Article publicat a Vientosur
Entrevista a Michael Löwy
06/05/2017 |
Miguel Fuentes
Pongo a disposición de los movimientos sociales
esta entrevista realizada al intelectual marxista Michael Lowy, uno de
los referentes más importantes del pensamiento anticapitalista a nivel
internacional, en torno al creciente peligro de la crisis ecológica y su
importancia como problema estratégico central para el Marxismo.
Reflexionando en torno a una serie de tópicos tales como el cambio
climático, el ecosocialismo y los desafíos del movimiento revolucionario
durante las próximas décadas, las ideas de este intelectual constituyen
un claro llamado de advertencia para las filas de la izquierda
anti-capitalista.
Tal como queda en evidencia a partir de las palabras de Lowy, será
justamente gracias a la capacidad que tengan las organizaciones de
izquierda para integrar estos debates en sus respectivos ejes
estratégicos, políticos y tácticos, así como también para ponerlos en el
centro de sus respectivos análisis de la realidad mundial, que aquellas
podrán prepararse (o no) para enfrentar el último
desafío programático de
la Revolución Socialista: el peligro del colapso de la civilización y
la extinción humana, o bien, en palabras de Lowy… la amenaza de un
eco-suicidio planetario.
1. ¿Que es el Eco-Socialismo y cuáles son sus referentes?
El eco-socialismo es una alternativa radical al capitalismo que
resulta de la convergencia entre la reflexión ecológica y la reflexión
socialista (marxista). Su premisa fundamental es que la preservación de
un ambiente natural favorable para la vida en el planeta es incompatible
con la lógica expansiva y destructiva del sistema capitalista. No se
pueden salvar los equilibrios ecológicos fundamentales del planeta sin
atacar al sistema, no se puede separar la luchar por la defensa de la
naturaleza del combate por la transformación revolucionaria de la
sociedad.
Existe hoy una corriente eco-socialista internacional que con ocasión
del Foro Social Mundial de Belem (enero de 2009) publicó una
declaración sobre el cambio climático, firmada por centenas de personas
de 45 países. Entre sus precursores se encuentran figuras tales como
Manuel Sacristán (España), Raymond Williams (Inglaterra), André Gorz
(Francia), James O’Connor (Estados Unidos), y entre sus representantes
actuales están el co-autor del “Manifiesto Ecosocialista Internacional”
(2001)
1/
Joel Kovel (Estados Unidos), el marxista ecológico John Bellamy Foster
(Ibíd.), el indigenista peruano Hugo Blanco, la eco-feminista
canadiense Terisa Turner, el marxista belga Daniel Tanuro, y muchos
otros.
El eco-socialismo se disocia de dos modelos inoperantes: 1) La
ecología conformista, que adapta sus propuestas al mercado y busca
desarrollar un “capitalismo verde” – es decir una ilusión nefasta o, en
muchos casos, una mistificación. 2) El pretendido “socialismo real” (la
fallida URSS, China, etc.), el cual no fue más que una caricatura
burocrática del socialismo basada en una imitación servil del aparato
técnico capitalista y en un productivismo anti-ecológico tan destructor
de la naturaleza como su equivalente occidental.
El eco-socialismo propone una reorganización del conjunto de modo de
producción y de consumo basada en criterios exteriores al mercado
capitalista: las necesidades reales de la población y la defensa del
equilibrio ecológico. Esto significa una economía de transición al
socialismo, en la cual la propia población – y no las “leyes de mercado”
o un Buró Político autoritario- decidan, en un proceso de planificación
democrática, las prioridades y las inversiones.
Esta transición conduciría no sólo a un nuevo modo de producción y a
una sociedad más igualitaria, más solidaria y más democrática, sino
también a un modo de vida alternativo, una nueva civilización
eco-socialista más allá del reino del dinero, de los hábitos de consumo
artificialmente inducidos por la publicidad, y de la producción al
infinito de mercancías inútiles. El “Buen Vivir” de la tradición
indígena de las Américas es una importante fuente de inspiración para
esta alternativa.
2. ¿Cuáles son los principales aportes del Eco-Socialismo a la teoría marxista y la práctica de las organizaciones de izquierda?
Muchos ecologistas critican a Marx por considerarlo un productivista.
Tal crítica nos parece completamente equivocada: al hacer la crítica
del fetichismo de la mercancía, es justamente Marx quien coloca la
crítica más radical a la lógica productivista del capitalismo, la idea
de que la producción de más y más mercancías es el objeto fundamental de
la economía y de la sociedad.
El objetivo del socialismo, explica Marx, no es producir una cantidad
infinita de bienes, pero sí reducir la jornada de trabajo, dar al
trabajador tiempo libre para participar de la vida política, estudiar,
jugar, amar. Por lo tanto, Marx proporciona las armas para una crítica
radical del productivismo y, notablemente, del productivismo
capitalista. En el primer volumen del “El Capital”, Marx explica cómo el
capitalismo agota no sólo las fuerzas del trabajador, sino también las
propias fuerzas de la tierra, agotando las riquezas naturales. Así, esa
perspectiva, esa sensibilidad, está presente en los escritos de Marx,
sin embargo, no ha sido suficientemente desarrollada.
Es verdad, entretanto, que algunos escritos de Marx, y sobretodo de
Engels (el “Anti-Dühring” por ejemplo) plantean que la tarea de una
revolución sería únicamente cambiar las relaciones de producción, que se
han convertido en trabas al libre desarrollo de las fuerzas
productivas. Creemos que, desde una perspectiva eco-socialista, se
necesita de una visión mucho más radical y profunda de lo que debe ser
una revolución socialista. Se trata de transformar no sólo las
relaciones de producción y las relaciones de propiedad, sino la propia
estructura de las fuerzas productivas, la estructura del aparato
productivo. Hay que aplicar al aparato productivo la misma lógica que
Marx pensaba para el aparato de Estado a partir de la experiencia de la
Comuna de París cuando aquel decía lo siguiente: “los trabajadores no
pueden apropiarse del aparato del Estado burgués y usarlo al servicio
del proletariado, no es posible, porque el aparato del Estado burgués
nunca va a estar al servicio de los trabajadores. Entonces, se trata de
destruir ese aparato de Estado y crear otro tipo de poder”.
Esa lógica tiene que ser aplicada también al aparato productivo: el
cual tiene que ser, sino destruido, al menos radicalmente transformado.
Este no puede ser simplemente apropiado por las clases subalternas, y
puesto a trabajar a su servicio, pues necesita ser estructuralmente
transformado. A manera de ejemplo, el sistema productivo capitalista
funciona sobre la base de fuentes de energía fósiles, responsables del
calentamiento global – el carbón y el petróleo – de modo que un proceso
de transición al socialismo solo sería posible cuando se diera la
sustitución de esas formas de energía por energías renovables: por
ejemplo el agua, el viento y, sobretodo, la energía solar.
Por eso, el eco-socialismo implica una revolución del proceso de
producción, de las fuentes energéticas. Es imposible separar la idea de
socialismo, es decir de una nueva sociedad, de la idea de nuevas fuentes
de energía, en particular del sol – algunos eco-socialistas hablan ya
de un “comunismo solar”, pues entre el calor, la energía del Sol, el
socialismo y el comunismo habría una especie de afinidad electiva.
Pero no basta tampoco transformar el aparato productivo y los modelos
de propiedad, es necesario transformar también el patrón de consumo,
todo el modo de vida en torno al consumo, que es el patrón de
capitalismo basado en la producción masiva de objetos artificiales,
inútiles, y peligrosos. Por eso se trata de crear un nuevo modo de
consumo y un nuevo modo de vida, basado en la satisfacción de las
verdaderas necesidades sociales, lo cual es algo completamente diferente
de las presuntas y falsas necesidades producidas artificialmente por la
publicidad capitalista. De ello se desprende pensar la revolución
eco-socialista como una revolución de la vida cotidiana, como una
revolución por la abolición de la cultura del dinero y de la mercancía
impuesta por el capitalismo.
El eco-socialismo no es sólo la perspectiva de una nueva
civilización, una civilización de la solidaridad- en el sentido profundo
de la palabra, solidaridad entre los humanos, pero también con la
naturaleza-, es también una estrategia de lucha, desde ya, aquí y ahora.
No se trata de esperar hasta el día en que el mundo se transforme, sino
a comenzar desde ya, ahora, a luchar por esos objetivos. Se trata de
promover la convergencia, la articulación entre luchas sociales y luchas
ecológicas, las cuales tienen el mismo enemigo: el sistema capitalista,
las clases dominantes, el neo-liberalismo, las multinacionales, el FMI,
la OMC. Los indígenas de América Latina, desde las comunidades andinas
del Perú hasta las montañas de Chiapas, están en la primera línea de
este combate en defensa de la Madre Tierra, de la Pachamama, en contra
del sistema.
3. Noam Chomsky ha afirmado en años recientes que la crisis ecológica es más importante que la crisis económica 2/: ¿qué opina sobre esta frase?
¡Estoy enteramente de acuerdo con Noam Chomsky! La crisis económica
es grave, porque le sirve a las clases dominantes, al capital
financiero, para aplicar sus recetas neo-liberales, agravando el
desempleo, destruyendo conquistas sociales, privatizando los servicios
públicos, etc. Pero la crisis ecológica es algo mucho más importante, y
mucho más peligroso porque amenaza las condiciones de vida de la
humanidad en el planeta.
4. ¿A que se refiere cuando usted habla de un posible eco-suicidio planetario?
La civilización capitalista industrial moderna es un tren suicida que
avanza, con una rapidez creciente, hacia un abismo: el cambio
climático, el calentamiento global. Se trata de un proceso dramático que
ya empezó, y que podrá llevar en las próximas décadas a una catástrofe
ecológica sin precedente en la historia humana: elevación de la
temperatura, desertificación de las tierras, desaparición del agua
potable y de la mayoría de las especies vivas, multiplicación de los
huracanes, elevación del nivel del mar -hasta que Londres, Ámsterdam,
Venecia, Shanghái, Rio de Janeiro y las demás ciudades costeras queden
bajo el agua. ¿A partir de un cierto nivel de elevación de la
temperatura, será aún posible la vida humana en este planeta? Nadie
puede contestar con seguridad esta pregunta.
5. ¿Es dicho eco-suicidio planetario una situación hipotética, o bien es una posibilidad concreta para las próximas décadas?
Los científicos, como James Hansen -durante muchos años el
climatólogo da la NASA en Estados Unidos- nos explican que el cambio
climático no se desarrollará en forma gradual, sino que con saltos
cualitativos. A partir de un cierto nivel de calentamiento -2°
centígrados más allá de las temperaturas pre-industriales- el proceso se
tornará irreversible e imprevisible. Esto puede suceder en las próximas
décadas, sobre todo si se confirman una serie de evidencias científicas
recientes: derretimiento de los hielos de los polos con más rapidez de
lo previsto; masivas emisiones de metano (un gas con mucho mayor efecto
de invernadero que el CO2) por el derretimiento del permafrost en
Siberia, Canadá, etc. Nadie puede prever cuando se dará el vuelco, y por
lo tanto no tienen sentido las previsiones que se refieren al año 2100.
6. Una serie de científicos han comenzado a alertar sobre una gran
crisis planetaria en el caso de que el calentamiento global supere los 2
grados centígrados, produciendo con ello un importante quiebre de los
sistemas agrícolas. Ideas similares han venido siendo discutidas en el
ámbito de los estudios energéticos, planteándose la posibilidad de una
crisis estructural cercana del capitalismo como producto del agotamiento
del petróleo y los combustibles fósiles (fenómeno denominado como Peak
Oil) 3/.
¿Cómo se relacionaría la idea en torno al peligro de un eco-suicidio planetario con la posibilidad de un fenómeno de colapso capitalista, aquello como consecuencia del avance de la crisis ecológica en el futuro próximo?
En primer lugar: no tiene sentido discutir del Peak Oil como se hacía
aún hace algunos años. El problema no es el agotamiento del petróleo,
sino que hay demasiadas reservas de petróleo y carbón. Si se queman
estas reservas fósiles, el calentamiento global será inevitable y
catastrófico.
Ahora bien, la crisis ecológica, por sí misma, no lleva a un colapso
del capitalismo. El capitalismo puede sobrevivir en las peores
condiciones energéticas y agrícolas. No hay ningún mecanismo automático
que lleve a un colapso capitalista. Habrá crisis terribles, pero el
sistema encontrará alguna salida, en forma de guerras, dictaduras,
movimientos fascistas, etc. Así fue en los años 1930 y así puede pasar
en el futuro. Como decía Walter Benjamin: “el capitalismo nunca va morir
de muerte natural”. Si queremos poner un fin al sistema capitalista,
esto solo será posible por un proceso revolucionario, una acción
histórica colectiva anticapitalista. El capitalismo solo desaparecerá
cuando sus víctimas se levanten en contra de él, y lo supriman.
7. Marx afirmó en el “Manifiesto Comunista” que la historia de la
humanidad ha sido hasta hoy la historia de la lucha de clases, y que
esta lucha terminó siempre en la victoria de una clase sobre otra… o
bien “en la destrucción de las dos clases en conflicto”. En nuestros
días, más de siglo y medio después de aquella afirmación, un equipo de
investigadores financiados parcialmente por la NASA ha hecho público un
estudio en el cual se sugiere, entre otras cosas, que la combinación de
los efectos del cambio climático y los niveles de concentración extrema
de riquezas, así como también de una futura escasez de recursos a nivel
mundial, estarían a punto de producir el derrumbe de la civilización
contemporánea 4/.
¿Podríamos
decir hoy que la sincronización entre la crisis ecológica, económica y
social constituiría la materialización histórica de aquella posibilidad
prevista por Marx en torno a una posible autodestrucción de las clases
fundamentales del capitalismo?
Creo que se tratan de realidades distintas. La concentración extrema
de riquezas no conduce a la “destrucción de las dos clases en lucha”: es
sencillamente la victoria de una de las clases, la burguesía financiera
parasitaria, en contra de las clases subalternas...
Ahora bien, la crisis ecológica si puede tener como resultado el
derrumbe de la civilización actual, y la autodestrucción de las clases
de la sociedad moderna, según la previsión de Marx. Si se permite al
capitalismo destruir al planeta, todos los seres humanos serán víctimas.
Pero la mentalidad de los capitalistas, en particular la oligarquía
fósil -los intereses de la industria del carbón, del petróleo y sus
asociados de la electricidad, del transporte, de la industria química,
etc.- podría ser resumida con la famosa frase del rey francés Luis XIV:
“Después de mí, que venga el diluvio”.
8. Durante las primeras décadas del siglo XX, algunas importantes
figuras del Marxismo tales como Lenin, Trotsky o Gramsci, debieron
enfrentar los horrores de las Guerras Mundiales y el Fascismo. En
nuestro caso, en cambio, pareciera que tenemos ante nosotros un
horizonte destructivo muy superior al que dichos revolucionarios podrían
haber siquiera imaginado. Un ejemplo de esto puede graficarse en los
efectos híper-catastróficos que podría llegar a tener pronto el cambio
climático, así como también en el comienzo de lo que algunos importantes
referentes científicos han denominado como la VI Extinción Masiva de la
Vida Terrestre. Otra denominación en boga de este fenómeno es la de
Antropoceno y su posible relación con un fenómeno de extinción inminente
de la propia especie humana 5/.
¿Es correcto para usted afirmar que nos encontraríamos a las puertas de un salto destructivo inédito de la dinámica capitalista?
Hay un consenso creciente entre los científicos en torno a que hemos
entrado en una nueva era geológica, el Antropoceno, una era en la cual
la acción humana -de hecho, la civilización capitalista industrial
moderna- determina los equilibrios del planeta, para empezar el clima.
Una de las características del Antropoceno es el proceso de la VI
Extinción Masiva de las Especies Terrestres, que ya empezó.
La elevación de la temperatura global encima de 2° centígrados tendrá
sin dudas efectos “híper-catastróficos”, que no se pueden comparar con
otros eventos históricos (guerras, etc.), sino sólo con eventos de otras
eras geológicas cuando, por ejemplo, la mayoría de las costas de los
continentes actuales estaba bajo el mar.
No creo que se pueda afirmar que la extinción de la especie humana
sea “inminente”. Es un peligro real, una amenaza, pero en las próximas
décadas.
9. Hace más de un siglo Rosa Luxemburgo lanzó una de las tal vez
más oscuras advertencias de la tradición marxista: esto es, su famosa
frase de “Socialismo o Barbarie”. En el caso de Walter Benjamin es
igualmente conocida su advertencia en torno a la necesidad de “cortar la
mecha antes de que la chispa llegue a la dinamita”, esto haciendo
alusión a la posibilidad de un “fin catastrófico” (negativo) del
desarrollo capitalista. Hoy, cuando ha pasado más de un siglo en el cual
el capitalismo ha seguido imponiendo su voluntad a costa de la
humanidad completa… ¿es posible decir que la barbarie ha triunfado… o
bien que se encontraría cerca de hacerlo?
La barbarie no ha triunfado aún. Tampoco sabemos si se encuentra
cerca de hacerlo. Todo depende de la capacidad de resistencia de las
víctimas del sistema: es decir, también, de nosotros. El fatalismo es un
error político. Como decía Gramsci, necesitamos el pesimismo de la
razón y el optimismo de la voluntad
.
10. En décadas recientes, algunas de las ideas-fuerza más
importantes que la intelectualidad capitalista integró en su programa
ideológico fueron aquellas alrededor de los conceptos de “fin de la
historia”, “fin de la lucha de clases” y “fin de la clase obrera”.
Dejando a un lado el evidente triunfalismo capitalista que acompañó el
desarrollo de dichas ideas durante los 80’s y 90’s… ¿pueden
considerarse hoy dichos conceptos, de cara al posible eco-suicidio
planetario que podría traer consigo la crisis ecológica, como verdaderas
“intuiciones teóricas”(inconscientes) de la clase capitalista respecto a
la dinámica auto-destructiva (terminal) que se abría con el ciclo
neoliberal? ¿Es el peligro del “fin de la historia” hoy un peligro real?
El posible eco-suicidio planetario es un peligro real, pero nada
tiene que ver con los discursos ideológicos del “fin de la historia” o
de la lucha de clases, que proclamaban la eternidad del capitalismo
neo-liberal. Al revés, la lucha de clases es el método para poner un fin
a la dinámica auto-destructiva del capital.
11. ¿Cómo podemos pensar esta situación desde el Marxismo y
prepararnos para un escenario de crisis con una magnitud posiblemente
muy superior a la que enfrentó el campo de las luchas sociales en los
últimos siglos?
El Marxismo nos permite entender la naturaleza destructiva del
capitalismo, su tendencia inexorable a la expansión perpetua, y por
tanto su contradicción con los límites naturales del planeta. El
Marxismo nos permite ubicar en las víctimas del sistema, en las clases y
grupos oprimidos y explotados el sujeto posible de una transformación
anticapitalista. Finalmente, el Marxismo nos propone, con el programa
socialista, los fundamentos de una alternativa radical al sistema. Pero,
sin dudas, como hemos planteado más arriba, necesitamos una
reformulación eco-socialista de las concepciones marxistas.
12. ¿Es la Revolución Social y una política anti-capitalista que
se plantee la expropiación de la burguesía y la toma del poder de los
trabajadores un paso necesario ya sea para frenar el desastre que se
avecina, o bien para prepararnos para resistir el colapso?
Frenar el desastre es una tarea inmediata. Cada cañería de petróleo
que se interrumpe, cada central eléctrica de carbón que se cierra, cada
bosque que se protege contra la voracidad destructora del capital, frena
el desastre. Pero sólo se podrá impedir el derrumbe de la civilización
humana destruyendo al sistema con una Revolución Socio-ecológica.
13. ¿Es necesario adaptar el programa y la política de la
Revolución Socialista de cara a los nuevos peligros que supone la
combinación entre crisis ecológica, económica y social durante el
presente siglo? ¿Qué elementos nos entrega el Manifiesto Eco-Socialista para esta tarea?
El “Manifiesto Eco-Socialista” no tiene la respuesta a todos estos
interrogantes. Sencillamente plantea que el socialismo del siglo XXI
tiene que ser un socialismo ecológico, y vice-versa: de poco nos sirve
una ecología que no sea socialista. Su principal tesis es que el sistema
capitalista es incompatible con la preservación de la vida en nuestro
planeta. El programa socialista tiene que transformarse en programa
eco-socialista, integrando de manera mucho mas central la cuestión de la
relación con la naturaleza que en la tradición socialista o comunista
del siglo XX.
14. Uno de los principios fundamentales del Marxismo
Revolucionario ha sido el de defender el rol de la clase obrera como
sujeto social de la Revolución Socialista. Ahora bien, si consideramos
que un posible colapso civilizatorio inminente se asociaría al derrumbe
de la sociedad industrial y, por ende, a la desintegración del propio
sujeto obrero en vastas regiones del planeta… ¿es posible seguir defendiendo la centralidad del movimiento obrero en la lucha de clases y el proyecto socialista?
La combinación de las crisis “tradicionales” del capitalismo y la
crisis ecológica crea las condiciones para una amplia alianza de fuerzas
sociales en contra del sistema. Potencialmente, como lo planteaba
“Occupy Wall Street”, los 99% que no tienen un interés fundamental en la
mantención del sistema, son actores posibles para su superación. De
hecho, desde la Conferencia Intergaláctica de los Zapatistas en Chiapas
en 1996, y los eventos de Seattle en 1999, hasta los movimientos
recientes de Indignados, vemos los primeros elementos de esta coalición
anti-sistémica. Participan en ella sindicalistas, ecologistas,
movimientos indígenas, campesinos, movimientos de mujeres, asociaciones
cristianas, corrientes revolucionarias, movimientos de la juventud,
grupos de vecinos, militantes socialistas, comunistas y anarquistas. Hoy
en día en América Latina las comunidades indígenas y campesinas están
en la vanguardia de las luchas socio-ecológicas, anti-neo-liberales,
anti-imperialistas y anti-capitalistas. Pero en último análisis, la
principal fuerza de esta coalición son los trabajadores, en el sentido
amplio: los que viven de la venta de su fuerza de trabajo, o de su
proprio trabajo individual o comunitario. Esta amplia clase de
trabajadores, que no debe ser confundida solamente con los obreros
industriales, constituye la mayoría de la población, y sin su acción
colectiva ninguna revolución será posible.
15. Otro de los principios tradicionales del Marxismo durante el
siglo XX fue el de defender la necesidad del control obrero de la
producción, la planificación mundial de la economía y la distribución
socialista de las riquezas como vías posibles para satisfacer, entre
otras cosas, las necesidades materiales del conjunto de la humanidad.
Ahora bien, si consideramos que la crisis ecológica que se avecina (y el
tipo de quiebre alimentario global que aquella traerá consigo) podría
implicar que incluso dichas medidas sean ya insuficientes (ineficaces)
para dar respuesta a las necesidades de la población mundial, esto
debido a la propia gravedad de la crisis que se avecina y a la
inexistencia de tecnologías capaces de asegurar una adecuada producción
agrícola ante un escenario de cambio climático híper-catastrófico…¿Qué
hacer? ¿Cómo resolver esta aparente paradoja en la cual un sector de la
humanidad pareciera estar ya perdida (muerta) para el proyecto
socialista? Más todavía… ¿es posible resolverla?
Creo que es prematuro discutir de qué hacer cuando el calentamiento
global supere a los 2° centígrados... Nuestra tarea en las próximas
décadas es tratar de impedir esto, promoviendo las luchas
socio-ecológicas, las varias resistencias anticapitalistas y la
consciencia ecosocialista. El objetivo es la abolición del capitalismo,
la planificación ecosocialista - en escala local, nacional, continental,
y, en algún momento, mundial- la distribución de la riqueza y el
control democrático (no sólo “obrero”) de la población sobre la
producción y el consumo.
Por supuesto, es posible que seamos derrotados, y que la humanidad
sea llevada por el capitalismo a una catástrofe. Pero en el momento
histórico actual, tenemos que llevar adelante, con todas nuestras
fuerzas, este decisivo combate para evitar el desastre.
16. Teniendo en cuenta la gravedad de las amenazas implicadas en
la crisis ecológica actual… ¿por qué aquellas han sido tan escasamente
tratadas en el ámbito de las organizaciones de la izquierda? ¿Es
necesario discutir estas amenazas: por ejemplo la pronta agudización del
problema alimentario mundial y de la escasez de agua, el posible
quiebre de las cadenas productivas de recursos básicos, el desarrollo de
eco-guerras imperialistas, o bien la propia posibilidad del colapso del
capitalismo y la civilización, tomándolos como nuevos problemas
estratégicos fundamentales de la teoría y la practica marxista del siglo
XXI?
Hay varias explicaciones posibles para el retraso en la toma de consciencia ecológica de la izquierda:
1) El dogmatismo, la repetición de lo tradicional, la resistencia a aceptar cambios en la teoría y la práctica.
2) El economicismo, la reducción de la política a intereses
corporativos inmediatos: por ejemplo “salvar el empleo”, esto sin
cuestionar las consecuencias humanas, sociales o ecológicas de estos
“empleos”.
3) La influencia de la ideología burguesa del “progreso”,
identificado con la expansión, el “crecimiento” de la economía, la
producción de más y más mercancías, y el consumismo.
4) El carácter futuro de las amenazas ecológicas -colapso de la
civilización- en comparación con los problemas económicos inmediatos: la
crisis, el desempleo, etc.
17. En el caso de la izquierda anti-capitalista chilena y
argentina (por ejemplo en el ámbito trotskista, anarquista, guevarista o
indigenista) ninguna organización ha integrado hasta ahora estas
discusiones en los respectivos debates teóricos y estratégicos centrales
de sus corrientes, así como tampoco al nivel de sus programas, análisis
de la realidad internacional, políticas de acción, tácticas de
intervención, etc. Una muestra de aquello son en Chile los grupos
anarquistas que toman como referente a la ex presidente de la FECH
Melissa Sepúlveda, o bien el caso del PTR y su dirigente Bárbara Brito a
nivel estudiantil. Otro ejemplo lo constituye el PTS argentino y su
órgano La Izquierda Diario. ¿Qué llamado podría hacer a
las organizaciones de izquierda y a los movimientos sociales en América
Latina para comenzar a debatir estos problemas con la importancia que
merecen?
En varios países del mundo -en Europa, Estados Unidos, América
Latina- vemos cada vez más sectores de la izquierda anticapitalista que
se definen como ecosocialistas. Es lo que ha pasado, ya hace varios
años, con la Cuarta Internacional. En Estados Unidos existe una
importante corriente ecosocialista que se manifiesta en revistas
marxistas como “Monthly Review”, “Capitalism, Nature and Socialism”,
“Against the Current”, etc. Hay que mencionar también la ecología social
de sensibilidad anarquista, fundada por Murray Bookchin, que es
bastante cercana al ecosocialismo. Uno de los grandes pensadores del
indigenismo en América Latina, Hugo Blanco, proclama que las comunidades
indígenas ya practicaban el ecosocialismo hace siglos. Podríamos dar
varios otros ejemplos.
Pero sin duda muchos grupos de la izquierda anticapitalista están
lejos aún de haber integrado, de manera decisiva, la cuestión ecológica
en su concepción del socialismo y de la revolución. Es nuestra tarea
convencerlos, pacientemente, en una discusión fraternal. Pero quizás más
que nuestros argumentos, serán los hechos, cada vez más graves en los
próximos años, los que harán cambiar sus ideas.
Miguel Fuentes, Lic. en Arqueología, Historiador e
Investigador de Doctorado en el Instituto de Arqueología del University
College London (Reino Unido). Coordinador de la Pagina Grupo de
Seguimiento de la Crisis Climática Mundial