar que puede rastrearse desde los años setenta, la época en la que nació ese Minotauro que no ha sido sustituido aún por ningún otro mecanismo de reciclaje.
El mundo prosigue su viaje por las desconocidas aguas de un océano continuamente sacudido por los malos vientos del temor y el miedo. Mientras tanto, Europa —que es la zona que más debe interesar al nuevo político, antes académico— se está desintegrando, sencillamente porque su arquitectura no es lo bastante sólida para soportar la onda expansiva provocada por los estertores mortales del Minotauro. Cuando éste estiró la pata en 2008, Europa comenzó a derrumbarse. Nunca antes los actores de la historia se habían mostrado tan dolorosamente ausentes.
¿Y Grecia? Aunque no es la parte central del libro, la nueva posición profesional de su autor proporciona extremo interés a su análisis. ¿Qué debería hacer su país para rescatarse a sí mismo de su Gran Depresión? Ha perdido un cuarto del total de su riqueza en poco más de un lustro, lo que sólo ocurre con motivo de una guerra. Y ¿cómo deberían reaccionar España o Italia a las exigencias que nos dicen que harán que las cosas empeoren para una parte muy importante de la ciudadanía? Dice Varoufakis: “La respuesta que daba con creciente monotonía es que no hay nada que nuestros orgullosos países puedan hacer más que decir ‘no’ a las necias políticas cuyo real objeto es profundizar la depresión por unas razones apócrifas”.
El Minotauro global. Yanis Varoufakis. Traducción de Carlos Valdés y Cecilia Recarey. Capitán Swing. Madrid, 2012. 352 páginas. 21 euros (digital: 9,99).

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