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La crisis acelera la desaparición de la estructura social heredada de la Revolución Industrial
La crisis acelera la desaparición de la estructura social heredada de la Revolución Industrial
La quiebra de la clase media es una de las
consecuencias de mayor impacto económico, social y político que nos deja
la crisis. Se trata de un fenómeno que afecta a casi todo el mundo
industrializado, pero en cada lugar adquiere características propias.
España es uno de los países donde ha surgido con más fuerza una nueva clase:
el precariado, integrado por ciudadanos condenados de por vida a la
inestabilidad laboral y personal. Las estadísticas muestran que la
tormenta financiera desatada en 2008 ha traído consigo un rápido aumento
de las desigualdades de renta, con el consiguiente ensanchamiento de la
brecha entre ricos y pobres. La reducción de esas desigualdades se
presenta como uno de los grandes retos del Siglo XXI.
Dos foros coincidieron esta semana en Madrid en abordar esta cuestión
tema desde distintas perspectivas, pero con numerosas coincidencias.
La Fundación Encuentro, presidida por José María Martín Patino, presentó su 21º Informe España, en el que alerta de un paulatino debilitamiento
de la clase media debido a tres factores: la mayor vulnerabilidad
socioeconómica, el empeoramiento de las condiciones de vida de los
hogares y los recortes sociales. Según el informe, estamos asistiendo al
empobrecimiento de capas sociales que hasta hace poco disfrutaban de un
nivel aceptable de bienestar social y de condiciones materiales de vida
dignas. La disminución de los ingresos de los hogares españoles
pertenecientes a las clases medias y bajas ha venido acompañada de una
mayor acumulación de la renta total por parte de aquellos con niveles
económicos más altos. Aunque no puede predecirse aún la desaparición de
la clase media, su erosión es cada día más evidente.
El desempleo y la pérdida de las rentas procedentes del trabajo (fruto de los recortes salariales) están ocasionando una transformación radical
en la forma de vida de las familias españolas. El informe constata que
el aumento del paro ha expulsado de la clase media a muchas personas,
que han visto caer drásticamente sus ingresos y han pasado a percibir
como única renta la prestación por desempleo o el subsidio para parados
de larga duración. La comparación con el resto de Europa no deja a
España en buen lugar. Solo Rumania tiene mayores índices de pobreza.
España también viaja en el furgón de cola en lo que se refiere a la
desigualdad, solo por detrás de Rumania y de Grecia.
El fenómeno, advierte la Fundación Encuentro, no solo tiene
repercusiones económicas, sino también culturales, sociales y políticas.
“Lo que está en juego es la pervivencia de un modelo social basado en
las ideas de ciudadanía, equidad y calidad democrática”, sostiene el
informe, que recuerda que las clases medias han sido durante décadas una
pieza clave en la estabilidad del sistema democrático por su aspiración
a la modernización y a un proyecto social equitativo. “El resultado es
el creciente divorcio entre poder y política”.
Según
la Fundación Encuentro, se ha producido en los últimos años un “claro
desplazamiento” de poder hacia las esferas financieras con la complicidad de buena parte de los partidos políticos.
La quiebra de la clase media, afirma el trabajo, hay que situarla en un
contexto de defensa de modelos sociales enfrentados: uno basado en las
ideas de ciudadanía, equidad y calidad democrática, y otro cuyo objetivo
es la maximización del desarrollo y la acumulación de recursos por
parte de determinadas élites a costa de la desigualdad, dejando en
situación de carencia material a amplios sectores de población.
Uno de los grandes expertos en el tema, Guy Standing, catedrático de la
Universidad de Londres y confundador de la red Mundial de Renta Básica,
presentó su último libro, Precariado. Una carta de derechos,
publicado en España por Capitán Swing. Standing explicó los profundos
cambios que, a su juicio, están produciéndose en la estructura de clases
nacida en la Revolución Industrial.
Standing distingue seis clases en la nueva estructura social:
1.La plutocracia ubicada en la cima, que acapara buena parte de los recursos.
2. Una élite que obtiene sus ingresos principalmente de las rentas del capital (acciones, bonos, depósitos…).
3. Una clase bien formada con trabajo por cuenta ajena bien remunerado y seguridad económica.
4. El proletariado tradicional, con empleo a tiempo completo y resignado a permanecer en esa situación de por vida.
5. El precariado, condenado a la inestabilidad laboral con sueldos de supervivencia.
6. El lumpen precariado, al margen de cualquier actividad laboral y sin apenas prestaciones por parte del Estado.
El precariado es la clase que crece a mayor velocidad y a la que
Standing dedica buena parte de su trabajo académico. Para el profesor
británico, se trata de un grupo social muy demandado por las grandes
corporaciones por tratarse de mano de obra barata y de fácil despido.
Para el precariado, la inestabilidad en el terreno laboral y vital es
la norma, no la excepción. Sus integrantes están condenados a lo que el
autor llama una “incertidumbre crónica”. Quienes pertenecen a esta clase
saltan continuamente de un trabajo temporal a otro y pasan la mayor
parte de su tiempo buscando empleo y haciendo contactos, por lo que
pierden el control de sus propias vidas y se ven sumidos en un estado de
frustración permanente. El precariado ha
caído en la “trampa de la pobreza”, con sus integrantes convertidos en
una especie de “suplicantes” que demandan constantemente ayuda de sus
familiares, su círculo de amistades y el Estado.
En
el terreno político, Standing destaca que el precariado se alejado de
posiciones de centro-izquierda y centro-derecha para ocupar nuevos
espacios ideológicos. Según Standing, los pertenecientes al precariado
se dividen en tres facciones:
1. Aquellos cuyos
padres formaban parte de la clase obrera tradicional, que miran al
pasado en busca de tiempos mejores. Muchos de ellos culpan de sus males a
los inmigrantes y a otras minorías, y políticamente se inclinan hacia
la extrema derecha.
2. Las minorías y los
inmigrantes, que tienden a mantener la cabeza agachada para no despertar
las iras de los sectores más intolerantes de la sociedad.
3. Los mejor formados, las mujeres, los discapacitados, los defensores
del medioambiente… Aquellos a quienes la sociedad prometió una carrera
profesional satisfactoria que nunca se hizo realidad. Es el grupo
mayoritario del precariado y es a sus integrantes, según Standing, a
quienes deben dirigirse los nuevos movimientos progresistas como
Podemos, en España, o Syriza, en Grecia.
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