dimecres, 7 de novembre del 2012

Per què aquesta crisi no acabarà mai?

El post d'avui de la web the oil crash:






miércoles, 7 de noviembre de 2012


Una entrevista muy singular


 
Queridos lectores,

Ayer se grabó la entrevista que me hicieron para el programa "Singulars" (emitido por el Canal 33 y por TV3, dos cadenas autonómicas catalanas). Nunca antes había estado en un plató de televisión y fue una experiencia como mínimo original e interesante, a la par de bastante estresante para mi. Creo que la entrevista no salió mal del todo (a pesar de mi falta de pericia, por no decir torpeza, en algunos momentos), pero eso lo podrán juzgar Vds. mismos si residen en Cataluña (se emite por el Canal 33 a las 22:53 de hoy, y la repiten unas cinco veces más después en diferentes horarios y canales). Tranquilos: si no residen en Cataluña también podrán ver el vídeo por internet, siguiendo el enlace que en unos pocos días pondré justamente aquí.

No hay muchos elementos nuevos ni originales en la entrevista, aunque el esfuerzo de condensar las ideas deja algunos posibles hallazgos argumentales. En aras de completar lo que dije en la entrevista, y también para hacer posible seguir la discusión a aquellas personas que no entienden el catalán, he decidido hacer aquí un post resumiendo algunas ideas clave, que en realidad están más desarrolladas en la entrevista. Eso sí: no dejen de verla, ya sea por televisión o por internet. Piensen que la continuidad de este programa atrevido y vanguardista depende en parte de que se demuestre que la audiencia tiene interés en él. Además, hacia el final Jaume Barberà me hizo preguntas bastante incisivas y yo contesté sin pelos en la lengua.

Vamos, pues, con la sinopsis de la entrevista: 
 


Hace unas semanas hubo una reunión de los representantes en cada estado de la Reserva Federal (Fed) americana. Discutían sobre la nueva ronda de alivio cuantitativo (quantitative easing, que en esencia consiste en imprimir dinero para pagar deuda pública) con la que se pretende estimular la economía de la primera potencia mundial. Y uno de los gobernadores dijo esa frase, que parece un análisis bastante certero: "Nadie en la Fed sabe qué está frenando a la economía". Que los responsables de la política monetaria estadounidense, gente muy preparada, no sepan qué pasa es bastante significativo sobre el curso de esta crisis. Yo hablaré de un factor que, si bien no nos permite predecir a dónde vamos sí que nos permite saber a dónde no vamos: la energía.


 
El consumo de energía en España se está desplomando, especialmente el consumo de petróleo (franja roja), que de 2008 a 2011 ha caído un espectacular 18%. Tal caída no está siendo compensada con un aumento de otras fuentes: en general, las otra fuentes se mantienen relativamente estables excepto el gas, cuyo consumo también decae. El conjunto de toda la energía consumida en España (hasta la curva que limita la franja naranja) ha caído un 12%. Pero en 2012 las cosas van aún peor: el consumo de petróleo en España ha retrocedido, sólo en este año, más de un 10%.

Una caída tan brutal de la energía consumida ha de tener importantes efectos económicos. La visión clásica de la economía sobre estos fenómenos pasa por considerar la energía una mercancía más y explica su caída como una consecuencia de la grave crisis económica que estamos viviendo. Sin desdeñar que la crisis es una respuesta a múltiples factores, veremos que la energía no es una mercancía más y que los problemas de suministro en particular del petróleo están teniendo un gran impacto económico.





En realidad, energía y economía están íntimamente relacionadas. El gráfico que se presenta muestra el PIB de la Tierra en dólares constantes de 2000 (por tanto, descontando la inflación) y usando paridad de poder de compra (con lo que se corrigen los efectos de cambio de divisa) en el eje horizontal; el eje vertical es para el consumo total de energía en todo el planeta, en este caso tomada en millones de toneladas equivalentes de petróleo en energía. Los valores son anuales. Y no es de extrañar tan fuerte correlación: energía es la capacidad de hacer trabajo. Dado que tenemos energía y en grandes cantidades somos capaces de mover toneladas de lo que sea con un camión o de iluminar este plató con potentes focos y tener un buen aire acondicionado. Amplificamos enormemente nuestro output económico porque disponemos de cantidades grandiosas de energía. Pensemos que, según el último informe anual del BP, en el mundo se consumen hoy una cantidad de energía equivalente a tener de manera continuada una potencia de 18 Tw. Ese número, 18 Tw (una cantidad de vatios que es 18 seguido de 12 ceros) no dicen nada a la persona de la calle, pero si dividimos esa potencia media por el número de habitantes de la Tierra, 7.000 millones, nos resulta que tocamos a 2.500 vatios por persona de este planeta. Esta cifra nos es más común: viene a ser como la potencia de un horno microondas. Pero no perdamos de vista que nuestro consumo energético equivale a gastar esa potencia cada segundo de cada día de todo el año. Y si pensamos que un ser humano adulto es una máquina de unos 100 vatios, esto representa tener 25 esclavos energéticos que trabajan para cada habitante de este planeta, de manera incansable, cada segundo del día, los 365 días del año. Y como en el mundo todo está mal repartido, en realidad algunos tienen más y otros menos. Así, en España y en Cataluña tocamos a 45 de esos incansables y esforzados esclavos; en Alemania o Francia, a 60, y en los EE.UU., a 120. Gracias a tener tan colosales cohortes de esclavos detrás de nosotros hemos conseguido aumentar tanto nuestra producción de bienes y servicios, nuestro PIB, y por eso la correlación entre PIB y energía es tan fuerte.





La visión económica clásica, según la cual la energía es una mercancía más, afirma que si realmente hubiera un problema de escasez energética y particularmente de petróleo, tendría que notarse porque el precio de esta mercancía subiese y subiese sin límites hasta valores prohibitivamente altos, donde se equilibrase con la demanda. Tal visión deja de lado el hecho de que la energía es un bien esencial, es el motor de la economía, y que sin ella nuestro sistema económico y productivo simplemente no puede funcionar. Un profesor de economía de la Universidad de California San Diego, James Hamilton, ha estudiado con detalle cómo se propaga el coste de la energía y particularmente el petróleo dentro de la estructura de costes de la economía de los EE.UU., y ha llegado a la conclusión de que cada vez que el precio del petróleo supera un cierto umbral de dolor la economía empieza a sufrir y le da una especie de ataque al corazón. Como el petróleo se infiltra en toda la estructura de costes, los empresarios observan que todo se hace más caro y la gente cada vez tiene menos renta disponible para gastar, sus márgenes se reducen y al final se ven obligados a cerrar: cierran fábricas, cierran tiendas y mucha gente se va al paro. Al caer la actividad y el consumo cae la demanda, con lo que el precio vuelve a caer, y así hasta que de nuevo la demanda crezca y vuelva la tensión de precios y un nuevo ataque al corazón de la economía. Lo malo es que entre ataque y ataque la gente no recupera su trabajo, sino que cada vez hay más parados y excluídos sociales, incapaces de consumir como lo hacían antes. Poco a poco nuestra sociedad se va degradando.

Este umbral doloroso se sitúa en unos 90 dólares por barril, a precios de hoy. La gráfica que enseño es del artículo original de Hamilton y acaba en 2009; pero si miramos lo que ha hecho el precio después veremos que ha vuelto a subir desde finales de 2008, y que ahora llevamos más de un año con precios sostenidos por encima de los 100-110 dólares por barril. Ese dolor continuo es el que está precipitando a todas las economías occidentales a la recesión.

El problema grave es que ese umbral de dolor no está en el mismo sitio para nosotros y para economías más pujantes, emergentes, como las de India y China, que lo tienen más elevado (en torno a 120 dólares por barrila); y así nosotros vamos poco a poco cediendo capacidad de consumo de petróleo y ellos la van ganando. Toda la OCDE en su conjunto retrocede en su consumo de petróleo a un ritmo del 3% anual desde 2005.




Que algo particular está pasando con el petróleo es cada vez más evidente. La figura que muestro arriba es una gráfica de un estudio publicado en una revista científica de prestigio, Nature, el pasado mes de Enero. Es una gráfica que se denomina de "elasticidad de la producción de petróleo". El eje horizontal refiere a la producción media de barriles de petróleo crudo, expresados en millones de barriles diarios, para diversos trimestres durante los últimos 14 años. El eje vertical refiere al precio de esos barriles, expresado en dólares por barril. Se ve que hay dos tipos de comportamiento. Hasta 2004 (puntos azules), la producción de petróleo crudo era muy elástica: una pequeña variación del precio (pequeño desplazamiento en la vertical) llevaba a una gran variación de la producción (gran desplazamiento en la horizontal). A partir de 2005 (puntos negros), el comportamiento cambia radicalmente y la producción se vuelve muy inelástica: una gran variación en el precio (gran desplazamiento en la vertical) lleva a una pequeña variación de la producción (pequeño desplazamiento horizontal). El comportamiento inelástico es una señal inequívoca, de manual, de que la materia se ha vuelto escasa; y tal inelasticidad o escasez ya dura 7 años. No es un problema de inversión, sino de disponibilidad real de la materia. Recordemos que queremos el petróleo como fuente de energía (no sólo, pero principalmente) y por tanto no es una cuestión sólo de cuánto dinero gastamos en obtenerlo, sino -y más importante- de cuánta energía nos cuesta obtenerlo. Porque si gastamos más energía de la que cuesta extraerlo estamos peor que al principio. Y poco importan cuánto quede en el subsuelo, si no somos capaces de extraerlo con un coste energético asumible y al ritmo que nos interesa. Ése es el problema del Peak Oil: no importa cuánto queda ahí abajo, sino a qué ritmo lo puedes extraer.




Y es que efectivamente la producción de petróleo crudo ha tocado techo, como reconoció por fin en 2010 la Agencia Internacional de la Energía. La AIE siempre da previsiones muy optimistas de cara el futuro, pero poco a poco las ha ido rebajando: en 2007 la AIE anticipaba una producción de todos los líquidos del petróleo de 120 millones de barriles diarios (Mb/d) para 2030; sólo 3 años más tarde, en 2010, rebajó esa marca a 96 Mb/d para 2035 (una reducción del 20% y a cinco años más). Y por fin en 2010 reconoció que el petróleo crudo, el que realmente sale del subsuelo, llegó a su máximo productivo en 2006 y nunca más volverá a subir. En realidad, los campos actualmente en producción (franja azul oscuro) decae a un ritmo muy rápido, de tal modo que en unos 10 años su producción será aproximadamente la mitad que ahora. Esta caída de producción es natural y continuamente se están poniendo en marcha nuevos yacimientos para compensar esta caída. La AIE estima que la caída podrá ser compensada, llevándonos a una producción plana durante los próximos 25 años, gracias a la aportación de los campos que se conocen pero aún no se explotan (franja de color azul claro) y a la de los campos de petróleo que aún se tiene que descubrir. En realidad, es bastante dudoso que esa meseta se pueda mantener: respecto a los campos conocidos pero no explotados, se trata de petróleo muy caro de explotar, y ya sabemos que nuestra economía no tolera cualquier precio, con lo que una parte de éste no se podrá aprovechar; y en cuanto a los campos por descubrir, la AIE asume que el ritmo de descubrimientos será de unas cuatro veces el de los últimos 20 años (!).

La AIE aún estima que lo que denomina "todos los líquidos del petróleo" (el petróleo crudo más unos malos sucedáneos de mayor coste productivo y menor rendimiento energético) puede hacer que la producción total suba. Sin embargo, esos sucedáneos que completan la producción tienen muchas limitaciones. Por ejemplo, los líquidos del gas natural no sirven para sintetizar diésel; de hecho, se está produciendo ya una carestía global de diésel, que pronto llamará a nuestra puerta. Y en cuanto a los otros petróleos, denominados "no convencionales", son muy limitados, siendo los más importantes en volumen los llamados biocombustibles que generalmente tienen mal rendimiento energético (se consume casi tanta energía en su producción como la que luego devuelven).




En muchas ocasiones se dice que el peak oil - el hecho de que el petróleo llegue a su máximo productivo- es una teoría, sin tener el cuenta el hecho que en una cincuentena de países es un hecho perfectamente constatado, y que lo único que está en discusión es cuándo se producirá a escala global. Es interesante fijarse en la historia productiva de algunos países para ver qué ha pasado y qué está pasando (seguidamente veremos las gráficas originales que no pudieron ser incluidas para su presentación en la televisión, todas ellas obtenidas de la web Flujos de Energía usando datos del BP Annual Review):

 
Argentina llegó a su peak oil particular en 1998. Desde entonces su producción no ha parado de bajar, al tiempo que su consumo interno subía. Al final, el año pasado Argentina dejó de ser un exportador neto, lo cual es muy duro para un país que llevaba dos décadas viviendo de los ingresos del petróleo, y que explica en buena medida los últimos movimientos en la nación austral. Este fenómeno, de que el creciente consumo interno reduce muy rápidamente las exportaciones cuando se pasa el peak oil, es bastante generalizado en todo el mundo.


Venezuela es todavía un país exportador, pero como su peak oil fue en 2000 sus exportaciones están decayendo rápidamente.


El caso de las dos naciones que explotaron los campos del Mar del Norte es bastante paradigmático. El Reino Unido explotó de manera intensiva sus campos, siguiendo el ritmo del mercado. En 2000 llegó a su peak oil y en 2005 dejó de ser un país exportador. A pesar del descenso de consumo por la crisis, su producción cae más rápido y el país cada vez importa más petróleo.



Noruega ha sido mucho más conservadora en la explotación de sus campos, manteniendo además su propio consumo en ritmos moderados. Aún así, llegaron a su peak oil particular en 2000 y desde entonces la producción y las exportaciones caen a un ritmo rápido.


Yendo ya a Asia, un caso curioso es el de Indonesia. En 1991 llegaron a su peak oil y desde entonces la producción, con altibajos, ha ido cayendo. Desde 2003 aproximadamente el país es importador de petróleo, pero paradójicamente perteneció a la OPEP (Organización de Países Exportadores de Petróleo) hasta hace dos años. Su consumo interno crece y crece y hacen de Indonesia un cada vez mayor importador.

 
El último caso que veremos en detalle es el de Irán. Es uno de los pocos países que podrán mantener sus exportaciones, aunque hay dudas sobre cuándo su producción comenzará a declinar (algunos analistas creen que será en breve) y encima su consumo interno crece deprisa.

El caso es que los cada vez menos exportadores tendrán que vender sus cada vez menores exportaciones a un conjunto mayor de naciones importadoras y con consumos crecientes. Con las tendencias actuales en importación y consumo en 2018 las exportaciones de petróleo sólo podrían satisfacer las necesidades de China e India (!).



 

¿Y qué pasa con las otras energías no renovables? Las cosas no pintan mucho mejor: el fenómeno de máximo o cenit de producción es generalizado. Se estima que el cenit de la energía (que no del volumen) de carbón será en algún momento entre 2011 y 2020. En cuanto al gas natural, su cenit se hará esperar más pero es muy probable que se produzca entre 2020 y 2040. Y en cuanto al uranio se espera en algún momento entre 2015 y 2035, aunque algunos estudios apuntan a que será más bien la primera fecha (y eso sin contar con las implicaciones de la finalización del programa Megatons to Megawatts). Tengan en cuenta que petróleo, carbón, gas y uranio representan el 92% de toda la energía que se consume en el mundo, así que su próximo declive es un problema de primera magnitud. Para terminarlo de agravar, el fenómeno de llegada al máximo productivo no es exclusivo de las materias primas energéticas, sino de casi todo (peak everything). Por ejemplo, el oro lleva declinando a un ritmo del 1% desde 2010. Peor aún, se espera que el cobre empiece a declinar desde 2018, y con una menor producción de cobre será complicado continuar la electrificación de la sociedad.


Uno de los grandes problemas asociados a la escasez de petróleo es que la producción de muchas materias primas dependen de un gran consumo de energía, y particularmente del petróleo, para su producción. Hay que pensar que, por ejemplo, una mina típica de cobre tiene una concentración del mineral de cobre -pirita- del orden del 1 por 10.000. Es decir, hay que triturar 10 toneladas de roca para poder extraer un kilo de material, que después se ha de tratar y refinar para extraer el cobre. Todo lo cual se consigue con enorme maquinaria: excavadoras, camiones, etc, y por tanto un gran consumo de energía. Por eso, desde que el petróleo superó su punto crítico en 2005 muchas materias primas le siguen, y así se hacen más caras cuando el petróleo sube, y se abaratan cuando éste lo hace. Eso agrava los repetidos "ataques al corazón" que sufre nuestra economía y disminuye aún más la capacidad de consumo de la gente. Y el problema es que esto no afecta solo a los metales, sino también a la alimentación, a la ropa...


  
 ¿Y qué pasa con las energías renovables? Sin duda, la energía renovable es clave en nuestro futuro, y sin duda será lo único que tendremos en el largo plazo, así que debemos apostar decididamente por ella. Es más: deberíamos aprovechar esta época en que la energía aún es asequible para garantizar una transición ordenada. Sin embargo, no podemos esperar que la energía renovable nos suministre la gigantesca potencia que es la base de nuestra sociedad. Las renovables tiene numerosas limitaciones (discutidas en este blog en la serie "Los límites de las renovables", usar esa expresión en la barra del buscador) y es más que dudoso que puedan aportar ni de lejos toda la energía que actualmente consume nuestro mundo, y eso bajo una perspectiva de consumo muy desigual con zonas opulentas y otras muy pobres. Nosotros hicimos un estudio encarando algunos de los requerimientos de un sistema 100% renovable y llegamos a la conclusión de que era técnicamente factible, pero si desde ya se emprendía un gran esfuerzo societario, comparable a una economía de guerra y durante varias décadas, para acabar después en una economía estacionaria, sin crecimiento. Además, una parte importante del problema actual de las renovables es que se orientan a la producción de electricidad, cuando en realidad la electricidad es sólo el 21% del consumo de energía final en España, y sustituir el otro 79% puede ser factible pero no fácil.




En realidad, estamos intentando resolver el problema equivocado. Buscamos fuentes de energía alternativa, incluso, en casos extremos, creyendo a farsantes que nos prometen energías libres y prestando oídos a los fanáticos de la teoría de la conspiración, sin entender que la energía es, por definición, una cantidad limitada y que la termodinámica implica que no puede haber milagros. Pero no nos paramos a ver la incongruencia mayor, que es la de nuestro sistema económico y productivo. ¿Cuántas veces hemos oído que para que las cosas vayan bien el PIB ha de crecer un 2,5% o más al año? Tal tipo de crecimiento es muy rápido, exponencial, porque implica que las cosas se duplican cada cierto plazo fijo. Así, con un crecimiento del 2,8% anual nos encontramos que las cosas se duplican cada 25 años, se multiplican por 4 cada 50 y por 16 cada siglo. Pero, ¿se imaginan Vds. una Cataluña o una España en que el PIB, es decir, la producción de bienes y servicios, fuese 16 veces la actual? ¿16 veces más carreteras? ¿16 veces más coches? ¿16 veces más turistas, más iPhones, más de todo? Tal modelo de desarrollo es completamente absurdo y nos lleva a chocar con los límites del planeta, que no deja de ser un bola redonda y por tanto finita. Sin embargo, la teoría económica estándar parece creer que la Tierra es un plano infinito. [Este ejemplo tan visual, igual que el de los esclavos energéticos, es mérito del maestro Pedro Prieto, al cual no mencioné en la entrevista, pero al que quiero reconocer ahora aquí. No dejen de visitar la página web de su asociación].




El crecimiento exponencial también se da a veces en la Naturaleza, en forma de plagas. Tal comportamiento expansivo siempre acaba de la misma manera: se agota el alimento y los animales mueren en masa. Es un comportamiento autoregulado, es la manera que tiene la Naturaleza de limitar aquello que no puede crecer eternamente si no sabe parar a tiempo.



Tal tipo de autoregulación o ajuste automático también puede pasarle al hombre; es lo que conocemos como colapso de la civilización. No es algo tan extraordinario: sabemos de 26 civilizaciones en la Historia que han colapsado antes que la nuestra, en algunos casos por falta de recursos, y en algunos casos hasta la extinción total o casi total de la población. No se puede descartar, por tanto, que tal cosa pudiera pasar ahora. Pero no es algo necesario e inevitable. Tenemos medios y tenemos conocimiento. Prefiero pensar que somos más inteligentes que una hormiga o una langosta.



¿Qué es lo que nos empuja a crecer sin cesar? Esencialmente, el crédito con interés. Cuando se concede un crédito se espera que quien lo reciba lo devuelva, y con un interés. Un porcentaje. Por ejemplo, el 2,8% anual. Es decir, capital más interés será el doble en 25 años, el cuádruple en 50 años, dieciséis veces en 100 años. Ya volvemos a estar en las mismas. Y tal necesidad de crecer nos empuja a aberraciones como el despilfarro, la obsolescencia programada o las externalidades ambientales. La única manera de escapar de este círculo vicioso no es con parches (ahorro, eficiencia, etc) sino cambiando radicalmente de modelo productivo y financiero.


 
La situación se presenta, por tanto, muy complicada y en un plazo muy breve de tiempo: no podremos compensar el rápido declive de los campos de petróleo en explotación y en los próximos años tendremos que aceptar ir perdiendo una cantidad significativa de nuestro consumo, que si no nos adaptamos adecuadamente producirá mucha miseria y exclusión. Ahora, ¿cómo es que de un tema tan grave no se hable? ¿Que nuestos líderes no sepan nada?
 

 
Por supuesto que es un tema conocido; no explicaré una vez más en detalle todos los informes de los últimos años: cada año hago una glosa que pueden consultar en el post de 2010 y en el de 2011 (y habrá algunos que irán al que haga a finales de 2012). Pueden consultar también un post específico que hice sobre el borrador del Plan de la Energía y el Cambio Climático en Cataluña. El problema es que resulta imposible reconciliar la realidad de la imposibilidad de un crecimiento infinito con el actual paradigma, que no estamos dispuestos a abandonar. De ahí la inacción y la inoperancia de nuestros líderes.



Las conclusiones hablan por sí solas, pero si quieren detalles más jugosos... tendrán que ver la entrevista.


Gracias por su atención.

Salu2,
AMT





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