El model de creixement insostenible i il·limitat que ens ha abocat a la crisi econòmica mundial és també la causa de la crisi ambiental en la que estem immersos. Aquest és un model antieconòmic perquè ha deixat ja de ser positiu per a nosaltres.
Els beneficis que d’ell n’obtenim no superen el perjudicis que ens comporta en forma de pèrdua irreversible d’espècies i de recursos naturals, de contaminació i degradació ecològica, de costos personals i de injustícia social.
Descontando los océanos y los polos, tres cuartas partes del planeta
se han visto alteradas por acciones humanas. Además, solo el 3% de las
regiones con mayor biodiversidad
siguen relativamente inalteradas, según un nuevo mapa del impacto
humano sobre la naturaleza. Sin embargo, el estudio también muestra que
la huella humana sobre los diferentes ecosistemas se está ralentizando e
incluso, en los países más desarrollados y con menos corrupción,
borrándose.
A comienzos de siglo, zoólogos de la Sociedad para la Conservación de la Naturaleza (WCS, por sus siglas en inglés) crearon el primer mapa de la huella humana sobre el planeta.
Pretendían medir el impacto de las acciones humanas sobre la naturaleza
con una serie de variables como el avance de las ciudades, la conversión de bosques y selvas en tierras de cultivo o pastizales, la expansión de las infraestructuras, como carreteras y ferrocarriles, la apertura de rutas navegables, la contaminación lumínica o la densidad de población.
Una revisión de aquel mapa muestra que las cosas han ido a peor. Según publican en la revista Nature Communications,
en 1993 (punto de partida del primer mapa) casi un tercio de la
superficie terrestre excluida la Antártida, apenas había sufrido la
incursión humana. Sin embargo, en 2009 (último año para el que hay datos
oficiales para todas las variables), estos territorios vírgenes habían
menguado en 23 millones de Km2.
Solo el 3% de las regiones con mayor biodiversidad están relativamente libres de impacto humano
Los ecosistemas más alterados por la acción humana en estos 20 años
han sido los bosques de frondosas (árboles de hoja ancha) de Europa
Occidental, el este de EE UU y de China. También han sufrido la
intervención humana las regiones de sabana y arbustos de India y Brasil y
las selvas húmedas del sudeste asiático. En el extremo contrario, los
desiertos del Sahara, Gobi y Australia, junto a las regiones de tundra y
las zonas más escondidas de las selvas húmedas del Amazonas y el Congo
han escapado por ahora de los humanos. El nuevo mapa de la huella humana
muestra también cómo se está reduciendo la biodiversidad del planeta.
El 97% de las regiones con mayor riqueza natural, medida en número de
especies vegetales endémicas (al menos 1.500) y de vertebrados (más de
500 especies) se han visto alteradas por alguna de las variables
humanas.
"La huella ha aumentado en muchos lugares y cada vez queda menos área
libre de impactos humanos", reconoce la investigadora de la Estación
Biológica de Doñana/CSIC y coautora del estudio Ainhoa Magrach.
Entre los principales vectores del avance de la huella humana "está la
agricultura", recuerda Magrach. Y no solo porque suponga la conversión
de tierras naturales en cultivos o pastos. Con la agricultura se
acentúan otras variables como el aumento de la población, la
urbanización o las nuevas infraestructuras.
El mapa muestra la
evolución del impacto humano sobre la naturaleza desde 1993. En rojo,
las regiones que han aumentado su huella. Venter et al.
Sin embargo, aún hay esperanza. "Hemos encontrado países que han
reducido su huella respecto a 1993", dice la investigadora española. En
concreto, en aquellos países con mayor crecimiento económico, un mejor
índice de desarrollo humano y menores índices de corrupción "la huella
está decreciendo", dice. De hecho, dos indicadores clave para la
profundidad de la huella, como son el crecimiento económico y la
población mundiales, han crecido un 153% el primero y un 23% el segundo.
Mucho más que el impacto humano, cifrado en un 9%.
Una posible explicación de esta mejoría relativa podría deberse a la
exportación de la huella: los países ricos impactan los ecosistemas de
los menos desarrollados a través de comercio de materias primas. Sin
embargo, los investigadores analizaron los datos del comercio mundial de
productos básicos como la carne o los cereales y recursos naturales
como la madera y no encontraron un trasvase de huella.
"Comprobar que nuestros impactos han aumentado a un ritmo menor que
el crecimiento económico y el de la población es esperanzador", dice en
una nota el investigador de la Universidad del Norte de la Columbia Británica
y principal autor del estudio Oscar Venter. "Esto significa que estamos
siendo más eficientes a la hora de usar los recursos naturales", añade.
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