En esta entrada os presento la traducción de un artículo reciente escrito por el británico Nafeez Ahmed, titulado "El fin del crecimiento perpetuo. Parte I":
Es Año Nuevo, y la crisis económica global todavía se esta
agudizando. Pero mientras, las autoridades cruzan palabras sobre si 2015 será
el probablemente el año de la recuperación o la entrada en una renovada
recesión, una nueva investigación sugiere que todos ellos probablemente se
estén olvidando de una visión más panorámica de la situación: la crisis
económica es la sintomatología de una crisis más profunda, la de la
civilización industrial y su relación con la naturaleza.
Lejos de implicar el fin del mundo, algunos economistas ven
la era actual de crecimiento lento y austeridad como algo pasajero, una
transición a una nueva forma de civilización, que puede o adaptarse a los
límites naturales y prosperar, o desmoronarse anclada en la negación, de forma
que la naturaleza por si misma restaure su propio equilibrio. Entonces, ¿Podría
2015 ser el heraldo del amanecer de una nueva era de prosperidad, o la ruptura
de la economía global?
En el periodo precio al Año Nuevo, algunos expertos clamaron
con optimismo que muchos signos indican la recuperación y puesta en marcha de
la economía, mientras que otros ofrecen una incertidumbre sombría. De hecho,
con una humildad poco característica, algunos economistas convencionales
admitieron que no tenían ni idea de lo que podría albergar el año entrante.
Justin Wolfers en The New York Times recomendó simplemente “Prepárense para lo
peor, esperen lo mejor, y cuenten con ser sorprendidos.”
Varios, sin embargo, han sido tajantes advirtiendo que lo
peor está aún por llegar. Por ejemplo, David Levy, que supervisa el “Levy
Forecast” fundado en 1949 que ha predicho todas las grandes recesiones de los
EE.UU. durante décadas, cree que una recesión global peor que la última” tendrá
lugar este año. De acuerdo con el economista Harry Shut, que ejerce de
consultor del Banco Mundial, la comisión Europea y la ONU, “la ineludible
arremetida de un renovado colapso bancario debe de verse como algo inminente”,
con 2015 marcando el comienzo de una “descomposición global más profunda”. Para
Shutt, esta no es una mera recurrencia cíclica de auge y caída, sino un síntoma
del hecho de que el viejo paradigma “basado en la primacía del beneficio
privado se ha vuelto obsoleto”. El advierte tristemente del “descenso a una
nueva edad oscura” ya que los políticos continúan confiando en la “represión
violenta” y en caducas herramientas económicas para hacer frente a la crisis.
Para Shutt, la crisis económica va más allá de la mera
economía, y alcanza a las maneras predatorias inherentes del capitalismo en la
búsqueda del crecimiento perpetuo están violando cada vez más los límites
ambientales, lo cual implica que estamos en medio de una transición inevitable
no solo hacia otro tipo de economía, sino en consecuencia, a una forma de
civilización distinta. ¿Podríamos estar al borde de un punto de inflexión en la
forma de funcionamiento de nuestra civilización?
El Largo Declive
Algunos argumentan que pese a que la economía desciende a la
locura, las semillas de la esperanza están siendo sembradas. Pese a que crisis
globales se están acelerando – abarcando el riesgo de catástrofe climática,
inestabilidad energética, y muchas otras adicionales al derrumbe económico – un
rango de revoluciones sistémicas interconectadas están convergiendo de forma
que podrían facilitar una transformación positiva de la economía global: de una
que prioriza y maximiza la acumulación material para una minoría, hacia otra
que tenga en cuenta la necesidad del bienvivir de todos.
Esta es la conclusión del notorio nuevo libro publicado como
parte de la serie Routledge Studies in
Ecological Economics, La Gran
Transición, escrito por Mauro Bonaiuti, un economista de la Universidad de
Turín en Italia. El libro de Bonaiuti aplica
herramientas complejas de la ciencia para diagnosticar la dinámica real
e implicaciones de la crisis económica global que erupcionó visiblemente en
2008.
Esta crisis, defiende Bonaiuti, es un síntoma de “paso de la
civilización” más largo. Las sociedades capitalistas avanzadas están en fase de
retornos decrecientes, medidos a través del periodo de la Segunda Guerra
Mundial, incluyendo el crecimiento del PIB, la TRE (Tasa de retorno
energético,cuanta energía es usada en comparación de la que obtenemos) y la
productividad en la manufacturación, entre otros parámetros.
Gráfico de Bonaiuti que refleja las tasas de crecimiento del PIB en Europa desde 1961 al 2011, ilustrando un fluctuante pero consistente declive lento |
Tabla: Puntuación de la TRE que también esta en declive para los principales combustibles fósiles. |
Considere lo siguiente: Comparando estos retornos
decrecientes, en el mismo periodo y en una escala global, hemos enfrentado
crecimientos prácticamente exponenciales en: consumo energético, deuda pública,
crecimiento poblacional, emisión de gases de efecto invernadero y extinción de
especies.
Para Bonaiuti, los retornos decrecientes son una
consecuencia de “la interacción entre los límites biofísicos de la naturaleza
(el agotamiento de recursos, calentamiento global, etc) y la creciente
complexidad de las estructuras sociales (burocratización, reducción de la
productividad de la innovación, y de la educación, sanidad y sistemas
productivos, etc.).”
Crecimiento poblacional y consumo energético plasmados en un gráfico (the Oil Drum) |
Subida global del ratio de deuda comparada con el PIB desde el 2000 al 213 (fuente: The Telegraph) |
Correlación entre el incremento exponencial del consumo, emisiones de CO2, extinción de especies, y degradación ambiental (fuente: Skeptical Science) |
Por lo tanto, la crisis no es solo económica, sobre deuda, o
desregulación, o volatilidad del mercado o cualquier otro argumento
relacionado. Fundamentalmente, la crisis se debe al recurrente impacto de la
economía global con los límites de la biosfera. Irónicamente, como Bonauiti
señala, después de un cierto punto, al continuar la acumulación material medida
por el PIB, el bienestar y la felicidad no solo se han detenido su crecimiento,
también están en declive al incrementarse los casos de depresión y otros
trastornos psicológicos – un fenómeno que los economistas mediáticos no tienen
en cuenta.
Todo esto empieza a cobrar sentido, sin embargo, al
re-enmarcar la crisis como algo no simplemente económico, sino como algo
“bio-económico”, en la cual el consumo material exponencial esta
desestabilizando de forma creciente la biosfera. Esta superación de los límites
ambientales explica la “incapacidad por parte del sistema capitalista de
continuar manteniendo bienestar social y de afrontar la cuestión ecológica con
ninguna eficacia.” Y por esto el capitalismo contemporáneo ha agotado las
herramientas para sobrellevar significativamente la crisis.
¿Colapso? O renovación! (¿o ambos...?)
Por tanto la civilización se enfrenta a una gran, desplazamiento
transcendental de fase, en el cual el actual capitalismo global depredador se
desmorona por su propio peso y su insostenibilidad. Mientras este proceso se
despliega, simultáneamente abre un abanico de escenarios para nuevas formas de
sociedad, entre las que se encuentra la posibilidad de “una gran transformación
hacia nuevas formas institucionales” que podrían incluir mayor “autogobierno de
las comunidades y de sus territorios”.
Pese a las disrupciones reales en esta fase ce cambio
conlleva, muchas de las cuales han sido analizadas en profundidad en el
Motherbouard (la avalancha sin precedentes de conflictividad social como
ejemplo de gran importancia), el economista italiano es cautelosamente
optimista sobre los futuros resultados a largo plazo.
“Cuando el marco cambia, como las ciencias de la complexidad
nos enseñan, nuevas formas de organización económica y social surgirán, más
apropiadas y ajustadas a la nueva situación” escribe Bonaiuti. “En particular,
en un contexto de crisis global, o incluso de estancamiento del crecimiento, la
cooperación entre organizaciones descentralizadas, de escala más pequeña,
ofrecerán grandes oportunidades de éxito. Estas organizaciones pueden guiar el
sistema hacia condiciones de sostenibilidad ecológica, mayor igualdad social y,
involucrando a ciudadanos y territorios, para incrementar los niveles
democráticos”.
Bonauiti utiliza el término “decrecimiento” para describir
este nuevo marco, pero decrecimiento no significa simplemente no crecer o
crecer negativamente. Realmente implica una nueva ciencia de “economía
post-crecimiento” en la cual la obsesión por medir la acumulación material como
primer indicador de salud económica es desechado.
La perspectiva de cree posible el crecimiento infinito en un
planeta finito es biofísicamente imposible , literalmente una violación de una
de las leyes más elementales de la física: conservación de la energía, y la
entropía.
Si Bonauiti está en lo cierto, al ser inservibles las
herramientas económicas convencionales, deberíamos esperar ver más y más
señales del cambio de marco, y con el, el surgimiento de nuevas formas
potenciales de organización económica y social que funcionen mucho mejor que el
antiguo paradigma industrial que damos por sentado.
Y esto es exactamente lo que está sucediendo.En la próxima parte de esta columna, he abordado
superficialmente cinco importantes “revoluciones” que están actualmente
desgastando el paradigma antiguo, y abriendo paso para nuevos enfoques
alternativos viables: la revolución de la información, la revolución
energética, la revolución financiera y la revolución ética.
Los grandes cambios constituidos por estas revoluciones se
están desarrollando de forma dispar, tentativamente, y a menudo de forma
incoherente – pero a pesar de ello, están evolucionando inexorablemente, y en
los años venideros será más difícil de contener y cooptar.
Todas ellas engloban una dispersión creciente de poder hacia
la gente y las comunidades, fuera del alcance de las jerarquías de control centralizadas.
Conforme aceleran y empiecen a interactuar, las oportunidades para la transición se
desplegarán.
Con esto no quiero decir que esto sucederá de forma
simplista, sin esfuerzo. Bonauiti identifica cuatro escenarios potenciales para
el futuro, y uno de ellos es el “colapso”, que habla por si mismo. Aquellos que
se benefician del antiguo paradigma son probablemente los que más resistencia
opongan. Literalmente, el futuro de nuestra especie y del planeta se definirá a
partir de la impredecible forma en que la gente de todas partes responda a la
realidad del cambio, sea a través de resistencia, incredulidad, apatía,
compromiso, adaptación o acción.
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